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miércoles, 29 de mayo de 2019

LIBRO DE URANTIA - PARTE I - PALABRAS DE JESUS





LIBRO DE URANTIA - PARTE I - PALABRAS DE JESUS
40. LA MAÑANA SIGUIENTE A LA CONVERSIÓN DE AGUA EN VINO
41. OBSERVACIONES EN LA CENA CON MATEO
42. LA LLAMADA A TOMÁS Y JUDAS
44. EL ESTABLECIMIENTO DE UN DÍA DE DESCANSO A MITAD DE SEMANA

“A la mañana siguiente Jesús se reunió con sus amigos para desayunar, pero forma-ban un grupo melancólico. Conversó con ellos y al final del desayuno los reunió en torno suyo y les dijo: «Es la voluntad de mi Padre que nos quedemos por aquí durante una temporada. Vosotros habéis oído a Juan decir que había venido para preparar el camino para el reino; por lo tanto nos corresponde a nosotros aguardar que Juan termine su predicación. Cuando el precursor del Hijo del Hombre haya terminado su obra, comenzaremos nosotros a proclamar la buena nueva del reino». Mandó pues a sus apóstoles a que regresaran junto a sus redes de pesca mientras él se preparaba para ir con Zebedeo al taller, prometiendo verles al día siguiente en la sinagoga, donde hablaría, y dándoles cita para conferenciar con ellos ese sábado por la tarde.” (1532.2) 137:5.4
“Según avanzaba la cena, la alegría de los convidados iba en aumento, haciéndose desbordante, y todos estaban pasando un rato tan espléndido que los espectadores fariseos comenzaron a criticar en su corazón a Jesús por su participación en una cosa tan frívola y ligera. Más tarde, durante los discursos, uno de los fariseos más malignos llegó a criticar la conducta de Jesús ante Pedro, diciendo: «Cómo te atreves a enseñar que este hombre es justo cuando come con publicanos y pecadores prestando su presencia a estas escenas de frivolidad». Pedro le susurró este comentario a Jesús antes de que éste impartiera la bendición de despedida a la reunión. Dijo Jesús cuando comenzó a hablar: «Al venir aquí esta noche para dar la bienvenida a Mateo y Simón en nuestra hermandad, me complace presenciar vuestra alegría y esparcimiento, pero debéis regocijaros aún más porque muchos entre vosotros entraréis en el reino venidero del espíritu, en el cual disfrutaréis más abundantemente de las cosas buenas del reino del cielo. A los que curiosean y me critican en su corazón porque he venido aquí a alegrarme con estos amigos, sabed que he venido a proclamar gozo a los socialmente afligidos y libertad espiritual a los cautivos morales. ¿Es necesario recordaros que los sanos no necesitan de médico, sino más bien los que están enfermos? Yo he venido, no a llamar a los justos, sino a los pecadores»." (1540.9) 138:3.6
“Tomás el pescador y Judas el vagabundo se encontraron con Jesús y los apóstoles en el atracadero de las barcas pesqueras en Tariquea, y Tomás los condujo hasta su casa, que quedaba cerca. Felipe presentó a Tomás como su candidato para el apostolado y Natanael del mismo modo presentó a Judas Iscariote, el judeo. Dijo Jesús, mirando a Tomás: «Tomás, tú careces de fe; sin embargo, yo te recibo. Sígueme». A Judas Iscariote le dijo el Maestro: «Judas, somos todos de la misma carne, y al recibirte en nuestro medio, oro porque seas siempre leal a tus hermanos galileos. Sígueme».” (1542.2) 138:5.1
“Zebedeo y Salomé se habían ido a vivir con su hijo David, para que su amplia casa pudiera estar a disposición de Jesús y de sus doce apóstoles. Aquí pasó Jesús un sábado tranquilo con sus mensajeros elegidos; bosquejó cuidadosamente los planes para proclamar el reino y explicó plenamente la importancia de evitar conflictos con las autoridades civiles, diciendo: «Si es necesario censurar a los gobernantes civiles, dejadme a mí esa tarea. Cuidaos de no hacer denuncias de césar o de sus siervos». Fue esta misma noche que Judas Iscariote llevó a Jesús aparte para preguntarle por qué nada se hacía para liberar a Juan de la prisión. Pero Judas no quedó totalmente satisfecho con la actitud de Jesús.” (1542.5) 138:5.4
“Por aquella época estableció Jesús un día de asueto en la mitad de la semana para descanso y recreación. Y se adhirieron ellos a este programa de descanso semanal por el resto de la vida material del Maestro. Como regla general, los miércoles no llevaban a cabo sus actividades regulares. En este día feriado semanal generalmente Jesús se apartaba de ellos, diciendo: «Hijitos míos, id por un día de esparcimiento. Descansad de las arduas labores del reino y disfrutad del refrescante efecto que proviene de volveros a vuestras antiguas vocaciones o de descubrir nuevas actividades recreativas». Aunque Jesús, en este período de su vida terrenal, no necesitaba realmente de este día de descanso, se adaptó a este plan porque sabía que era mejor para sus asociados humanos. Jesús era el instructor —el Maestro; sus asociados eran sus alumnos —sus discípulos.” (1542.7) 138:6.2

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