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viernes, 31 de agosto de 2007

La Estructura 2

La Estructura 2 es el medio en el cual nuestro mundo existe. Representa la inmensa realidad psicológica en la que reside nuestra propia vida subjetiva. Esta estructura ha sido vislumbrada a través de la historia por muchas personas y se le han dado muchos nombres. Cuando visitamos un país extranjero, tenemos la tendencia a describirlo de acuerdo con el área limitada que hemos visitado, así otras partes del país tengan una geografía, una cultura y un clima diferentes.
Las personas que han percibido la Estructura 2, la han descrito de acuerdo con su breve visita, dando por sentado que “las partes son ejemplos representativos del todo”. Platón la concibió como el mundo de los “ideales”, viendo en ella el modelo perfecto que está detrás de cada fenómeno físico imperfecto. La concibió como una realidad eterna e inmodificable, como una mezcla perfecta pero congelada que debía inspirar a los hombres hacia su realización, por una parte; y por la otra, para reprocharles sus fracasos. Platón vio la Estructura 2 como un modelo espléndido y absoluto, en el cual todas las tareas del hombre tenían su fuente inicial. Según este concepto, el hombre no podía afectar ese mundo ideal en lo más mínimo, aunque podía utilizarlo como fuente de inspiración.
Algunas religiones antiguas situaron allí la existencia de los dioses y vieron los espíritus de todo lo viviente, primordialmente, en ese medio invisible de realidad. Por eso, la Estructura 2 siempre ha representado, de una u otra manera, la fuente de nuestro mundo. El Cristianismo vio en ella el cielo, habitado por Dios el Padre, los ángeles, los santos y los difuntos justos.
En algún tiempo, los científicos sostuvieron la teoría del “éter”, como el medio en el cual el universo físico existía. La Estructura 2 es el medio psicológico en el que existe la conciencia del mundo. La palabra “ego” no ha tenido una muy buena reputación. Sin embargo, es el término que usaremos para definir la parte consciente que orienta el ser. Es la versión consciente de lo que somos. Es la parte del ser que está orientada hacia el exterior, hacia el mundo físico. Sin embargo, también se entera de algunas de nuestras actividades “inconscientes”. Es el “yo” con el que nos identificamos, es el que se entera de nuestros sueños, es el que está consciente de que su existencia se basa en conocimiento que él mismo no posee.
Así como tenemos un “ego”, perfectamente consciente, orientado hacia el mundo físico, también tenemos un “ego interior” orientado hacia la realidad interna. En otras palabras, tenemos una parte nuestra que es totalmente consciente en la Estructura 2. El “ego” del mundo ordinario, al que hemos llamado Estructura 1, está especialmente equipado para actuar en ese entorno. Se encarga de la realidad objetiva. Puede ampliar sus capacidades, enterándose de eventos internos que normalmente no se le permite conocer. Su propósito principal es entenderse con el mundo de los efectos y encontrarse con los eventos.
El “yo interior” es completamente consciente. Es la parte nuestra que se encarga de la formación de los eventos. Se encarga de la actividad creativa, que nuestra interpretación del tiempo y el espacio nos impide conocer. Lo que llamamos el “inconsciente” es completamente consciente en otro reino de actividad.
Debe existir una cámara psicológica entre estas dos partes del ser, dos áreas indiferenciadas en las que ocurren traducciones de doble vía. Los períodos de sueño proporcionan ese servicio, ya que en ellos los dos egos se pueden encontrar, y unir hasta cierto grado, como dos extraños que intercambian información mientras viajan en un tren de medianoche y que descubren, asombrados, en medio de la conversación, que son parientes muy cercanos, viajando por la misma ruta, aunque aparentemente lo hacen cada uno por su cuenta.
En esos términos, el área indiferenciada está realmente plena de movimiento, en la medida en que se hacen transiciones y traducciones psicológicas, hasta que en el sueño los dos egos se juntan. Por eso algunas veces nos despertamos con un sentimiento de exaltación, o con la sensación de que nos hemos encontrado con un viejo y querido amigo.
Nuestro mundo está habitado por personas que se concentran en las actividades físicas y que se encuentran con eventos que son “productos terminados”, en términos corrientes. Nuestro ego interior habita en la Estructura 2 y allí actúa en la creación de los eventos que encontraremos en la realidad física. Como las reglas de la Estructura 2 son diferentes, esa realidad no está sujeta a nuestras presunciones físicas. La Estructura 2 contiene el ego interior de cada persona que ha vivido o vivirá sobre la tierra.
Físicamente, tenemos a nuestro alcance determinada acumulación de conocimientos, que provienen de información verbal a través de las eras, de registros y libros, y por la televisión. Ahora, utilizamos computadores para ayudarnos en el procesamiento de la información y tenemos acceso, más o menos directo, al conocimiento físico. Lo hemos adquirido utilizando nuestros sentidos. Existe un conocimiento sistematizado en el cual los hombres han acumulado hechos sobre un campo en particular, Los sentidos nos ofrecen información en cada momento y esa información es procesada, de forma invisible, de acuerdo con nuestras creencias, deseos e intenciones.
El ego interior es una parte del ser, es la parte de nuestro ser que está enterada de nuestras reencarnaciones. Es la parte nuestra que existe fuera del tiempo y que, simultáneamente, vive en el tiempo. Nosotros formamos nuestra propia realidad. El ego del cual somos conscientes, obviamente, no puede formar nuestro cuerpo, o hacer que nuestro cuerpo crezca. El ego sabe evaluar las condiciones del mundo y sabe hacer deducciones. Nuestro razonamiento es muy importante, pero el solo no puede hacer que la sangre circule, o decirle a nuestros ojos cómo ver.
El ego interior ejecuta el trabajo que produce los eventos que hemos decidido realizar. Por ejemplo, si deseamos coger un libro y lo hacemos, experimentamos ese evento conscientemente, aunque no nos damos cuenta de todos los eventos internos que ocurrieron para realizarlo, pues es el ser interior el que realiza todas esas actividades. Si deseamos cambiar de empleo y mantenemos vigente ese deseo, un nuevo empleo aparecerá en nuestra experiencia de la misma manera y los eventos internos serán arreglados por el ego interior. El evento involucrado en un cambio de empleo, significa movimiento de parte de muchas personas e implica una red de comunicación entre todos los egos internos relacionados. Cuando se trata de un evento físico masivo, se pone en funcionamiento un sistema de comunicaciones de tal magnitud que avergonzaría nuestro sistema tecnológico.
Algunas veces, sin saberlo, adquirimos una enfermedad y nos curamos de ella, y nunca sabremos que la enfermedad se acabó porque ocurrieron una serie de eventos que aparentemente no tuvieron nada que ver con ella. Esto ocurrió porque en la Estructura 2 el ego interior conocía las razones de la enfermedad y la forma de curarla, y produjo las situaciones precisas para remediar la condición. Este tipo de eventos ocurren automáticamente, siempre y cuando nada impida la recuperación, desde nuestro ángulo.
La comunicación entre los egos interno y externo debe ser tan clara y abierta como sea posible. En líneas generales, el ego interno depende de la evaluación que hace el ego externo de los eventos físicos.
Nuestra participación en los eventos particulares de la vida, y en los eventos masivos, tiene mucho que ver con la estimación que hacemos de la situación física y de nuestras creencias y deseos en relación con ella.

jueves, 30 de agosto de 2007

Los Mitos en nuestra Civilización

Formamos parte de la naturaleza y somos parte de la fuente de la naturaleza. Crecer, desde ser un infante hasta convertirnos en un adulto, es probablemente una de las hazañas más difíciles, y a la vez más fácil, que alcanzaremos en nuestra vida. Cuando niños, nos identificábamos con nuestra propia naturaleza. Intuitivamente, nos dábamos cuenta de que nuestro ser estaba inmerso en este proceso de crecimiento.
Ninguna información intelectual y ninguna acumulación de hechos, podría darnos el conocimiento necesario para desarrollar lo eventos físicos involucrados en el proceso de crecimiento. Aprendimos a leer, pero el hecho mismo de ver es un logro de mucha mayor magnitud, que parece ocurrir por sí solo. Ocurre, porque formamos parte de la naturaleza y somos parte de la fuente de la naturaleza. De distintas maneras, las religiones han postulado nuestra relación con esa fuente de la naturaleza.
En nuestra civilización, el espíritu y la naturaleza se separaron y es en ese contexto en el que encontramos los eventos de nuestra vida. Nos sentimos divorciados de nuestros cuerpos y de los eventos de la naturaleza. Las creencias de nuestra sociedad nos permiten la libertad suficiente para que la mayoría de nosotros confíe en su cuerpo mientras crece hasta la edad adulta. Pero, de ahí en adelante, ya no vamos a confiar más en los procesos de la vida que fluyen dentro de nosotros. Ciertas afirmaciones científicas nos hacen creer que el logro de nuestra edad adulta no tiene finalidad distinta a la de asegurar la supervivencia de la especie a través de la paternidad. Se nos dice que no tenemos ningún otro propósito. La especie parece no tener otra razón, distinta a la determinación de existir. Las religiones insisten en decir que el hombre tiene un propósito, pero, en su propia confusión, establecen que ese propósito debe lograrse negando su propio cuerpo físico, en el cual tiene su existencia. Le dicen que debe superar las burdas características terrenales.
Estamos tratando con mitos. Mitos que tienen poder y fortaleza. Sin embargo, ellos representan el lado oscuro de los mitos, a través de cuya luz vemos el mundo. Interpretamos los eventos particulares de nuestras vidas, y el rango espectacular de la historia, a la luz de estas presunciones acerca de la realidad. No solo colorean nuestra experiencia, sino que creamos aquellos eventos que están más o menos de acuerdo con esas presunciones.
Quienes pierden sus vidas en los desastres naturales se convierten en víctimas de la naturaleza. En estos eventos vemos ejemplos de muertes sin sentido y pruebas adicionales de la indiferencia de la naturaleza hacia el hombre. También podemos ver en ellos la mano vengativa de un Dios iracundo, que una vez más utiliza la naturaleza para poner al hombre de rodillas. La naturaleza del hombre es vivir y morir. La muerte no es una afrenta a la vida, sino que significa su continuación, no solo dentro de la estructura de la naturaleza, tal como la entendemos, sino en términos de su misma fuente. Por supuesto que es natural morir.
Los mitos sobre los cuales sustentamos nuestras vidas, programan de tal manera nuestra existencia, que con frecuencia negamos verbalmente lo que sabemos íntimamente. Cuando las personas salen lastimadas en un desastre natural, generalmente afirman no tener idea de por que resultaron involucradas. Ignoran, o niegan, los sentimientos íntimos que, por si solos, le darán al evento un sentido y un significado para sus vidas. Las razones para que esto ocurra son muchas, todas válidas, pero en cada caso particular, el hombre y la naturaleza coincidirán en un encuentro que tendrá significado para todas las personas involucradas.
Como consecuencia de nuestros mitos, hemos hecho ciertas divisiones que hacen que una explicación del asunto sea no solo importante sino difícil. Pensamos que la lluvia y los terremotos son eventos naturales, mientras que los sentimientos y las emociones no los consideramos eventos naturales. Es por eso tan difícil que veamos una interacción válida entre los estados emocionales y los estados físicos. Alguien puede decir: “Me doy cuenta que el clima afecta mi estado de ánimo”, pero a nadie se le ocurre que el estado de ánimo afecta el clima. Nos hemos concentrado tanto en categorizar, delinear y explorar el mundo objetivo, que nos parece que es el único real. Nos parece que el mundo emplea su fuerza y presión contra nosotros. Creemos que nos afecta y nos sentimos impotentes ante él. Nuestros mitos le han dado demasiada energía a la exterioridad de las cosas.
A veces vemos la naturaleza como buena y tolerante, llena de inocencia y alegría, mientras, por otra parte, vemos al hombre como una especie bastarda, una plaga sobre la faz de la tierra, una criatura condenada a hacer todo mal, a pesar de sus buenas intenciones. Quiere decir que tampoco confiamos en al naturaleza del hombre.
El mito encuentra gran valor en los procesos más grandes de la naturaleza en general, mientras ve al hombre como el villano de una historia, que en otros aspectos es edificante. Una verdadera identificación con la naturaleza, nos dará una visión del lugar del hombre en el contexto de su planeta físico y pondrá de presente las metas que ha alcanzado, casi sin darse cuenta.
Formamos nuestra propia realidad. Esta afirmación aplica para los eventos más nimios y para los más importantes de nuestra experiencia. Algunas personas creen que deben ser castigadas, lo que las lleva a buscar circunstancias desafortunadas. Estas personas pueden ubicarse en áreas del país en las que son frecuentes los desastres naturales. También hay personas cuyo comportamiento atrae reacciones explosivas de otras personas. Hay quienes utilizan los desastres para sus propios fines, como una fuerza exterior que permite que sus vidas tengan un claro enfoque. Algunos coquetean con la idea de la muerte y buscan un encuentro dramático con la naturaleza, en un acto final. Hay quienes cambian de idea, en el último momento.
Los sobrevivientes de los desastres a menudo utilizan estos eventos extraordinarios para intervenir en asuntos que parecen tener mucha más importancia que aquellos en los que generalmente participaron. Ellos buscan los eventos excitantes, cualquiera que sean las consecuencias. Les agrada formar parte de la historia, en la forma que sea. En todos estos casos, las barreras sociales se derrumban, las posiciones económicas se olvidan y se da rienda suelta a las emociones.
De alguna manera, los deseos y emociones del hombre se mezclan con los aspectos físicos de la naturaleza para formar las tormentas y los desastres. Ellos son el resultado de actividades psicológicas y condiciones climáticas. A pesar de las apariencias, las tormentas, los terremotos, las inundaciones y los llamados desastres naturales, son necesarios para el bienestar del planeta. Con ellos se sirven los propósitos del hombre y de la naturaleza, aunque los mitos del hombre no le dejan ver esas interacciones. Los pensamientos y las emociones de las personas les dan indicios claros de las causas de sus enfermedades, pero la mayoría ignora la información, o censura sus propios pensamientos. Es cuando muchos son afectados por epidemias de uno u otro tipo, que deseaban íntimamente, aunque lo nieguen vigorosamente.
En nuestra sociedad, los hospitales forman parte muy importante de la comunidad. Proporcionan servicios médicos y sociales. Muchas personas se sienten solas o tienen exceso de trabajo. Algunas se revelan contra la idea de competir. Las epidemias de gripa se convierten en excusas sociales, para un descanso que se necesita con urgencia; o son mecanismos que permiten ocultar dificultades íntimas que las personas se niegan a reconocer.

