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domingo, 28 de octubre de 2007

Masculino-Femenino,Cratividad,Poder y Fanatismo

En líneas generales, la creatividad tiene connotaciones femeninas en nuestra sociedad, mientras que el poder tiene connotaciones masculinas y, en gran medida, se piensa que es destructivo.
Nuestros científicos están orientados intelectualmente, creen en la razón, más que en la intuición, y dan por sentado que esas cualidades son opuestas. No pueden imaginar la fuente creativa “inicial” de la vida, ya que, en sus términos, les recuerda la base femenina de la creatividad.
Solo en la estructura de esta discusión, tenemos un universo masculino. Es un universo dotado con características masculinas, tal como estas aparecen en la orientación masculino-femenina de nuestra historia. El universo parece no tener sentido porque el “intelecto” masculino solamente no puede discernir el sentido, puesto que no debe dar nada por sentado. Aunque ciertas características del universo son bastante visibles, ellas deben ser ignoradas.
Es necesario entender que los términos “masculino” y “femenino” se están usando aquí como se entienden generalmente y no tienen nada que ver con las características básicas de cada sexo. En esos términos, el intelecto masculino quiere ordenar el universo, definir sus partes, etc. Quiere ignorar los aspectos creativos del universo que son visibles por todas partes y, primero que todo, cree que debe ignorar cualquier evidencia sobre los sentimientos. En nuestra historia tenemos un dios masculino de poder y venganza, que mató nuestros enemigos por cuenta nuestra. Tenemos un dios prejuiciado que, por ejemplo, mato los egipcios y la mitad de los judíos como retaliación contra la anterior crueldad egipcia. El dios masculino es un dios de poder y no un dios de creatividad.
La creatividad ha sido siempre la conexión mas próxima de la especie con su propia fuente y con la naturaleza de su propio ser. A través de la creatividad, la especie siente a Dios. La creatividad se rige por una serie de reglas diferentes. Desafía las categorías e insiste en la evidencia del sentimiento. Es una fuente de revelación e inspiración, las que inicialmente no tenían nada que ver con el poder, sino con el conocimiento. Así que nos cuestionamos sobre lo que pasa en la sociedad cuando las personas tienen una inclinación creativa y unas buenas mentes para aprovechar.
La Iglesia Católica enseñaba que la revelación era peligrosa. Que la obediencia intelectual y psíquica era un camino mucho mas seguro y que aun los santos eran ligeramente sospechosos. Las mujeres se consideraban inferiores, especialmente en asuntos de religión y filosofía, ya que en estos temas su creatividad podría ser destructora. Se les consideraba histéricas, ajenas al mundo del pensamiento intelectual, inclinadas hacia las incomprensibles emociones femeninas. A las mujeres había que manejarlas desgastando sus energías con la crianza de los niños.
Se supone que Dios es masculino, el Alma femenina y los Ángeles masculinos. Démosle entonces una mirada al Jardín del Edén. La historia dice que Eva tentó a Adán, haciendo que comiera del árbol del bien y del mal, o del árbol del conocimiento. Esto representaba un estado de conciencia, el punto en que la especie empezó a pensar y sentir por si misma, cuando se aproximó a cierto estado de conciencia en el que se atrevió a ejercitar su propia creatividad. Era un estado en el que la especie se dio cuenta de que sus pensamientos eran sus propios pensamientos y se volvió consciente del ser que piensa. Ese punto fue el origen de la creatividad del hombre. En los términos que aceptamos, ese fue el producto de las intuiciones femeninas, aunque, en realidad, la intuición corresponde a los dos sexos. En la época en la que los pasajes bíblicos fueron escritos, la especie ya había alcanzado varios estados de ordenamiento, había adquirido cierto poder y organización, y deseaba mantener el “status quo”. Ya no se deseaban más visiones intuitivas, ni más cambios. La creatividad necesitaba seguir ciertos caminos definidos, convirtiendo a la mujer, por su intuición, en la villana.
En nuestra sociedad, generalmente se considera el poder como un atributo masculino. Los líderes de los Cultos son primordialmente masculinos. Las mujeres han sido más bien fieles seguidoras, porque se les ha enseñado que es incorrecto usar el poder, pero si es correcto obedecer a los poderosos.
