Anteriormente, hemos hablado del hombre probable, hemos aludido a civilizaciones probables y mencionado sistemas alternativos de realidad. Todo esto no existe totalmente separado del mundo que conocemos, o completamente separado de la mente. Cuando no hemos experimentado con otras realidades, su existencia permanece en el campo de la conjetura especulativa.
La realidad desconocida es una variante de la realidad conocida, de tal manera que sus rasgos están latentes y no son predominantes en nuestra experiencia privada y masiva. El encuentro con estos fenómenos significa traer a nuestro enfoque elementos sobre los cuales generalmente no estamos concentrados. La conciencia necesita aprender a organizarse a sí misma en más de una forma, o debemos permitirle que haga uso de sus capacidades de una manera más completa. No se trata, necesariamente, de que la conciencia ignore el contenido del mundo, o de que niegue la percepción física. El asunto está en ver el contenido de ese mundo en forma distinta y en liberar los sentidos físicos de las restricciones que nuestras convenciones mentales les han impuesto.
Cada estación particular de la conciencia percibe un tipo diferente de realidad. Usualmente, estamos sintonizados con nuestra propia estación, la mayor parte del tiempo. Si cambiamos ligeramente el enfoque, el mundo aparecerá diferente. Si esa ligera alteración predomina, esa será la manera como el mundo aparecerá. Cada aspecto de la mente percibe la realidad sobre la cual está enfocada. Esa realidad es también la materialización de un estado particular de la mente, proyectado al exterior. Podemos aprender la manera de encontrar otras realidades, alterando la posición de la conciencia dentro de la propia mente.
Lo primero que necesitamos hacer es familiarizarnos con el funcionamiento de nuestra propia conciencia, cuando está orientada hacia el mundo físico. No podremos saber cuando estaremos enfocados en otra realidad, si no nos damos cuenta de lo que sentimos cuando estamos enfocados totalmente en nuestra propia realidad.
Cuando soñamos despiertos, nos alejamos ligeramente de nuestra estación base, pero seguimos ligados a ella. Generalmente no le prestamos atención a nuestra propia experiencia subjetiva, cuando la conciencia, por cortos períodos de tiempo, deja su enfoque sobre esta realidad.
Si llevamos una cámara fotográfica y tomamos fotos de lo que encontramos mientras caminamos o charlamos con amigos, habremos conservado imágenes de las actividades del día. La película de la cámara mostrará las fotos tomadas en determinado día. En las fotos de ese día, no aparecerán fotos del pasado o del futuro.
En el mundo del sueño, el fotógrafo encontrará una situación totalmente diferente, ya que allí la conciencia puede captar escenas de tiempos totalmente diferentes, de la misma manera como el fotógrafo, en la realidad física, toma fotos de diferentes lugares. Si no nos damos cuenta de esto, el álbum de fotografías del sueño no tendrá sentido.
En el estado de vigilia experimentamos con ciertos eventos como reales y estos son generalmente los únicos que captará el fotógrafo ordinario. El mundo del sueño presenta una categoría de eventos mucho más amplia. Algunos de ellos aparecerán posteriormente como eventos físicos, mientras que otros, igualmente válidos, no aparecerán. En otras palabras, la cámara del sueño captará también eventos probables.
Cuando despertamos, con una foto del sueño en la mente, puede parecernos sin sentido al no estar de acuerdo con el orden de actividades que reconocemos normalmente. Podemos tomar una decisión particular con la conciencia física en vigilia y esa decisión producirá ciertos eventos. Utilizando una cámara del sueño, con alguna práctica, podemos descubrir la historia de la mente y encontrar las decisiones probables experimentadas en el sueño. Ellas sirven como base sobre las cuales tomamos las decisiones en la vida física. Se necesita cierta habilidad especial para aprender a interpretar las fotos contenidas en este álbum del sueño. Si queremos comprender la vida física, disponiendo de unas pocas fotos tomadas en diferentes lugares, en diferentes tiempos, tendremos una idea muy poco clara de la naturaleza de la realidad física. Se aplica lo mismo a la realidad del sueño, ya que los sueños que recordamos son como fotos instantáneas tomadas en condiciones muy variables. Una sola foto no nos dice la historia completa. Necesitamos hacer una descripción escrita de cada escena del sueño y llevar un registro continuo de ellas, ya que nos proporcionarán el conocimiento de nuestra propia mente y de la realidad desconocida en la cual tiene su existencia.
Cuando tomamos una fotografía física necesitamos saber como trabaja la cámara. Debemos saber como enfocar, como hacer énfasis en las cualidades particulares que deseamos registrar y como evitar influencias no necesarias. Conocemos la diferencia entre las sombras y los objetos sólidos que las producen. No podemos confundir las sombras con los objetos, aunque sabemos que las sombras son reales.