miércoles, 29 de agosto de 2007

Los Mitos y los Eventos Físicos

Démosle una mirada inicial al medio en el cual los eventos físicos aparecen como concretos y reales. El gran alcance de los eventos de la naturaleza se podrá comprender mejor si observamos la parte de su realidad que no es aparente para nosotros. Necesitamos examinar el poder interno de lo que ocurre en la naturaleza.
Cuando un científico examina la naturaleza, estudia su parte externa, observa la exterioridad de la naturaleza. El trabajo de investigación que involucra los átomos y las moléculas, o las partículas que viajan a velocidad mayor que la luz, tiene que ver con la naturaleza de la realidad de las partículas. El científico usualmente no busca el corazón de la naturaleza y, ciertamente, no se interesa por el estudio de su alma.
Todo el ser es una manifestación de energía, una manifestación emocional de energía. El hombre puede interpretar el clima en términos de presión atmosférica y corrientes de viento y puede observar las fallas geológicas en un esfuerzo por comprender los terremotos. Todo esto funciona hasta cierto nivel, hasta cierto grado. La psique del hombre es parte de su entorno físico y está conectada íntimamente con todas las manifestaciones de la naturaleza. La identificación emocional del hombre con la naturaleza es una realidad sentida poderosamente en la Estructura 2 y es allí en donde debemos buscar las respuestas que tienen que ver con la relación del hombre y la naturaleza. En la Estructura 2, la naturaleza de la psique aparece muy claramente, así que sus alcances y sus ritmos se pueden comprender. Las manifestaciones de la energía física sigue ritmos emocionales que no pueden ser evaluados con artefactos o instrumentos, por más sofisticados que sean.
Surgen entonces algunas preguntas: Por qué muere un hombre y no otro? Por qué un terremoto destruye totalmente determinada área? Cual es la relación que existe entre el individuo y los eventos masivos de la naturaleza? Antes de iniciar el análisis de estas preguntas, debemos echarle una mirada a nuestro propio mundo y determinar su fuente, ya que su fuente y su naturaleza son la misma cosa. Necesitamos también hacer una distinción entre los eventos y nuestra interpretación de ellos. Nos parece que nuestro mundo es concreto, real, definitivo, y que su vida diaria se apoya en eventos y hechos conocidos. Hacemos una clara distinción entre el hecho y la fantasía. Damos por sentado, como regla general, que nuestro conocimiento como personas se apoya en información científica incontrovertible. El desarrollo tecnológico parece haber sido construido, con seguridad absoluta, sobre un cuerpo de ideas concretas.
Las ideas del mundo, las fantasías, o los mitos, pueden parecer divorciados de la experiencia corriente. Sin embargo, todo lo que conocemos, o experimentamos, tiene su origen en aquella creativa dimensión de existencia que hemos llamado Estructura 2. En cierta forma, nuestro mundo real se sustenta en la fantasía, el mito y la imaginación, de donde surge todo. Veamos entonces que es un mito y que queremos decir con el término. Un mito no es una distorsión de un hecho, sino la matriz a través de la cual el hecho nace. El mito involucra una comprensión intrínseca de la naturaleza de la realidad, con un poder tan fuerte como la naturaleza misma. La formación de mitos es una característica psíquica natural, es un elemento psíquico que se combina con otros elementos para formar una representación mítica de la realidad interior. Esta representación sirve entonces como modelo sobre el cual se organizan nuestras civilizaciones. También sirven como herramientas perceptivas, a través de cuyos lentes interpretamos los eventos privados de nuestra vida, dentro de su contexto histórico.
Cuando aceptamos los mitos, los llamamos hechos, puesto que se convierten en parte de nuestras vidas, de la sociedad y de nuestras profesiones. Los mitos son dramas psíquicos amplios, más verdaderos que los hechos. Debemos comprender que cuando hablamos de mitos nos referimos a la naturaleza de los eventos psíquicos cuya realidad existe en la Estructura 2, formando los patrones que entonces son interpretados en nuestro mundo.
Si alguna persona es víctima de un desastre natural, surgen preguntas como las siguientes: He sido castigado por Dios? Por qué razón? Este desastre es una venganza de Dios? Un científico, en cambio, se hará la pregunta siguiente: Con una mejor tecnología e información, podríamos haber pronosticado el desastre y salvado muchas vidas? El científico puede intentar no tener en cuenta sus emociones y ver el desastre como el resultado de su naturaleza impersonal, que no sabe, o no le importa, lo que ocurra a su paso. En todos los casos, tales situaciones traen a la mente interrogantes sobre la realidad del hombre, su conexión con Dios, su planeta y su universo. El hombre interpreta los interrogantes de acuerdo con sus propias creencias.
Los mitos son fenómenos naturales que surgen de la mente del hombre, de la misma manera como las cadenas de montañas surgen del planeta físico. Sin embargo, su más profunda realidad existe en la Estructura 2, como la fuente del mundo que conocemos.
Las grandes religiones de nuestra civilización surgen de mitos que cambian sus características a través de los siglos. El Cristianismo, y todas las demás religiones, son mitos que han surgido como respuesta a un conocimiento interior de tan vastas proporciones que no puede ser cubierto solamente por los hechos. En los mismos términos, la ciencia es también de naturaleza mítica. Esto puede ser más difícil de percibir para muchos de nosotros, pues la ciencia parece funcionar muy bien. Otros querrán ver en la ciencia sus características míticas, pero se negarán a ver la religión, tal como la conocemos, en la misma forma. Sin embargo, de alguna manera, todas estas ideas programan nuestra interpretación de los eventos.
Hemos estado tratando con los eventos de la naturaleza, tal como los entendemos. Para algunos, parecerá obvio que los desastres naturales se presentan por la venganza de Dios, o que ellos son una advertencia divina para arrepentirnos, mientras otros asumirán que se trata de una catástrofe con características neutrales, impersonales, y muy alejadas de la realidad emocional del hombre. El científico cristiano está atrapado en el medio. Como nos hemos divorciado de la naturaleza, no estamos en capacidad de entender sus manifestaciones y a menudo los mitos interfieren. Cuando los mitos se estandarizan y se toman de manera demasiado literal y cuando empezamos a atarlos muy fuertemente al mundo de los hechos, los mal interpretamos totalmente.
Muchas personas interpretan las realidades de sus vidas, sus triunfos y fracasos, su salud y sus enfermedades, su buena o mala fortuna, a la luz de una realidad mítica que no se interpreta como tal. Que hay detrás de estos mitos y cual es su fuente de poder? Los hechos son una mezcla, muy a la mano pero débil, de la realidad. Ellos designan como reales ciertos tipos de experiencias y otros no. Sin embargo, la psique no está tan limitada. Ella existe en medio de una realidad, en un reino de existencia en el que existen todas las posibilidades. Crea mitos de la misma manera como el océano crea espuma. Los mitos son originalmente fabricaciones psíquicas de tal poder y fortaleza que civilizaciones completas pueden surgir de su fuente.
Los mitos proyectan su luz sobre los eventos históricos, puesto que ellos son responsables de esos eventos. Los mitos mezclan y fusionan las eternas experiencias psíquicas del hombre, íntimas e invisibles, pero sentidas, con los eventos temporales de su existencia física, formando una combinación que estructura los pensamientos y las creencias de civilización en civilización. En la Estructura 2, el poder interior de la naturaleza está siempre cambiando. Los sueños, esperanzas, aspiraciones y temores del hombre interactúan en un movimiento constante que forma los eventos de nuestro mundo. Esta interacción incluye no solamente al hombre, sino también la realidad emocional de todas las conciencias terrenales, desde un microbio hasta un científico, desde una rana hasta una estrella. Interpretamos los fenómenos del mundo de acuerdo con las características míticas que hemos aceptado. Organizamos la realidad física de acuerdo con las ideas. Solamente utilizamos aquellas percepciones que sirven para darle validez a esas ideas. El cuerpo humano mismo es bastante capaz de organizar el mundo de una manera diferente a la que nos es familiar.
Nos hemos divorciado de la naturaleza y de sus propósitos mucho más que los animales. La naturaleza, con sus tormentosas manifestaciones, nos parece un adversario. Nos vemos obligados a buscar razones por fuera de nosotros mismos para explicar lo que parecen ser intenciones malvadas de la naturaleza en tales oportunidades.
La Ciencia dice que la naturaleza se preocupa muy poco por el individuo y solo lo hace por la especie. Es por esto por lo que nos vemos como víctimas en este inmenso esfuerzo por la supervivencia, en el cual nuestras intenciones no tienen la más mínima fuerza.

