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miércoles, 12 de marzo de 2008

Las Creencias y la Vejez

Los llamados “milagros” son simplemente el resultado de la acción de la naturaleza sin impedimentos. En nuestro mundo, se nos ha presentado una imagen del cuerpo y de sus actividades, y esa imagen parece ser muy evidente. Parece expresarse por sí misma.
Lo que en realidad tenemos es una imagen del cuerpo del hombre que refleja sus creencias y es afectado por ellas. Por ejemplo, los médicos esperan que la visión empiece a fallar después de los 30 años y existen innumerables registros de pacientes que “prueban” que tal desintegración es un hecho biológico.
Nuestras creencias nos dicen que el cuerpo es, primordialmente, un mecanismo, una asombrosa máquina, pero una máquina sin propósito propio, sin intención, una planta de montaje sin sentido, compuesta por una variedad de partes que crecen juntas de cierta manera prevista.
La Ciencia dice que no hay voluntad, pero le asigna a la naturaleza la voluntad de sobrevivir, o le asigna un involuntario instinto de supervivencia. En esa forma, admite que la máquina del cuerpo “intenta” asegurar su propia supervivencia, pero es una supervivencia que no tiene sentido, mas allá de sí misma. Como supone que el cuerpo es una máquina, se espera que se deteriore después de tanto uso.
En esta imagen, la conciencia apenas juega una pequeña parte. Sin embargo, en la historia primitiva del hombre y por muchos siglos después del “despertar”, la gente vivía con muy buena salud por muchos más largos periodos de tiempo y, en casos especiales, vivía por varios siglos. Nadie les había dicho que esto era imposible. Sus sensaciones de asombro, curiosidad y creatividad, y las inmensas áreas de exploración mental y física, los mantuvieron vivos y fuertes. Por otra parte, los ancianos eran muy necesarios y eran respetados por la información que habían adquirido acerca del mundo. Se les necesitaba para que le enseñaran a las otras generaciones.
En aquellos tiempos la mayor edad tenia una posición de honor que conllevaba nuevas responsabilidades y nuevas actividades. Los sentidos no disminuían su efectividad y era biológicamente posible que se presentaran todo tipo de regeneraciones de esa naturaleza.
En aquellos tiempos primitivos, hombres y mujeres vivían hasta edades que nos asombrarían hoy. Muchos vivían varios cientos de años. Esto se debía a que su conocimiento se necesitaba desesperadamente, lo mismo que su experiencia. Se les veneraba. Ponían su conocimiento en canciones e historias que eran recordadas a través de los años. Su energía la utilizaban de manera diferente a la nuestra, ya que alternaban sus estados de vigilia y del sueño. Mientras dormían no envejecían tan rápidamente y los procesos corporales eran más lentos. Sin embargo, los procesos mentales en el sueño no eran lentos. Había una mayor comunicación en el estado del sueño, de tal manera que algunas lecciones se enseñaban durante el sueño y otras durante el estado de vigilia. Había un cuerpo de conocimiento cada vez más grande, para ser transmitido a medida que la existencia física continuaba.
En la sociedad actual, la mayor edad casi que se considera un estado deshonroso. Las creencias acerca del deshonor que representa la edad hacen que la gente tome la decisión de acabar con sus propias vidas, algunas veces de manera totalmente inconsciente. Cuando la especie necesita la experiencia acumulada de sus miembros más ancianos, esta situación se revierte y la gente vive muchos más años.
También en nuestra sociedad actual, algunas personas sienten que a los jóvenes se les mantiene por fuera de la corriente de la vida, se les niega un trabajo con propósito y se les prolonga su adolescencia innecesariamente. Como consecuencia de esto, alguna gente joven muere por las mismas razones. Creen que la juventud es de alguna manera deshonrosa. Son lisonjeados, acariciados y tratados como mascotas divertidas. Se les divierte con las ofertas de la tecnología, pero no se les permite utilizar su energía. Había muchas utilizaciones desafortunadas del viejo sistema de hacer que el hijo siguiera los pasos de su padre. Sin embargo, cuando al hijo en su juventud se le daba un trabajo significativo, se sentía parte de la corriente de la vida y sentía que se le necesitaba.
La llamada cultura juvenil, con todas sus aparentes exageraciones sobre la belleza de la juventud y sus logros, en realidad terminaba demeritando la juventud, ya que muy pocos podían estar a la altura de esa imagen. Con frecuencia jóvenes y viejos sienten que están por fuera de nuestra cultura. Ambos comparten la posibilidad de una vitalidad acelerada y creativa, una actividad que los viejos grandes artistas y los viejos grandes estadistas han escogido y utilizado para magnificar sus habilidades.
Llegará el tiempo en que las experiencias de la persona en el mundo se juntarán para formar un enfoque más claro, para proveer una nueva estructura psicológica, de la cual surgirán sus mayores capacidades para formar una nueva síntesis.

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