Haciendo uso de una analogía, debemos decir que los pensamientos y los sentimientos también producen sombras, a las que vamos a llamar alucinaciones, que tienen especial validez. Ellas juegan un papel importante en la realidad del sueño, tienen su belleza y se suman a la imagen total. En el mundo físico, la sombra de un árbol refresca el lugar y afecta el entorno. De la misma manera, las alucinaciones alteran el entorno de una manera diferente y en otro nivel de realidad. En el mundo del sueño, las alucinaciones son como sombras conscientes. No son pasivas, su forma no depende de su origen y tienen sus propias habilidades.
En el mundo físico, un árbol puede proyectar su sombra sobre el suelo. Esta sombra se moverá de acuerdo con el más pequeño movimiento de una de sus hojas, pero su libertad de movimiento lo determinará el movimiento del árbol. La sombra de la hoja se moverá cuando la hoja se mueva.
En el mundo del sueño, la sombra del árbol, una vez proyectada, tendrá la libertad de seguir su propio camino. Quienes ya están familiarizados con la realidad interior, no tendrán ninguna dificultad en distinguir el árbol del sueño de su sombra, como tampoco la tiene el fotógrafo del mundo físico en distinguir el árbol de su sombra sobre el piso.
Al viajero del sueño, que recorre el paisaje con su cámara mental, le va a tomar un tiempo distinguir entre los eventos del sueño y sus sombras o alucinaciones. Puede estar tomando fotos de las sombras en lugar de los árboles y terminar con un resultado que le dará una visión distorsionada de la realidad interior. Por eso es necesario que aprenda a dirigir y enfocar su cámara del sueño.
En nuestra vida diaria, los objetos tienen sombras y los pensamientos y sentimientos no las tienen. En los viajes del sueño necesitamos recordar que los objetos no tienen sombras y los pensamientos y sentimientos si. Puesto que son más vívidas que las sombras ordinarias y tienen colores más vivos, va a ser muy difícil distinguirlas al principio. Debemos recordar que estamos recorriendo un paisaje mental. En la realidad física no podemos hacer que una sombra se mueva por si sola y no desaparecerá porque se lo pidamos. En el mundo del sueño, las alucinaciones desaparecerán tan pronto las reconozcamos como tales y les digamos que se vayan. Ellas se proyectaron originalmente por nuestros propios pensamientos y sentimientos y, cuando quitamos la fuente, su sombra se habrá ido automáticamente.
La realidad desconocida es una variante de la realidad conocida, de tal manera que sus rasgos están latentes y no son predominantes en nuestra experiencia privada y masiva. El encuentro con estos fenómenos significa traer a nuestro enfoque elementos sobre los cuales generalmente no estamos concentrados. La conciencia necesita aprender a organizarse a sí misma en más de una forma, o debemos permitirle que haga uso de sus capacidades de una manera más completa. No se trata, necesariamente, de que la conciencia ignore el contenido del mundo, o de que niegue la percepción física. El asunto está en ver el contenido de ese mundo en forma distinta y en liberar los sentidos físicos de las restricciones que nuestras convenciones mentales les han impuesto.
Cada estación particular de la conciencia percibe un tipo diferente de realidad. Usualmente, estamos sintonizados con nuestra propia estación, la mayor parte del tiempo. Si cambiamos ligeramente el enfoque, el mundo aparecerá diferente. Si esa ligera alteración predomina, esa será la manera como el mundo aparecerá. Cada aspecto de la mente percibe la realidad sobre la cual está enfocada. Esa realidad es también la materialización de un estado particular de la mente, proyectado al exterior. Podemos aprender la manera de encontrar otras realidades, alterando la posición de la conciencia dentro de la propia mente.
Lo primero que necesitamos hacer es familiarizarnos con el funcionamiento de nuestra propia conciencia, cuando está orientada hacia el mundo físico. No podremos saber cuando estaremos enfocados en otra realidad, si no nos damos cuenta de lo que sentimos cuando estamos enfocados totalmente en nuestra propia realidad.
Cuando soñamos despiertos, nos alejamos ligeramente de nuestra estación base, pero seguimos ligados a ella. Generalmente no le prestamos atención a nuestra propia experiencia subjetiva, cuando la conciencia, por cortos períodos de tiempo, deja su enfoque sobre esta realidad.
Si llevamos una cámara fotográfica y tomamos fotos de lo que encontramos mientras caminamos o charlamos con amigos, habremos conservado imágenes de las actividades del día. La película de la cámara mostrará las fotos tomadas en determinado día. En las fotos de ese día, no aparecerán fotos del pasado o del futuro.
