Necesitamos entender que nuestra realidad total existe estando en el cuerpo o fuera de él y que nuestra experiencia subjetiva tiene un espectro más amplio del que permite el cerebro físico. Hay otra existencia, no corporal, que el cerebro no registra. Solo cuando estamos dormidos, entramos en un área conectiva en la cual se presentan algunas señales de esas experiencias.
Algunas civilizaciones experimentaron con un tipo de ciencia diferente a la que nos es familiar. Tuvieron diversos grados de éxito en el intento de comprender la naturaleza de la realidad, pero sus metas eran diferentes a las nuestras. Esta gente enfocaba su conciencia en una dirección totalmente diferente. Nuestro comportamiento, costumbres, ciencia y artes, son exclusivos de nuestra civilización. Sin embargo, estas disciplinas nos dan algunas indicaciones de cómo podemos utilizar ciertas habilidades para incursionar en una realidad “desconocida”.
Tal como concebimos la ciencia, esta se aparta del sujeto, mientras el arte se identifica con él. Otras civilizaciones consideraban el arte como una ciencia y lo utilizaban de tal manera que presentaba un cuadro perfecto de la naturaleza de la realidad. Era un cuadro en el cual las emociones y la motivación humanas jugaban un papel muy importante.
Nuestros científicos emplean muchos años en su entrenamiento. Si el mismo tiempo lo emplearan en aprender una clase diferente de ciencia, podrían descubrir mucho más acerca de las realidades conocidas y desconocidas. Algunos científicos se han dedicado al estudio de los sueños en laboratorios especializados, pero ahí se encuentran con una percepción prejuiciada, en la cual ellos, desde el exterior, estudian los sueños de otras personas y hacen énfasis solo en los cambios físicos que se presentan. El problema reside en que la mayoría de los científicos no comprende que existe una realidad interior, que tiene tanta validez como la realidad externa, y que es el origen de ella. Es esa realidad interna la que ofrece respuestas y soluciones y la que revela los puntos más importantes en que se sustenta la realidad física.
El Arte de Ensoñar es una ciencia que hace mucho tiempo olvidamos en nuestra civilización. Este arte entrena la mente para adquirir un tipo de conciencia que pueda familiarizarse con otras existencias y se sienta segura en todas ellas. Todos estamos en capacidad de estudiar este arte-ciencia, pero lograr su desarrollo total tomará años de entrenamiento. Se necesita determinación y total dedicación, como lo requiere una verdadera vocación. Se debe tener cierto talento natural, además de cierta predisposición al riesgo y la exploración. Se requiere también un sentido de independencia y espontaneidad. Existen algunas personas que tienen este don, pero generalmente pasan desapercibidas por la sociedad, ya que a este tipo de don no se le da ninguna prioridad.
Lo primero que aprende el practicante de este antiguo arte, es como llegar a estar consciente en medio del estado de sueño. Es la manera de enterarse de las diferentes alteraciones subjetivas que ocurren cuando el sueño se inicia, sucede y termina. Se llega a familiarizar con el simbolismo de sus propios sueños y establece si estos símbolos corresponden o no a los que aparecen en la vida diaria que comparte con otras personas.
Quien practica el arte de ensoñar, encontrará en su realidad interior ciertos “lugares” de contacto y comunicación. Se trata en realidad de centros de aprendizaje. Muchas personas tienen sueños en los cuales están asistiendo a clases en otro tipo de realidad. Estos sueños pueden o no parecer distorsionados y representan experiencias internas válidas. Todo esto corresponde solamente a la iniciación del practicante del arte de ensoñar científico, porque empezará a darse cuenta de la existencia de otra clase de realidades y experiencias. Debe aprender a aislarlas, separarlas y tratar de entender las leyes que las gobiernan. Aprenderá que algunas de ellas casi coinciden con la realidad física; que a ciertos niveles, algunos eventos se convertirán en eventos físicos del futuro, mientras otros no. Es en ese momento que empezará a tener una idea de los patrones que rigen el mundo que conocemos.
El científico del arte de ensoñar debe explorar el universo interior en lugar del exterior. Comprenderá que él mismo no puede aislarse de una realidad de la cual forma parte necesariamente. En términos bastante reales, los sueños y los árboles que están afuera de las ventanas tienen un común denominador: ambos surgen del interior de la conciencia. Sólo como una analogía, miremos el asunto de esta manera:
Nuestro universo es un sueño compartido en masa, bastante válido. Es un sueño que presenta la realidad en cierta luz. Es un sueño significativo y creativo, que no está basado en el caos, sino en un orden espontáneo. Para entenderlo, debemos ir a otro nivel de conciencia, aquel en que quizá el sueño aparece como irreal momentáneamente. Desde allí, desde ese otro punto de vista, lo podemos ver más claramente, como cuando miramos una fotografía. También nos daremos cuenta, desde esta perspectiva más amplia, que nosotros también estamos por fuera del contexto del sueño, pero si estamos en un “interior”, que no aparece en la foto por sus limitaciones.
