La Estructura 2 es el medio en el cual nuestro mundo existe. Representa la inmensa realidad psicológica en la que reside nuestra propia vida subjetiva. Esta estructura ha sido vislumbrada a través de la historia por muchas personas y se le han dado muchos nombres. Cuando visitamos un país extranjero, tenemos la tendencia a describirlo de acuerdo con el área limitada que hemos visitado, así otras partes del país tengan una geografía, una cultura y un clima diferentes.
Las personas que han percibido la Estructura 2, la han descrito de acuerdo con su breve visita, dando por sentado que “las partes son ejemplos representativos del todo”. Platón la concibió como el mundo de los “ideales”, viendo en ella el modelo perfecto que está detrás de cada fenómeno físico imperfecto. La concibió como una realidad eterna e inmodificable, como una mezcla perfecta pero congelada que debía inspirar a los hombres hacia su realización, por una parte; y por la otra, para reprocharles sus fracasos. Platón vio la Estructura 2 como un modelo espléndido y absoluto, en el cual todas las tareas del hombre tenían su fuente inicial. Según este concepto, el hombre no podía afectar ese mundo ideal en lo más mínimo, aunque podía utilizarlo como fuente de inspiración.
Algunas religiones antiguas situaron allí la existencia de los dioses y vieron los espíritus de todo lo viviente, primordialmente, en ese medio invisible de realidad. Por eso, la Estructura 2 siempre ha representado, de una u otra manera, la fuente de nuestro mundo. El Cristianismo vio en ella el cielo, habitado por Dios el Padre, los ángeles, los santos y los difuntos justos.
En algún tiempo, los científicos sostuvieron la teoría del “éter”, como el medio en el cual el universo físico existía. La Estructura 2 es el medio psicológico en el que existe la conciencia del mundo. La palabra “ego” no ha tenido una muy buena reputación. Sin embargo, es el término que usaremos para definir la parte consciente que orienta el ser. Es la versión consciente de lo que somos. Es la parte del ser que está orientada hacia el exterior, hacia el mundo físico. Sin embargo, también se entera de algunas de nuestras actividades “inconscientes”. Es el “yo” con el que nos identificamos, es el que se entera de nuestros sueños, es el que está consciente de que su existencia se basa en conocimiento que él mismo no posee.
Así como tenemos un “ego”, perfectamente consciente, orientado hacia el mundo físico, también tenemos un “ego interior” orientado hacia la realidad interna. En otras palabras, tenemos una parte nuestra que es totalmente consciente en la Estructura 2. El “ego” del mundo ordinario, al que hemos llamado Estructura 1, está especialmente equipado para actuar en ese entorno. Se encarga de la realidad objetiva. Puede ampliar sus capacidades, enterándose de eventos internos que normalmente no se le permite conocer. Su propósito principal es entenderse con el mundo de los efectos y encontrarse con los eventos.
El “yo interior” es completamente consciente. Es la parte nuestra que se encarga de la formación de los eventos. Se encarga de la actividad creativa, que nuestra interpretación del tiempo y el espacio nos impide conocer. Lo que llamamos el “inconsciente” es completamente consciente en otro reino de actividad.
Debe existir una cámara psicológica entre estas dos partes del ser, dos áreas indiferenciadas en las que ocurren traducciones de doble vía. Los períodos de sueño proporcionan ese servicio, ya que en ellos los dos egos se pueden encontrar, y unir hasta cierto grado, como dos extraños que intercambian información mientras viajan en un tren de medianoche y que descubren, asombrados, en medio de la conversación, que son parientes muy cercanos, viajando por la misma ruta, aunque aparentemente lo hacen cada uno por su cuenta.
En esos términos, el área indiferenciada está realmente plena de movimiento, en la medida en que se hacen transiciones y traducciones psicológicas, hasta que en el sueño los dos egos se juntan. Por eso algunas veces nos despertamos con un sentimiento de exaltación, o con la sensación de que nos hemos encontrado con un viejo y querido amigo.
Nuestro mundo está habitado por personas que se concentran en las actividades físicas y que se encuentran con eventos que son “productos terminados”, en términos corrientes. Nuestro ego interior habita en la Estructura 2 y allí actúa en la creación de los eventos que encontraremos en la realidad física. Como las reglas de la Estructura 2 son diferentes, esa realidad no está sujeta a nuestras presunciones físicas. La Estructura 2 contiene el ego interior de cada persona que ha vivido o vivirá sobre la tierra.
