Datos personales

lunes, 27 de mayo de 2019

LIBRO DE URANTIA - PARTE I - PALABRAS DE JESUS




LIBRO DE URANTIA - PARTE I - PALABRAS DE JESUS
31. EL TRATO A LAS CORTESANAS
32. TRABAJO PERSONAL EN CORINTO


“Cuando estaban en Roma, había observado Ganid que Jesús se negaba a acompañarles a los baños públicos. Posteriormente, varias veces trató el joven de inducir a Jesús a que se expresara más ampliamente respecto a las relaciones de los sexos. Aunque contestaba él las preguntas del joven, no parecía nunca estar dispuesto a discutir exhaustivamente estos asuntos. Cierta tarde al pasear ellos en Corinto, allí donde la muralla de la ciudadela desciende hacia el mar, fueron abordados por dos mujeres de la vida. Ganid, empapado como estaba de la idea, por otra parte correcta, de que Jesús era hombre de altos ideales, que aborrecía todo lo que pudiera oler a impureza y saber a mal, se dirigió severamente a estas mujeres empujándolas con rudeza a que se alejaran. Al ver esto Jesús, le dijo a Ganid: «Tus intenciones son buenas, pero no debes tú tener la presunción de hablarles de este modo a las hijas de Dios, aunque sean ellas sus hijas descarriadas. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar a estas mujeres? ¿Acaso conoces tú las circunstancias que las obligaron a ganarse la vida de esta manera? Deteneos aquí conmigo, hablemos de estas cosas». Al escuchar sus palabras, las cortesanas se quedaron aun más atónitas que Ganid mismo.
“Mientras allí permanecían, de pie a la luz de la luna, Jesús continuó: «En la mente de cada ser humano vive un espíritu divino, la dádiva del Padre celestial. Este buen espíritu lucha constantemente por conducirnos a Dios, por ayudarnos a encontrar a Dios y a conocer a Dios; pero en los mortales también hay muchas tendencias físicas naturales que el Creador puso allí para servir al bienestar del individuo y de la raza. Ahora bien, a veces los hombres y las mujeres, al esforzarse por comprenderse a sí mismos y por enfrentarse con las múltiples dificultades de ganarse la vida en un mundo tan dominado por el egoísmo y el pecado, llegan a confundirse. Percibo, Ganid, que estas dos mujeres no son por voluntad propia malas. Leo en sus ojos que han padecido muchas penas; que mucho han sufrido a manos de un destino aparentemente cruel; que no han elegido intencionalmente este tipo de vida; en su desaliento, su desesperación casi, se han rendido a la presión del momento y han aceptado esta manera desagradable de ganarse la vida, considerándola la mejor forma de escapar de una situación que les parecía sin esperanzas. Ganid, hay gente verdaderamente mala de corazón; ellos deliberadamente eligen hacer lo que es protervo, pero, dime, al contemplar tú estos rostros, ahora bañados de lágrimas, ¿ves en ellos algo malo, protervo?» Y al interrumpirse Jesús para que el joven contestara, tartamudeó Ganid, con la voz ahogada de emoción: «No, Maestro, no veo nada de eso. Lamento mi rudeza. Imploro su perdón». Dijo entonces Jesús: «Te digo en nombre de ellas que te han perdonado, así como les digo a ellas en nombre de mi Padre que está en el cielo que él las ha perdonado. Ahora venid conmigo todos vosotros a la casa de un amigo mío donde tomaremos un refrigerio y haremos planes para una vida nueva y mejor en el futuro.» Hasta este momento las atónitas mujeres no habían proferido ni una sola palabra; se miraron entre sí y siguieron a los hombres en silencio.
“Imagínense la sorpresa de la mujer de Justo cuando a estas altas horas de la noche, apareció Jesús con Ganid y estas dos mujeres extrañas, diciendo: «Nos perdonarás por venir a esta hora, pero Ganid y yo deseamos comer alguna cosa, y quisiéramos compartirla con estas nuevas amigas, que también necesitan alimento; además, venimos a ti porque pensamos que te interesaría consultar con nosotros sobre la mejor manera de ayudar a estas mujeres a que comiencen una nueva vida. Ellas podrán con-tar su historia, pero yo supongo que han sufrido muchas penas, y su presencia misma en tu casa atestigua su profundo y sincero anhelo de conocer a gente buena, y cuán voluntariosamente desean la oportunidad de mostrarle a todo el mundo —hasta a los ángeles en el cielo— cuán nobles y valientes pueden llegar a ser».
