Vamos a utilizar la televisión como analogía para indicar la manera como los eventos se forman y para tratar de describir los métodos empleados por las personas para escoger aquellos eventos particulares que encontrarán en su vida personal.
La televisión sirve no solamente como un medio de meditación comunal, sino que también exhibe una especie de sueño detallado y manufacturado, en el que cada televidente participa. Procederemos a hacer algunas distinciones, por lo que introduciremos los términos “Estructura 1” y “Estructura 2”, con el ánimo de hacer más clara la presentación.
Llamaremos el mundo, tal como lo experimentamos físicamente, la Estructura 1. En ella, vemos los programas de televisión, por ejemplo. Tenemos muchos canales opcionales y programas favoritos, y le seguimos la pista a ciertos dramas y ciertos actores. Observamos todos estos dramas apenas comprendiendo como es que ellos aparecen en la pantalla de nuestro televisor. Tenemos la certeza de que si compramos un televisor, este funcionará de manera adecuada, aunque no sepamos nada de electrónica. Cambiamos de canal con resultados predecibles. Por ejemplo, la programación del Canal 9 no aparecerá de pronto en el Canal 6. Los actores mismos, que toman parte en la serie, no tienen ni la más remota idea de los eventos que hacen que sus propias imágenes aparezcan en las pantallas del televisor. Su trabajo es actuar, dando por sentado que los técnicos se encargarán de todo.
En alguna parte hay un Director que estará encargado de la programación, de que las escenas se realicen a tiempo y que cada actor tenga asignado su papel. El director hipotético debe saber cuales actores están disponibles, cuales de ellos prefieren papeles de carácter, quienes serán los héroes y heroínas, cual es el Don Juan que siempre conquistará la dama y, en general, quienes interpretarán a los buenos y a los malos.
No es necesario hacer un recuento detallado de los numerosos eventos que deben ocurrir para que podamos ver nuestro programa favorito. Apretamos un botón y ya está ahí, mientras desconocemos lo que ocurre en el trasfondo. Eso lo damos por sentado. Todo lo que tenemos que hacer es escoger los programas de acuerdo con las opciones de cada día. Muchas personas están viendo los mismos programas, pero cada una reaccionará de manera individual.
Ahora, imaginemos por un momento que los eventos físicos de nuestra realidad ocurren de la misma manera. Que escogemos aquellos eventos que aparecerán en la pantalla de nuestra experiencia. Estamos bastante familiarizados con los eventos de nuestra propia vida, puesto que en ella somos el héroe principal, el villano, o la víctima, o cualquier otro carácter. De la misma manera como no sabemos lo que ocurre en el estudio de televisión antes de ver el programa, tampoco sabemos lo que ocurre en la estructura creativa de la realidad antes de que experimentemos los eventos físicos. Lo que ocurre en ese inmenso estudio mental y universal “inconsciente” es lo que llamaremos Estructura 2.
Trataremos de interpretar lo que pasa detrás de escena para establecer la forma como escogemos nuestros programas físicos diarios y para describir la manera como esas opciones personales se mezclan y se fusionan para formar una realidad masiva.
Regresemos a la televisión de nuevo. Podemos cambiar un programa que nos ofende. Decidimos comprar o no comprar un producto cuyas virtudes la publicidad exalta. Lo que la televisión nos presenta es un espejo de nuestra sociedad. Ella refleja a través de millones de hogares los sueños y temores, esperanzas y terrores de cada individuo.
La televisión interactúa con nuestras vidas, pero no es la causa de nuestras vidas. Ella no origina los eventos que presenta. Con nuestra gran creencia en la tecnología, nos parece que la televisión es la causa de la violencia, o que es la causa de nuestro apego al materialismo, o que es la causa de una “moral floja”. La televisión refleja. Se puede decir que la televisión no distorsiona, aunque puede reflejar las distorsiones. Los escritores y los actores de la televisión están sintonizados con la “mente masiva”. Ellos no son líderes o seguidores. Ellos son reflectores creativos, profundamente enterados de los patrones psíquicos y emocionales de su época.
A través de los periódicos y revistas nos enteramos de las películas, noticieros y programas que ofrece la televisión. De igual manera, nos enteramos de los “programas” físicos que se presentan en nuestro país y en el mundo entero. Nosotros decidimos en cuales de esas aventuras queremos participar y las experimentaremos en nuestra vida normal, es decir, en la Estructura 1. Los mecanismos internos, que ocurren antes de nuestra experiencia, tendrán lugar en el inmenso estudio mental de la Estructura 2. Allí, se organizarán todos los detalles, los aparentes encuentros fortuitos, las coincidencias inexplicables, que deben ocurrir antes de que un evento físico tenga lugar.
En un nivel consciente y con las solas reservas conscientes, no podríamos mantener nuestro cuerpo vivo ni por una hora. No sabríamos como hacerlo, ya que nuestra vida fluye a través de nosotros automática y espontáneamente. Todos los detalles los damos por sentados: la respiración, los mecanismos internos de nutrición y eliminación, la circulación de la sangre y el mantenimiento de nuestra continuidad psicológica. De todo esto se encarga la Estructura 2.