Físicamente, tenemos a nuestro alcance determinada acumulación de conocimientos, que provienen de información verbal a través de las eras, de registros y libros, y por la televisión. Ahora, utilizamos computadores para ayudarnos en el procesamiento de la información y tenemos acceso, más o menos directo, al conocimiento físico. Lo hemos adquirido utilizando nuestros sentidos. Existe un conocimiento sistematizado en el cual los hombres han acumulado hechos sobre un campo en particular, Los sentidos nos ofrecen información en cada momento y esa información es procesada, de forma invisible, de acuerdo con nuestras creencias, deseos e intenciones.
El ego interior es una parte del ser, es la parte de nuestro ser que está enterada de nuestras reencarnaciones. Es la parte nuestra que existe fuera del tiempo y que, simultáneamente, vive en el tiempo. Nosotros formamos nuestra propia realidad. El ego del cual somos conscientes, obviamente, no puede formar nuestro cuerpo, o hacer que nuestro cuerpo crezca. El ego sabe evaluar las condiciones del mundo y sabe hacer deducciones. Nuestro razonamiento es muy importante, pero el solo no puede hacer que la sangre circule, o decirle a nuestros ojos cómo ver.
El ego interior ejecuta el trabajo que produce los eventos que hemos decidido realizar. Por ejemplo, si deseamos coger un libro y lo hacemos, experimentamos ese evento conscientemente, aunque no nos damos cuenta de todos los eventos internos que ocurrieron para realizarlo, pues es el ser interior el que realiza todas esas actividades. Si deseamos cambiar de empleo y mantenemos vigente ese deseo, un nuevo empleo aparecerá en nuestra experiencia de la misma manera y los eventos internos serán arreglados por el ego interior. El evento involucrado en un cambio de empleo, significa movimiento de parte de muchas personas e implica una red de comunicación entre todos los egos internos relacionados. Cuando se trata de un evento físico masivo, se pone en funcionamiento un sistema de comunicaciones de tal magnitud que avergonzaría nuestro sistema tecnológico.
Algunas veces, sin saberlo, adquirimos una enfermedad y nos curamos de ella, y nunca sabremos que la enfermedad se acabó porque ocurrieron una serie de eventos que aparentemente no tuvieron nada que ver con ella. Esto ocurrió porque en la Estructura 2 el ego interior conocía las razones de la enfermedad y la forma de curarla, y produjo las situaciones precisas para remediar la condición. Este tipo de eventos ocurren automáticamente, siempre y cuando nada impida la recuperación, desde nuestro ángulo.
La comunicación entre los egos interno y externo debe ser tan clara y abierta como sea posible. En líneas generales, el ego interno depende de la evaluación que hace el ego externo de los eventos físicos.
Nuestra participación en los eventos particulares de la vida, y en los eventos masivos, tiene mucho que ver con la estimación que hacemos de la situación física y de nuestras creencias y deseos en relación con ella.
Las personas que han percibido la Estructura 2, la han descrito de acuerdo con su breve visita, dando por sentado que “las partes son ejemplos representativos del todo”. Platón la concibió como el mundo de los “ideales”, viendo en ella el modelo perfecto que está detrás de cada fenómeno físico imperfecto. La concibió como una realidad eterna e inmodificable, como una mezcla perfecta pero congelada que debía inspirar a los hombres hacia su realización, por una parte; y por la otra, para reprocharles sus fracasos. Platón vio la Estructura 2 como un modelo espléndido y absoluto, en el cual todas las tareas del hombre tenían su fuente inicial. Según este concepto, el hombre no podía afectar ese mundo ideal en lo más mínimo, aunque podía utilizarlo como fuente de inspiración.
Algunas religiones antiguas situaron allí la existencia de los dioses y vieron los espíritus de todo lo viviente, primordialmente, en ese medio invisible de realidad. Por eso, la Estructura 2 siempre ha representado, de una u otra manera, la fuente de nuestro mundo. El Cristianismo vio en ella el cielo, habitado por Dios el Padre, los ángeles, los santos y los difuntos justos.
En algún tiempo, los científicos sostuvieron la teoría del “éter”, como el medio en el cual el universo físico existía. La Estructura 2 es el medio psicológico en el que existe la conciencia del mundo. La palabra “ego” no ha tenido una muy buena reputación. Sin embargo, es el término que usaremos para definir la parte consciente que orienta el ser. Es la versión consciente de lo que somos. Es la parte del ser que está orientada hacia el exterior, hacia el mundo físico. Sin embargo, también se entera de algunas de nuestras actividades “inconscientes”. Es el “yo” con el que nos identificamos, es el que se entera de nuestros sueños, es el que está consciente de que su existencia se basa en conocimiento que él mismo no posee.
Así como tenemos un “ego”, perfectamente consciente, orientado hacia el mundo físico, también tenemos un “ego interior” orientado hacia la realidad interna. En otras palabras, tenemos una parte nuestra que es totalmente consciente en la Estructura 2. El “ego” del mundo ordinario, al que hemos llamado Estructura 1, está especialmente equipado para actuar en ese entorno. Se encarga de la realidad objetiva. Puede ampliar sus capacidades, enterándose de eventos internos que normalmente no se le permite conocer. Su propósito principal es entenderse con el mundo de los efectos y encontrarse con los eventos.
