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domingo, 27 de julio de 2008

Los Sentidos Internos y las Emociones

Tenemos la convicción de que la evidencia de lo que llamamos Percepción Extra Sensorial se va a conseguir en un futuro no muy lejano. Sin embargo, de la misma manera como recibimos evidencia del sonido a través de los oídos y no esperamos ver a través de ellos, la evidencia debe llegar a través de los canales correctos. Una de nuestras más importantes dificultades es que no aceptaremos como evidencia algo que no sea perceptible, de una u otra manera, por medio de los sentidos externos, es decir, no consideraremos como válida una experiencia, a menos que pueda ser demostrada como camuflaje de la realidad física.
Casi todo el mundo está familiarizado con algo diferente, como seria aquella experiencia psicológica que puede no tener efectos físicos observables y, sin embargo, puede cambiar una personalidad en un grado inmenso. El cambio en la personalidad puede tener efectos físicos secundarios. La personalidad puede actuar en cierta forma en el mundo físico, como resultado de una experiencia psicológica. Sin embargo, estos efectos físicos son secundarios a la experiencia y la experiencia por si misma no tiene efectos físicos sobre el mundo material. Cualquiera de esos efectos se produce después de la experiencia de la personalidad involucrada.
Una muerte en la familia, por ejemplo, es una ocurrencia física. Los distintos miembros de la familia reaccionarán de forma diferente, como ya sabemos. La experiencia psicologíca será intensamente diversificada, personal e impredecible, en lo que respecta a cada miembro de la familia. No podemos observar esta experiencia psicológica real con nuestros sentidos externos. Incluso nosotros mismos no podemos ver, oler, o tocar esa experiencia interior. No podemos sostenerla en las manos y observarla. No podemos observarla de ninguna manera objetiva, como lo hacemos con un lápiz sobre la mesa y, sin embargo, seria disparatado decir que esa experiencia psicológica no existe. Es demasiado vívida para ignorarla y muchas veces la personalidad deja de actuar como consecuencia de una experiencia que es psicológica, que no puede ser observada con instrumentos, ni siquiera por la misma persona involucrada.
Los efectos físicos pueden aparecer enseguida, tales como el llanto, el duelo, la aflicción. Pero estos efectos son secundarios. La experiencia misma no derrama lágrimas, aunque el receptor de la experiencia lo puede hacer. Lo que estamos tratando de demostrar es que muchas experiencias de la vida diaria, que por ser tan vívidas sabemos que son válidas, no pueden ser percibidas por los sentidos externos y, sin embargo, estamos totalmente familiarizados con ellas.
Los científicos con sus instrumentos han tenido existo en inducir las emociones de miedo, tristeza, etc., en algunas operaciones, pero la experiencia misma sigue siendo subjetiva y psicológica. Algunos efectos físicos, aunque secundarios, pueden ser observados en lo que concierne a las emociones, en la forma como el pulso se acelera y ciertos químicos y hormonas pueden acelerar su actividad.
Las emociones se acercan más que ninguna otra cosa a la vívida calidad de la información interior. Por supuesto existen más diferencias que similitudes. Sin embargo, por la calidad intensa de la experiencia emocional, ésta es una buena comparación. Con las emociones hay en muchos casos un estímulo a la acción en el patrón del camuflaje exterior.
Las emociones pertenecen a la personalidad, a la personalidad actual, y están fuertemente conectadas, tanto al ego consciente como al ser interior, que es con frecuencia ignorado.
Para simplificar un poco, pensemos en el ser total según existe en nuestra realidad, con su cuerpo físico, su ego consciente y su ser interior, como una unidad de campo, que a su vez forma parte de una más grande o más completa entidad, como una unidad de campo dentro de otra. Entonces quizá no seria tan difícil imaginar la conexión, o una de las conexiones, entre el campo de la entidad y el campo del ser total, que en nuestra realidad actúa como los sentidos internos, es decir, los sentidos internos son los conectores entre estos dos campos.
En la medida en que los sentidos internos se convierten cada vez más en parte de nuestra realidad, ellos tomarán más características de esa realidad y por consiguiente más de las características del ser total en nuestra realidad. Al final, los sentidos internos se convierten en las emociones y ellas también son una conexión.

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