Entre más nos preocupemos por nuestro cuerpo, su funcionamiento será menos suave. En la espontaneidad con que opera nuestro cuerpo, obviamente, hay una sutil sensación de orden. Cuando prendemos el televisor, la imagen parece llegar a la pantalla de alguna parte. Esa imagen es el resultado de un orden con un enfoque preciso.
Los actores visitan agencias de “casting” para averiguar que producciones necesitan sus servicios. Análogamente, en nuestros sueños visitamos también “agencias de casting” y estamos enterados de las distintas opciones en consideración para la “producción física”. En el estado del sueño nos familiarizamos con los dramas que hay de naturaleza probable. Si existe un interés suficiente, si aplican los actores necesarios, si se acumulan los recursos suficientes, la producción se llevará a cabo.
Cuando estamos en un estado de conciencia diferente al normal, visitamos esa agencia creativa interior en la cual todas las producciones físicas deben tener su inicio. Nos encontramos con otros que, por sus propias razones, están interesados en el mismo tipo de drama. Siguiendo con nuestra analogía, los técnicos, los escritores y los actores se reúnen. Solo que en este caso el resultado será un “evento vivo”, en lugar de uno televisado. Allí se planean películas de desastres, programas educacionales y dramas religiosos. Todos ellos aparecerán en la realidad física.
Todos los eventos ocurren como resultado de las creencias, deseos e intenciones del individuo. No existe tal cosa como encuentros fortuitos. Ningún nacimiento, ni ninguna muerte, ocurren por casualidad. En la atmósfera creativa de la Estructura 2, las intenciones se conocen. Allí, ninguna acción es privada. El sistema de comunicaciones lleva hasta nuestro cuarto las noticias de los eventos que ocurrieron en todas las partes del mundo. En la Estructura 2, el sistema interno de comunicaciones tiene un alcance mucho más poderoso y cada acto mental está impreso en su pantalla multidimensional. Esa pantalla está disponible para todos y, en otros niveles de conciencia, particularmente en el estado del sueño, los eventos de esa realidad interior están siempre presentes y son tan fácilmente accesibles como los eventos físicos cuando estamos despiertos.
La Estructura 2 tiene un servicio de información infinito, que instantáneamente nos pone en contacto con cualquier conocimiento que necesitemos. Establece circuitos entre nosotros y los demás y calcula probabilidades con velocidad extrema.
En la Estructura 2 no podemos obtener lo que queremos a expensas o en detrimento de alguien más. No la podemos utilizar para forzar un evento sobre otra persona. Quiere decir que es necesario cumplir ciertos prerrequisitos antes de que un determinado fin se convierta en experiencia física
La televisión sirve no solamente como un medio de meditación comunal, sino que también exhibe una especie de sueño detallado y manufacturado, en el que cada televidente participa. Procederemos a hacer algunas distinciones, por lo que introduciremos los términos “Estructura 1” y “Estructura 2”, con el ánimo de hacer más clara la presentación.
Llamaremos el mundo, tal como lo experimentamos físicamente, la Estructura 1. En ella, vemos los programas de televisión, por ejemplo. Tenemos muchos canales opcionales y programas favoritos, y le seguimos la pista a ciertos dramas y ciertos actores. Observamos todos estos dramas apenas comprendiendo como es que ellos aparecen en la pantalla de nuestro televisor. Tenemos la certeza de que si compramos un televisor, este funcionará de manera adecuada, aunque no sepamos nada de electrónica. Cambiamos de canal con resultados predecibles. Por ejemplo, la programación del Canal 9 no aparecerá de pronto en el Canal 6. Los actores mismos, que toman parte en la serie, no tienen ni la más remota idea de los eventos que hacen que sus propias imágenes aparezcan en las pantallas del televisor. Su trabajo es actuar, dando por sentado que los técnicos se encargarán de todo.
En alguna parte hay un Director que estará encargado de la programación, de que las escenas se realicen a tiempo y que cada actor tenga asignado su papel. El director hipotético debe saber cuales actores están disponibles, cuales de ellos prefieren papeles de carácter, quienes serán los héroes y heroínas, cual es el Don Juan que siempre conquistará la dama y, en general, quienes interpretarán a los buenos y a los malos.
No es necesario hacer un recuento detallado de los numerosos eventos que deben ocurrir para que podamos ver nuestro programa favorito. Apretamos un botón y ya está ahí, mientras desconocemos lo que ocurre en el trasfondo. Eso lo damos por sentado. Todo lo que tenemos que hacer es escoger los programas de acuerdo con las opciones de cada día. Muchas personas están viendo los mismos programas, pero cada una reaccionará de manera individual.
Ahora, imaginemos por un momento que los eventos físicos de nuestra realidad ocurren de la misma manera. Que escogemos aquellos eventos que aparecerán en la pantalla de nuestra experiencia. Estamos bastante familiarizados con los eventos de nuestra propia vida, puesto que en ella somos el héroe principal, el villano, o la víctima, o cualquier otro carácter. De la misma manera como no sabemos lo que ocurre en el estudio de televisión antes de ver el programa, tampoco sabemos lo que ocurre en la estructura creativa de la realidad antes de que experimentemos los eventos físicos. Lo que ocurre en ese inmenso estudio mental y universal “inconsciente” es lo que llamaremos Estructura 2.