En nuestra sociedad tenemos cultos religiosos y científicos. La comunidad científica, que tiene orientación masculina, usa su poder de la misma forma como el Jehová masculino utilizaba su poder para proteger a sus amigos y destruir a sus enemigos.
El científico masculino considera el cohete como su símbolo privado de poder sexual. Siente que tiene la prerrogativa de usar el poder de la manera que escoja. Muchos científicos son “idealistas”. Creen que su búsqueda de respuestas justifica casi todos los medios, o justifica todos los sacrificios, no solo de parte suya, sino de todos los demás. Se convierten en fanáticos cuando ignoran los derechos de otros y cuando profanan la vida en un intento equivocado de entenderla.
Las mujeres cometen un grave error cuando tratan de probar su “igualdad” con los hombres, demostrando que pueden entrar a las fuerzas armadas, o ir al combate como cualquier hombre. La guerra nos hace menos como especie de lo que podríamos ser. Las mujeres han demostrado un buen sentido común al no ir a la guerra y un pésimo sentido común al enviar a sus hijos y parejas a la guerra. Matar por el bien de la paz solo nos hace mejores homicidas y nada cambiará eso. En una guerra, ambos bandos son fanáticos, en la medida en que se hayan involucrado. Con frecuencia parece que la guerra es el único camino práctico que queda como consecuencia del grupo de creencias que existen a nivel mundial. Hasta que cambiemos esas creencias, la guerra parecerá tener un valor práctico, valor que es engañoso o falso.
Los fanáticos siempre utilizan retórica altisonante y hablan en los términos más elevados sobre la verdad, el bien y el mal, y especialmente de la retribución. Hasta cierto grado, la pena capital corresponde a la acción de una sociedad fanática: Tomar la vida de un homicida no le devuelve la vida a la víctima y no evita que otros hombres cometan tales crímenes. Somos conscientes de que la pena de muerte a veces parece ser la única solución práctica y que muchos homicidas desean morir, o ser apresados, por su necesidad de recibir castigo. Muchos de ellos se encuentran en esa situación porque creen completamente en lo que muchos de nosotros creemos: que somos criaturas imperfectas, producto de un universo sin sentido, o hechas por un Dios vengativo y dañadas por el pecado original.
Los criminales interpretan esas creencias a la perfección. Sus “tendencias” son aquellas que cada uno de nosotros teme poseer. La Ciencia y la Religión dicen que si nos dejan actuar por nuestra cuenta, espontáneamente nos convertiremos en criaturas primitivas llenas de codicia y avaricia incontrolables. Freud y Jehová nos dieron ese mensaje. El pobre Darwin intentó darle sentido a todo esto, pero falló miserablemente.
Los fanáticos no permiten la tolerancia y esperan obediencia. Una sociedad democrática ofrece los más grandes retos y posibilidades de logros para el individuo y la especie, ya que permite el libre intercambio de ideas, pero exige mucho más de su gente porque cada persona debe escoger, en medio de una gran variedad de estilos de vida y creencias, su propia plataforma para la vida y la acción diaria.
Hay épocas en las que parecen desaparecer todas las normas y en las que aparecen personas que añoran las antiguas autoridades. Y siempre hay fanáticos que poseen la última verdad y que están dispuestos a quitarle a cada individuo la “carga “de sus retos, sus logros y su responsabilidad personal.
El individuo puede sobrevivir sin organizaciones, pero las organizaciones no pueden sobrevivir sin los individuos. Las organizaciones más efectivas son congregaciones de individuos que afirman su propio poder personal en el grupo y no buscan esconderse detrás de él. La acción organizada es un método excelente para ejercer influencia, pero solo cuando cada miembro es libre en su acción, solo cuando cada miembro extiende su individualidad a través de la acción del grupo y no busca seguir ciegamente los dictados de otros.
Los fanáticos existen como consecuencia de la gran brecha que hay entre el bien idealizado y la versión exagerada del mal. El bien idealizado se proyecta hacia el futuro mientras el mal exagerado se ve como copando el presente. El individuo es visto como impotente para actuar solo en la búsqueda del ideal. Como consecuencia de su propia impotencia, el fanático siente que cualquier medio para conseguir el fin se justifica. Detrás de todo esto está la creencia de que, espontáneamente, el ideal nunca será logrado y que por sus propios medios el hombre estará cada vez más en peores condiciones, en todos los aspectos.

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