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domingo, 12 de agosto de 2007

La Conciencia y El Cuerpo

La conciencia conectada con el cuerpo tiene un gran campo de acción, espiritual y biológicamente. Puede enfocarse de diferentes maneras con el cuerpo, o a través de él, además de su orientación particular.
Existieron civilizaciones muy sofisticadas y altamente desarrolladas, que han pasado desapercibidas para nosotros porque su orientación fue principalmente mental y psíquica, mientras la raza misma parecía subdesarrollada.
Algunas personas han descubierto una realidad en sus sueños tan vívida como la realidad normal. Esas experiencias nos dan una vaga idea de la clase de existencia de que hablamos. Existen también elementos físicos, conectados con las habilidades para hibernar de algunos animales, que nos pueden dar indicios adicionales de las posibles relaciones entre la conciencia y el cuerpo.
Bajo ciertas condiciones, la conciencia puede dejar el cuerpo, mientras éste permanece intacto y funcionando, a un nivel de mantenimiento. Cuando las condiciones óptimas regresan, la conciencia reactiva el cuerpo. Este comportamiento es posible no solo en los animales. En otros sistemas de realidad diferentes al nuestro, existen situaciones en las que el organismo físico se puede activar, después de lo que parecerían siglos de inactividad.
Hasta cierto punto, el ciclo de vida-muerte es simplemente otro aspecto del principio de hibernación, tal como lo concebimos. La conciencia deja el cuerpo casi de la misma manera como los mensajes neurológicos saltan en la punta de los nervios.
Cuando los animales entran en el estado de hibernación, su cuerpo se encuentra en el mismo estado. En la más grande hibernación de nuestra experiencia, el cuerpo, en su conjunto, se convierte en un mecanismo inoperable.
Las células del cuerpo mueren constantemente y el cuerpo que tenemos ahora no es el mismo que teníamos hace diez años. Su composición física ha muerto muchas veces desde el nacimiento, pero la conciencia llena esos vacíos. En términos básicos, el cuerpo muere muchas veces, pero de todas esas muertes solo reconocemos una. Los elementos que componen el cuerpo están regresando a la tierra permanentemente y pensamos que solo lo hacen al final de nuestra vida.
Nuestra conciencia pasa por encima de todas esas muertes que no reconocemos. En la existencia tridimensional que hemos escogido, finalmente nuestra conciencia reconoce una muerte. Llega el tiempo en que nosotros, como una conciencia, decidimos que la muerte va a suceder y es entonces cuando la conciencia no llena los vacíos de las numerosas muertes que no hemos aceptado. La conciencia decide dejar el cuerpo y aceptar la muerte oficial.
Hemos escogido un contexto y nos parece que es inevitable. Nos parece que el cuerpo tiene una duración definida y que no puede perdurar más allá de ella. Hemos escogido un tipo de conciencia que se identifica con el cuerpo por un cierto período de tiempo. Para otras especies de conciencias, con una organización y experiencia diferentes, toda una vida nuestra es apenas un día para ellas, y no tienen problema en llenar los vacíos entre vida, muerte y nueva vida.
Algunas personas pueden tener memoria de otras vidas, que son otros días para el alma. Tales personas tienen conocimiento de una conciencia mayor, que llena todos esos vacíos, y saben que la experiencia terrenal puede tener el conocimiento de existencias en más de un cuerpo. La conciencia afiliada al cuerpo puede tener ese tipo de comprensión. La mente del hombre tiene la habilidad potencial para manejar una clase de memoria con la que no estamos familiarizados. Significa que, aún biológicamente, la especie está equipada para tratar con diferentes secuencias del tiempo, mientras está manipulando dentro de un esquema particular de ese tiempo.
En nuestra realidad, el conocimiento se ha venido transmitiendo, a través de todas las épocas, por medio de libros y escritos históricos. Sin embargo, cada persona tiene dentro de sí misma un registro completo del pasado de manera inconsciente.

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