Cuando hablamos de seres probables, no nos referimos a una parte simbólica de la estructura de la personalidad, ni estamos usando la idea de probabilidades como una analogía.
La conciencia está compuesta de energía, con todo lo que eso implica. La mente puede considerarse como un conglomerado de partículas de energía, que tienen reglas y propiedades desconocidas para nosotros. Pensemos en el ser como el núcleo de un grupo de energías de la conciencia. De acuerdo con su intensidad, este núcleo atraerá ciertas masas de los patrones de energía disponibles para determinada entidad.
La entidad, al nacer, se compone de una variedad de seres con sus propios núcleos. La personalidad física tiene total libertad para extraer su energía del conjunto de ellos.
Dentro de la entidad, puede haber varios seres incipientes y alrededor de sus núcleos se puede formar la personalidad. En muchos casos, se forma una personalidad principal y los seres incipientes son atraídos hacia ella, en tal forma, que sus habilidades e intereses son subalternos, o permanecen latentes en gran medida. En algunas ocasiones, tienen tanta energía como la personalidad principal. Desde nuestro punto de vista, estas formas de energía parecen irreales. En términos de energía, la multiplicación de seres es un principio natural.
Existe un centro para cada ser que actúa como su núcleo. Este puede cambiar, pero será siempre el centro desde el cual la existencia física irradiará. Físicamente, el intento o el propósito forman el centro, sin importar su realidad en términos de energía.
Básicamente, no existen limitaciones para el ser y todas sus partes están conectadas. Los seres probables saben conscientemente de sus relaciones. Como ningún sistema es cerrado, existe un flujo de energía y una interacción entre ellos.
Veamos un ejemplo de probabilidades. Imaginemos un niño que a los 13 años presenta en su personalidad dos fuertes centros de energía, tan altamente cargados, que una sola persona no puede desarrollar los deseos y habilidades que ellos representan. Aparece una intersección que se divide en dos rutas a la edad de 13 años. Tenemos ahora una personalidad principal y un ser probable. A los 30, cada uno de los seres puede reconocer que la edad de 13 fue un punto de cambio y se pregunta que habría pasado su hubiera escogido tomar otra ruta. Nada de esto ha sido predeterminado. El ser probable puede haber dejado su realidad a la edad de 13 y reencontrarse con la personalidad principal a los 30. La personalidad principal cambia entonces de profesión, o se da cuenta que un talento especial, que había olvidado, lo esta desarrollando ahora con mucha facilidad.
La conciencia está compuesta de energía, con todo lo que eso implica. La mente puede considerarse como un conglomerado de partículas de energía, que tienen reglas y propiedades desconocidas para nosotros. Pensemos en el ser como el núcleo de un grupo de energías de la conciencia. De acuerdo con su intensidad, este núcleo atraerá ciertas masas de los patrones de energía disponibles para determinada entidad.
La entidad, al nacer, se compone de una variedad de seres con sus propios núcleos. La personalidad física tiene total libertad para extraer su energía del conjunto de ellos.
Dentro de la entidad, puede haber varios seres incipientes y alrededor de sus núcleos se puede formar la personalidad. En muchos casos, se forma una personalidad principal y los seres incipientes son atraídos hacia ella, en tal forma, que sus habilidades e intereses son subalternos, o permanecen latentes en gran medida. En algunas ocasiones, tienen tanta energía como la personalidad principal. Desde nuestro punto de vista, estas formas de energía parecen irreales. En términos de energía, la multiplicación de seres es un principio natural.
Existe un centro para cada ser que actúa como su núcleo. Este puede cambiar, pero será siempre el centro desde el cual la existencia física irradiará. Físicamente, el intento o el propósito forman el centro, sin importar su realidad en términos de energía.
Básicamente, no existen limitaciones para el ser y todas sus partes están conectadas. Los seres probables saben conscientemente de sus relaciones. Como ningún sistema es cerrado, existe un flujo de energía y una interacción entre ellos.
Veamos un ejemplo de probabilidades. Imaginemos un niño que a los 13 años presenta en su personalidad dos fuertes centros de energía, tan altamente cargados, que una sola persona no puede desarrollar los deseos y habilidades que ellos representan. Aparece una intersección que se divide en dos rutas a la edad de 13 años. Tenemos ahora una personalidad principal y un ser probable. A los 30, cada uno de los seres puede reconocer que la edad de 13 fue un punto de cambio y se pregunta que habría pasado su hubiera escogido tomar otra ruta. Nada de esto ha sido predeterminado. El ser probable puede haber dejado su realidad a la edad de 13 y reencontrarse con la personalidad principal a los 30. La personalidad principal cambia entonces de profesión, o se da cuenta que un talento especial, que había olvidado, lo esta desarrollando ahora con mucha facilidad.
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