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martes, 27 de octubre de 2009

La Gracia, la Conciencia, y tu Experiencia Diaria 6

En cualquier tiempo dado habrá varios climas de creencias difundiéndose por el mundo. Algunos estarán agrupados en ciertas áreas, por ejemplo, como sistemas de baja presión. Algunos serán generalmente locales, y otros barrerán a través de los continentes como las grandes tormentas periódicas.
Recuerda que las ideas son tan naturales como el clima. Ellas siguen patrones y obedecen ciertas leyes, incluso como lo hacen los fenómenos más estrictamente físicos. Desafortunadamente, nadie examina la naturaleza de la realidad mental desde tal punto de vista. Tú nacerás en medio de ciertas creencias colectivas, y éstas pueden variar de acuerdo con tu país de nacimiento.
Así como entras en tu cuerpo con todos sus alrededores físicos, así mismo al nacer surges dentro de un rico entorno psicológico natural en el que las creencias e ideas son así de reales.
A medida que te vuelves más experto en la utilización de tu mente consciente, por supuesto que examinas las creencias que te rodean, incluso cuando las cuestionas y te mueves afuera de tu entorno natural. Puedes emigrar a un clima en el cual las ideas prevalecientes se ajusten mejor a ti, así como el clima.
A pesar de todo, hay ciertas tendencias, ciertas posturas, que tomarás acerca de ti mismo, de tu cuerpo y de tu vida, en uno u otro grado. Muchas de éstas estarán directa o indirectamente conectadas con viejos mitos y creencias de tus antepasados. Tus ideas del bien y el mal aplicadas a la salud y a la enfermedad son sumamente importantes, por ejemplo. Pocos pueden escaparse de poner juicios de valor en tales áreas. Si consideras la enfermedad como un tipo de estigma moral, simplemente le agregarás una cualidad innecesaria a una condición de mala salud.
Tales juicios son muy simplistas, e ignoran el gran rango de la motivación y la experiencia humanas. Si estás limitado y condicionado a que “DIOS” crea solamente “el bien”, entonces cualquier deficiencia física, enfermedad o deformidad se convierte en una afronta a tus creencias, las amenaza, y te hace sentir enojado y resentido. Si te llegas a enfermar, te odiarás a ti mismo por no ser lo que piensas que debes ser – una imagen física perfecta hecha a semejanza de un Dios perfecto.
Si por otra parte llevas la idea mucho más lejos – que la enfermedad puede ser también un proceso de aprendizaje – puedes entonces caer en el otro extremo, glorificando la enfermedad o dolencia como una necesaria experiencia ennoblecedora en la que el cuerpo es purificado de manera tal que el alma se pueda salvar.
Siguiendo tal creencia, confundirás el sufrimiento con la santidad, la desolación con la pureza, y verás la negación del cuerpo como espiritualidad e insignia de santidad. Bajo tales condiciones puedes incluso buscar la enfermedad para probarte a ti mismo la fortaleza de tu propia espiritualidad – y para hacer una buena impresión en otros. El mismo tipo de juicio de valor moral se puede poner en casi cualquier área de la actividad humana, y tendrá por supuesto repercusiones sociales. Esas reacciones se sumarán a las creencias prevalecientes y a su turno afectarán las creencias individuales.
Puedes creer que la riqueza es el resultado de una virtud moral y que proviene de la directa benevolencia de “Dios”. Como resultado de esto, la pobreza se convierte en la evidencia de la falta de moralidad. “Dios” hizo a tanta gente pobre que obviamente ningún hombre se atrevería a tratar de cambiar la situación – racionalización que con frecuencia es utilizada. Los pobres, entonces, siguiendo estas creencias, son menospreciados, como lo son los enfermos.
¿Qué pecado cometió la persona pobre o la persona enferma? Esa pregunta, a menudo hecha inconscientemente – si no conscientemente – te trae de regreso a las creencias en el castigo, que no tienen nada que ver con el concepto de culpa natural, sino con aquellas distorsiones que se han puesto sobre ella. También hay conexión con una mala interpretación de la Biblia. Cristo, tal como lo concibes, estaba diciendo simplemente que tú formas tu propia realidad. Él trató de pasar por encima de los sistemas de ideas de aquellos tiempos, y sin embargo tuvo que utilizarlos, y así la connotación de pecado y castigo distorsionó el mensaje dado.
Algunas personas tendrán la creencia contradictoria de que la pobreza es virtuosa, que la riqueza es un vicio y que representa evidencia de la falta de espiritualidad. Esta creencia en tu sociedad también se remonta a la Biblia y a la asociación de Cristo con los pobres, más que con los ricos.
En todos estos casos, sin embargo, se han aplicado juicios morales generales que involucran sentimientos de culpa en los que la experiencia individual es olvidada.
Tales evaluaciones críticas se ponen igualmente sobre los colores. Con frecuencia el blanco es considerado puro, el negro impuro, el blanco bueno y el negro malo. Esto por supuesto involucra consideraciones de raza, y debes darte cuenta que tu raza actual es una en la que naciste, en tus términos, en este lugar y este tiempo. Cada persona ha sido miembro de razas diferentes, y cada uno ha compartido las ventajas e ignominias vinculadas, en términos históricos, a tales condiciones de nacimiento.
Este no es el lugar para entrar en una larga discusión relacionada con el significado de las razas, y sin embargo cada una es altamente significativa y representa un aspecto diferente de la humanidad como un todo. Por consiguiente, cada raza tiene un significado simbólico para la psique de la humanidad. La experiencia externa y la estructura de cualquier experiencia de una determinada raza puede cambiar, pero el simbolismo interior todavía permanecerá, y será abordado creativamente.
Tu experiencia diaria estará afectada por tu raza, por tus creencias acerca de ella, por tus creencias acerca de otras razas, y por el clima de opinión en general. En términos bastante simples, si consideras a Dios en términos humanos, lo proyectarás como perteneciendo a tu propia raza. Si perteneces a una minoría, o si eres negro, puedes entonces estar atrapado en un conflicto de creencias.
Es imposible separar tu experiencia diaria, en cualquiera de sus aspectos, de tus creencias y de aquellos juicios que pones sobre ellas. Las creencias se reducen a tus ideas de correcto e incorrecto, y ellas involucran todas tus actitudes concernientes a la enfermedad y la salud, la riqueza y la pobreza, las relaciones de las razas, los conflictos religiosos, y más importante, tu íntima realidad psicológica del día a día.

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