martes, 28 de agosto de 2007

La Estructura 1 y La Estructura 2

Vamos a utilizar la televisión como analogía para indicar la manera como los eventos se forman y para tratar de describir los métodos empleados por las personas para escoger aquellos eventos particulares que encontrarán en su vida personal.
La televisión sirve no solamente como un medio de meditación comunal, sino que también exhibe una especie de sueño detallado y manufacturado, en el que cada televidente participa. Procederemos a hacer algunas distinciones, por lo que introduciremos los términos “Estructura 1” y “Estructura 2”, con el ánimo de hacer más clara la presentación.
Llamaremos el mundo, tal como lo experimentamos físicamente, la Estructura 1. En ella, vemos los programas de televisión, por ejemplo. Tenemos muchos canales opcionales y programas favoritos, y le seguimos la pista a ciertos dramas y ciertos actores. Observamos todos estos dramas apenas comprendiendo como es que ellos aparecen en la pantalla de nuestro televisor. Tenemos la certeza de que si compramos un televisor, este funcionará de manera adecuada, aunque no sepamos nada de electrónica. Cambiamos de canal con resultados predecibles. Por ejemplo, la programación del Canal 9 no aparecerá de pronto en el Canal 6. Los actores mismos, que toman parte en la serie, no tienen ni la más remota idea de los eventos que hacen que sus propias imágenes aparezcan en las pantallas del televisor. Su trabajo es actuar, dando por sentado que los técnicos se encargarán de todo.
En alguna parte hay un Director que estará encargado de la programación, de que las escenas se realicen a tiempo y que cada actor tenga asignado su papel. El director hipotético debe saber cuales actores están disponibles, cuales de ellos prefieren papeles de carácter, quienes serán los héroes y heroínas, cual es el Don Juan que siempre conquistará la dama y, en general, quienes interpretarán a los buenos y a los malos.
No es necesario hacer un recuento detallado de los numerosos eventos que deben ocurrir para que podamos ver nuestro programa favorito. Apretamos un botón y ya está ahí, mientras desconocemos lo que ocurre en el trasfondo. Eso lo damos por sentado. Todo lo que tenemos que hacer es escoger los programas de acuerdo con las opciones de cada día. Muchas personas están viendo los mismos programas, pero cada una reaccionará de manera individual.
Ahora, imaginemos por un momento que los eventos físicos de nuestra realidad ocurren de la misma manera. Que escogemos aquellos eventos que aparecerán en la pantalla de nuestra experiencia. Estamos bastante familiarizados con los eventos de nuestra propia vida, puesto que en ella somos el héroe principal, el villano, o la víctima, o cualquier otro carácter. De la misma manera como no sabemos lo que ocurre en el estudio de televisión antes de ver el programa, tampoco sabemos lo que ocurre en la estructura creativa de la realidad antes de que experimentemos los eventos físicos. Lo que ocurre en ese inmenso estudio mental y universal “inconsciente” es lo que llamaremos Estructura 2.
Trataremos de interpretar lo que pasa detrás de escena para establecer la forma como escogemos nuestros programas físicos diarios y para describir la manera como esas opciones personales se mezclan y se fusionan para formar una realidad masiva.
Regresemos a la televisión de nuevo. Podemos cambiar un programa que nos ofende. Decidimos comprar o no comprar un producto cuyas virtudes la publicidad exalta. Lo que la televisión nos presenta es un espejo de nuestra sociedad. Ella refleja a través de millones de hogares los sueños y temores, esperanzas y terrores de cada individuo.
La televisión interactúa con nuestras vidas, pero no es la causa de nuestras vidas. Ella no origina los eventos que presenta. Con nuestra gran creencia en la tecnología, nos parece que la televisión es la causa de la violencia, o que es la causa de nuestro apego al materialismo, o que es la causa de una “moral floja”. La televisión refleja. Se puede decir que la televisión no distorsiona, aunque puede reflejar las distorsiones. Los escritores y los actores de la televisión están sintonizados con la “mente masiva”. Ellos no son líderes o seguidores. Ellos son reflectores creativos, profundamente enterados de los patrones psíquicos y emocionales de su época.
A través de los periódicos y revistas nos enteramos de las películas, noticieros y programas que ofrece la televisión. De igual manera, nos enteramos de los “programas” físicos que se presentan en nuestro país y en el mundo entero. Nosotros decidimos en cuales de esas aventuras queremos participar y las experimentaremos en nuestra vida normal, es decir, en la Estructura 1. Los mecanismos internos, que ocurren antes de nuestra experiencia, tendrán lugar en el inmenso estudio mental de la Estructura 2. Allí, se organizarán todos los detalles, los aparentes encuentros fortuitos, las coincidencias inexplicables, que deben ocurrir antes de que un evento físico tenga lugar.
En un nivel consciente y con las solas reservas conscientes, no podríamos mantener nuestro cuerpo vivo ni por una hora. No sabríamos como hacerlo, ya que nuestra vida fluye a través de nosotros automática y espontáneamente. Todos los detalles los damos por sentados: la respiración, los mecanismos internos de nutrición y eliminación, la circulación de la sangre y el mantenimiento de nuestra continuidad psicológica. De todo esto se encarga la Estructura 2.
Entre más nos preocupemos por nuestro cuerpo, su funcionamiento será menos suave. En la espontaneidad con que opera nuestro cuerpo, obviamente, hay una sutil sensación de orden. Cuando prendemos el televisor, la imagen parece llegar a la pantalla de alguna parte. Esa imagen es el resultado de un orden con un enfoque preciso.
Los actores visitan agencias de “casting” para averiguar que producciones necesitan sus servicios. Análogamente, en nuestros sueños visitamos también “agencias de casting” y estamos enterados de las distintas opciones en consideración para la “producción física”. En el estado del sueño nos familiarizamos con los dramas que hay de naturaleza probable. Si existe un interés suficiente, si aplican los actores necesarios, si se acumulan los recursos suficientes, la producción se llevará a cabo.
Cuando estamos en un estado de conciencia diferente al normal, visitamos esa agencia creativa interior en la cual todas las producciones físicas deben tener su inicio. Nos encontramos con otros que, por sus propias razones, están interesados en el mismo tipo de drama. Siguiendo con nuestra analogía, los técnicos, los escritores y los actores se reúnen. Solo que en este caso el resultado será un “evento vivo”, en lugar de uno televisado. Allí se planean películas de desastres, programas educacionales y dramas religiosos. Todos ellos aparecerán en la realidad física.
Todos los eventos ocurren como resultado de las creencias, deseos e intenciones del individuo. No existe tal cosa como encuentros fortuitos. Ningún nacimiento, ni ninguna muerte, ocurren por casualidad. En la atmósfera creativa de la Estructura 2, las intenciones se conocen. Allí, ninguna acción es privada. El sistema de comunicaciones lleva hasta nuestro cuarto las noticias de los eventos que ocurrieron en todas las partes del mundo. En la Estructura 2, el sistema interno de comunicaciones tiene un alcance mucho más poderoso y cada acto mental está impreso en su pantalla multidimensional. Esa pantalla está disponible para todos y, en otros niveles de conciencia, particularmente en el estado del sueño, los eventos de esa realidad interior están siempre presentes y son tan fácilmente accesibles como los eventos físicos cuando estamos despiertos.
La Estructura 2 tiene un servicio de información infinito, que instantáneamente nos pone en contacto con cualquier conocimiento que necesitemos. Establece circuitos entre nosotros y los demás y calcula probabilidades con velocidad extrema.
En la Estructura 2 no podemos obtener lo que queremos a expensas o en detrimento de alguien más. No la podemos utilizar para forzar un evento sobre otra persona. Quiere decir que es necesario cumplir ciertos prerrequisitos antes de que un determinado fin se convierta en experiencia física

lunes, 27 de agosto de 2007

Las Epidemias Periódicas

Con frecuencia aparecen en la televisión y se escuchan en la radio anuncios de salud pública que indican que está próxima una epidemia de gripa y enseguida invitan a la gente, especialmente a los adultos mayores, a vacunarse de inmediato. Los anuncios tienen implicaciones relacionadas con la biología, la religión y la economía. En algunos países existe la “Estación de la gripa”, la que es ejemplo de un patrón psicológicamente manufacturado, que puede producir una epidemia manufacturada.
Respaldando los anuncios está la autoridad de la profesión médica y la autoridad de los sistemas de comunicación. Es imposible cuestionar el anuncio que presume tener el conocimiento necesario.
Las personas mayores se eligen como principales objetivos de los anuncios, ya que parece obvio que son las más susceptibles a las enfermedades. La susceptibilidad se considera un hecho incontrovertible de la vida. Sin embargo, es un hecho sin fundamento básico en la realidad biológica del hombre. Se convierte en un hecho por medio de la sugestión. Los médicos ven los resultados en el cuerpo y entonces se toman como evidencia.
En algunas pocas partes aisladas del mundo, aún en nuestro tiempo, las personas mayores no tienen enfermedades, ni se han debilitado sus signos vitales. Permanecen saludables hasta el día de su muerte. La razón de esto es que su sistema de creencias es bastante práctico y no “disfrutan” de la asistencia médica.
Lo que tenemos aquí es un programa social en pro de la enfermedad. Una meditación masiva con una estructura económica que la respalda. Están involucradas las organizaciones científicas y médicas, además de otras organizaciones económicas, desde las más grandes farmacias hasta las más pequeñas droguerías. Se supone que las píldoras, las pociones y las inyecciones, supuestamente, combaten los resfriados y la gripa y se les da un amplio despliegue publicitario, advirtiendo la proximidad de la epidemia y recordándosela a quienes parecen haberlo olvidado.
Literalmente, estamos pendientes de la gripa que nos afectará indefectiblemente. Ella nos servirá de excusa para no afrontar muchos tipos de problemas. Muchas personas son casi conscientes de lo que les está pasando y todo lo que tienen que hacer es prestar atención a las sugestiones gratuitas ofrecidas por la sociedad. Entonces sube la temperatura y la preocupación hace que la garganta se seque. Los virus que estaban dormidos, que hasta ese momento no habían causado ningún daño, se activan y multiplican. Cuando las vacunas se suministran para prevenir una epidemia que aún no ha ocurrido, pueden ser potencialmente peligrosas, ya que tienden a confundir los mecanismos corporales.
En algunos países la “estación de la gripa” coincide con la Navidad, en la que a los cristianos se les dice que deben ser felices y desearle a sus congéneres un feliz regreso a las maravillas naturales de la niñez. También se les dice que deben rendir tributo a Dios. El cristianismo se ha convertido en una triste y confusa historia. Muchas personas no pueden unificar las áreas de sus creencias y sentimientos y en la época de navidad ellos reconocen la gran distancia que existe entre sus creencias religiosas y sus creencias científicas. Se sienten incapaces de afrontar este dilema mental y espiritual. La consecuencia es una depresión psíquica que se profundiza con la música, con las exhibiciones comerciales, con las recordaciones religiosas de que la especie está hecha a imagen de Dios y con las advertencias de que el cuerpo parece incapaz de cuidar de si mismo y que es una presa natural de las enfermedades y los desastres. La navidad es portadora de las esperanzas del hombre en nuestra sociedad y la “estación de la gripa” refleja sus temores y muestra la distancia entre las dos.
El cristianismo ha considerado convencionalmente la enfermedad como castigo divino, o como una prueba puesta por Dios, que se debe recibir estoicamente. Ha considerado al hombre como una criatura pecadora, manchada por el pecado original y condenada a vivir con el sudor de su frente.
La ciencia a considerado al hombre como el producto accidental de un universo al que él no le importa, como una criatura sin un significado central, en la que su conciencia es el resultado de un mecanismo físico que solo existe por casualidad y que no tiene ninguna realidad fuera de esa estructura. La ciencia al menos ha sido consecuente en este aspecto. Pero el cristianismo les pide a los hijos de la tristeza que sean felices y a los pecadores que encuentren la pureza de los niños. Les pide que amen un Dios que un día destruirá su mundo y los condenará al infierno si no lo adoran.
Muchas personas atrapadas en este conflicto de creencias, caen presa de enfermedades físicas, particularmente en la época de navidad. Las iglesias y los hospitales frecuentemente son los edificios más grandes en las poblaciones y las únicas abiertas los domingos. No podemos separar nuestro sistema de valores privado de nuestra salud y los hospitales se benefician de los complejos de culpa que la religión ha inculcado en la gente.
Uno de los más fuertes atributos del hombre es el sentimiento religioso. Es la parte de la psicología que más frecuentemente se omite. Hay un conocimiento religioso natural con el que hemos nacido.
El sentimiento religioso le da al individuo optimismo, alegría y la energía en abundancia para crecer. Alienta la curiosidad y la creatividad y sitúa a las personas en un mundo espiritual y natural a la vez. Las organizaciones religiosas son intentos por redefinir este tipo de sentimiento en términos culturales. Casi nunca tienen éxito, porque son muy cerradas en sus conceptos, demasiado dogmáticas, y la estructura cultural finalmente tiene más peso que la sustancia dentro de ella.
Entre más tolerante sea una religión, más cerca estará de expresar aquellas verdades internas. El individuo tiene una integridad espiritual y biológica que es parte de la herencia del hombre y que en realidad es un derecho de todas las criaturas. El hombre no puede desconfiar de su propia naturaleza y al mismo tiempo confiar en la naturaleza de Dios, ya que Dios es la palabra que describe la fuente de su ser. Si su ser está manchado, también lo debe estar su Dios.
Nuestras creencias privadas se mezclan con todas las otras creencias y forman nuestra realidad cultural. Las ideas distorsionadas de la profesión médica, o de la ciencia, o de cualquier otro grupo, no nos las imponen a la fuerza. Ellas son el resultado de nuestras creencias masivas, aisladas en forma de disciplinas separadas.

