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lunes, 24 de mayo de 2010

La Psique en Relación con los Elementos Sexuales 5

Puesto que el amor y el sexo son equiparados, obviamente surgen conflictos. Al amor a la madre es la única categoría que se considera sana, y por lo tanto no sexual, bajo la mayoría de condiciones. Un padre puede sentirse muy culpable por el amor a sus hijos, porque ha sido condicionado a creer que el amor solamente se expresa por medio del sexo, o bien que es impropio del hombre, mientras el sexo con los hijos es tabú.
La creatividad viaja sobre las olas del amor. Cuando al amor le es negada su expresión natural, la creatividad sufre. Tus creencias te llevan a suponer que una bisexualidad natural daría como resultado la muerte de la familia, la destrucción de la moralidad, rampantes crímenes sexuales, y la pérdida de la identidad sexual. Yo diría, sin embargo, que mi ultima frase describe adecuadamente tu situación actual. La aceptación de la bisexualidad natural de la especie al final ayudaría a resolver no solo esos problemas sino muchos otros, incluyendo los grandes casos de violencia y los actos de asesinato. En tus términos, sin embargo, y en tus circunstancias, no es apta para ser una transición fácil.
La relación padre-hijo tiene su propia estructura emocional única, la que sobrevive incluso aquellas distorsiones que has puesto sobre ella, y su antigua integridad no seria debilitada, sino fortalecida, si se hubiera establecido un mayor énfasis sobre tu naturaleza bisexual.
A los hijos les habría ido mucho mejor si las antiguas cualidades paternales no se hubieran enfocado forzosamente sobre la madre. Esto en sí mismo conduce a más dependencia de la madre de lo que sería saludable, y forma una lealtad artificial entre la madre y el hijo en contra del padre.
Ahora bien, el amor heterosexual es una expresión importante de la bisexualidad, y sexualmente representa las habilidades reproductivas. La heterosexualidad, sin embargo, se apoya sobre una base bisexual, y sin la naturaleza bisexual del hombre, la estructura mayor de la familia – el clan, la tribu, el gobierno, la civilización – sería imposible.
Básicamente entonces, la bisexualidad inherente del hombre proporciona las bases para la cooperación que hace posible la supervivencia física y cualquier tipo de interacción cultural. Si la “batalla de los sexos” fuera tan prevalente como se supone, y tan natural y feroz, literalmente no habría cooperación entre hombres y mujeres para cualquier propósito. No habría ninguna entre hombres, o entre mujeres tampoco, ya que estarían en un estado permanente de lucha de uno contra el otro.
En el flujo biológico natural de la vida de una persona hay períodos de variadas intensidades, en las cuales fluctúan el amor y su expresión y tienden hacia cursos diferentes. Hay también variaciones individuales que son de gran importancia. Estos ritmos naturales raramente son observados, sin embargo. Las tendencias hacia el lesbianismo o la homosexualidad en los niños son bastante naturales. Ellas son tan temidas, sin embargo, que con frecuencia las mismas inclinaciones naturales hacia la heterosexualidad son bloqueadas. En cambio, la persona joven es estereotipada.
Las inclinaciones naturales hacia la creatividad con frecuencia surgen de una fuerte manera en la adolescencia. Si esas inclinaciones en ambos sexos no se conforman en expresión a aquellas esperadas del hombre o la mujer, tales personas jóvenes llegan a confundirse. La expresión creativa parece estar en directa contradicción con los estándares sexuales esperados.
No estoy diciendo que el lesbianismo y la homosexualidad son solamente etapas que conducen a la heterosexualidad. Estoy diciendo que el lesbianismo, la homosexualidad y la heterosexualidad son expresiones válidas de la naturaleza bisexual del hombre.
También estoy haciendo énfasis en el hecho de que el amor y la sexualidad no son necesariamente la misma cosa. El sexo es expresión del amor, pero es solo una de las expresiones del amor. Algunas veces es bastante “natural” expresar el amor de otra manera. Por las connotaciones de la palabra “sexo”, sin embargo, te puede parecer que estoy propugnando una relación sexual promiscua “sin huecos prohibidos”.
En cambio, estoy diciendo que los lazos de amor biológicos y espirituales son la base de todas las relaciones personales y culturales, un amor que trasciende tus ideas de sexualidad. El amor heterosexual, al menos como es entendido, te da una familia de padres e hijos – una unidad importante – alrededor de la cual se forman otros grupos. Si solamente operaran las ideas estereotipadas de la relación mujer-hombre, sin embargo, no habría ningún lazo o estímulo lo suficientemente grande para forjar una familia a otra. El antagonismo entre los hombres seria demasiado grande. La competencia entre las mujeres seria demasiado severa. Las guerras acabarían con las tribus que luchan, antes de que se formaran algunas tradiciones.
En el mundo social, como en el microscópico, la cooperación de nuevo es suprema. Solamente una sexualidad básica podría darle a la especie la libertad de acción necesaria y prevenir el comportamiento estereotipado de un modo que obstaculizaría la creatividad y el comercio social. Esa naturaleza sexual básica te permitiría la realización de las habilidades individuales, de tal manera que la especie no caiga en la extinción. El reconocimiento del hombre de su naturaleza bisexual es, por lo tanto, un deber en su futuro.
Hay, de nuevo, obvias diferencias entre los sexos. Ellas son insignificantes, y parecen grandes solo porque te concentras tanto sobre ellas. Las grandes cualidades humanas del amor, la fuerza, la compasión, el intelecto y la imaginación, no pertenecen a un sexo o al otro.
Solamente una comprensión de esta inherente naturaleza bisexual liberará esas cualidades en cada individuo, sin importar el sexo. Esas mismas habilidades son características naturales de las personas en cada raza, por supuesto, y sin embargo, consistentemente has hecho el mismo tipo de distinciones en términos raciales, como los tienes en los sexuales, así que ciertas razas aparecen como femeninas o masculinas para ti. Proyectas al exterior tus creencias sexuales sobre las naciones, y a menudo la terminología de las naciones y de las guerras es la misma que la utilizada para describir el sexo.
Hablas, por ejemplo, de dominación y sumisión, del amo y el esclavo, de la violación de una nación – términos utilizados en la guerra y en el sexo por igual.
El hombre y la mujer son cada uno miembros de la raza humana – o de la especie si lo prefieres – así que estas divisiones fueron hechas en la especie misma, por sí misma. Ellas son el resultado de las distinciones que surgen, de nuevo, a medida que la especie experimenta con su línea de conciencia, y provocó la aparición de la separación entre ella misma y el resto del mundo natural.

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