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viernes, 11 de julio de 2008

La Conciencia de las Plantas

Lo que tenemos en un árbol es energía, vitalidad y capacidad latentes, en gran parte retenidas o suspendidas momentáneamente. Por supuesto que el árbol está disociado de alguna manera. En cierta forma, sus fuerzas vitales y su conciencia se mantienen a un nivel mínimo. El árbol está en un estado de somnolencia, pero concentra las partes utilizables de su energía en ser un árbol. El estado de conciencia involucrado aquí es lerdo, si se compara con la habilidad humana, altamente diferenciada.
Sin embargo, en algunas otras formas, las experiencias del árbol son extremadamente profundas, teniendo que ver con los sentidos internos, que son también propiedades del reino del árbol. Los sentidos internos del árbol tienen una fuerte afinidad con las propiedades de la tierra misma. Ellos sienten su propio crecimiento. Escuchan su crecimiento, de la misma manera como nosotros escuchamos el latido de nuestro corazón. El árbol experimenta la unidad con su propio crecimiento y también experimenta el dolor. Aunque el dolor es definido, desagradable, y algunas veces agonizante, no es de naturaleza emocional, de la misma forma como nosotros experimentamos el dolor. En cierta forma, es un asunto aun más profundo. Aunque no es una analogía perfecta, podemos decir que es como si nuestra respiración se suspendiera súbitamente. En cierta forma, esto es algo que se asemeja al dolor del árbol.
El árbol hace ajustes, de la misma manera como lo hacemos nosotros. El árbol escucha su crecimiento y surgimiento de la tierra, y también escucha el murmullo del crecimiento de sus raíces dentro de la tierra. Ajusta sus raíces de acuerdo con los impedimentos que encuentra en su camino. Sin tener la mente del hombre, retiene la conciencia interna de todas sus partes por encima y por debajo del suelo y las está ajustando constantemente.
El árbol está íntimamente consciente de su entorno en un grado sorprendente. Mantiene el conocimiento del contacto y la habilidad de manipular en dos mundos totalmente diferentes: uno, en el que encuentra poca resistencia creciendo hacia arriba, y otro, compuesto por elementos mucho más pesados, a través de los cuales debe crecer hacia abajo. Por ejemplo, el hombre necesita métodos artificiales para operar eficientemente sobre la tierra y dentro del agua, mientras el que hemos llamado árbol sin conciencia se comporta perfectamente en dos mundos ciertamente tan diversos como la tierra y el agua, y consigue convertirse en parte de los dos.
En lo que respecta al movimiento, el árbol se mueve hacia arriba y hacia abajo. Es injusto decir que no se puede transportar, ya que lo hace en un grado admirable, moviendo sus raíces y sus ramas en todas las direcciones. Los sentidos internos de la vida de las plantas están muy bien armonizados, están alertas y son importantes. Los árboles tienen conciencia, en un alto grado, aunque el hombre no lo considere así.
Cuando una persona se encuentra en estado de trance ligero, está en capacidad de mantener la conciencia de sí mismo, de su entorno y de su lugar en él. La persona, simplemente, se comporta de una manera un poco diferente, no ejecutando ninguna acción, a menos que se le sugiera hacerlo. La conciencia de la vida de las plantas se basa en algo como esto. En un trance profundo, se presenta un olvido después de él, ya que el sujeto, aunque completamente consciente de lo que sucede mientras está en trance profundo, no puede recordar nada después. La conciencia de la vida de las plantas es como la conciencia de un sujeto en trance profundo. A excepción de las sugerencias y estímulos recibidos de las fuerzas regulares de la naturaleza en nuestra realidad, la planta no ejecuta ninguna acción, pero al igual que el sujeto en trance, nuestra planta está consciente. Sus otras habilidades permanecen sin utilizar y latentes, pero están presentes.

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