domingo, 26 de agosto de 2007

Los Eventos y la Memoria

Como los eventos no existen en concreto, el recuerdo de ellos tiene una historia diferente. Debemos tener presente la creatividad y la naturaleza abierta de los eventos. El recuerdo de ellos raramente es una versión real. El suceso original es experimentado desde una perspectiva diferente por cada una de las personas involucradas, de tal manera que las implicaciones del evento y su significado básico difieren de acuerdo con el enfoque de cada participante. Ese evento que, en nuestros términos, ocurre por primera vez, empieza a incidir en quienes participan. Cada uno le aporta su propia trayectoria, temperamento y mil diferentes coloraciones, de tal manera que el evento, aunque ha sido compartido con otros, es primordialmente original para cada persona.
Desde el momento en que ocurre el evento, este empieza a cambiar a medida que pasa por el filtro de todos esos ingredientes, siendo minuciosamente alterado de ahí en adelante por cada uno de los eventos siguientes. El recuerdo de un evento se forma tanto por el presente como por el pasado. La asociación provoca los recuerdos y los organiza. También ayuda a colorear y a formar esos eventos.
Estamos acostumbrados a una estructura del tiempo, por lo que recordamos algo que sucedió en un momento particular del pasado y, generalmente, podemos ubicar los eventos de esa manera. Biológicamente, el cuerpo puede situar los eventos al percibir la actividad.
En estos términos, los recuerdos de vidas pasadas y futuras permanecen como imágenes fantasmales. En líneas generales, esto es necesario para que la respuesta del cuerpo sea inmediata y se pueda enfocar en el período de tiempo que reconocemos. Se llevan los recuerdos de otras vidas en forma latente, de tal manera que puedan ser examinados, pero formando corrientes subyacentes sobre las cuales se apoyan los recuerdos de la vida actual.
Cuando los recuerdos de otras vidas salen a la superficie, son coloreados por esas corrientes subyacentes y su ritmo no está sincronizado. Ellos no están ligados al sistema nervioso de manera tan precisa como los recuerdos normales. El presente obtiene su profundidad como consecuencia del pasado, tal como lo entendemos. En ciertos términos, el futuro representa otra clase de profundidad que pertenece a los eventos. La raíz de un árbol crece en todas las direcciones y así lo hacen los eventos. Solo que la raíz de los eventos pasa a través del pasado, el presente y el futuro.
Algunas veces, cuando tratamos de desacelerar los procesos del pensamiento, o cuando tratamos de acelerarlos, nos podemos enterar de recuerdos de otras vidas pasadas y futuras. Hasta cierto punto, permitimos que otros impulsos neurológicos se conozcan. Puede existir una sensación de vaguedad, porque no disponemos de un esquema adecuado de tiempo y lugar con el cual estructurar esos recuerdos. Estos ejercicios nos involucran con los hechos y los eventos de nuestra propia vida, pues automáticamente estamos siguiendo probabilidades desde nuestro propio enfoque.
Sería muy difícil operar dentro de nuestra esfera de realidad si no asumimos que los eventos son concretos e inmodificables. Formamos nuestras propias vidas pasadas en esta vida tan seguramente como formamos las futuras ahora. Cada uno de nuestros seres pasados y futuros existe, a su modo, ahora.
Teóricamente, es posible comprender lo anterior con un examen profundo de los eventos de nuestra propia vida. Desechando muchos de los conceptos que damos por sentados, podemos encontrar algunos de esos recuerdos. Aunque es una tarea difícil, no debemos tratar de estructurarlos, pues es lo que hacemos automáticamente. El recuerdo no estructurado tomará otras formas y se transformará ante nuestros propios ojos mentales de tal manera que su forma parecerá un calidoscopio psicológico a través de cuyo enfoque otros eventos de nuestra vida surgirán y cambiarán. Estos ejercicios de memoria también pueden servir para atraer recuerdos de otras vidas. Aparecerán bordes, esquinas y reflejos, quizá sobrepuestos a recuerdos que reconocemos como pertenecientes a esta vida.
Los recuerdos sirven para organizar nuestra experiencia y seguir secuencias neurológicas reconocidas. Los recuerdos de otras vidas del futuro y del pasado están saltando tan rápidamente que no los podemos seguir.
En momentos tranquilos, con la guardia baja, podemos recordar un evento de la vida presente sobre el cual tenemos un sentimiento extraño, una sensación que no encaja dentro del esquema del tiempo al cual el evento pertenece. En estos casos, el evento de la vida actual estará matizado por otro de una vida pasada, de tal manera que ese recuerdo vierte su coloración sobre el evento recordado.
Esto ocurre con mayor frecuencia de la que estamos dispuestos a aceptar, ya que generalmente hacemos caso omiso de la sensación de extrañeza, suprimiendo la parte del recuerdo que no encaja. Estos son ejemplos muy claros de las filtraciones que ocurren. Permaneciendo alertas y captando esos sentimientos podemos aprender a utilizar la parte flotante de esos sentimientos, que de otra manera no reconoceríamos. Por medio de la asociación, nuestro enfoque puede provocar el surgimiento de más recuerdos del pasado y del futuro. En el estado del sueño también aparecen algunos indicios con mucha frecuencia, ya que en ese estado ya estamos acostumbrados a esa clase de sensación flotante en la que los eventos parecen ocurrir en su propio contexto independiente. Los sueños en los cuales el pasado y el presente están involucrados, son un ejemplo. También los sueños en los cuales el pasado y el futuro se mezclan y los sueños en los que el tiempo parece ser un ingrediente cambiante.
En ciertos términos, el pasado, el presente y el futuro, en relación con nuestra vida actual, están todos comprimidos en cualquier momento dado de nuestra experiencia. Tal momento es una entrada al conjunto de nuestra existencia. Los eventos que reconocemos que están sucediendo ahora son específicos y objetivos, pero el más minúsculo elemento de cualquier experiencia del momento también simboliza otros eventos y otros tiempos.
Cada momento es como un mosaico. En la historia normal de nuestra vida, solamente seguimos un patrón, o una coloración, e ignoramos todo lo demás. Estamos en capacidad de cambiar el presente, alterando el recuerdo de un evento. Este tipo de síntesis se puede utilizar en muchos casos, con muchas personas. Este no es un ejercicio que emplea un método teórico, esotérico o impráctico, sino una manera precisa y dinámica de ayudar al ser actual, calmando los temores del ser del pasado. Este último tampoco es hipotético, sino que aún existe y se le puede alcanzar para cambiar sus reacciones. No necesitamos una máquina del tiempo para alterar el pasado o el futuro. Se trata de una técnica muy valiosa. No solo los recuerdos no están “muertos”, sino que ellos mismos son siempre cambiantes. Muchos de esos recuerdos se alteran completamente sin que lo notemos. Podemos tener varias versiones de un episodio que recordamos en tiempos diferentes. Aunque los hechos eran más o menos los mismos, el significado y la interpretación de cada versión son tan diferentes que las diferencias superan ampliamente las similitudes. El punto es que los eventos del pasado crecen y no están terminados. Si tenemos esto presente, podemos ver que las vidas futuras son muy difíciles de explicar desde el interior de nuestra estructura. Una vida completa, en nuestros términos, no está más completa o terminada que cualquier evento. Simplemente se presenta una interrupción en el enfoque desde nuestra propia estructura, pero es tan artificial como la perspectiva aplicada a la pintura.
El ser interior está enterado de todo esto, pero ya ha escogido una estructura, un determinado marco de existencia, que hace énfasis en cierto tipo de experiencia sin tener en cuenta muchas otras disponibles.

