La ciencia ha venido utilizando instrumentos como herramientas para estudiar la naturaleza de la realidad. Vamos a aprender una lección muy importante: Los instrumentos son útiles solamente para medir el nivel de realidad en el cual ellos mismos existen. Los instrumentos ayudan a interpretar el universo en términos horizontales, para describirlo de alguna manera. Para estudiar las más profundas realidades, dentro y detrás de ese universo, los instrumentos no solo son inútiles sino engañosos.
La llamada ciencia objetiva presenta un cuadro, un modelo, que ha cumplido un propósito útil. Ha servido para ir a la luna, por ejemplo, y para avanzar en una tecnología a la que por un tiempo le hemos puesto el corazón. En la estructura de la ciencia objetiva, como existe ahora, aún la tecnología se va a encontrar con un muro de piedra. Aún como un medio, la ciencia objetiva solo sirve por un tiempo, ya que constantemente se encuentra con profundas realidades internas, que necesariamente deben ignorarse y ponerse a un lado, por causa de sus métodos y actitud. Ninguna ciencia objetiva o espléndida tecnología, por si solas, mantendrá una persona viva, si ella ha decidido morir, o si no encuentra satisfacción alguna en su vida diaria.
Sin una identificación con la tierra, el planeta y sus estaciones, la tecnología no ayudará a entender esa tierra y mucho menos la manera de utilizarla efectivamente. Sin una identificación con la raza, en su conjunto, ninguna tecnología puede salvar esa raza. Si el hombre no se identifica con las otras formas de vida, con las que comparte el planeta, ninguna tecnología le ayudará a entender su experiencia. Los artefactos no nos enseñarán nada sobre las dimensiones de la conciencia.
Existieron algunas civilizaciones en este planeta que entendieron el funcionamiento de los planetas y el posicionamiento de las estrellas y que previeron cambios globales. Utilizaron la Física Mental. Hubo hombres que viajaron a la luna y obtuvieron información científica. Entendieron mejor que nosotros el origen del sistema solar. Algunas de esas civilizaciones no necesitaron naves espaciales. Un grupo de hombres altamente entrenados, que combinaron las habilidades del “Científico del arte de ensoñar” y del “Físico Mental”, cooperaron en viajes a través del tiempo y del espacio.
Existen mapas muy antiguos, elaborados desde una altura de 300 kilómetros de la tierra, cuando se regresaba de esos viajes.
Existen diseños de átomos y moléculas elaborados por personas que aprendieron el arte de identificarse con esos fenómenos. Existen archivos de mucha significación en almacenamientos arqueológicos, que no han sido reconocidos porque la ciencia no ha hecho la conexión adecuada y, en algunos casos, porque no se ha avanzado científicamente lo suficiente para entender la información.
El empuje y la dirección de la ciencia actual es el totalmente opuesto al desarrollo de estas ciencias interiores. De tal manera que todo paso que se de en esa misma dirección nos apartará aún más de la adecuada. La ciencia se basa en el deseo de conocimiento y tiene intersecciones que siempre se presentan en todas las rutas que se tomen. En este momento, estamos en una de esas intersecciones. La ciencia nos ha llevado a su conclusión lógica, pero ella no es suficiente. Algunos piensan que sus métodos y actitudes tienen incorporada una gran desventaja. Los físicos han llegado a un punto en el que no se puede avanzar y las normas no aplican. No podemos seguir separados de la realidad, presentando solo gráficos de ella. De esa manera, jamás entenderemos su verdadera naturaleza.
El comportamiento de los electrones, por ejemplo, siempre eludirá el conocimiento tecnológico, porque, en términos más profundos, lo que percibiremos de los electrones será una fachada, una apariencia o una ilusión. Aún así, dentro de las reglas del juego, la ciencia ha logrado que los “hechos” acerca de los electrones funcionen. Sin embargo, otra cosa es seguir su actividad multidimensional, para la cual se necesitarán medios mucho más rápidos. Los puntos clave de la realidad están más allá de la actividad de los electrones. Mientras pensemos en términos de partículas sub-atómicas, estaremos fuera de la ruta, inclusive si pensamos en términos de ondas.
