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lunes, 21 de abril de 2008

Las Partículas Invisibles

En la medida en que tratamos de explicar el origen de nuestro mundo de una nueva manera, estaremos trayendo a colación nuevos elementos que usualmente pueden no aparecer en tales discusiones. El mundo que conocemos surge a la realidad desde una esfera de dimensiones interna y más extensa. Ese mundo se apoya en una aparente estructura invisible.
Mas allá de ciertos niveles, casi no tiene sentido hablar en términos de partículas, razón por la cual utilizaremos el término “partículas invisibles” por estar familiarizados con él. Partículas invisibles conforman los fundamentos de nuestro mundo. Las partículas invisibles a las que nos referimos tienen la habilidad de transformase ellas mismas en masa, o de despojarse de ella. Estas partículas invisibles, no solamente poseen conciencia, sino que cada una es una semilla que contiene dentro de sí misma el potencial para un infinito número de “gestalts”. Cada una tiene el potencial para embarcarse en un número infinito de variaciones probables de conciencias. En ese grado, estas partículas psicológicas están en un escenario no especializado, mientras contienen dentro de ellas mismas la habilidad innata para especializarse en cualquier dirección que sea apropiada.
Estas partículas invisibles pueden existir y pueden estar en todas partes al tiempo. Algunas veces operan con masa y otras veces sin ella. Nosotros mismos estamos constituidos por estas partículas invisibles, como lo está todo lo que podemos percibir físicamente. Hasta ese grado, porciones de nuestra propia conciencia están por todas partes al tiempo. Ellas no se han perdido o extendido de una manera generalizada, sino que son agudamente sensibles y con un alto grado de alerta, tal como nuestra conciencia familiar es ahora.
El ser del que somos conscientes representa solo una “posición” en la que esas partículas invisibles se intersectan, adquieren masa y construyen la forma. Los Científicos pueden percibir un electrón solo como es para ellos. Realmente no pueden hacerle seguimiento. No pueden tener la certeza de su posición y de su velocidad al mismo tiempo, lo que, en cierta forma, también se aplica a nuestra conciencia. La velocidad de nuestros propios pensamientos los aleja de nosotros en el mismo momento en que los pensamos, razón por la cual nunca podremos examinar realmente un pensamiento, sino solo el pensamiento de un pensamiento.
En razón de que existimos, estamos en todas partes al tiempo. Somos conscientes del hecho de que difícilmente podemos seguir este movimiento psicológico. Nuestra imaginación nos puede conducir hacia cierto reconocimiento y aun hacia alguna comprensión emocional de este concepto. Nuestro razonamiento puede fallar, porque hemos entrenado nuestro intelecto a responder de una manera limitada.
Existen los que llamaremos “intervalos de percepción”. Generalmente estamos conscientes de los eventos que son significativos neurológicamente y que la sincronización neurológica es el resultado final de una serie casi infinita de secuencias. Esas secuencias son las áreas en las que ocurren las actividades. Cada conciencia, dentro de cada área, está sintonizada con su propia secuencia. Cada área es construida sobre las otras. Las partículas invisibles son la estructura sobre la cual se forma nuestro cuerpo. Ellas se mueven con velocidad mayor que la de la luz y, sin embargo, no nos mareamos. Sabemos que no hay tal movimiento. Estamos sintonizados con una diferente secuencia de acción.
Existen mundos diferentes, operando con diferentes secuencias, a intervalos diferentes. Ellos son conscientes en otros tiempos, aunque estamos equipados neurológicamente para percibir nuestras propias estructuras de intervalos. Cuando nos referimos al tiempo, no nos estamos refiriendo simplemente a otros siglos, tal como los concebimos, sino que entre los momentos que conocemos y que aceptamos neurológicamente existen otras clases de momentos, otras versiones del tiempo y otro tipo de logros y realizaciones que no dependen de las ideas usuales de crecimiento a través del tiempo.
Todas estas ideas nos parecen extrañas solo porque en nuestra época, particularmente, nos hemos condicionado a nosotros mismos a limitar la naturaleza de nuestra propia conciencia. Hemos creído que debemos entrenar nuestra imaginación y nuestra inteligencia a restringirse y limitar sus actividades al mundo físico, tal como se nos ha dicho que existe. En la niñez, antes de limitar nuestra imaginación, cada uno de nosotros tenia sus propios sueños - sueños que nos despertaban en otras porciones de nuestra propia identidad. Existen muchas experiencias abiertas para nosotros ahora, si podemos tener la suficiente libertad para permitirlas, que nos darán vistazos de aquellos otros intervalos en los cuales tenemos una realidad.

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