Trataremos de interpretar lo que pasa detrás de escena para establecer la forma como escogemos nuestros programas físicos diarios y para describir la manera como esas opciones personales se mezclan y se fusionan para formar una realidad masiva.
Regresemos a la televisión de nuevo. Podemos cambiar un programa que nos ofende. Decidimos comprar o no comprar un producto cuyas virtudes la publicidad exalta. Lo que la televisión nos presenta es un espejo de nuestra sociedad. Ella refleja a través de millones de hogares los sueños y temores, esperanzas y terrores de cada individuo.
La televisión interactúa con nuestras vidas, pero no es la causa de nuestras vidas. Ella no origina los eventos que presenta. Con nuestra gran creencia en la tecnología, nos parece que la televisión es la causa de la violencia, o que es la causa de nuestro apego al materialismo, o que es la causa de una “moral floja”. La televisión refleja. Se puede decir que la televisión no distorsiona, aunque puede reflejar las distorsiones. Los escritores y los actores de la televisión están sintonizados con la “mente masiva”. Ellos no son líderes o seguidores. Ellos son reflectores creativos, profundamente enterados de los patrones psíquicos y emocionales de su época.
A través de los periódicos y revistas nos enteramos de las películas, noticieros y programas que ofrece la televisión. De igual manera, nos enteramos de los “programas” físicos que se presentan en nuestro país y en el mundo entero. Nosotros decidimos en cuales de esas aventuras queremos participar y las experimentaremos en nuestra vida normal, es decir, en la Estructura 1. Los mecanismos internos, que ocurren antes de nuestra experiencia, tendrán lugar en el inmenso estudio mental de la Estructura 2. Allí, se organizarán todos los detalles, los aparentes encuentros fortuitos, las coincidencias inexplicables, que deben ocurrir antes de que un evento físico tenga lugar.
En un nivel consciente y con las solas reservas conscientes, no podríamos mantener nuestro cuerpo vivo ni por una hora. No sabríamos como hacerlo, ya que nuestra vida fluye a través de nosotros automática y espontáneamente. Todos los detalles los damos por sentados: la respiración, los mecanismos internos de nutrición y eliminación, la circulación de la sangre y el mantenimiento de nuestra continuidad psicológica. De todo esto se encarga la Estructura 2.
Entre más nos preocupemos por nuestro cuerpo, su funcionamiento será menos suave. En la espontaneidad con que opera nuestro cuerpo, obviamente, hay una sutil sensación de orden. Cuando prendemos el televisor, la imagen parece llegar a la pantalla de alguna parte. Esa imagen es el resultado de un orden con un enfoque preciso.
Los actores visitan agencias de “casting” para averiguar que producciones necesitan sus servicios. Análogamente, en nuestros sueños visitamos también “agencias de casting” y estamos enterados de las distintas opciones en consideración para la “producción física”. En el estado del sueño nos familiarizamos con los dramas que hay de naturaleza probable. Si existe un interés suficiente, si aplican los actores necesarios, si se acumulan los recursos suficientes, la producción se llevará a cabo.
Cuando estamos en un estado de conciencia diferente al normal, visitamos esa agencia creativa interior en la cual todas las producciones físicas deben tener su inicio. Nos encontramos con otros que, por sus propias razones, están interesados en el mismo tipo de drama. Siguiendo con nuestra analogía, los técnicos, los escritores y los actores se reúnen. Solo que en este caso el resultado será un “evento vivo”, en lugar de uno televisado. Allí se planean películas de desastres, programas educacionales y dramas religiosos. Todos ellos aparecerán en la realidad física.
Todos los eventos ocurren como resultado de las creencias, deseos e intenciones del individuo. No existe tal cosa como encuentros fortuitos. Ningún nacimiento, ni ninguna muerte, ocurren por casualidad. En la atmósfera creativa de la Estructura 2, las intenciones se conocen. Allí, ninguna acción es privada. El sistema de comunicaciones lleva hasta nuestro cuarto las noticias de los eventos que ocurrieron en todas las partes del mundo. En la Estructura 2, el sistema interno de comunicaciones tiene un alcance mucho más poderoso y cada acto mental está impreso en su pantalla multidimensional. Esa pantalla está disponible para todos y, en otros niveles de conciencia, particularmente en el estado del sueño, los eventos de esa realidad interior están siempre presentes y son tan fácilmente accesibles como los eventos físicos cuando estamos despiertos.
La Estructura 2 tiene un servicio de información infinito, que instantáneamente nos pone en contacto con cualquier conocimiento que necesitemos. Establece circuitos entre nosotros y los demás y calcula probabilidades con velocidad extrema.
En la Estructura 2 no podemos obtener lo que queremos a expensas o en detrimento de alguien más. No la podemos utilizar para forzar un evento sobre otra persona. Quiere decir que es necesario cumplir ciertos prerrequisitos antes de que un determinado fin se convierta en experiencia física
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