“Cuando Marta, la esposa de Justo, hubo servido la comida en la mesa, Jesús, despidiéndose inesperadamente, dijo: «Como se hace tarde y el padre del joven está aguardándonos, rogamos nos disculpen mientras aquí juntas os dejamos —las tres mujeres— las amadas hijas del Altísimo. Yo oraré por vuestra orientación espiritual mientras hacéis planes para una vida nueva y mejor en la tierra y una vida eterna en el gran más allá».
“De este modo se despidieron Jesús y Ganid de las mujeres. Hasta este momento las dos cortesanas no habían dicho nada; mudo quedó también Ganid. Y también quedó Marta muda un instante, pero se recobró rápidamente, haciendo por estas extraños todo lo que Jesús había esperado que ella hiciera. La mayor de estas dos mujeres murió poco tiempo después, consolada por la esperanza de la vida eterna; la más joven consiguió trabajo en el negocio de Justo y más tarde se asoció de por vida a la primera iglesia cristiana de Corinto.” (1472.5) 133:3.6
“Jesús y Ganid tuvieron muchas otras experiencias interesantes en Corinto. Tuvieron íntimas conversaciones con un gran número de personas que sacaron gran provecho de las instrucciones de Jesús.
“Le enseñó al molinero cómo moler el grano de la verdad en el molino de la experiencia viva para que las cosas difíciles de la vida divina resultaran fácilmente aceptables aun entre los más débiles de nuestros semejantes. Jesús dijo: «Da la leche de la verdad a los que son niños en percepción espiritual. En tu ministerio viviente y amoroso sirve alimento espiritual en forma atractiva y adecuada a la capacidad receptiva de cada uno de los que te pregunten».
“Al centurión romano le dijo: «Da al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios. El sincero servicio de Dios y el leal servicio de césar no entran en conflicto a menos que césar quiera para sí el homenaje que sólo puede ser reclamado por la Deidad. La lealtad a Dios, si lo llegas a conocer, te hará aun más leal y fiel en tu dedicación a un emperador digno».
“Al líder sincero del culto mitraísta le dijo: «Haces bien en buscar una religión de salvación eterna, pero yerras en ir en pos de esa gloriosa verdad entre los misterios inventados por el hombre y las filosofías humanas. ¿No sabes que el misterio de la salvación eterna habita dentro de tu propia alma? ¿No sabes que el Dios del cielo ha enviado su espíritu para vivir dentro de ti, y que este espíritu conducirá a todos los mortales amantes de la verdad y servidores de Dios allende esta vida y a través de los pórticos de la muerte hasta las alturas eternas de la luz donde Dios aguarda para recibir a sus hijos? Y no olvides nunca: vosotros los que conocéis a Dios sois los hijos de Dios si realmente anheláis ser semejantes a él.»
“Al maestro epicúreo le dijo: «Haces bien en elegir lo mejor y apreciar lo bueno, pero ¿eres sabio si no eres capaz de discernir las grandes cosas de la vida mortal que están incorporadas en los reinos espirituales derivados de la comprensión de que Dios está presente en el corazón humano? La gran cosa de toda experiencia humana es el llegar a conocer a Dios cuyo espíritu vive dentro de vosotros y procura conducirnos por ese largo y casi interminable viaje a la presencia personal de nuestro Padre común, el Dios de toda creación, el Señor de los universos».
“Al contratista y constructor griego le dijo: «Amigo mío, así como construyes las estructuras materiales de los hombres, erige un carácter espiritual semejante al espíritu divino dentro de tu alma. No dejes que tus éxitos como constructor temporal sobrepasen a tu logro como hijo espiritual en el reino del cielo. Al construir las mansiones temporales para otros, no dejes de asegurar tu título de propiedad a las mansiones de la eternidad para ti mismo. Recuerda siempre, existe una ciudad cuyos cimientos son la rectitud y la verdad, y cuyo constructor y hacedor es Dios».
