Las probabilidades son una parte siempre presente en nuestro entorno psicológico. Existimos en medio de un sistema de realidad probable y no es algo que esté separado de nosotros. Ocasionalmente, nos preguntamos que hubiera pasado al tomar decisiones distintas a las que tomamos. Si hubiéramos escogido diferente pareja, o diferente lugar para vivir, o si hubiéramos enviado una carta importante, que al fin no mandamos.
Con solo hacernos estas sencillas preguntas, estamos entrando en el campo de las probabilidades. Existen conexiones muy profundas con las personas con quienes nos hemos relacionado y con las involucradas en las decisiones más importantes. Son interconexiones psicológicas las que nos unen a esas personas, aunque se presentan por debajo del nivel consciente y en forma telepática.
El progreso de una conciencia está en gran medida determinado por el conocimiento de todas las otras materializaciones de su identidad. Todos los seres probables deberían conocerse y darse cuenta de que corresponden a las varias manifestaciones de su Entidad.
Los seres probables no están perdidos, enterrados o negados en la Entidad, sin su libre albedrío, sin su propia determinación y perdida su individualidad. Tienen total libertad para manifestar todos los desarrollos y acciones probables, tanto en nuestra realidad como en otras que no conocemos conscientemente.
En cada momento, estamos posicionados en el centro de una red cósmica de probabilidades, que se afectará por el más ligero acto mental o emocional. Nuestros pensamientos y emociones se proyectarán, no solo en todas las direcciones físicas que conocemos, sino en direcciones invisibles para nosotros, que aún no comprendemos. También somos receptores de esos mismos signos, provenientes de otras probabilidades conectadas con la nuestra. De ellos escogemos cuales acciones probables queremos hacer reales o físicas en nuestro sistema.
Somos el origen de ideas y los receptores de ideas, pero no estamos obligados a realizar actos probables que nos llegan de otros seres probables. Existe una atracción natural entre nosotros y nuestros seres probables y conexiones electromagnéticas relacionadas con propulsiones simultáneas de energía. Lo anterior significa energía que aparece simultáneamente para nosotros y nuestros seres probables en otras realidades. Son conexiones psíquicas de unidad y simpatía que se presentan en el estado del sueño. En este estado, con las funciones del ego un tanto aquietadas, se presentan las comunicaciones entre las distintas porciones de la Entidad.
En el sueño podemos tener vistazos de las rutas probables que hemos podido tomar. Podemos pensar que son fantasías, pero realmente estamos percibiendo una imagen legítima de eventos que ocurrieron en otro sistema de probabilidad.
Un evento puede ser realizado por más de un ser probable. Tenemos más semejanzas con unos seres probables que con otros. Como las conexiones entre todos ellos existen, estamos en capacidad de utilizar las habilidades y conocimientos de estos otros seres probables.
Cuando ya somos conscientes de que existen estos sistemas probables, podemos aprender a estar alertas sobre lo que llamaremos “impulsos benignos”. Estos impulsos pueden estar desconectados de nuestros intereses y actividades corrientes. Por esto, nos parecerán extraños. Por ejemplo, podemos no tener ni idea de música y una tarde cualquiera, en medio de actividades comunes, sentir el impulso de comprar un violín.
Este impulso puede ser indicio de que uno de nuestros seres probables tiene dotes de violinista. No quiere decir que vamos a salir a comprar de inmediato un violín, pero podemos en cambio interesarnos en él, en conciertos de violín, etc. Cuando este impulso realmente se origina en un ser probable, nos será mucho más fácil aprender a tocarlo.
Los seres probables existen no solo en el futuro sino en el pasado. Es por esto que es inconveniente ponernos a pensar en los aspectos negativos y poco placenteros del pasado, porque un ser probable puede estar aún involucrado en ese pasado, creando probabilidades inconvenientes para nosotros en el presente. De igual manera, ponernos a pensar en enfermedades y desastres es mala política, pues también estamos creando redes de probabilidades que no van a ocurrir necesariamente.
Teóricamente, estamos en capacidad de cambiar nuestro propio pasado, tal como lo conocimos. El tiempo no es algo tan apartado de nosotros, como no lo son las probabilidades. El pasado existió en muchísimas formas y todo lo que percibimos fue un pasado probable. Cambiando este pasado en nuestra mente, ahora, en el presente, no solo cambiamos su naturaleza sino sus efectos, y no solo sobre nosotros sino sobre otras personas.
Recordemos un evento particular del pasado, que nos desagradó profundamente. Imaginemos que desaparecemos ese evento y lo reemplazamos por otro mucho más benéfico. Al utilizar la imaginación, debemos hacerlo muy vívidamente y en repetidas oportunidades. El evento que escogimos, automáticamente, se convertirá en un evento probable, que en realidad sucedió, pero no es el evento que escogimos para percibir en un determinado pasado probable. Telepáticamente, si el proceso se hace correctamente, nuestra idea afectará a todas las personas involucradas con el evento original. Ellas, sin embargo, pueden aceptar o rechazar nuestra versión.
