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lunes, 3 de marzo de 2008

El Jardín del Edén

El Jardín del Edén representa una versión distorsionada del despertar del hombre como criatura física. Llega a ser totalmente operacional en su cuerpo físico y, mientras está despierto, apenas puede sentir el cuerpo del sueño que anteriormente había sido tan real para él. Ahora encuentra su existencia dentro de un cuerpo que debe ser alimentado, vestido y protegido de los elementos, un cuerpo que está sujeto a la gravedad y a las leyes de la tierra. Debe usar sus músculos físicos para caminar de un lugar a otro. De pronto se ve a sí mismo, en un instante de comprensión, existiendo por primera vez separado de su entorno y separado de todas las otras criaturas de la tierra.
La sensación de separación, inicialmente, es casi estremecedora. Sin embargo, el hombre es la parte de la naturaleza que se ve a sí mismo con perspectiva. Es la parte de la naturaleza que se especializará en la utilización auto consciente de los conceptos. El hombre hará crecer la flor del intelecto, la flor que deberá tener sus profundas raíces enterradas con seguridad dentro de la tierra, la flor que enviará nuevas raíces psíquicas al exterior, no solo para sí misma, sino para el resto de la naturaleza, de la cual forma parte.
El hombre miró al exterior y se sintió súbitamente separado y asombrado por su soledad. Ahora necesitaba encontrar alimento, cuando antes su cuerpo del sueño no necesitaba alimentarse físicamente. Anteriormente, no había sido hombre ni mujer, tenía las características combinadas de los dos, pero ahora los cuerpos físicos también se especializaban en términos de sexualidad. El hombre tenía que procrear físicamente. Algunas leyendas antiguas hacen énfasis de manera muy clara en esta repentina división sexual. Por la época en que la leyenda Bíblica apareció, los eventos históricos y las creencias sociales se habían transformado en la versión de eventos conocida como Adán y Eva.
Por una parte, el hombre en realidad sintió que había caído desde un estado superior, porque recordaba la libertad anterior de la realidad del sueño, realidad en la que las otras criaturas permanecían inmersas, hasta cierto grado. Ya en ese momento la mente del hombre tenía todas las habilidades que ahora le asignamos: la gran capacidad para contrastar la imaginación y el intelecto, la inclinación a la objetividad y la subjetividad, la capacidad total para el desarrollo del lenguaje, una mente aguda, que era tan brillante en el hombre de las cavernas como lo es ahora en cualquier hombre de la calle moderna.
Si el hombre se sintió solitario y aislado, también se impresionó por la gran variedad del mundo y sus criaturas. Cada criatura distinta de sí mismo era un nuevo misterio. También estaba encantado con su propia realidad subjetiva, con el cuerpo en el que se encontraba, con las diferencias entre él mismo y otros como él y con las otras criaturas. Inmediatamente comenzó a explorar, categorizar, señalar y nombrar a todas las otras criaturas de la tierra, cuando llegaban a su atención.
En cierta forma, se trató de un gran juego cósmico y creativo que la conciencia jugó consigo misma, el que representó un nuevo tipo de entendimiento. Cada versión de Todo Lo Que Existe es única. Cada una tiene su propósito, aunque ese propósito no puede ser definido fácilmente por nosotros. Muchas personas se preguntan: ¿”Cuál es el propósito de mi vida?”. Que quiere decir: ¿Cuál es el significado de lo que hago?. El propósito de la vida, de cada vida, está en ser. Ser incluye ciertas acciones, pero los actos mismos son importantes solamente cuando surgen de la esencia de nuestra vida, que por ser está obligada a cumplir sus propósitos.
El cuerpo del sueño del hombre aun esta con él, pero el cuerpo físico ahora lo obscurece. El cuerpo del sueño no puede lastimarse, mientras el cuerpo físico sí. El hombre se dio cuenta rápidamente de esto cuando transformó su experiencia de un cuerpo al otro. En el cuerpo del sueño el hombre no temía a nada. El cuerpo del sueño no muere. Existe antes y después de la muerte física. En sus cuerpos del sueño, los hombres han observado el espectáculo de animales “matando” otros animales y viendo los cuerpos del sueño de esos animales surgir indemnes.
Los hombres vieron que la tierra simplemente cambiaba sus formas, pero que la identidad de cada unidad de conciencia sobrevivía, de tal manera que aunque vieron ese cuadro de la muerte, no la reconocieron como la muerte que ahora, para muchas personas, parece ser el fin inevitable.
Los hombres vieron que debía haber un intercambio de energía física para que el mundo continuara. Observaron el drama del “cazador” y su “presa”, en el que cada animal contribuía para que la forma física de la tierra pudiera continuar. Vieron que el conejo devorado por el lobo sobrevivía en su cuerpo del sueño, que ellos sabían era su forma verdadera. Cuando el hombre “despertó” en su cuerpo físico y se especializó en el uso de sus sentidos físicos, ya no pudo percibir la liberación del cuerpo del sueño del animal muerto, escapando y aun corriendo sobre el lomo de la montaña.
El hombre retuvo el recuerdo de su conocimiento anterior y por mucho tiempo pudo, de vez en cuando, recuperarlo. Poco a poco fue más consciente de sus sentidos físicos. Algunas de las cosas que percibía eran placenteras y otras no. Algunos estímulos se podían buscar y otros evitar. De esta manera, después de cierto tiempo, tradujo lo placentero y lo desagradable en las versiones burdas del bien y el mal.
Básicamente, lo que lo hacia sentir bien era bueno. Había sido dotado con fuertes y claros instintos que tenían el propósito de conducirlo hacia su mayor desarrollo propio, a su mayor realización, de tal manera que también ayudó a obtener los más altos potenciales de todas las otras especies de conciencias. Sus impulsos naturales tenían el propósito de darle directivas internas que pudieran guiarlo en la dirección precisa, de forma tal que buscara lo mejor para él mismo y para todos los demás.

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