“Al juez romano le dijo: «Al juzgar a los hombres, recuerda que tú mismo algún día serás llevado a juicio ante el tribunal de los Gobernantes de un universo. Juzga con rectitud, incluso misericordiosamente, tal como algún día anhelarás consideración misericordiosa de las manos del Arbitro Supremo. Juzga como querrías ser juzgado bajo circunstancias similares, guíate por el espíritu de la ley, no sólo por su letra. Y así como impartes la justicia con ecuanimidad a la luz de las necesidades de los que ante ti comparecen, así tendrás el derecho de esperar justicia atemperada por la misericordia cuando en algún momento comparezcas ante el Juez de toda la tierra».
“A la dueña de la hostería griega le dijo: «Ministra tu hospitalidad como la que recibe a los hijos del Altísimo. Eleva los esfuerzos de tu quehacer diario a los altos niveles de un verdadero arte mediante la creciente comprensión de que ministras a Dios en las personas en las que él habita por su espíritu que ha descendido para residir dentro del corazón de los hombres, para transformar de esta manera la mente y conducir el alma de ellos al conocimiento del Padre del Paraíso y de todos estos dones otorgados por el espíritu divino».
“Jesús tuvo muchas conversaciones con un mercader chino. Al despedirse de él, le amonestó: «Adora sólo a Dios, que es tu verdadero antepasado espiritual. Recuerda que el espíritu del Padre vive siempre dentro de ti y siempre dirige tu alma en dirección al cielo. Si sigues la guía, de que no eres consciente, de este espíritu inmortal, estarás seguro de continuar en el camino elevado del hallazgo de Dios. Y cuando hayas alcanzado al Padre en el cielo, será porque buscándole te habrás hecho cada vez más semejante a él. Así pues, adiós, Chang, pero sólo por una temporada, porque nos reuniremos nuevamente en los mundos de la luz, donde el Padre de las almas espirituales ha provisto muchas agradables escalas para los que van al Paraíso».
“Al viajero británico le dijo: «Hermano mío, percibo que buscas la verdad, e insinúo que el espíritu del Padre de toda verdad tal vez resida dentro de ti. ¿Has probado sinceramente alguna vez a hablar con el espíritu de tu propia alma? Tal cosa es ciertamente difícil y rara vez produce la sensación consciente del éxito. Pero todo intento honesto de la mente material por comunicarse con su espíritu residente alcanza cierto éxito, a pesar de que la mayoría de tales experiencias humanas magníficas deben permanecer mucho tiempo como anotaciones superconscientes en el alma de tales mortales que conocen a Dios».
“Al muchacho fugitivo Jesús le dijo: «Recuerda, hay dos cosas de las que no puedes escapar: de Dios y de ti mismo. Dondequiera que vayas, tu yo va contigo, asímismo va el espíritu del Padre celestial que habita dentro de tu corazón. Hijo mío, no te engañes más; ten el coraje de enfrentarte a los hechos de la vida; afiérrate a la seguridad de la filiación de Dios y la certeza de la vida eterna, como te he instruido. A partir de este día, propónte ser un hombre verdadero, un hombre decidido a encarar la vida con valentía e inteligencia».
“Al criminal condenado le dijo en su última hora: «Hermano mío, has caído en tiempos malos. Extraviaste tu camino; te enredaste en las mallas del crimen. Al hablar contigo, bien sé que no tenías la intención de hacer lo que ahora te cuesta tu vida temporal. Pero ciertamente cometiste ese mal, y tus semejantes te han encontrado culpable; y han decidido que debes morir. Ni tú ni yo podemos negarle al estado este derecho a defenderse como le parezca apropiado. No parece haber manera alguna de que humanamente escapes al castigo por tu delito. Tus semejantes deben juzgarte por lo que has hecho, pero hay un Juez a quien puedes apelar por el perdón, y quien te juzgará por tus verdaderos móviles y tus mejores intenciones. No temas enfrentarte al juicio de Dios si tu arrepentimiento es genuino y tu fe, sincera. El hecho de que tu error acarrea la pena de muerte impuesta por el hombre, no afecta la oportunidad de tu alma para obtener justicia y misericordia ante los tribunales celestiales».” (1474.1) 133:4.1

No hay comentarios: