Nuestra realidad es como una plataforma brillante, una superficie que se apoya en probabilidades. A estas las seguimos inconscientemente y nadamos en ellas tan fácilmente que no se nos ocurre preguntarnos por nuestro origen o el medio en el cual tenemos nuestra existencia.
Las personas que comparten la misma fecha, y aún el mismo lugar de nacimiento, no tienen el mismo “destino”. Aún más, no comparten las mismas condiciones, necesariamente. Cada una se afecta por su propio sistema de probabilidades al nacer y esas condiciones alteran drásticamente la naturaleza de su desarrollo.
La práctica de señalar el momento de la concepción como la fecha del nacimiento, es equivocada. No existe un momento en el que podamos decir, en términos básicos, que una persona está viva, aunque es más práctico aceptar ciertos momentos especiales para que la vida y la muerte ocurran. La verdad es que emergemos en el espacio y el tiempo en cierto momento de nuestra percepción. Sin embargo, nuestra conciencia ha existido desde mucho antes. En un contexto más amplio, el hijo es el padre de su padre, de una manera tan cierta como es su hijo, y viceversa. Una vez que liberemos nuestra conciencia de conceptos limitantes sobre el tiempo y el ser, estaremos listos para iniciar la exploración de la realidad desconocida de ese ser no reconocido.
Cuando pensamos en términos convencionales en la astrología, es como si leyéramos la carátula de un libro sin darnos cuenta de las muchas páginas que hay dentro de él.
La conciencia, activa dentro de las estructuras celulares, se mueve anticipadamente para reaccionar a ciertas condiciones y no a otras. Muchas personas han nacido el mismo día de un año determinado y dentro del mismo período de tiempo, pero, individualmente, el movimiento interior puede ser diferente. Mientras las condiciones en el momento del nacimiento pueden parecer más o menos iguales, las reacciones internas a esas condiciones serán muy distintas. Algunas personas se afectarán más y serán más sensibles a otras probabilidades y éstas no aparecen en los “cartas astrológicas”. Estas hacen énfasis en una sola línea de probabilidades, a costa de todas las demás.
Así como las células operan con el conocimiento de las acciones probables y mantienen el cuerpo físico en el sistema que hemos escogido, la mente, operando de igual manera, se siembra, ella misma, en muchas probabilidades diferentes. En este caso, estamos hablando de probabilidades físicas, o alternativas del mundo que conocemos. Todas las personas vivas contemporáneas no pertenecen al mismo sistema probable. Estamos en un campo de intercambio en el que personas de muchas realidades probables se mezclan, poniéndose de acuerdo en aceptar ciertas porciones del mismo entorno del espacio-tiempo.
En nuestra experiencia, nos concentramos en ciertos eventos similares y desechamos otros que no lo son. Damos por sentado que la memoria falla, cuando no estamos de acuerdo con otra persona sobre los eventos que ocurrieron en cierto tiempo y lugar. Damos por sentado que la interpretación de los eventos cambia, pero que ciertos eventos que ocurrieron no son susceptibles de interpretación. Los eventos mismos no son tan concretos. Nosotros aceptamos un evento probable, pero otras personas pueden experimentar otra versión de ese evento, lo que se convierte para ellas en su realidad sentida.
Las personas que comparten la misma fecha, y aún el mismo lugar de nacimiento, no tienen el mismo “destino”. Aún más, no comparten las mismas condiciones, necesariamente. Cada una se afecta por su propio sistema de probabilidades al nacer y esas condiciones alteran drásticamente la naturaleza de su desarrollo.
La práctica de señalar el momento de la concepción como la fecha del nacimiento, es equivocada. No existe un momento en el que podamos decir, en términos básicos, que una persona está viva, aunque es más práctico aceptar ciertos momentos especiales para que la vida y la muerte ocurran. La verdad es que emergemos en el espacio y el tiempo en cierto momento de nuestra percepción. Sin embargo, nuestra conciencia ha existido desde mucho antes. En un contexto más amplio, el hijo es el padre de su padre, de una manera tan cierta como es su hijo, y viceversa. Una vez que liberemos nuestra conciencia de conceptos limitantes sobre el tiempo y el ser, estaremos listos para iniciar la exploración de la realidad desconocida de ese ser no reconocido.
Cuando pensamos en términos convencionales en la astrología, es como si leyéramos la carátula de un libro sin darnos cuenta de las muchas páginas que hay dentro de él.
La conciencia, activa dentro de las estructuras celulares, se mueve anticipadamente para reaccionar a ciertas condiciones y no a otras. Muchas personas han nacido el mismo día de un año determinado y dentro del mismo período de tiempo, pero, individualmente, el movimiento interior puede ser diferente. Mientras las condiciones en el momento del nacimiento pueden parecer más o menos iguales, las reacciones internas a esas condiciones serán muy distintas. Algunas personas se afectarán más y serán más sensibles a otras probabilidades y éstas no aparecen en los “cartas astrológicas”. Estas hacen énfasis en una sola línea de probabilidades, a costa de todas las demás.
Así como las células operan con el conocimiento de las acciones probables y mantienen el cuerpo físico en el sistema que hemos escogido, la mente, operando de igual manera, se siembra, ella misma, en muchas probabilidades diferentes. En este caso, estamos hablando de probabilidades físicas, o alternativas del mundo que conocemos. Todas las personas vivas contemporáneas no pertenecen al mismo sistema probable. Estamos en un campo de intercambio en el que personas de muchas realidades probables se mezclan, poniéndose de acuerdo en aceptar ciertas porciones del mismo entorno del espacio-tiempo.
En nuestra experiencia, nos concentramos en ciertos eventos similares y desechamos otros que no lo son. Damos por sentado que la memoria falla, cuando no estamos de acuerdo con otra persona sobre los eventos que ocurrieron en cierto tiempo y lugar. Damos por sentado que la interpretación de los eventos cambia, pero que ciertos eventos que ocurrieron no son susceptibles de interpretación. Los eventos mismos no son tan concretos. Nosotros aceptamos un evento probable, pero otras personas pueden experimentar otra versión de ese evento, lo que se convierte para ellas en su realidad sentida.
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