Es necesario recordar que muchos eventos no percibidos físicamente o experimentados, tienen validez. En el futuro existe una cantidad ilimitada de eventos probables y, en este momento, estamos preparando su estructura con nuestros pensamientos y sentimientos. De esos futuros probables estaremos escogiendo los eventos físicos que se convertirán en nuestra experiencia.
Con solo hacernos estas sencillas preguntas, estamos entrando en el campo de las probabilidades. Existen conexiones muy profundas con las personas con quienes nos hemos relacionado y con las involucradas en las decisiones más importantes. Son interconexiones psicológicas las que nos unen a esas personas, aunque se presentan por debajo del nivel consciente y en forma telepática.
El progreso de una conciencia está en gran medida determinado por el conocimiento de todas las otras materializaciones de su identidad. Todos los seres probables deberían conocerse y darse cuenta de que corresponden a las varias manifestaciones de su Entidad.
Los seres probables no están perdidos, enterrados o negados en la Entidad, sin su libre albedrío, sin su propia determinación y perdida su individualidad. Tienen total libertad para manifestar todos los desarrollos y acciones probables, tanto en nuestra realidad como en otras que no conocemos conscientemente.
En cada momento, estamos posicionados en el centro de una red cósmica de probabilidades, que se afectará por el más ligero acto mental o emocional. Nuestros pensamientos y emociones se proyectarán, no solo en todas las direcciones físicas que conocemos, sino en direcciones invisibles para nosotros, que aún no comprendemos. También somos receptores de esos mismos signos, provenientes de otras probabilidades conectadas con la nuestra. De ellos escogemos cuales acciones probables queremos hacer reales o físicas en nuestro sistema.
Somos el origen de ideas y los receptores de ideas, pero no estamos obligados a realizar actos probables que nos llegan de otros seres probables. Existe una atracción natural entre nosotros y nuestros seres probables y conexiones electromagnéticas relacionadas con propulsiones simultáneas de energía. Lo anterior significa energía que aparece simultáneamente para nosotros y nuestros seres probables en otras realidades. Son conexiones psíquicas de unidad y simpatía que se presentan en el estado del sueño. En este estado, con las funciones del ego un tanto aquietadas, se presentan las comunicaciones entre las distintas porciones de la Entidad.
En el sueño podemos tener vistazos de las rutas probables que hemos podido tomar. Podemos pensar que son fantasías, pero realmente estamos percibiendo una imagen legítima de eventos que ocurrieron en otro sistema de probabilidad.
Un evento puede ser realizado por más de un ser probable. Tenemos más semejanzas con unos seres probables que con otros. Como las conexiones entre todos ellos existen, estamos en capacidad de utilizar las habilidades y conocimientos de estos otros seres probables.
Cuando ya somos conscientes de que existen estos sistemas probables, podemos aprender a estar alertas sobre lo que llamaremos “impulsos benignos”. Estos impulsos pueden estar desconectados de nuestros intereses y actividades corrientes. Por esto, nos parecerán extraños. Por ejemplo, podemos no tener ni idea de música y una tarde cualquiera, en medio de actividades comunes, sentir el impulso de comprar un violín.
Este impulso puede ser indicio de que uno de nuestros seres probables tiene dotes de violinista. No quiere decir que vamos a salir a comprar de inmediato un violín, pero podemos en cambio interesarnos en él, en conciertos de violín, etc. Cuando este impulso realmente se origina en un ser probable, nos será mucho más fácil aprender a tocarlo.
Los seres probables existen no solo en el futuro sino en el pasado. Es por esto que es inconveniente ponernos a pensar en los aspectos negativos y poco placenteros del pasado, porque un ser probable puede estar aún involucrado en ese pasado, creando probabilidades inconvenientes para nosotros en el presente. De igual manera, ponernos a pensar en enfermedades y desastres es mala política, pues también estamos creando redes de probabilidades que no van a ocurrir necesariamente.
Teóricamente, estamos en capacidad de cambiar nuestro propio pasado, tal como lo conocimos. El tiempo no es algo tan apartado de nosotros, como no lo son las probabilidades. El pasado existió en muchísimas formas y todo lo que percibimos fue un pasado probable. Cambiando este pasado en nuestra mente, ahora, en el presente, no solo cambiamos su naturaleza sino sus efectos, y no solo sobre nosotros sino sobre otras personas.
Recordemos un evento particular del pasado, que nos desagradó profundamente. Imaginemos que desaparecemos ese evento y lo reemplazamos por otro mucho más benéfico. Al utilizar la imaginación, debemos hacerlo muy vívidamente y en repetidas oportunidades. El evento que escogimos, automáticamente, se convertirá en un evento probable, que en realidad sucedió, pero no es el evento que escogimos para percibir en un determinado pasado probable. Telepáticamente, si el proceso se hace correctamente, nuestra idea afectará a todas las personas involucradas con el evento original. Ellas, sin embargo, pueden aceptar o rechazar nuestra versión.
Es necesario recordar que muchos eventos no percibidos físicamente o experimentados, tienen validez. En el futuro existe una cantidad ilimitada de eventos probables y, en este momento, estamos preparando su estructura con nuestros pensamientos y sentimientos. De esos futuros probables estaremos escogiendo los eventos físicos que se convertirán en nuestra experiencia.
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