Los cambios en la conciencia del hombre determinaron los cambios en los conceptos de Dios a través de los siglos.
Hace millones de años existieron innumerables especies que ahora nos parecerían especies mutantes. No existía una muy clara diferencia entre el hombre-animal y el animal-hombre. En cierta forma, la conciencia tenía una mayor movilidad, era menos centrada y más experimental. Esa mezcla primitiva, más tarde sería recordada con los mitos de dioses con forma animal. La variedad existía mucho antes de lo que dicen los paleontólogos. Existieron especies animales que utilizaron herramientas mucho antes que el hombre. La conciencia conocía todas las probabilidades de desarrollo a su disposición. Cada especie tenía, en su conciencia individual y colectiva, el signo de otras realidades probables. Esos signos eran biológicamente válidos, pues le permitían a las células tener conocimiento precognitivo sobre el cual se basaría el comportamiento posterior. Lo anterior tenía validez no solo individualmente, para las células que conocían sus patrones futuros, sino también para la especie en general, pues disponía del conocimiento inconsciente de su futuro desarrollo ideal.
Los patrones internos, inherentes a la conciencia de todas las especies, se convirtieron en conceptos, en imágenes, en proyecciones intuitivas, que tenían el propósito de orientar conscientemente. Los dioses sirvieron como estimulantes del desarrollo. Como los dioses parecían existir aparte del hombre, se encargaron de orientarlo hacia las más óptimas áreas de desarrollo. Las imágenes de dios cambiaron en la medida que la conciencia lo hizo. Los distintos conceptos de dios que ya desaparecieron, representaron áreas de desarrollo no escogidas, pero aún latentes. El tótem, por ejemplo, es un residuo de una era en la que había una mayor comunicación entre el hombre y los animales. En realidad, el hombre recurrió a los animales para aprender y de ellos adquirió el conocimiento de las plantas y algunos procedimientos medicinales correctivos.
Históricamente, nos parece que la conciencia de la humanidad nació de cierto tipo de conciencia de los animales. En esa era, existían muchos tipos de conciencia. Los animales escogieron desarrollar su propia conciencia y el hombre también escogió la suya. La conciencia de los animales es muy específica, y está tan posicionada en el momento presente, que el pasado y el futuro, básicamente, no tienen sentido para ellos. Su concentración específica se convirtió en un enfoque especial. En cambio, la conciencia del hombre perdió ese enfoque especial. El tótem pertenece a la era en la que los hombres y los animales se entendían, mucho antes de su separación. Las especies físicas que existieron y florecieron en esas épocas, se convirtieron en especies probables para nosotros, puesto que no se desarrollaron en nuestro sistema y se extinguieron.
La mitología describe otras especies que existieron sobre la tierra en formas diversas. Estas incluyen hadas, duendes y gigantes. La mitología describe la arqueología de la raza en términos psíquicos y físicos. Existieron especies de hombres grandes y pequeños, con diferentes conexiones conscientes con el resto de la naturaleza. Se trataba de un gran experimento para la producción de una especie que haría parte de la tierra y que a la vez sería consciente cocreador de ella. Existieron muchas consideraciones y experimentos relacionados con el tamaño, la capacidad cerebral, la estructura neurológica y con un tipo de conciencia que fuera lo suficientemente flexible con su entorno, teniendo el vigor para explorarlo y modificarlo.
La conciencia que emergía debía tener, por lo menos en forma latente, la capacidad de enterarse de las condiciones del mundo. Cuando el hombre no conocía más que una vida tribal, su cerebro ya tenía la capacidad de aprender todo lo que debía, ya que algún día sería responsable por la vida de su propio planeta.
Hace millones de años existieron innumerables especies que ahora nos parecerían especies mutantes. No existía una muy clara diferencia entre el hombre-animal y el animal-hombre. En cierta forma, la conciencia tenía una mayor movilidad, era menos centrada y más experimental. Esa mezcla primitiva, más tarde sería recordada con los mitos de dioses con forma animal. La variedad existía mucho antes de lo que dicen los paleontólogos. Existieron especies animales que utilizaron herramientas mucho antes que el hombre. La conciencia conocía todas las probabilidades de desarrollo a su disposición. Cada especie tenía, en su conciencia individual y colectiva, el signo de otras realidades probables. Esos signos eran biológicamente válidos, pues le permitían a las células tener conocimiento precognitivo sobre el cual se basaría el comportamiento posterior. Lo anterior tenía validez no solo individualmente, para las células que conocían sus patrones futuros, sino también para la especie en general, pues disponía del conocimiento inconsciente de su futuro desarrollo ideal.
Los patrones internos, inherentes a la conciencia de todas las especies, se convirtieron en conceptos, en imágenes, en proyecciones intuitivas, que tenían el propósito de orientar conscientemente. Los dioses sirvieron como estimulantes del desarrollo. Como los dioses parecían existir aparte del hombre, se encargaron de orientarlo hacia las más óptimas áreas de desarrollo. Las imágenes de dios cambiaron en la medida que la conciencia lo hizo. Los distintos conceptos de dios que ya desaparecieron, representaron áreas de desarrollo no escogidas, pero aún latentes. El tótem, por ejemplo, es un residuo de una era en la que había una mayor comunicación entre el hombre y los animales. En realidad, el hombre recurrió a los animales para aprender y de ellos adquirió el conocimiento de las plantas y algunos procedimientos medicinales correctivos.
Históricamente, nos parece que la conciencia de la humanidad nació de cierto tipo de conciencia de los animales. En esa era, existían muchos tipos de conciencia. Los animales escogieron desarrollar su propia conciencia y el hombre también escogió la suya. La conciencia de los animales es muy específica, y está tan posicionada en el momento presente, que el pasado y el futuro, básicamente, no tienen sentido para ellos. Su concentración específica se convirtió en un enfoque especial. En cambio, la conciencia del hombre perdió ese enfoque especial. El tótem pertenece a la era en la que los hombres y los animales se entendían, mucho antes de su separación. Las especies físicas que existieron y florecieron en esas épocas, se convirtieron en especies probables para nosotros, puesto que no se desarrollaron en nuestro sistema y se extinguieron.
La mitología describe otras especies que existieron sobre la tierra en formas diversas. Estas incluyen hadas, duendes y gigantes. La mitología describe la arqueología de la raza en términos psíquicos y físicos. Existieron especies de hombres grandes y pequeños, con diferentes conexiones conscientes con el resto de la naturaleza. Se trataba de un gran experimento para la producción de una especie que haría parte de la tierra y que a la vez sería consciente cocreador de ella. Existieron muchas consideraciones y experimentos relacionados con el tamaño, la capacidad cerebral, la estructura neurológica y con un tipo de conciencia que fuera lo suficientemente flexible con su entorno, teniendo el vigor para explorarlo y modificarlo.
La conciencia que emergía debía tener, por lo menos en forma latente, la capacidad de enterarse de las condiciones del mundo. Cuando el hombre no conocía más que una vida tribal, su cerebro ya tenía la capacidad de aprender todo lo que debía, ya que algún día sería responsable por la vida de su propio planeta.
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