En el mundo del sueño, el fotógrafo encontrará una situación totalmente diferente, ya que allí la conciencia puede captar escenas de tiempos totalmente diferentes, de la misma manera como el fotógrafo, en la realidad física, toma fotos de diferentes lugares. Si no nos damos cuenta de esto, el álbum de fotografías del sueño no tendrá sentido.
En el estado de vigilia experimentamos con ciertos eventos como reales y estos son generalmente los únicos que captará el fotógrafo ordinario. El mundo del sueño presenta una categoría de eventos mucho más amplia. Algunos de ellos aparecerán posteriormente como eventos físicos, mientras que otros, igualmente válidos, no aparecerán. En otras palabras, la cámara del sueño captará también eventos probables.
Cuando despertamos, con una foto del sueño en la mente, puede parecernos sin sentido al no estar de acuerdo con el orden de actividades que reconocemos normalmente. Podemos tomar una decisión particular con la conciencia física en vigilia y esa decisión producirá ciertos eventos. Utilizando una cámara del sueño, con alguna práctica, podemos descubrir la historia de la mente y encontrar las decisiones probables experimentadas en el sueño. Ellas sirven como base sobre las cuales tomamos las decisiones en la vida física. Se necesita cierta habilidad especial para aprender a interpretar las fotos contenidas en este álbum del sueño. Si queremos comprender la vida física, disponiendo de unas pocas fotos tomadas en diferentes lugares, en diferentes tiempos, tendremos una idea muy poco clara de la naturaleza de la realidad física. Se aplica lo mismo a la realidad del sueño, ya que los sueños que recordamos son como fotos instantáneas tomadas en condiciones muy variables. Una sola foto no nos dice la historia completa. Necesitamos hacer una descripción escrita de cada escena del sueño y llevar un registro continuo de ellas, ya que nos proporcionarán el conocimiento de nuestra propia mente y de la realidad desconocida en la cual tiene su existencia.
Cuando tomamos una fotografía física necesitamos saber como trabaja la cámara. Debemos saber como enfocar, como hacer énfasis en las cualidades particulares que deseamos registrar y como evitar influencias no necesarias. Conocemos la diferencia entre las sombras y los objetos sólidos que las producen. No podemos confundir las sombras con los objetos, aunque sabemos que las sombras son reales.
Haciendo uso de una analogía, debemos decir que los pensamientos y los sentimientos también producen sombras, a las que vamos a llamar alucinaciones, que tienen especial validez. Ellas juegan un papel importante en la realidad del sueño, tienen su belleza y se suman a la imagen total. En el mundo físico, la sombra de un árbol refresca el lugar y afecta el entorno. De la misma manera, las alucinaciones alteran el entorno de una manera diferente y en otro nivel de realidad. En el mundo del sueño, las alucinaciones son como sombras conscientes. No son pasivas, su forma no depende de su origen y tienen sus propias habilidades.
En el mundo físico, un árbol puede proyectar su sombra sobre el suelo. Esta sombra se moverá de acuerdo con el más pequeño movimiento de una de sus hojas, pero su libertad de movimiento lo determinará el movimiento del árbol. La sombra de la hoja se moverá cuando la hoja se mueva.
En el mundo del sueño, la sombra del árbol, una vez proyectada, tendrá la libertad de seguir su propio camino. Quienes ya están familiarizados con la realidad interior, no tendrán ninguna dificultad en distinguir el árbol del sueño de su sombra, como tampoco la tiene el fotógrafo del mundo físico en distinguir el árbol de su sombra sobre el piso.
Al viajero del sueño, que recorre el paisaje con su cámara mental, le va a tomar un tiempo distinguir entre los eventos del sueño y sus sombras o alucinaciones. Puede estar tomando fotos de las sombras en lugar de los árboles y terminar con un resultado que le dará una visión distorsionada de la realidad interior. Por eso es necesario que aprenda a dirigir y enfocar su cámara del sueño.
En nuestra vida diaria, los objetos tienen sombras y los pensamientos y sentimientos no las tienen. En los viajes del sueño necesitamos recordar que los objetos no tienen sombras y los pensamientos y sentimientos si. Puesto que son más vívidas que las sombras ordinarias y tienen colores más vivos, va a ser muy difícil distinguirlas al principio. Debemos recordar que estamos recorriendo un paisaje mental. En la realidad física no podemos hacer que una sombra se mueva por si sola y no desaparecerá porque se lo pidamos. En el mundo del sueño, las alucinaciones desaparecerán tan pronto las reconozcamos como tales y les digamos que se vayan. Ellas se proyectaron originalmente por nuestros propios pensamientos y sentimientos y, cuando quitamos la fuente, su sombra se habrá ido automáticamente.
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