El “yo interior” es completamente consciente. Es la parte nuestra que se encarga de la formación de los eventos. Se encarga de la actividad creativa, que nuestra interpretación del tiempo y el espacio nos impide conocer. Lo que llamamos el “inconsciente” es completamente consciente en otro reino de actividad.
Debe existir una cámara psicológica entre estas dos partes del ser, dos áreas indiferenciadas en las que ocurren traducciones de doble vía. Los períodos de sueño proporcionan ese servicio, ya que en ellos los dos egos se pueden encontrar, y unir hasta cierto grado, como dos extraños que intercambian información mientras viajan en un tren de medianoche y que descubren, asombrados, en medio de la conversación, que son parientes muy cercanos, viajando por la misma ruta, aunque aparentemente lo hacen cada uno por su cuenta.
En esos términos, el área indiferenciada está realmente plena de movimiento, en la medida en que se hacen transiciones y traducciones psicológicas, hasta que en el sueño los dos egos se juntan. Por eso algunas veces nos despertamos con un sentimiento de exaltación, o con la sensación de que nos hemos encontrado con un viejo y querido amigo.
Nuestro mundo está habitado por personas que se concentran en las actividades físicas y que se encuentran con eventos que son “productos terminados”, en términos corrientes. Nuestro ego interior habita en la Estructura 2 y allí actúa en la creación de los eventos que encontraremos en la realidad física. Como las reglas de la Estructura 2 son diferentes, esa realidad no está sujeta a nuestras presunciones físicas. La Estructura 2 contiene el ego interior de cada persona que ha vivido o vivirá sobre la tierra.
Físicamente, tenemos a nuestro alcance determinada acumulación de conocimientos, que provienen de información verbal a través de las eras, de registros y libros, y por la televisión. Ahora, utilizamos computadores para ayudarnos en el procesamiento de la información y tenemos acceso, más o menos directo, al conocimiento físico. Lo hemos adquirido utilizando nuestros sentidos. Existe un conocimiento sistematizado en el cual los hombres han acumulado hechos sobre un campo en particular, Los sentidos nos ofrecen información en cada momento y esa información es procesada, de forma invisible, de acuerdo con nuestras creencias, deseos e intenciones.
El ego interior es una parte del ser, es la parte de nuestro ser que está enterada de nuestras reencarnaciones. Es la parte nuestra que existe fuera del tiempo y que, simultáneamente, vive en el tiempo. Nosotros formamos nuestra propia realidad. El ego del cual somos conscientes, obviamente, no puede formar nuestro cuerpo, o hacer que nuestro cuerpo crezca. El ego sabe evaluar las condiciones del mundo y sabe hacer deducciones. Nuestro razonamiento es muy importante, pero el solo no puede hacer que la sangre circule, o decirle a nuestros ojos cómo ver.
El ego interior ejecuta el trabajo que produce los eventos que hemos decidido realizar. Por ejemplo, si deseamos coger un libro y lo hacemos, experimentamos ese evento conscientemente, aunque no nos damos cuenta de todos los eventos internos que ocurrieron para realizarlo, pues es el ser interior el que realiza todas esas actividades. Si deseamos cambiar de empleo y mantenemos vigente ese deseo, un nuevo empleo aparecerá en nuestra experiencia de la misma manera y los eventos internos serán arreglados por el ego interior. El evento involucrado en un cambio de empleo, significa movimiento de parte de muchas personas e implica una red de comunicación entre todos los egos internos relacionados. Cuando se trata de un evento físico masivo, se pone en funcionamiento un sistema de comunicaciones de tal magnitud que avergonzaría nuestro sistema tecnológico.
Algunas veces, sin saberlo, adquirimos una enfermedad y nos curamos de ella, y nunca sabremos que la enfermedad se acabó porque ocurrieron una serie de eventos que aparentemente no tuvieron nada que ver con ella. Esto ocurrió porque en la Estructura 2 el ego interior conocía las razones de la enfermedad y la forma de curarla, y produjo las situaciones precisas para remediar la condición. Este tipo de eventos ocurren automáticamente, siempre y cuando nada impida la recuperación, desde nuestro ángulo.
La comunicación entre los egos interno y externo debe ser tan clara y abierta como sea posible. En líneas generales, el ego interno depende de la evaluación que hace el ego externo de los eventos físicos.
Nuestra participación en los eventos particulares de la vida, y en los eventos masivos, tiene mucho que ver con la estimación que hacemos de la situación física y de nuestras creencias y deseos en relación con ella.