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martes, 26 de febrero de 2008

Los Estados del Sueño y de Vigilia

El estado de vigilia, tal como lo concebimos, es una extensión especializada del estado del sueño y de él surge a la superficie de nuestra conciencia, de la misma manera como nuestros lugares físicos son extensiones de lugares que primero existen dentro del reino de la mente.
El estado de vigilia tiene entonces su fuente en el estado del sueño y todos los objetos, el entorno y la experiencia que nos son familiares en el estado de vigilia también se originan en esa dimensión interior.
Cuando examinamos el estado del sueño, lo hacemos normalmente desde la estructura del estado de vigilia. Tratamos de medir la dimensión de la experiencia del sueño aplicando las normas de la realidad que son nuestro criterio usual para juzgar los eventos. Por consiguiente, no estamos en capacidad de percibir las verdaderas características del estado del sueño, a excepción de aquellas pocas ocasiones cuando “nos despertamos” en medio del sueño. En cierta forma, es verdad decir que el universo fue creado de la misma manera como suceden nuestros sueños y pensamientos: espontáneamente, pero con un asombroso orden incorporado y con una organización interna. Pensamos nuestros pensamientos y soñamos nuestros sueños sin un conocimiento claro de los procesos increíbles que están involucrados. Esos procesos son los mismos que soportan la existencia del universo mismo.
De igual manera, podemos decir que nosotros mismos somos los antiguos soñadores que soñamos el mundo para convertirlo en realidad. Esto no quiere decir que somos pasivos, soñadores fugaces, perdidos en alguna mente divina, sino que somos las manifestaciones creativas de una inteligencia divina, cuya creatividad es la responsable por todas las realidades, las que a su vez están dotadas con habilidades creativas propias, con el potencial y el deseo para la realización. En realidad somos herederos de los mismos procesos divinos.
Todas las partes del mundo se juntan espontáneamente, con un ordenamiento que básicamente desafía las más pequeñas leyes de causa y efecto, o de antes y después. El estado del sueño nos presenta muchos indicios acerca de la fuente de nuestras propias vidas y la de nuestro mundo.
Los computadores, aunque grandiosos y complicados, no pueden soñar y, a pesar de sus increíbles bancos de información, carecen del tipo de conocimiento inexpresado que posee la más pequeña planta o semilla. Tampoco ninguna información masiva, contenida o procesada por cualquier computador, puede compararse con el conocimiento inexpresado que tienen los átomos y moléculas que componen esos instrumentos. El computador no esta equipado para percibir ese tipo de conocimiento. No esta equipado para tal procedimiento porque no puede soñar. En los sueños, el conocimiento innato de átomos y moléculas, combinado y traducido, sirve como base a la información perceptual y al conocimiento desde el cual el estado del sueño surge en su forma física.
Estamos subjetivamente “vivos” desde antes de nuestro nacimiento y estaremos subjetivamente vivos después de la muerte. Nuestra vida subjetiva es interpretada a través del estado de conciencia especializado que llamamos vigilia, en el cual solo reconocemos como reales las experiencias que están limitadas por ciertas coordenadas de espacio y tiempo. Nuestra realidad mayor existe por fuera de esas coordenadas, lo mismo que la realidad del universo. Creamos vidas para nosotros, cambiándolas en el proceso, de la misma manera como un escritor puede cambiar un libro, alterar las circunstancias, o modificar el argumento. El escritor sabe que puede crear sin comprender el orden espontáneo con el que sucede la creatividad. Los procesos ocurren a otro nivel de la conciencia.
De la manera más básica, el mundo es formado de adentro hacia afuera, y desde la realidad del sueño hacia la realidad física y esos procesos suceden a otro nivel de la conciencia.

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