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lunes, 13 de mayo de 2019

EL LIBRO DE URANTIA - PARTE IV - LOS SERMONES DE JESUS



A. AÑO: 29 d.C.
B. LUGAR: En el parque de Magadán
C. MOMENTO: Esta discusión se produjo en relación con la ordenación de los setenta. Abner, Andrés y el jefe de los evangelistas formaron un comité de admisión. Cuando no estaban de acuerdo sobre un candidato, se llevaba a esta persona ante Jesús. Jesús no rechazó a nadie, pero varios de ellos, después de hablar con Jesús, ya no deseaban ser mensajeros.
E. IDEAS PRINCIPALES:
1. Un candidato a la ordenación quería ir a su casa para consolar a su padre enfermo. Jesús le dijo: “Hijo mío, los zorros tienen guaridas y las aves del cielo tienen nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza. Tú eres un discípulo fiel, y puedes seguir siéndolo al retornar a tu hogar y ministrar a tus seres queridos, pero eso no ocurre con los mensajeros de mi evangelio".
2. A otro que deseaba regresar a casa para consolar a su familia, Jesús le dijo: Si quieres ser ordenado, debes estar dispuesto a abandonarlo todo. Los mensajeros del evangelio no pueden tener afectos divididos. Si pones tu mano en el arado, no puedes volver atrás.
3. Luego, Andrés trajo al joven Matadormo para ver a Jesús. El Maestro habló con él—y le aconsejó que pensara más sobre la ordenación. Regresó a la mañana siguiente y le dijo a Jesús que había observado los mandamientos desde joven, pero deseaba la seguridad de la vida eterna.
4. Dijo Jesús: Si cumples con todos los mandamientos, haces bien, pero la salvación es la recompensa de la fe. En respuesta a la pregunta del Maestro de si creía, el joven dijo: “sí.” Dijo Jesús: “Entonces, tú eres de veras mi discípulo y un hijo del reino.”
5. Luego dijo Matadormo: no me conformo con ser discípulo, deseo ser un mensajero ordenado. Jesús lo besó en la frente y dijo: vende todo lo que tienes y entrega las ganancias a los pobres, sígueme y tendrás tesoros en el cielo.
6. El semblante de Matadormo cambió; tenía grandes riquezas. Se marchó apenado. Este joven fariseo, miembro del Sanedrín, pensaba que la riqueza era una señal del favor de Dios.
7. Jesús quería liberarlo del amor a las riquezas. Los discípulos de Jesús no tenían que despojarse de sus propiedades, pero los apóstoles y los setenta sí lo hicieron finalmente.
8. A continuación, Jesús dijo a Pedro y a los apóstoles: ya véis lo difícil que es para los ricos entrar en el reino.
9. La adoración espiritual no puede compaginarse con la devoción por lo material; ningún hombre puede servir a dos amos.
10. Decís que es más fácil para un camello atravesar el ojo de la aguja que para el pagano heredar la vida eterna. Yo os digo que es más fácil para un camello atravesar el ojo de la aguja que un rico presuntuoso entre en el reino.
11. Entonces exclamó Pedro: "Entonces, Señor, ¿quién puede salvarse?” Jesús respondió: los que ponen su confianza en las riquezas difícilmente entrarán en el progreso eterno. Pero lo que es imposible para los hombres quizá no esté más allá del alcance de Dios. Con Dios, todas las cosas son posibles.
12. Cuando Pedro preguntó si todos los creyentes deberían despojarse de sus riquezas, Jesús dijo: no, Pedro, solo los que serían apóstoles. El Padre requiere que nuestros afectos sean puros e íntegros. Debéis separaros de todo lo que se interponga entre vosotros y el reino. Si la riqueza no invade la circunscripción, no tiene ninguna consecuencia.
13. Los que lo habéis dejado todo para seguirme recibiréis muchísimas veces más en este mundo—quizá con persecuciones—la vida enterna en los mundos por venir. Muchos de los que son los primeros serán los últimos, mientras que a menudo los últimos serán los primeros.
14. Mi Padre trata con vosotros de acuerdo con vuestras necesidades y considerando el bienestar del universo.
15. Luego les contó la historia de un empleador que envió trabajadores para trabajar en su viña, con los que acordó pagar un día de trabajo. Durante el día envió a otros a mediodía, a las tres y a las cinco.
16. Al final del día, todos recibieron la misma paga de un día de trabajo. Los que trabajaron todo el día se quejaron cuando los que habían trabajado solo una hora recibieron la misma paga.
17. El empleador rechazó sus protestas, diciendo: deberíais estar satisfechos con vuestro salario—es legal para mí hacer lo que quiera con lo mío. No deberíais envidiar mi generosidad. (Vean Mat. 20:1-16)
https://www.urantia.org/es/parte-iv-los-sermones-de-jesus#44_THE_RICH_YOUNG_MAN_AND_OTHERS

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