Algunas civilizaciones experimentaron con un tipo de ciencia diferente a la que nos es familiar. Tuvieron diversos grados de éxito en el intento de comprender la naturaleza de la realidad, pero sus metas eran diferentes a las nuestras. Esta gente enfocaba su conciencia en una dirección totalmente diferente. Nuestro comportamiento, costumbres, ciencia y artes, son exclusivos de nuestra civilización. Sin embargo, estas disciplinas nos dan algunas indicaciones de cómo podemos utilizar ciertas habilidades para incursionar en una realidad “desconocida”.
Tal como concebimos la ciencia, esta se aparta del sujeto, mientras el arte se identifica con él. Otras civilizaciones consideraban el arte como una ciencia y lo utilizaban de tal manera que presentaba un cuadro perfecto de la naturaleza de la realidad. Era un cuadro en el cual las emociones y la motivación humanas jugaban un papel muy importante.
Nuestros científicos emplean muchos años en su entrenamiento. Si el mismo tiempo lo emplearan en aprender una clase diferente de ciencia, podrían descubrir mucho más acerca de las realidades conocidas y desconocidas. Algunos científicos se han dedicado al estudio de los sueños en laboratorios especializados, pero ahí se encuentran con una percepción prejuiciada, en la cual ellos, desde el exterior, estudian los sueños de otras personas y hacen énfasis solo en los cambios físicos que se presentan. El problema reside en que la mayoría de los científicos no comprende que existe una realidad interior, que tiene tanta validez como la realidad externa, y que es el origen de ella. Es esa realidad interna la que ofrece respuestas y soluciones y la que revela los puntos más importantes en que se sustenta la realidad física.
El Arte de Ensoñar es una ciencia que hace mucho tiempo olvidamos en nuestra civilización. Este arte entrena la mente para adquirir un tipo de conciencia que pueda familiarizarse con otras existencias y se sienta segura en todas ellas. Todos estamos en capacidad de estudiar este arte-ciencia, pero lograr su desarrollo total tomará años de entrenamiento. Se necesita determinación y total dedicación, como lo requiere una verdadera vocación. Se debe tener cierto talento natural, además de cierta predisposición al riesgo y la exploración. Se requiere también un sentido de independencia y espontaneidad. Existen algunas personas que tienen este don, pero generalmente pasan desapercibidas por la sociedad, ya que a este tipo de don no se le da ninguna prioridad.
Lo primero que aprende el practicante de este antiguo arte, es como llegar a estar consciente en medio del estado de sueño. Es la manera de enterarse de las diferentes alteraciones subjetivas que ocurren cuando el sueño se inicia, sucede y termina. Se llega a familiarizar con el simbolismo de sus propios sueños y establece si estos símbolos corresponden o no a los que aparecen en la vida diaria que comparte con otras personas.
Quien practica el arte de ensoñar, encontrará en su realidad interior ciertos “lugares” de contacto y comunicación. Se trata en realidad de centros de aprendizaje. Muchas personas tienen sueños en los cuales están asistiendo a clases en otro tipo de realidad. Estos sueños pueden o no parecer distorsionados y representan experiencias internas válidas. Todo esto corresponde solamente a la iniciación del practicante del arte de ensoñar científico, porque empezará a darse cuenta de la existencia de otra clase de realidades y experiencias. Debe aprender a aislarlas, separarlas y tratar de entender las leyes que las gobiernan. Aprenderá que algunas de ellas casi coinciden con la realidad física; que a ciertos niveles, algunos eventos se convertirán en eventos físicos del futuro, mientras otros no. Es en ese momento que empezará a tener una idea de los patrones que rigen el mundo que conocemos.
El científico del arte de ensoñar debe explorar el universo interior en lugar del exterior. Comprenderá que él mismo no puede aislarse de una realidad de la cual forma parte necesariamente. En términos bastante reales, los sueños y los árboles que están afuera de las ventanas tienen un común denominador: ambos surgen del interior de la conciencia. Sólo como una analogía, miremos el asunto de esta manera:
Nuestro universo es un sueño compartido en masa, bastante válido. Es un sueño que presenta la realidad en cierta luz. Es un sueño significativo y creativo, que no está basado en el caos, sino en un orden espontáneo. Para entenderlo, debemos ir a otro nivel de conciencia, aquel en que quizá el sueño aparece como irreal momentáneamente. Desde allí, desde ese otro punto de vista, lo podemos ver más claramente, como cuando miramos una fotografía. También nos daremos cuenta, desde esta perspectiva más amplia, que nosotros también estamos por fuera del contexto del sueño, pero si estamos en un “interior”, que no aparece en la foto por sus limitaciones.
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