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jueves, 15 de noviembre de 2007

La Creatividad, las Enfermedades y los Sueños

Hemos venido empleando analogías y, en esta oportunidad, vamos a comparar el paisaje del pintor con el paisaje de la experiencia física. Este paisaje puede ser oscuro, sombrío, lleno de presagios de desastre y, aún así, puede ser una obra de arte. Cada persona pinta su propio retrato en colores vivos. No es un retrato en el que se posa tranquilamente, sino uno que tiene plena capacidad para la acción. Todos los que estamos viviendo ahora, asistimos a la misma clase de la vida. Miramos alrededor para ver como les va a nuestros contemporáneos con sus propios retratos y nos encontramos con una variedad infinita de autorretratos trágicos, heroicos, cómicos. Todos estos retratos están vivos e interactuando, y en la medida que interactúan, forman los eventos planetarios, los eventos colectivos, sociales y políticos, de nuestro mundo.
Estos retratos tienen una realidad biológica. Cada persona obtiene de la misma fuente los elementos para la pintura, elementos de los cuales surge nuestra semejanza. Debe haber una gran libertad de acción creativa para tales retratos. El hecho de que cada uno interactúe con los demás, contribuye a formar la realidad psicológica y física de la especie, así que, de alguna manera, estamos involucrados en la formación de numerosísimos retratos.
Estos retratos son el resultado de una creatividad innata y milagrosa, ya que ellos son creados automáticamente. Es un arte automático. A ciertos niveles, la especie siempre está embarcada de manera creativa en versiones alternativas de sí misma. Los patrones generales van a permanecer y la integridad biológica se va a sostener.
Lo que pensamos que son enfermedades, son en realidad elementos creativos actuando en diferentes niveles y en muchos niveles a la vez. Muchos virus son vitales para la existencia física y solo bajo ciertas condiciones se vuelven virus mortales. El cuerpo más sano contiene en su interior muchos de los llamados virus mortales, en lo que podemos considerar forma inactiva, desde nuestro punto de vista, ya que no están causando ninguna enfermedad. Ellos están ayudando a mantener el balance general del cuerpo. En cierta forma, en cada cuerpo, la especie establece un “status quo” pero, aún así, experimenta de manera creativa en muchos niveles con alteraciones celulares y variaciones en los cromosomas, de manera tal que cada cuerpo es único. Hay varias clases de grados en las líneas y tipos de enfermedad.
Ciertas enfermedades sirven para fortalecer el cuerpo cuando ha estado débil, convocando todas sus defensas. Bajo ciertas condiciones, algunos estados enfermizos pueden servir para asegurar la supervivencia de la especie. No lo hacen desembarazándose de los enfermos, sino introduciendo en determinado número de individuos las condiciones necesarias para estabilizar otras lesiones dentro de la especie que necesitan revisarse, o para “vacunar de manera natural” la especie contra un peligro mayor.
A niveles microscópicos, se llevan a cabo experimentos biológicos, en un esfuerzo creativo por darle a la especie la facilidad necesaria para una actuación efectiva. Recordemos que los pensamientos producen cambios biológicos en el cuerpo.
Nuestra cultura también tiene efectos biológicos sobre la especie. Si estuviéramos pensando en los viejos términos de la evolución, estaríamos diciendo que las culturas y las civilizaciones alteran los mensajes de los cromosomas. Nuestros pensamientos afectan las células y pueden cambiar lo que hemos considerado factores hereditarios. La imaginación está directamente relacionada con las enfermedades, de la misma manera como la imaginación es importante en otras áreas de la vida. Formamos nuestro propio ser utilizando la imaginación para considerar las distintas posibilidades y, en ese sentido, nuestros pensamientos afectan el cuerpo. En cierta forma, la enfermedad es una herramienta utilizada en favor de la vida, ya que la gente le ha dado connotaciones sociales, económicas, psicológicas y religiosas. La enfermedad se convierte en otra área de actividad y de expresión.
A nivel microscópico, no existe la rigidez estructural que tenemos nosotros como personas Existe la identidad. Una célula no teme su propia muerte. Con mucha frecuencia, su identidad ha dejado la realidad física y ha regresado a ella como algo normal. La célula se regocija con la calidad de su propia vida y coopera con otras células. Ella misma se afilia con el cuerpo del cual forma parte y, en cierta forma, ella misma se presta para esa formación.
Los sueños de la especie son muy importantes para su supervivencia, no porque el sueño sea una necesidad biológica, sino porque en el sueño la especie se introduce en niveles de creatividad más profundos, de tal manera que las acciones, los inventos, las ideas, que se van a necesitar en el futuro, aparecerán en el tiempo y en el lugar apropiado. Haciendo uso de los viejos términos de la evolución, se puede decir que el progreso evolutivo del hombre también dependía de sus sueños.
La gran mayoría de las características humanas aparecen, de una u otra manera, en todas las otras especies. La naturaleza de los sueños del hombre fue la responsable, en alto grado, de lo que llamamos la evolución de nuestra especie. Aprendimos a soñar de una manera diferente que las otras criaturas.
Los sueños son los responsables del lenguaje. Soñábamos hablando lenguajes antes de su invención física. Fue la naturaleza de nuestros sueños, y su creatividad, la que hizo de nosotros lo que somos. No habríamos tenido la manera de concebir los objetos que aún no existieran. No habríamos tenido la manera de imaginarnos a nosotros mismos en situaciones nuevas. No habríamos podido tener un esquema general de las estaciones, ya que el sueño educó la memoria y alargó el lapso de la atención del hombre. El sueño reforzó las lecciones de la vida diaria y tuvo mucha importancia en el progreso del hombre.
No fue solo utilizando el intelecto que el hombre aprendió, de la experiencia diaria por muchas generaciones, que una estación seguía a la otra. Vivía muy intensamente el momento para que eso ocurriera. En una estación, el hombre soñaba con las otras. En sus sueños él se vio a sí mismo regando las semillas de los frutos, tal como había visto hacerlo al viento en la vida diaria. Sus sueños le recordaban que el invierno había llegado y que regresaría de nuevo. La gran mayoría de nuestros inventos llegaron en sueños. La naturaleza de nuestros sueños es la que nos diferencia de las otras especies.
La creatividad de la especie es también el resultado del tipo especial y particular de nuestros sueños. Nuestros sueños equivalen a un estado único de existencia, en el cual combinamos los elementos de la realidad física y la realidad no física. Es como un umbral entre dos realidades. Aprendimos a sostener nuestra intención física lo suficiente en ese umbral, para tener un breve lapso de atención en esa otra realidad y utilizarlo para obtener de ella los elementos creativos que necesitábamos.

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