sábado, 25 de agosto de 2007

Meditaciones Masivas

En esta oportunidad vamos a señalar algunas áreas de la experiencia humana que no han sido muy afortunadas.
“Conseguimos aquello en lo que nos concentramos”.
Las imágenes mentales causan su propia realización. Aunque se trata de una verdad antigua, es necesario comprender la forma como el sistema masivo de comunicaciones amplifica tanto los eventos positivos como los negativos.
Por ahora, vamos a hacer énfasis en las formas como, individualmente, como civilización, hemos debilitado nuestros propios sentimientos de seguridad
Nuestras creencias han generado sentimientos de carencia de méritos. Habiéndonos separado artificialmente de la naturaleza, no confiamos en ella y, a menudo, la experimentamos como un adversario. Las religiones han garantizado un alma para el hombre, mientras se la han negado a las otras especies. El cuerpo humano se le asignó a la naturaleza y las almas a Dios, quién siempre ha permanecido aparte de sus creaciones.
De acuerdo con las creencias de la ciencia, la existencia del mundo es un accidente. Las religiones dicen que el hombre es pecador, que no puede confiar en su propio cuerpo, que nuestros sentimientos nos pueden hacer perder el camino. En medio de esta maraña de creencias, en gran parte hemos perdido la sensación de nuestro propio mérito y propósito. Se ha generado temor y sospecha y la vida se ha despojado de algunas de sus cualidades heroicas. Como el cuerpo no puede reaccionar a temores y amenazas generalizadas, se ha mantenido en tensión constante, buscando el peligro específico. Ha acumulado grandes preocupaciones, forzándolo a “manufacturar” una enfermedad específica, o una situación amenazante, que le permita desembarazarse de una tensión tan exagerada que no puede tolerar.
Muchos de los programas de salud pública, y anuncios comerciales a través de los medios, nos ofrecen cierta forma de meditación masiva, del más deplorable tipo. Nos referimos a aquellos en los que se indican los síntomas específicos de varias enfermedades. Se le dice a la persona que examine su cuerpo, con esos síntomas en mente. También se le dice que hay enfermedades que no presentan síntomas que se puedan observar y se le advierte que pueden tener efectos desastrosos, así la persona se sienta en perfectas condiciones de salud. Los temores generalizados, fomentados por las creencias religiosas, científicas y culturales, se le dan como indicaciones de enfermedades en las que la persona va a enfocar su atención. Entonces puede decir: “Con razón me siento mal, preocupado e inseguro, pues padezco tal o tal enfermedad”.
Las sugerencias sobre el cáncer de mama, asociadas con el auto examen que debe llevar a cabo cada mujer, han causado más cánceres de los que han sido curados con cualquier tratamiento. El procedimiento involucra una meditación intensa del cuerpo y una imaginación adversa e inadecuada que, por sí misma, afecta las células del cuerpo. Las advertencias de salud pública relacionadas con la presión arterial alta, por sí mismas, aumentan la presión sanguínea de millones de televidentes.
Las ideas corrientes de la medicina preventiva generan exactamente el tipo de temor que causa las enfermedades. Debilitan el sentimiento individual de seguridad del cuerpo, incrementan el estrés y le ofrecen al cuerpo un plan específico y detallado de la enfermedad. Pero lo más perjudicial es que incrementan la sensación de distanciamiento del cuerpo, promoviendo un sentimiento de impotencia.
Los comerciales médicos son igualmente promotores de enfermedad. Muchos de ellos, ofreciendo alivio por medio de un producto, propician la enfermedad a través de la sugestión, generando enseguida la necesidad por el producto mismo.
Los remedios para el dolor de cabeza son un ejemplo. En ninguna parte los avisos comerciales médicos o de servicio público mencionan las defensas naturales del cuerpo, su vitalidad, integridad y vigor. Por ninguna parte la televisión, o la radio, hacen énfasis en la salud. Las estadísticas médicas siempre se refieren a los enfermos. No se adelantan estudios sobre las personas saludables.
Cada vez más y más alimentos, drogas y condiciones del ambiente natural, se agregan a la lista de elementos que causan enfermedades. Diferentes estudios colocan en la lista los productos lácteos, la carne roja, el café, el te, los huevos y las grasas. Por muchas generaciones nos las arreglamos para subsistir consumiendo esos alimentos y entonces se consideraban promotores de la salud. Parece como si el hombre fuera alérgico a su ambiente natural y víctima del estado del tiempo.
Es cierto que ahora los alimentos contienen químicos, que no tenían en el pasado. Pero, dentro de términos razonables, el hombre está capacitado biológicamente para asimilar tales elementos y utilizarlos ventajosamente.
Sin embargo, cuando el hombre se siente impotente y en un estado generalizado de temor, puede convertir los elementos más naturales de la tierra en elementos perjudiciales para su salud.
La televisión, las artes y la ciencia se suman a la meditación masiva. En nuestra cultura, las personas educadas en el arte literario nos ofrecen novelas destacando antihéroes y a veces mostrando existencias individuales que no tienen ningún sentido, en las que ninguna acción es suficiente para mitigar el desconcierto o la angustia. Muchas novelas y películas son resultado de la creencia en la impotencia del hombre. En este contexto, ninguna acción es heroica y el hombre parece ser víctima de un universo extraño.
Por otra parte, los dramas violentos de la televisión prestan un buen servicio, ya que, con mucha imaginación, presentan un temor generalizado, en una situación determinada, que se resuelve a través del drama. Significa que la acción individual cuenta. Puede ser un tema común y corriente y las actuaciones muy pobres, pero, en los términos más convencionales posibles, el “bueno” gana. Todos estos programas reflejan el mundo cultural en términos exagerados y la mayoría de las soluciones se consiguen por medio de la violencia. Aún así, nuestras creencias nos llevan a un esquema más pesimista en el cual la acción violenta del hombre, llevada al extremo, no cumple ningún propósito. El individuo debe sentir que sus acciones cuentan y tienen un propósito. Llega a la acción violenta como último recurso y muy a menudo ese último recurso es la enfermedad.
Los dramas de la televisión, las películas de ladrones y policías, los dramas de espías, son simplistas, pero alivian la tensión, lo que no hacen los avisos de salud pública. Al menos el televidente puede decir: “Por supuesto que me siento asustado, inseguro, en pánico, al vivir en un mundo tan violento”.El miedo generalizado encuentra una razón para su existencia y los programas por lo menos ofrecen una solución dramática, mientras los avisos de salud pública siguen generando inquietud.
En líneas generales, los dramas violentos prestan un servicio: promueven en las personas la sensación de poder sobre determinadas circunstancias. Los avisos de salud pública al menos ponen al médico como mediador. Se supone que debemos llevarle nuestro cuerpo, como llevamos el carro al mecánico, para que revise todas sus partes. Vemos el cuerpo como un vehículo fuera de control que necesita vigilancia permanente.
El médico es como una especie de mecánico biológico, que creemos conoce nuestro cuerpo mejor que nosotros mismos. Nuestras creencias sobre la medicina están mezcladas con las estructuras económicas y culturales, razón por la cual no podemos asignarle a los médicos y a su profesión la responsabilidad exclusiva. El bienestar económico también forma parte de nuestra realidad personal. Muchos médicos utilizan la tecnología médica con entendimiento espiritual y ellos pueden ser víctimas de sus propias creencias.
Si no utilizamos pociones para el dolor de cabeza, un tío o un vecino quedarán fuera del negocio y no podrá mantener su familia. No podemos separa un área de la vida de otra. Tomadas en masa, nuestras creencias individuales forman nuestra realidad cultural. La sociedad no es algo que existe aparte de nosotros, sino el resultado de las creencias individuales de cada persona que la constituye. No hay ningún estrato de la sociedad que no se afecte.
Las religiones enfatizan el pecado. La profesión médica enfatiza la enfermedad. La ciencia enfatiza las teorías sobre una creación accidental y caótica del mundo. La Psicología enfatiza que los hombres son víctimas de sus antecedentes. Los pensadores más avanzados enfatizan el abuso del planeta, o se concentran en los futuros desastres que acabarán con el mundo, o ven a los hombres, nuevamente, como víctimas de las estrellas. Muchas escuelas esotéricas hablan de la conveniencia de matar el deseo, aniquilar el ego, para transformar los elementos físicos en elementos más elevados.
En todos estos casos, la integridad espiritual y biológica del individuo sufre y la preciosa inmediatez del momento se pierde.
La vida terrenal se ve como una oscura y borrosa versión de una existencia mayor y no como la única, creativa y viviente experiencia que es. El cuerpo se va a sentir desorientado y saboteado. Las líneas de comunicación entre el espíritu y el cuerpo se van a confundir. Individual y masivamente, se van a presentar enfermedades y condiciones cuya finalidad será conducirnos a nuevas realizaciones.

viernes, 24 de agosto de 2007

Los Animales

El animal tiene el sentido de su propia integridad biológica, igual que un niño. En todas las formas de vida, cada individuo nace en un mundo que ya tiene las circunstancias favorables a su crecimiento y desarrollo. Un mundo en el cual su propia existencia se apoya en la existencia, igualmente válida, de otros individuos y otras especies, de tal manera que cada cual contribuye al conjunto de la naturaleza.
En ese entorno, existe una asociación cooperativa de naturaleza biológica que es entendida por los animales, a su manera, y aceptada por los jóvenes de nuestra propia especie. Se han dado los medios para que las necesidades del individuo se puedan suplir. De esta manera se garantiza el posterior desarrollo del individuo, de su especie y de todas las demás especies de la naturaleza.
La supervivencia es importante, pero no es el propósito primordial de una especie. Se trata del medio necesario para lograr sus principales metas. Por supuesto que la especie debe sobrevivir para lograr esas metas, pero, a propósito, evitará la supervivencia, si las condiciones no son favorables para sostener la calidad de la vida o la existencia, que se consideran básicas.
Una especie que siente que falta esta cualidad, puede, de una u otra manera, destruir sus hijos, no porque ellos no puedan sobrevivir, sino porque la calidad de la supervivencia les traerá sufrimiento, distorsionando la naturaleza de la vida hasta casi convertirla en una burla de ella.
Cada especie busca el desarrollo de sus habilidades y de sus capacidades dentro de una estructura en la que la seguridad sea un medio apropiado para la acción. En este contexto, el peligro existe en ciertas condiciones que los animales conocen muy claramente. La presa es conocida, lo mismo que el cazador. Pero la presa natural de otro animal no teme al “cazador” cuando este ya ha comido y está lleno, ni el cazador atacará entonces.
Existen interacciones emocionales entre los animales que desconocemos por completo; y también mecanismos biológicos, según los cuales los animales que caen como presa natural de otros “comprenden” su papel en la naturaleza. Ellos no se preocupan anticipadamente por la muerte, antes de que ella ocurra. Simplemente, el acto fatal impulsa su conciencia fuera del cuerpo, de tal manera que, en estos términos, es un acto de misericordia.
Durante toda la vida los animales en su estado natural gozan de su vigor y aceptan su valía. Ellos regulan sus propios nacimientos y sus propias muertes. La calidad de sus vidas es tal que sus habilidades son desafiadas. Se regocijan con los contrastes entre el descanso y el movimiento, entre el calor y el frío y estando en contacto directo con los fenómenos naturales que animan su experiencia. Migran, si es necesario, buscando condiciones más auspiciosas. Se enteran de los desastres naturales que se aproximan y abandonan el lugar si les es posible. Protegen a los suyos y, de acuerdo con las circunstancias y las condiciones, atienden sus heridos. En las contiendas entre los machos jóvenes y viejos por el control del grupo, rara vez el perdedor muere.
Los animales saben que tienen el derecho a existir y a un lugar en la naturaleza. Esta sensación de integridad biológica les sirve de soporte.
El hombre, en cambio, tiene mucho más con que enfrentarse. Debe tener en cuenta sus creencias y sentimientos, a menudo tan ambiguos, que no parece posible una línea clara de acción. A veces su cuerpo no sabe como reaccionar. Si el hombre cree que su cuerpo es pecaminoso, por ejemplo, no podrá ser feliz y la buena salud lo eludirá, ya que sus creencias oscuras afectarán la integridad psicológica y biológica con la que nació.

