LIBRO DE URANTIA - PARTE I - PALABRAS DE JESUS
48. LA ORACIÓN DE LA ORDENACIÓN
49. ACERCA DE SER SABIO E INOFENSIVO
50. CONVERTIRSE EN NIÑOS PEQUEÑOS
“Ahora Jesús les dijo a los doce mortales que acababan de escuchar sus palabras sobre el reino, que se arrodillaran a su alrededor. Luego, el Maestro puso las manos sobre la cabeza de cada uno de los apóstoles, comenzando con Judas Iscariote y terminando con Andrés. Después de bendecirlos, extendió las manos y oró:
“«Padre mío, he aquí que te traigo a estos hombres, mis mensajeros. Entre nuestros hijos en la tierra he elegido a estos doce para que salgan y me representen así como yo vine a representarte. Ámalos y acompáñalos como me has amado y me has acompañado a mí. Ahora pues, Padre mío, otorga sabiduría a estos hombres, mientras yo deposito todos los asuntos del reino venidero en las manos de ellos. Y yo desearía, si es tu voluntad, permanecer en la tierra por un tiempo más para ayudarlos en su labor en pos del reino. Nuevamente, Padre mío, te doy las gracias por estos hombres, y los encomiendo a tu cuidado mientras yo me dedico a terminar el trabajo que tú me has encomendado».” (1569.5) 140:2.1
“Jesús les aconsejó que no llevaran consigo ni dinero ni atuendos adicionales, diciendo: «El obrero merece su salario». Y finalmente dijo: «He aquí que os envío como corderos entre los lobos; sed pues tan sabios como serpientes y tan inocuos como palomas. Pero cuidado, porque vuestros enemigos os llevarán ante sus concilios, y en sus sinagogas os castigarán. Ante gobernadores y rectores seréis llevados porque creéis en este evangelio, y vuestro testimonio mismo será testigo de mí ante ellos. Y cuando os lleven a juicio, no os preocupéis de lo que digáis, porque el espíritu de mi Padre vive en vosotros y en tales momentos hablará por vosotros. Algunos entre vosotros seréis ajusticiados, y antes de que establezcáis el reino en la tierra, seréis odiados por muchas gentes por causa de este evangelio; pero no temáis, yo estaré con vosotros, y mi espíritu os precederá en el mundo entero. Y la presencia de mi Padre habitará en vosotros cuando os dirijáis primero a los judíos, luego a los gentiles».” (1584.2) 140:9.3 (Mat 10:16)
“Esta misma noche Tomás le preguntó a Jesús: «Maestro, tú dices que debemos llegar a ser como niñitos antes de poder entrar al reino del Padre, y sin embargo nos has advertido que no nos dejemos engañar por falsos profetas ni que nos hagamos culpables de echar nuestras perlas delante de los cerdos. Pues, estoy sinceramente perplejo. No puedo comprender tus enseñanzas». Jesús le replicó a Tomás: «¿Cuánta paciencia habré de tenerte! Siempre insistes en entender literalmente todo lo que yo enseño. Cuando os pedí que lleguéis a ser como niñitos como precio para entrar al reino, no me refería a la facilidad de caer en el engaño, al mero afán de creer, ni tampoco al impulso de confiar en cautivantes extraños. Lo que deseaba que vosotros pudierais entender con esta figura era la relación entre hijo y padre. Tú eres el hijo, y es el reino de tu padre adonde quieres entrar. Está presente ese afecto natural entre todo niño normal y su padre que asegura una relación comprensiva y amante, y que precluye para siempre toda inclinación a regatear para obtener el amor y la misericordia del padre. Y el evangelio que vais a predicar tiene que ver con esta salvación que crece del descubrimiento por la fe de esta misma y eterna relación entre niño y padre».” (1585.2) 140:10.4
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