Nuestra realidad es el resultado de una alucinación, si así interpretamos lo que nos muestran los sentidos. Físicamente, nuestra existencia es percibida a través de los sentidos. En este contexto, la vida corporal se presenta como en un estado de trance, con el foco de atención centrado en los sentidos, aceptando la realidad de sus sensaciones. Esa experiencia, es la imagen que la realidad tiene para nosotros ahora. En otras palabras, la vida terrenal es una versión de la realidad, no de la realidad total, sino de una parte de ella. Es la manera como percibimos lo que es esa realidad. Con el propósito de explorar esa experiencia, dirigimos nuestra atención a ella utilizando todas nuestras habilidades. Hipnotizamos nuestros nervios y las células del cuerpo para que reaccionen como esperamos que lo hagan. Las creencias de la mente consciente son seguidas por todas las porciones de nuestro ser, hasta sus átomos y moléculas. Todos los grandes eventos de nuestra vida, la relación con otras personas, los más simples eventos dentro del cuerpo, se rigen por nuestras creencias conscientes.
Cuando estamos enfermos, podemos decir: “No quiero estar enfermo”.Si somos pobres, decimos:”No quiero ser pobre”.Si nadie nos quiere, decimos:”No quiero estar solo”. Sin embargo, por nuestras propias razones, empezamos a creer en la enfermedad más que en la salud, en la pobreza más que en la abundancia y en la soledad más que en el afecto.
Es posible que algunas de estas ideas provengan de nuestros padres. Sus efectos nos pueden haber rodeado, o hemos podido adquirir las creencias en una particular etapa de la vida. Todas estas creencias inadecuadas se pueden cambiar, si utilizamos el poder de la acción en el presente. Esto no quiere decir que todos debemos ser sanos, ricos y sabios. Quiere decir que quienes tienen en su vida efectos con los cuales no están satisfechos, los pueden cambiar. Las sugerencias que permanentemente nos damos a nosotros mismos, actúan como creencias que después se reflejan en nuestra experiencia. Algunos podemos ser mentalmente perezosos y no examinamos conscientemente la información que recibimos.
Muchas personas le asignan grandes poderes al hipnotizador. Cuando disponemos de la atención total de otra persona, actuamos como hipnotizadores en alto grado. Cuando enfocamos nuestra propia atención intensamente, actuamos como hipnotizador y sujeto, simultáneamente. Estamos dándonos sugestiones pos- hipnóticas todo el tiempo, especialmente cuando proyectamos las condiciones actuales hacia el futuro. El hecho simple es que todo esto corresponde a las funciones naturales de la mente, lo que nos lleva a desechar los aspectos “mágicos” de la hipnosis.
Veamos un ejercicio práctico y útil. Durante 5 o 10 minutos, utilicemos la hipnosis natural como un método para aceptar algunas nuevas creencias adecuadas. Durante ese tiempo, concentremos nuestra atención, tan vívidamente como sea posible, sobre una simple afirmación. Repitámosla una y otra vez, mientras nos enfocamos totalmente en ella por ese tiempo. Intentemos sentir la afirmación de la mejor manera, sin distracciones. La repetición verbal o mental es muy importante porque activa determinados patrones biológicos. No es necesario esforzarse demasiado. Durante este periodo de tiempo, es importante recordar que estamos utilizando el presente como el punto de poder para insertar las nuevas creencias y que ellas se materializaran realmente. Cuando se termine el ejercicio, es necesario no pensar más en él y sacarlo de la mente. Podemos experimentar con las distintas palabras del mensaje, hasta lograr las más apropiadas.
Si el ejercicio se hace adecuadamente, los resultados serán excelentes.
Cuando estamos enfermos, podemos decir: “No quiero estar enfermo”.Si somos pobres, decimos:”No quiero ser pobre”.Si nadie nos quiere, decimos:”No quiero estar solo”. Sin embargo, por nuestras propias razones, empezamos a creer en la enfermedad más que en la salud, en la pobreza más que en la abundancia y en la soledad más que en el afecto.
Es posible que algunas de estas ideas provengan de nuestros padres. Sus efectos nos pueden haber rodeado, o hemos podido adquirir las creencias en una particular etapa de la vida. Todas estas creencias inadecuadas se pueden cambiar, si utilizamos el poder de la acción en el presente. Esto no quiere decir que todos debemos ser sanos, ricos y sabios. Quiere decir que quienes tienen en su vida efectos con los cuales no están satisfechos, los pueden cambiar. Las sugerencias que permanentemente nos damos a nosotros mismos, actúan como creencias que después se reflejan en nuestra experiencia. Algunos podemos ser mentalmente perezosos y no examinamos conscientemente la información que recibimos.
Muchas personas le asignan grandes poderes al hipnotizador. Cuando disponemos de la atención total de otra persona, actuamos como hipnotizadores en alto grado. Cuando enfocamos nuestra propia atención intensamente, actuamos como hipnotizador y sujeto, simultáneamente. Estamos dándonos sugestiones pos- hipnóticas todo el tiempo, especialmente cuando proyectamos las condiciones actuales hacia el futuro. El hecho simple es que todo esto corresponde a las funciones naturales de la mente, lo que nos lleva a desechar los aspectos “mágicos” de la hipnosis.
Veamos un ejercicio práctico y útil. Durante 5 o 10 minutos, utilicemos la hipnosis natural como un método para aceptar algunas nuevas creencias adecuadas. Durante ese tiempo, concentremos nuestra atención, tan vívidamente como sea posible, sobre una simple afirmación. Repitámosla una y otra vez, mientras nos enfocamos totalmente en ella por ese tiempo. Intentemos sentir la afirmación de la mejor manera, sin distracciones. La repetición verbal o mental es muy importante porque activa determinados patrones biológicos. No es necesario esforzarse demasiado. Durante este periodo de tiempo, es importante recordar que estamos utilizando el presente como el punto de poder para insertar las nuevas creencias y que ellas se materializaran realmente. Cuando se termine el ejercicio, es necesario no pensar más en él y sacarlo de la mente. Podemos experimentar con las distintas palabras del mensaje, hasta lograr las más apropiadas.
Si el ejercicio se hace adecuadamente, los resultados serán excelentes.
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