jueves, 23 de agosto de 2007

El Potencial del Cuerpo II

La base biológica de la vida es una cooperación amorosa y divina, que presupone una posición física segura, desde la que cualquier miembro de cada especie se sienta en libertad para suplir sus necesidades y comunicarse con otros de su clase.
Es muy común creer que los animales no poseen imaginación, y esta es una creencia errónea. Ellos imaginan con anticipación su apareamiento. Todos aprenden a través de la experiencia, ya que, a pesar de los conceptos que nos hemos formado, el aprendizaje es imposible sin la imaginación, lo que sucede en todos los niveles.
Comparada con la nuestra, la imaginación de los animales es limitada. Sin embargo, no está limitada solamente a los elementos de experiencias previas. Pueden imaginar eventos que nunca les han ocurrido. En este aspecto, las habilidades del hombre son mucho más complicadas, pues en su imaginación tiene que entenderse con probabilidades. En un período de tiempo dado, con un cuerpo físico, la imaginación puede prever la ejecución de un número infinito de eventos, cada uno de los cuales permanecerá probable hasta que lo convierta en realidad. El cuerpo humano, respondiendo a sus pensamientos, sentimientos y creencias, tiene que entenderse con mucha más información y tener total claridad sobre el área en la que determinada acción específica es posible.
El sistema de defensa del cuerpo es automático, pero, en cierto grado, este es un sistema secundario, más que un sistema primario, que se activa como tal cuando el cuerpo es amenazado. El principal propósito del cuerpo no es solamente sobrevivir, sino mantener la calidad de la existencia en ciertos niveles y esa calidad misma promueve la salud y el desempeño. Un temor biológico definido alerta el cuerpo y le permite reaccionar de manera natural y plena.
Una persona puede estar leyendo el titular de un periódico mientras cruza una calle congestionada. Mucho antes de que la persona se entere de las circunstancias, su cuerpo puede saltar fuera de la vía en la que pasa velozmente un automóvil. El cuerpo está haciendo lo que se supone debe hacer. Aunque conscientemente la persona no alcanzó a asustarse, si se presentó un temor biológico que determinó la acción.
Cuando permanecemos en un estado generalizado de miedo, al cuerpo no le estamos dando una línea clara de acción, para permitirle una respuesta apropiada. Miremos el asunto de esta manera: Un animal, no necesariamente salvaje, un gato por ejemplo, en un ambiente familiar, reacciona de cierta manera. Está alerta a todo lo que ocurre en su entorno. El gato no se preocupa anticipadamente por el peligro que representa un perro encerrado en un sitio a cuatro cuadras de distancia, ni se preocupa pensando que pasará si el perro se escapa de su encierro y se lo encuentra.
Muchas personas no le prestan atención a lo que ocurre a su alrededor, pero por sus creencias enfocan la atención solamente en “el perro bravo que está a cuatro cuadras de distancia”. No responden a lo que está físicamente presente, o lo que pueden percibir físicamente en el espacio y el tiempo, sino que se preocupan por amenazas que pueden o no existir, ignorando otra información pertinente e inmediata que tienen a la mano.
Es entonces que la mente indica que existe una amenaza, pero es una amenaza que no está presente físicamente y a la cual el cuerpo no puede responder con claridad. Responderá a una situación seudo-amenazante que tendrá como resultado una confusión biológica, cuando las respuestas del cuerpo deben ser específicas.
El cuerpo se puede defender contra la enfermedad, pero no se puede defender apropiadamente contra un temor exagerado a la enfermedad. El cuerpo debe reflejar los sentimientos y evaluaciones conscientes de la persona.
El sistema médico genera tantas enfermedades como las que cura, pues nos vemos acosados constantemente por los síntomas de varias enfermedades, nos llenamos de temor por las enfermedades y nos sentimos agobiados por lo que nos parece una propensión del cuerpo a las enfermedades. Nunca se hace énfasis en la vitalidad del cuerpo y su sistema natural de defensas.

miércoles, 22 de agosto de 2007

El Potencial del Cuerpo

El cuerpo es una manifestación espiritual, psíquica y social, expresada biológicamente. Está equipado para actuar, es pragmático y deseoso de explorar y comunicar. La comunicación implica una naturaleza social. El cuerpo tiene dentro de sí todo lo necesario para su propia defensa. El cuerpo mismo incita al niño a hablar, a gatear, a caminar y a buscar compañeros. A través de la comunicación biológica, las células del niño se enteran del entorno físico, la temperatura, la presión atmosférica, las condiciones del tiempo, las fuentes de comida, y su cuerpo reacciona a estas condiciones haciendo ajustes con gran rapidez.
A nivel celular, el mundo existe con un tipo de intercambio social según el cual el nacimiento y la muerte de las células son conocidos por todas las demás y la muerte de una rana y la de una estrella tienen la misma importancia. Al nivel de nuestra actividad, los pensamientos, los sentimientos y las intenciones, aunque son privados, forman parte del entorno interior de comunicaciones. Este entorno interior es tan pertinente y vital para el bienestar de la especie como el entorno físico. Representa la reserva potencial psíquica, de la misma manera como el planeta representa la reserva potencial física. Cuando se presenta un terremoto en otra parte del mundo, el territorio de nuestro país se afecta de una u otra manera. Cuando se presentan terremotos psíquicos en otras partes del mundo, todos nosotros nos afectamos en la misma medida.
Cuando una parte de nuestro cuerpo sufre una herida, otras partes del cuerpo sienten los efectos de esa herida. Un terremoto puede ser un desastre en el área en la que ocurre, pero tiene la finalidad de corregir desequilibrios y por consiguiente promueve la vida del planeta. De inmediato se llevan a cabo acciones de emergencia en el área del terremoto y se recibe ayuda de otros países. Cuando una parte del cuerpo “hace erupción”, también hay medidas de emergencia locales y se recibe ayuda de otras partes del cuerpo para las partes afectadas. Una “erupción” física puede parecer como un desastre en el área de la enfermedad, pero también es parte de un sistema de defensa del cuerpo, que garantiza su balance. Biológicamente, la enfermedad significa que el sistema de defensa del cuerpo está funcionando. Si no se presentaran algunas enfermedades, el cuerpo no perduraría. El cuerpo debe estar en un estado de cambio constante, tomando decisiones muy rápidas, difíciles de seguir, ajustando los niveles hormonales, manteniendo el balance entre todos sus sistemas, no solo en relación con él mismo, sino con su entorno, que también está en cambio constante.
A niveles biológicos, el cuerpo produce sus propias “medicinas preventivas”, o “vacunas”, buscando nuevas substancias externas en el entorno, propias de la naturaleza, la ciencia o la tecnología. Asimila sus propiedades en pequeñas dosis, produciendo cierta “enfermedad”, que muy pronto desaparecerá, una vez que el cuerpo las utilice. La persona se puede sentir indispuesta, pero esa es la manera como el cuerpo asimila y utiliza propiedades que de otra manera se considerarían extrañas. El cuerpo se inmuniza a sí mismo de esta manera.
Sin embargo, el cuerpo tiene que contar con la mente y esta produce un entorno interior de conceptos. Las células que componen el cuerpo no tratan de interpretar el mundo cultural. Ellas confían en la interpretación que hacemos de las amenazas que no son de naturaleza biológica. En otras palabras, ellas dependen de nuestra evaluación. Si esta evaluación está de acuerdo con la evaluación biológica, tendremos una muy buena relación funcional con el cuerpo y éste podrá reaccionar con rapidez y claridad. Cuando sentimos una amenaza o un peligro, con los cuales el cuerpo no encuentra una correlación biológica, aún después de explorar el entorno físico con su sistema de comunicación celular, deberá confiar en la evaluación que hicimos y reaccionará ante esas situaciones de peligro. Entonces el cuerpo estará reaccionando ante peligros imaginarios y peligros biológicos y su sistema de defensas se utilizará en exceso.
El cuerpo está bastante bien equipado para tratar con su situación física en el mundo físico y su sistema de defensas no se equivocará. Sin embargo, la mente consciente dirige las percepciones temporales y las interpreta, organizándolas en patrones y el cuerpo deberá depender de esas interpretaciones.

martes, 21 de agosto de 2007

Las Causas de las Epidemias

Hasta cierto punto, las epidemias son el resultado de un fenómeno de suicidio masivo por parte de las personas que las padecen. Factores biológicos, sociológicos y aún económicos, pueden estar involucrados, en los que, por diferentes razones y en niveles diferentes, un grupo de personas desea morir en cierto tiempo, de tal manera que sus muertes individuales equivalgan a una declaración masiva.
Estas muertes son una protesta contra el tiempo en el cual ocurrieron. Sin embargo, todos los involucrados tienen sus razones privadas. Estas varían de una persona a otra, pero todas “desean que su muerte tenga un propósito”, más allá de sus propios intereses. En parte, estas muertes tienen por finalidad hacer que los sobrevivientes se cuestionen sobre las condiciones imperantes. Inconscientemente, la especie sabe bien que existen razones para estas muertes masivas, que van más allá de las creencias aceptadas.
En algunos períodos históricos la situación de los pobres era tan horrible, tan insoportable, que se presentaron brotes de la plaga que resultaron en la destrucción total de las áreas en que esas condiciones sociales, políticas y económicas existían. Las plagas se llevaron a ricos y pobres, para que los no afectados pudieran darse cuenta de que las condiciones sanitarias, la privacidad y la tranquilidad, se les debían garantizar a los pobres por igual, pues los resultados de su insatisfacción tendrían consecuencias. Aquellas eran muertes de protesta. Individualmente, cada “víctima” era, de una u otra manera, una “víctima” de la apatía y la desesperación, que automáticamente reducen las defensas corporales.
Estos estados de la mente no solo disminuyen las defensas, sino que activan y cambian las químicas del cuerpo, alteran sus balances, e inician las enfermedades. Muchos virus que tienen la capacidad inherente de causar la muerte, en condiciones normales contribuyen a la salud general del cuerpo y coexisten con otros virus cuyas actividades también ayudan a mantener el equilibrio corporal.
Por algunos estados mentales, ciertos virus se disparan hacia una mayor actividad, se reproducen en cantidades exorbitantes y se convierten en virus “mortales”. Literalmente, los problemas mentales individuales, con la suficiente severidad, surgen como enfermedades sociales masivas.
El entorno en el cual el brote de plaga ocurre, indica las condiciones políticas, sociológicas y económicas que se han desarrollado para causar tal desorden. A menudo los brotes de plaga se presentan después de acciones sociales o políticas ineficaces, es decir, después de protestas sociales masivas que han fallado, o se han considerado inútiles o sin esperanza. También pueden ocurrir en épocas de guerra, afectando a la población que está en contra de ella, en el país involucrado.
Inicialmente el contagio es psíquico. El desespero se mueve más rápido que un mosquito, o que otro portador externo de determinada enfermedad. El estado mental produce la activación de un virus que es pasivo.
El desespero puede parecer pasivo, porque se siente que la acción exterior es inútil y sin esperanza, pero el fuego ruge interiormente y este tipo de contagio puede saltar de cama en cama o de corazón a corazón.
Cuando se tiene la creencia de que solo existe una vida, las condiciones parecerán desastrosas. Si bien cada víctima en una epidemia muere su propia muerte, ella se convierte en parte de una protesta social masiva. Las vidas de los sobrevivientes son sacudidas y, según la extensión de la epidemia, los varios elementos de la vida social son perturbados, alterados y reorganizados. Algunas veces, las epidemias son eventualmente responsables por la caída de gobiernos y la pérdida de guerras.
Las epidemias cumplen varios propósitos, alertando que ciertas condiciones no serán toleradas. Se trata de una protesta biológica que se seguirá expresando hasta que las condiciones cambien.
En los días de las grandes plagas en Inglaterra, algunas personas afectadas no murieron y aquellas no afectadas por la enfermedad se encargaron de atender los enfermos y moribundos. Los sobrevivientes, que se involucraron activamente, se vieron a sí mismos de una manera totalmente diferente a los que sucumbieron. Se trató de personas a quienes no las tocó el desespero, se vieron a sí mismas como personas útiles y efectivas. Eran personas comunes y corrientes, que habían llevado una vida alejada del heroísmo y que actuaron con valentía en esta oportunidad. El contacto con los moribundos les dio una visión del significado de la vida, agitaron nuevas ideas de naturaleza sociológica, política y espiritual que les hicieron comprender que las muertes no habían sido en vano.
Las epidemias, por su naturaleza pública, expresan problemas públicos, problemas que amenazan arrastrar al individuo a un desastre psíquico.
Las anteriores son las razones para el rango y los límites de varias epidemias. Por qué se presentan en áreas determinadas dejando libres otras? Por qué una familia morirá y otra sobrevivirá? En esta aventura masiva, también el individuo crea su propia realidad.
En nuestra sociedad científica operan las creencias médicas y un tipo de medicina preventiva según la cual se utilizan procedimientos para inducir ligeras enfermedades en personas sanas para inmunizarlas contra una invasión masiva. En estos casos, el procedimiento funciona para quienes creen en él. Sin embargo, es la creencia y no el procedimiento el que funciona. No se trata de recomendar el abandono de estos procedimientos cuando funcionan para la mayoría de las personas, sino que es necesario comprender la razón por la cual se obtienen buenos resultados.
La tecnología médica es bastante específica. No nos podemos vacunar contra la falta de deseo de vivir, o contra la falta de entusiasmo, deleite y satisfacción, que si tienen los animales sanos. Cuando alguien ha decidido morir, aunque se haya protegido con el procedimiento de la vacuna contra una enfermedad, muy pronto padecerá otra, o tendrá un accidente. La inmunización que produce la vacuna para una enfermedad específica sólo refuerza las creencias previas sobre la ineficacia del cuerpo para sanarse. Puede parecer que si se deja a su suerte, el cuerpo va a desarrollar con seguridad cualquier enfermedad que esté “de moda” en el momento.
La sociedad tiene sus propios sistemas médicos y no los vamos a demeritar. Nuestros puntos de vista no se pueden probar y pueden parecer sacrílegos. Sin embargo, en toda la historia, ninguna persona ha muerto que no hubiera querido morir, no importa cual haya sido el estado de la tecnología médica del momento.

