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miércoles, 12 de junio de 2019

LIBRO DE URANTIA PARTE II - LOS MILAGROS DE JESUS



LIBRO DE URANTIA PARTE II - LOS MILAGROS DE JESUS
5. EL LEPROSO DE IRÓN
6. EL HIJO DEL NOBLE


A. AÑO: 28 d.C.
B. LUGAR: Irón—un pueblo minero de Galilea
C. MOMENTO: Durante la misión en Irón, Jesús pasó un tiempo considerable en las minas. Al regresar de las minas, se encontró con un leproso en un callejón y oyó su ruego para que le sanara.
E. EL MILAGRO: “Al finalizar la tarde del tercer día en Irón, camino de regreso de las minas, pasó Jesús por casualidad por una angosta calle lateral en dirección a su hospedaje. Se acercaba a la escuálida choza de cierto leproso, cuando éste, conociendo la fama sanadora de Jesús, se atrevió a acercársele cuando pasaba por su puerta diciendo mientras se arrodillaba ante él: «Señor, si tan sólo quisieras, podrías hacerme limpio. Escuché el mensaje de tus instructores y querría entrar al reino si pudieras hacerme limpio». Así habló el leproso, porque entre los judíos, los leprosos no podían concurrir a la sinagoga ni participar de otra manera en la adoración pública. Este hombre creía realmente que no se le aceptaría en el reino venidero a menos que curara su lepra. Y cuando Jesús vio su aflicción y oyó sus palabras de fe perseverante, se conmovió su corazón humano, y la mente divina se llenó de compasión. Mientras Jesús lo contemplaba, el hombre cayó de bruces y adoró. Entonces tendió el Maestro la mano y, tocándolo, dijo: «Lo quiero —quedas limpio». Y el enfermo sanó de inmediato; la lepra no más le afligía.
“Jesús lo ayudó a incorporarse, luego le advirtió: «No hables con nadie de esta curación más bien vete y ocúpate tranquilamente de atender tus asuntos, preséntate ante el sacerdote y ofrece los sacrificios mandados por Moisés en testimonio de tu limpieza». Pero este hombre no cumplió con las instrucciones de Jesús. Corrió en cambio por las calles de la aldea proclamando que Jesús le había curado la lepra, y puesto que todos lo conocían, pudieron ver claramente que estaba limpio de su enfermedad. No fue adonde los sacerdotes como Jesús le había exhortado. Tanto se corrió la voz de esta nueva curación por el relato de este hombre, que el Maestro estuvo tan asediado por los enfermos que se vio forzado a levantarse temprano la mañana siguiente y partir de la aldea. Aunque no volvió Jesús a esa ciudad, permaneció en las afueras por dos días, cerca de las minas, enseñando el evangelio del reino a los mineros creyentes.
“Esta limpieza del leproso fue el primero de los así llamados milagros que Jesús hubiera realizado intencional y deliberadamente hasta ese momento. Era un caso auténtico de lepra.”
F. MOTIVACIÓN:
  1. Este parece ser el primer milagro de Jesús que eligió deliberadamente. El leproso pidió curarse para poder servir a la hermandad espiritual.
  2. Quedó curado cuando Jesús dijo: “Lo quiero —quedas limpio.” Fue en el acto de adorar cuando Jesús le dio el toque curativo.
  3. Jesús no realizó nunca milagros con el fin de ensalzar su evangelio. Por lo tanto, encargó al leproso curado que fuera a ver al sacerdote (para que se reconociera legalmente de acuerdo con la ley judía) y luego le advirtió: ”No hables con nadie de esta curación".
  4. El leproso hizo justo lo contrario—no fue a ver al sacerdote, y proclamó su curación por todas partes.
A. AÑO: 28 d.C.
B. LUGAR: Caná—durante su segunda visita. El hijo afligido estaba en Cafarnaúm.
C. MOMENTO: Tito suplicó a Jesús que fuera y curara a su hijo—Jesús le dijo: “Tu hijo vivirá.”
D. REFERENCIAS(1644.4) 146:5.2 (Juan 4:46-54)
E. EL MILAGRO: “Cuando este noble ubicó a Jesús en Caná, le suplicó que se apresurara camino a Capernaum para curar a su hijo afligido. Mientras los apóstoles lo rodeaban anhelantes de esperanza, Jesús, contemplando al padre del muchacho enfermo, dijo: «¿Cuánta paciencia debo teneros? El poder de Dios está en vuestro medio, pero si vosotros no veis signos de milagros ni contempláis maravillas os negáis a creer». Pero el noble hombre le encareció a Jesús: «Señor mío, yo sí creo, pero ven adonde mi hijo que se está muriendo, porque cuando le dejé ya estaba a punto de perecer». Y después de inclinar Jesús la cabeza por un momento en meditación silenciosa, repentinamente habló: «Vuelve a tu hogar; tu hijo vivirá». Tito creyó las palabras de Jesús y de prisa se encaminó de vuelta a Capernaum. Mientras caminaba sus siervos salieron a su encuentro diciendo: «Regocíjate, pues tu hijo está mejor —vive». Tito les preguntó a qué hora había empezado la mejoría del muchacho, y cuando los siervos respondieron, «ayer alrededor de la hora séptima bajó la fiebre», el padre recordó pues que alrededor de esa hora le había dicho Jesús: «Tu hijo vivirá». De allí en adelante Tito creyó de todo corazón, y su familia entera también creyó. Este hijo llegó a ser un poderoso ministro del reino y más tarde inmoló su vida con los que sufrían en Roma. Aunque todos los familiares de Tito, sus amigos y aun los apóstoles consideraron este episodio un milagro, no lo fue. Por lo menos no fue un milagro de curación de una enfermedad física. Fue simplemente un caso de preconocimiento de los procesos de la ley natural, el tipo de conocimiento previo al cual Jesús recurrió frecuentemente después de su bautismo.”
F. MOTIVACIÓN:

  1. Si bien está incluido entre los milagros, no fue realmente un milagro de curación—fue un caso de preconocimiento de Jesús del funcionamiento de la ley natural.
  2. Jesús deseaba honrar la fe del padre; en consecuencia, no explicó claramente lo que había tenido lugar, pero lo envió a casa con la certeza de que su hijo se recuperaría.

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