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lunes, 16 de julio de 2007

Creamos nuestra propia Realidad

Nuestra experiencia en el mundo físico surge de nuestra psique interior. Entonces percibimos esa experiencia. Cuando se cambia el estado de la mente, automáticamente se cambian las circunstancias físicas. No existe ninguna otra forma de cambiar los eventos físicos. Imaginemos una dimensión interna, dentro de nosotros mismos, en la cual creamos una forma psíquica en miniatura, que corresponde a las condiciones exteriores que enfrentamos. Esto es exactamente lo que hacemos. Los pensamientos, sentimientos e imágenes mentales, los podemos llamar eventos externos incipientes, porque de una u otra manera, cada uno de ellos se materializará en la realidad física.
Estamos cambiando continuamente las condiciones aparentemente inmodificables de nuestra vida, a través de las actitudes diversas que tengamos sobre ellas. No existe nada en nuestra experiencia externa que no se haya originado dentro de nosotros mismos.
No existen condiciones, eventos o circunstancias que nos lleguen sin que los hayamos aceptado o atraído con nuestros pensamientos, actitudes o emociones. Esto se aplica en todas las áreas de la vida. Se nos ha dado el más precioso regalo: crear nuestra propia realidad.
En la existencia actual, estamos aprendiendo a manejar la energía inextinguible que tenemos a disposición. La condición del mundo y la situación de cada individuo que lo habita, se medirá por el nivel de progreso del hombre en la forma de materializar su propia realidad.
La creatividad fluye a través nuestro tan suavemente como la respiración. De ella surgen todas las áreas de nuestra experiencia. Los sentimientos son realidades electromagnéticas que afectan esa experiencia. Ellos se agrupan, por medio de mutua atracción, formando áreas de eventos y circunstancias que finalmente se convierten en materia, como objetos, o en eventos en el tiempo.
Algunos pensamientos y sentimientos se transforman en estructuras a las que llamamos objetos. Estos existen en un medio que llamamos espacio. Otros se transforman en estructuras psicológicas que llamamos eventos, que parecen existir en un medio que llamamos tiempo. Espacio y Tiempo son presunciones básicas, según las cuales aceptamos y asumimos que nuestra realidad está basada en una serie de momentos y en una dimensión de espacio.
La duración de un evento u objeto en el espacio y en el tiempo está determinada por la intensidad de los pensamientos o emociones que les dieron vida. Duración en el espacio no es lo mismo que duración en el tiempo, aunque así parezca. Un evento, o un objeto, que existe brevemente en el espacio, puede tener una duración mucho mayor en el tiempo. Pueden tener una mayor importancia e intensidad existiendo en nuestra memoria, mucho después de que haya desaparecido en el espacio. Este evento u objeto no solamente existe simbólicamente en nuestra mente o en nuestra memoria, sino que va a continuar existiendo como un evento en el tiempo. Su realidad en el espacio no desaparecerá mientras exista en la mente o en la memoria. Veamos un ejemplo: A una niña se le ha prohibido jugar con una muñeca. La orden es desobedecida. La niña, voluntaria o involuntariamente rompe la muñeca y finalmente la bota. La muñeca existirá en el tiempo hasta cuando la niña, o la mujer, la recuerden. Si la muñeca permaneció en algún sitio y se la recuerda muy intensamente, el espacio en el cual estuvo conservará la impresión de la muñeca, aunque otros objetos se coloquen allí. Reaccionamos no solamente a lo que es visible para nuestros ojos físicos en el espacio, o lo que está directamente al frente nuestro en el tiempo, sino también a los objetos y eventos cuya realidad aún está con nosotros, aunque hayan desaparecido.
Básicamente, creamos nuestra experiencia a través de nuestras creencias acerca de nosotros mismos y la naturaleza de la realidad. Otra manera de expresarlo es: creamos nuestra experiencia a través de nuestras expectativas.

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