lunes, 20 de agosto de 2007

Las Epidemias y las Vacunas

Las epidemias no se pueden mirar solamente desde el punto de vista de la biología, pues también incluyen las actitudes psicológicas de muchas personas y corresponden a las necesidades y deseos de los involucrados. Estas necesidades surgen dentro de una estructura de realidades religiosas, psicológicas y culturales, que no se pueden aislar de los resultados biológicos.
No hemos tenido en cuenta muchos asuntos vitales e importantes, que tienen que ver con realidades masivas, porque es necesario resaltar primero la importancia del individuo y su poder para formar sus eventos privados. Cuando ya se haya hecho suficiente énfasis en la naturaleza privada de la realidad, estaremos listos para demostrar como la magnificación de la realidad individual se combina y agranda para crear reacciones masivas inmensas, como la iniciación de un nuevo período histórico y cultural, el surgimiento y la caída de gobiernos, el nacimiento de una nueva religión, conversiones masivas, asesinatos masivos en forma de guerras, epidemias mortales, terremotos, inundaciones y otros desastres. Por otra parte, también la iniciación de períodos grandiosos de arte, arquitectura o tecnología.
La muerte de cada individuo es única, porque nadie más puede padecer esa muerte. Parte de la especie muere con cada muerte y renace con cada nacimiento. Cada muerte individual tiene lugar dentro de un contexto más grande de la existencia de la especie en su totalidad. La muerte tiene un propósito a nivel de la especie y del individuo, ya que ninguna muerte llega sin invitación.
Una epidemia, por ejemplo, cumple el propósito de cada individuo involucrado y también cumple su función en la estructura más amplia de la especie. Cuando consideramos las epidemias como resultado de los virus y hacemos énfasis en sus posturas biológicas, nos parece que las soluciones son muy obvias: descubrimos la naturaleza de cada virus y desarrollamos una vacuna, le damos una pequeña dosis de la enfermedad a cada miembro de la población, de tal manera que el cuerpo de cada persona la combatirá y cada cual se volverá inmune a ella.
Generalmente, no nos damos cuenta de las limitaciones de este procedimiento, por las ventajas muy claras a corto término. Las personas que se han vacunado contra la poliomielitis no desarrollan la enfermedad. Con este procedimiento, la tuberculosis, en gran parte, ha sido derrotada. Sin embargo, hay algunas variables operando, precisamente por la estructura tan pequeña y limitada con la que consideramos tales epidemias masivas.
En primer lugar, las causas no son biológicas. La biología es simplemente la conductora de un “intento mortal”. En segundo lugar, existe una diferencia entre un virus producido en el laboratorio y el virus que está en el cuerpo, diferencia que reconoce el cuerpo, pero no los instrumentos del laboratorio. En cierta manera, el cuerpo produce anticuerpos y se consigue una inmunización natural, como resultado de la vacuna. Pero la química del cuerpo se confunde porque “sabe” que está reaccionando a una enfermedad, que no es “una verdadera enfermedad”, sino una invasión biológica falsa. En este caso, la integridad biológica del cuerpo se contamina y puede, al mismo tiempo, producir anticuerpos para otras enfermedades “similares”, extendiendo tan exageradamente sus defensas que la persona más adelante padecerá otra enfermedad.
Ninguna persona se enferma, a menos que esa enfermedad tenga una razón psíquica o psicológica. Así que mucha gente se evita estas complicaciones. Los científicos y los médicos están encontrando más y más virus, contra los cuales la gente se debe vacunar. Cada virus se considera único y hay una carrera para obtener la nueva vacuna contra el último virus. Los científicos predicen cuanta gente será atacada por un virus que ha causado un cierto número de muertes y, como medida preventiva, se invita a la gente a vacunarse. Muchas personas que no van a tener la enfermedad, religiosamente reciben la vacuna. El cuerpo se ve forzado a utilizar su sistema inmunológico al máximo. Las personas que psicológicamente han tomado la determinación de morir, morirán de todas maneras, de esa enfermedad o de otra, o de los efectos secundarios de la vacuna.
La muerte es una necesidad biológica, no solo para el individuo, sino también para asegurar la vitalidad continuada de la especie. La muerte es una necesidad espiritual y psicológica, ya que, después de cierto tiempo, las exuberantes y siempre renovadas energías del espíritu no podrán convertirse en carne.
Íntimamente, cada individuo sabe que debe morir físicamente para sobrevivir espiritual y psíquicamente. Hasta cierto punto, las epidemias y las enfermedades reconocidas tienen el propósito sociológico de proveer una razón aceptable para morir. Son un mecanismo que les permite salvar la cara a quienes ya han decidido morir. Esto no significa que las personas toman la decisión consciente de morir. Estas decisiones son semiconscientes. Las personas pueden sentir que ya han cumplido con todos sus propósitos.
Aún no hemos comprendido que antes de la vida las personas deciden vivir. El ser no es simplemente la personificación accidental del mecanismo biológico del cuerpo. En cada persona nace el deseo de nacer y esa persona muere cuando ese deseo se acaba. Ninguna epidemia, enfermedad, desastre natural, o bala perdida, mata a una persona que no quiere morir. El deseo de vivir ha sido muy exaltado, pero rara vez la psicología humana ha tratado con el deseo activo de morir. En su forma natural, este no es un deseo morboso, aterrador, neurótico, o cobarde, de escapar de la vida, sino un deseo por la supervivencia, según el cual el individuo quiere, muy poderosamente, dejar la vida física, de la misma manera como el niño alguna vez deseo abandonar el hogar de sus padres.
No estamos hablando del deseo de suicidarse, que significa matar el cuerpo por medios autoinducidos, a veces de naturaleza violenta. Idealmente, este deseo natural por la muerte involucra la desaceleración de los procesos del cuerpo, el desprendimiento gradual de la mente del cuerpo y, en ocasiones, de acuerdo con las características de la persona, la súbita y natural detención de los procesos del cuerpo.
El ser y el cuerpo se entrelazan tan maravillosamente que la separación es suave. El cuerpo sigue automáticamente los deseos del ser interior. En el caso del suicida, el ser está actuando fuera del contexto del cuerpo, que aún tiene su propia voluntad de vivir.

domingo, 19 de agosto de 2007

La Astrología

Nuestra realidad es como una plataforma brillante, una superficie que se apoya en probabilidades. A estas las seguimos inconscientemente y nadamos en ellas tan fácilmente que no se nos ocurre preguntarnos por nuestro origen o el medio en el cual tenemos nuestra existencia.
Las personas que comparten la misma fecha, y aún el mismo lugar de nacimiento, no tienen el mismo “destino”. Aún más, no comparten las mismas condiciones, necesariamente. Cada una se afecta por su propio sistema de probabilidades al nacer y esas condiciones alteran drásticamente la naturaleza de su desarrollo.
La práctica de señalar el momento de la concepción como la fecha del nacimiento, es equivocada. No existe un momento en el que podamos decir, en términos básicos, que una persona está viva, aunque es más práctico aceptar ciertos momentos especiales para que la vida y la muerte ocurran. La verdad es que emergemos en el espacio y el tiempo en cierto momento de nuestra percepción. Sin embargo, nuestra conciencia ha existido desde mucho antes. En un contexto más amplio, el hijo es el padre de su padre, de una manera tan cierta como es su hijo, y viceversa. Una vez que liberemos nuestra conciencia de conceptos limitantes sobre el tiempo y el ser, estaremos listos para iniciar la exploración de la realidad desconocida de ese ser no reconocido.
Cuando pensamos en términos convencionales en la astrología, es como si leyéramos la carátula de un libro sin darnos cuenta de las muchas páginas que hay dentro de él.
La conciencia, activa dentro de las estructuras celulares, se mueve anticipadamente para reaccionar a ciertas condiciones y no a otras. Muchas personas han nacido el mismo día de un año determinado y dentro del mismo período de tiempo, pero, individualmente, el movimiento interior puede ser diferente. Mientras las condiciones en el momento del nacimiento pueden parecer más o menos iguales, las reacciones internas a esas condiciones serán muy distintas. Algunas personas se afectarán más y serán más sensibles a otras probabilidades y éstas no aparecen en los “cartas astrológicas”. Estas hacen énfasis en una sola línea de probabilidades, a costa de todas las demás.
Así como las células operan con el conocimiento de las acciones probables y mantienen el cuerpo físico en el sistema que hemos escogido, la mente, operando de igual manera, se siembra, ella misma, en muchas probabilidades diferentes. En este caso, estamos hablando de probabilidades físicas, o alternativas del mundo que conocemos. Todas las personas vivas contemporáneas no pertenecen al mismo sistema probable. Estamos en un campo de intercambio en el que personas de muchas realidades probables se mezclan, poniéndose de acuerdo en aceptar ciertas porciones del mismo entorno del espacio-tiempo.
En nuestra experiencia, nos concentramos en ciertos eventos similares y desechamos otros que no lo son. Damos por sentado que la memoria falla, cuando no estamos de acuerdo con otra persona sobre los eventos que ocurrieron en cierto tiempo y lugar. Damos por sentado que la interpretación de los eventos cambia, pero que ciertos eventos que ocurrieron no son susceptibles de interpretación. Los eventos mismos no son tan concretos. Nosotros aceptamos un evento probable, pero otras personas pueden experimentar otra versión de ese evento, lo que se convierte para ellas en su realidad sentida.

sábado, 18 de agosto de 2007

Contrapartes - Almas Gemelas

Cada uno de nosotros es miembro de una raza y, por este hecho, no sentimos que se haya perdido nuestra individualidad. También nos consideramos miembros de una especie y tampoco la perdemos. En la tierra, las razas conviven y en determinadas épocas su proporción varía. Existen, además, “razas psíquicas”, a las cuales pertenecemos, que tienen sus propias variaciones psíquicas.
Cada persona viva tiene contrapartes o réplicas vivas de si misma, compartiendo la faz de la tierra, al mismo tiempo. Existen fuentes psíquicas de identidad, de la cual forman parte todas las personas vivas en un determinado siglo, de la misma manera como ellas forman parte de una raza en particular. Cada miembro de la especie es un individuo y cada miembro de la fuente psíquica de identidad también lo es.
Nuestra idea de personalidad nos limita cuando pensamos en estos conceptos. Nos imaginamos la personalidad como una especie de partícula mental que debe tener límites definidos para no perder su identidad.
La identidad de la más pequeña conciencia siempre se mantiene, pero no tiene límites. Podemos mantener nuestra identidad, tal como la conocemos, y trasladarnos a un campo más grande de realidad que nos permita percibir las otras versiones o formas de nosotros mismos. Podemos darnos cuenta de una estructura mayor, en la cual tenemos nuestra propia validez, con el consiguiente incremento del conocimiento y la adición de nuevas dimensiones de experiencia. La manera más fácil de lograrlo es observándonos a nosotros mismos en el estado del sueño, ya que allí creamos constantemente nuevas versiones de nosotros mismos. En la mañana, al despertarnos, nos habremos enriquecido y no disminuido. Nosotros somos la versión viviente de nosotros mismos en el espacio y en el tiempo, alrededor de la cual el mundo gira. Así como las razas tienen características propias, una trayectoria biológica compartida y provienen de la misma fuente, las contrapartes o réplicas también provienen de una misma fuente psíquica.
Psíquicamente, estamos constituidos por contrapartes, así como físicamente provenimos de varias razas. Existen muchos más grupos de contrapartes que de razas, solo que la definición de razas es arbitraria. Es preferible asimilar las contrapartes a las familias físicas. Podemos tener cuatro o cinco contrapartes vivas en un siglo, de la misma manera como podemos tener cuatro o cinco miembros de la familia dentro del mismo período de tiempo.
Recordemos que somos una versión de una personalidad mayor. Esa personalidad mayor es la Entidad, que no puede expresarse físicamente. Nuestras experiencias son propias y a través de nosotros se convierten en experiencias de la Entidad. Ella fue la que nos dio la existencia física, de la misma manera como nosotros les dimos a nuestros hijos su vida física. Nuestros hijos están separados y se distinguen de nosotros, pero una vez estuvieron dentro del útero de la madre.
La experiencia individual se convierte en la experiencia de la Entidad. De igual manera, inconscientemente, utilizamos el conocimiento de la Entidad para nuestros propios fines. Somos una rama de la Entidad y, de forma inconsciente, nos enteramos de las experiencias de nuestras contrapartes - y ellas de las nuestras - utilizándolas para nuestros propósitos.