En todos los métodos utilizados, siempre olvidamos lo más importante: la realidad de la conciencia, sus formas y manifestaciones.
La llamada ciencia objetiva presenta un cuadro, un modelo, que ha cumplido un propósito útil. Ha servido para ir a la luna, por ejemplo, y para avanzar en una tecnología a la que por un tiempo le hemos puesto el corazón. En la estructura de la ciencia objetiva, como existe ahora, aún la tecnología se va a encontrar con un muro de piedra. Aún como un medio, la ciencia objetiva solo sirve por un tiempo, ya que constantemente se encuentra con profundas realidades internas, que necesariamente deben ignorarse y ponerse a un lado, por causa de sus métodos y actitud. Ninguna ciencia objetiva o espléndida tecnología, por si solas, mantendrá una persona viva, si ella ha decidido morir, o si no encuentra satisfacción alguna en su vida diaria.
Sin una identificación con la tierra, el planeta y sus estaciones, la tecnología no ayudará a entender esa tierra y mucho menos la manera de utilizarla efectivamente. Sin una identificación con la raza, en su conjunto, ninguna tecnología puede salvar esa raza. Si el hombre no se identifica con las otras formas de vida, con las que comparte el planeta, ninguna tecnología le ayudará a entender su experiencia. Los artefactos no nos enseñarán nada sobre las dimensiones de la conciencia.
Existieron algunas civilizaciones en este planeta que entendieron el funcionamiento de los planetas y el posicionamiento de las estrellas y que previeron cambios globales. Utilizaron la Física Mental. Hubo hombres que viajaron a la luna y obtuvieron información científica. Entendieron mejor que nosotros el origen del sistema solar. Algunas de esas civilizaciones no necesitaron naves espaciales. Un grupo de hombres altamente entrenados, que combinaron las habilidades del “Científico del arte de ensoñar” y del “Físico Mental”, cooperaron en viajes a través del tiempo y del espacio.
Existen mapas muy antiguos, elaborados desde una altura de 300 kilómetros de la tierra, cuando se regresaba de esos viajes.
Existen diseños de átomos y moléculas elaborados por personas que aprendieron el arte de identificarse con esos fenómenos. Existen archivos de mucha significación en almacenamientos arqueológicos, que no han sido reconocidos porque la ciencia no ha hecho la conexión adecuada y, en algunos casos, porque no se ha avanzado científicamente lo suficiente para entender la información.
El empuje y la dirección de la ciencia actual es el totalmente opuesto al desarrollo de estas ciencias interiores. De tal manera que todo paso que se de en esa misma dirección nos apartará aún más de la adecuada. La ciencia se basa en el deseo de conocimiento y tiene intersecciones que siempre se presentan en todas las rutas que se tomen. En este momento, estamos en una de esas intersecciones. La ciencia nos ha llevado a su conclusión lógica, pero ella no es suficiente. Algunos piensan que sus métodos y actitudes tienen incorporada una gran desventaja. Los físicos han llegado a un punto en el que no se puede avanzar y las normas no aplican. No podemos seguir separados de la realidad, presentando solo gráficos de ella. De esa manera, jamás entenderemos su verdadera naturaleza.
El comportamiento de los electrones, por ejemplo, siempre eludirá el conocimiento tecnológico, porque, en términos más profundos, lo que percibiremos de los electrones será una fachada, una apariencia o una ilusión. Aún así, dentro de las reglas del juego, la ciencia ha logrado que los “hechos” acerca de los electrones funcionen. Sin embargo, otra cosa es seguir su actividad multidimensional, para la cual se necesitarán medios mucho más rápidos. Los puntos clave de la realidad están más allá de la actividad de los electrones. Mientras pensemos en términos de partículas sub-atómicas, estaremos fuera de la ruta, inclusive si pensamos en términos de ondas.
En todos los métodos utilizados, siempre olvidamos lo más importante: la realidad de la conciencia, sus formas y manifestaciones.
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