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domingo, 12 de julio de 2009

El Cuerpo de Tus Creencias 2

Augusto fue criado creyendo que el ser interior era peligroso, que los individuos reaccionaban por conflictos internos sobre los cuales tenían poco control consciente. Él creía que la personalidad individual era relativamente impotente para comprenderse a sí misma y que permanecía precariamente sola e indefensa, con un abismo del mal por debajo y con un inaccesible, frío, justo, pero no compasivo Bien por encima.
Se sentía desconcertado en un mundo de opuestos. Las creencias conflictivas eran aceptadas sin crítica. La mente consciente siempre intentará que sus creencias tengan sentido y las formará en patrones y secuencias. Usualmente organizará las ideas de una manera tan racional como sea posible, y prescindirá de aquellas que parecen contradecir su sistema general de creencias.
A Augusto se le había enseñado a temer sus propios pensamientos, a evitar el auto examen. Las creencias, o las ideas que lo atemorizaban, no eran enfrentadas, sino que inicialmente eran empujadas a las esquinas de su mente consciente, en donde permanecían relativamente inofensivas al principio.
A medida que el tiempo pasaba, el número de creencias sin examinar y creencias aterradoras se empezaron a acumular. Las ideas y las creencias se alimentan a sí mismas. Incorporado dentro de ellas hay un ímpetu hacia el crecimiento, el desarrollo y la satisfacción. Con el correr de los años se construyeron con fuerza dos sistemas opuestos de creencias compitiendo por la atención de Augusto. Él creía que era totalmente impotente como individuo, que a pesar de sus esfuerzos no llegaba a nada y que pasaba desapercibido. Se sentía completamente desamado. No se sentía merecedor del amor. Al mismo tiempo permitía que su mente consciente divagara, y para compensar se veía a sí mismo como todopoderoso, desdeñoso de sus compañeros seres humanos, y en capacidad de ejercer gran venganza sobre ellos por su incomprensión de él. En esta línea de creencias, estaba en capacidad de hacer cualquier cosa, desde curar las enfermedades de la humanidad, si así lo escogía, hasta impedirle tal conocimiento al mundo para castigarla.
Ahora bien, todas estas ideas eran bastante conscientes, pero mantenía cada grupo separadamente. La mente consciente trata de obtener integridad y unidad generales, alineando sus creencias en algún tipo de sistema consistente. Cuando por un lapso de tiempo se tienen creencias opuestas que se contradicen directamente la una a la otra, y se hace muy poco intento de reconciliarlas, se inicia entonces una “batalla” dentro de la mente consciente misma.
Puesto que son las creencias de la mente consciente las que regulan los movimientos involuntarios del cuerpo y la totalidad del sistema físico, obviamente las creencias contradictorias establecen reacciones y desequilibrios físicos adversos. Antes de que las creencias opuestas de Augusto se alinearan ellas mismas en campos separados, por así decirlo, el cuerpo estaba en una agitación continua. Constantemente se le enviaban mensajes contradictorios al sistema muscular y al corazón. El sistema hormonal vacilaba. Aun su temperatura física variaba más bien drásticamente.
Por lo que las ideas parecidas se atraen, electromagneticamente y emocionalmente, la mente consciente se encuentra a sí misma con dos sistemas de creencias completamente contradictorios, y con dos imágenes propias. Para proteger la integridad de la estructura física, la mente consciente de Augusto se dividió claramente. Ya no se mezclaron más los mensajes minuto a minuto al cuerpo.
La parte de Augusto que se sintió poderosa y extraña se personificó. Cuando Augusto se sentía amenazado, la mente consciente cambiaba, aceptando como procedimiento operativo el sistema de creencias en el que Augusto mismo se veía a sí mismo como todopoderoso y seguro, pero extraño. Por consiguiente, esta parte de sus creencias, y esta imagen propia en particular, se hizo cargo de su mente consciente y se convirtio en lo que aquí llamaré Augusto Dos. Cuando Augusto Dos asumía el liderazgo, el cuerpo físico mismo no era solo fuerte y poderoso, sino capaz de hazañas físicas que de lejos superaban aquellas de Augusto Uno.
Augusto Dos cree que su cuerpo es casi invencible, y siguiendo esta creencia el cuerpo se comporta mucho mejor. Augusto Dos cree que él es un extraterrestre. En este caso la racionalización es – ya que debe haber alguna – que él es un ser de otro planeta, en realidad de otra galaxia. Su propósito en este caso es bastante claro y simple: Él está para ayudarle a Augusto Uno, para utilizar su poder en beneficio de éste, premiando a sus amigos y aterrorizando a sus enemigos. Augusto Uno cree muy profundamente que necesita este tipo de ayuda.
Ahora bien, esta es una división de la mente consciente. Ella no se origina dentro del ser interior. Cuando Augusto Dos se hace cargo, él está muy consciente. Simplemente visualiza la realidad física a través de un sistema de creencias directo. Los mensajes enviados al cuerpo no son contradictorios en lo más mínimo. El cuerpo está bajo excelente control.
El estado de ánimo de Augusto Uno era por supuesto el resultado directo de las ideas que estaba teniendo. Era esta incesante oscilación, desde altos estados de exaltación y poder a los más bajos estados de impotencia y depresión, los que el cuerpo no podía tolerar, como consecuencia de las inmensas alteraciones implicadas. Por los periodos de tiempo más grandes Augusto Uno predomina, ya que sus ideas de inutilidad fueron adoptadas antes; y aun peor, son solo reforzadas por el contraste entre él y Augusto Dos. Augusto Dos llega algunas veces por periodos de una semana a la vez.
Augusto Dos hace todas las cosas y dice todas las cosas que a Augusto Uno le agradaría profundamente hacer y decir, con solo ciertas salvaguardias. Sin embargo, Augusto Uno no está literalmente inconsciente durante este tiempo, sino muy enterado de las actividades y logros “experimentados por otro”. Nuevamente aquí, es un juego de esconder y buscar, en el que la llamada mente consciente es relativamente inocente.
Por consiguiente, Augusto Dos puede despotricar y delirar, mentir y engañar, afirmarse a sí mismo, demostrar su desprecio por sus compañeros, y absolver a Augusto Uno de cualquier responsabilidad.

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