viernes, 17 de agosto de 2007

Nuestras Creencias y la Realidad Desconocida

Anteriormente habíamos visto como formamos nuestra experiencia privada a través de nuestras creencias. Tenemos unas ideas familiares que utilizamos para estructurar la visión del mundo y la realidad que conocemos. Es importante entender lo que son nuestras propias creencias. Muchas de ellas funcionan bien “en casa”, pero cuando vamos a viajar lejos de nuestra estación base, encontraremos que esas mismas ideas impiden nuestro progreso.
Algunos conceptos no son funcionales, ni siquiera en la realidad física. Un concepto rígido y dogmático sobre el bien y el mal nos obligará a percibir la existencia física como un campo de batalla entre fuerzas opuestas, con el alma como amortiguador.
En estas condiciones, toda experiencia se vuelve sospechosa. Tendremos la tendencia a considerar el cuerpo como malo, negándole sus apetitos naturales. Nuestra parte física, al mismo tiempo, mirará nuestras “buenas intenciones” como erróneas y como infracciones de su propia existencia.
Necesitamos entender la “gracia natural” de nuestro ser, para que los ejercicios que nos permitirán viajar a la realidad desconocida no se traduzcan en creencias limitantes.
Estamos familiarizados con nuestra propia visión del mundo. Cuando dejamos esta orientación usual, alterando el enfoque de la conciencia, podemos estructurar la nueva experiencia de manera igual a como lo hacemos en la experiencia física. En esta nueva experiencia tendremos mayor libertad y un campo de acción más amplio. Estamos acostumbrados a proyectar nuestras creencias sobre los objetos y los eventos físicos. Cuando dejamos nuestra estación base, los objetos y los eventos no se presentan de la misma manera.
Podemos creer que somos malos, simplemente por el hecho de ser entes físicos. Podemos creer que el alma “desciende” dentro del cuerpo y, por consiguiente, que ese cuerpo es inferior, más bajo, y que es una versión degradada de “lo que realmente somos”. Nuestro cuerpo físico es más sabio y no puede aceptar estos conceptos. En la vida diaria, proyectamos la idea del poco mérito propio hacia otras personas, o hacia otra nación, quienes aparecen como enemigos. Generalmente, quienes hacen el papel de enemigos son los miembros de otra religión, o de otro partido político.
En todos los casos, en nuestra vida privada, difícilmente vamos a creer en la falta de mérito propio, o en la propia maldad. No nos damos cuenta de que realmente el enemigo somos nosotros mismos.
Cuando empezamos a dejar nuestra estación base y alteramos el enfoque de la conciencia, dejamos atrás los receptores familiares de nuestras proyecciones.
Las exploraciones psíquicas no causan ninguna dificultad, ni originan problemas. Por el contrario, a menudo son terapéuticas
Si normalmente estamos capacitados para tratar con la realidad física, no encontraremos dificultades con las alteraciones de la conciencia, o con el abandono de la estación base. Cuando dejamos nuestra estación base y alteramos nuestra conciencia, llevando nuestro propio bagaje de ideas, siempre seremos turistas interpretando las experiencias a través de sus propias creencias personales y culturales.

jueves, 16 de agosto de 2007

Contactos con la Realidad Desconocida

Anteriormente, hemos hablado del hombre probable, hemos aludido a civilizaciones probables y mencionado sistemas alternativos de realidad. Todo esto no existe totalmente separado del mundo que conocemos, o completamente separado de la mente. Cuando no hemos experimentado con otras realidades, su existencia permanece en el campo de la conjetura especulativa.
La realidad desconocida es una variante de la realidad conocida, de tal manera que sus rasgos están latentes y no son predominantes en nuestra experiencia privada y masiva. El encuentro con estos fenómenos significa traer a nuestro enfoque elementos sobre los cuales generalmente no estamos concentrados. La conciencia necesita aprender a organizarse a sí misma en más de una forma, o debemos permitirle que haga uso de sus capacidades de una manera más completa. No se trata, necesariamente, de que la conciencia ignore el contenido del mundo, o de que niegue la percepción física. El asunto está en ver el contenido de ese mundo en forma distinta y en liberar los sentidos físicos de las restricciones que nuestras convenciones mentales les han impuesto.
Cada estación particular de la conciencia percibe un tipo diferente de realidad. Usualmente, estamos sintonizados con nuestra propia estación, la mayor parte del tiempo. Si cambiamos ligeramente el enfoque, el mundo aparecerá diferente. Si esa ligera alteración predomina, esa será la manera como el mundo aparecerá. Cada aspecto de la mente percibe la realidad sobre la cual está enfocada. Esa realidad es también la materialización de un estado particular de la mente, proyectado al exterior. Podemos aprender la manera de encontrar otras realidades, alterando la posición de la conciencia dentro de la propia mente.
Lo primero que necesitamos hacer es familiarizarnos con el funcionamiento de nuestra propia conciencia, cuando está orientada hacia el mundo físico. No podremos saber cuando estaremos enfocados en otra realidad, si no nos damos cuenta de lo que sentimos cuando estamos enfocados totalmente en nuestra propia realidad.
Cuando soñamos despiertos, nos alejamos ligeramente de nuestra estación base, pero seguimos ligados a ella. Generalmente no le prestamos atención a nuestra propia experiencia subjetiva, cuando la conciencia, por cortos períodos de tiempo, deja su enfoque sobre esta realidad.
Si llevamos una cámara fotográfica y tomamos fotos de lo que encontramos mientras caminamos o charlamos con amigos, habremos conservado imágenes de las actividades del día. La película de la cámara mostrará las fotos tomadas en determinado día. En las fotos de ese día, no aparecerán fotos del pasado o del futuro.
En el mundo del sueño, el fotógrafo encontrará una situación totalmente diferente, ya que allí la conciencia puede captar escenas de tiempos totalmente diferentes, de la misma manera como el fotógrafo, en la realidad física, toma fotos de diferentes lugares. Si no nos damos cuenta de esto, el álbum de fotografías del sueño no tendrá sentido.
En el estado de vigilia experimentamos con ciertos eventos como reales y estos son generalmente los únicos que captará el fotógrafo ordinario. El mundo del sueño presenta una categoría de eventos mucho más amplia. Algunos de ellos aparecerán posteriormente como eventos físicos, mientras que otros, igualmente válidos, no aparecerán. En otras palabras, la cámara del sueño captará también eventos probables.
Cuando despertamos, con una foto del sueño en la mente, puede parecernos sin sentido al no estar de acuerdo con el orden de actividades que reconocemos normalmente. Podemos tomar una decisión particular con la conciencia física en vigilia y esa decisión producirá ciertos eventos. Utilizando una cámara del sueño, con alguna práctica, podemos descubrir la historia de la mente y encontrar las decisiones probables experimentadas en el sueño. Ellas sirven como base sobre las cuales tomamos las decisiones en la vida física. Se necesita cierta habilidad especial para aprender a interpretar las fotos contenidas en este álbum del sueño. Si queremos comprender la vida física, disponiendo de unas pocas fotos tomadas en diferentes lugares, en diferentes tiempos, tendremos una idea muy poco clara de la naturaleza de la realidad física. Se aplica lo mismo a la realidad del sueño, ya que los sueños que recordamos son como fotos instantáneas tomadas en condiciones muy variables. Una sola foto no nos dice la historia completa. Necesitamos hacer una descripción escrita de cada escena del sueño y llevar un registro continuo de ellas, ya que nos proporcionarán el conocimiento de nuestra propia mente y de la realidad desconocida en la cual tiene su existencia.
Cuando tomamos una fotografía física necesitamos saber como trabaja la cámara. Debemos saber como enfocar, como hacer énfasis en las cualidades particulares que deseamos registrar y como evitar influencias no necesarias. Conocemos la diferencia entre las sombras y los objetos sólidos que las producen. No podemos confundir las sombras con los objetos, aunque sabemos que las sombras son reales.
Haciendo uso de una analogía, debemos decir que los pensamientos y los sentimientos también producen sombras, a las que vamos a llamar alucinaciones, que tienen especial validez. Ellas juegan un papel importante en la realidad del sueño, tienen su belleza y se suman a la imagen total. En el mundo físico, la sombra de un árbol refresca el lugar y afecta el entorno. De la misma manera, las alucinaciones alteran el entorno de una manera diferente y en otro nivel de realidad. En el mundo del sueño, las alucinaciones son como sombras conscientes. No son pasivas, su forma no depende de su origen y tienen sus propias habilidades.
En el mundo físico, un árbol puede proyectar su sombra sobre el suelo. Esta sombra se moverá de acuerdo con el más pequeño movimiento de una de sus hojas, pero su libertad de movimiento lo determinará el movimiento del árbol. La sombra de la hoja se moverá cuando la hoja se mueva.
En el mundo del sueño, la sombra del árbol, una vez proyectada, tendrá la libertad de seguir su propio camino. Quienes ya están familiarizados con la realidad interior, no tendrán ninguna dificultad en distinguir el árbol del sueño de su sombra, como tampoco la tiene el fotógrafo del mundo físico en distinguir el árbol de su sombra sobre el piso.
Al viajero del sueño, que recorre el paisaje con su cámara mental, le va a tomar un tiempo distinguir entre los eventos del sueño y sus sombras o alucinaciones. Puede estar tomando fotos de las sombras en lugar de los árboles y terminar con un resultado que le dará una visión distorsionada de la realidad interior. Por eso es necesario que aprenda a dirigir y enfocar su cámara del sueño.
En nuestra vida diaria, los objetos tienen sombras y los pensamientos y sentimientos no las tienen. En los viajes del sueño necesitamos recordar que los objetos no tienen sombras y los pensamientos y sentimientos si. Puesto que son más vívidas que las sombras ordinarias y tienen colores más vivos, va a ser muy difícil distinguirlas al principio. Debemos recordar que estamos recorriendo un paisaje mental. En la realidad física no podemos hacer que una sombra se mueva por si sola y no desaparecerá porque se lo pidamos. En el mundo del sueño, las alucinaciones desaparecerán tan pronto las reconozcamos como tales y les digamos que se vayan. Ellas se proyectaron originalmente por nuestros propios pensamientos y sentimientos y, cuando quitamos la fuente, su sombra se habrá ido automáticamente.