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jueves, 7 de junio de 2007

La Naturaleza del Hombre

Cuando intentamos calificar nuestra propia especie, generalmente somos menos considerados que cuando lo hacemos con las especies animales depredadoras. Comprendemos que estas últimas existen en cierto ambiente y reaccionan de acuerdo con su naturaleza. De la misma manera reacciona el Hombre. Las atrocidades que comete corresponden a un distorsionado intento de lograr lo que considera buenos objetivos. A menudo falla en lograr sus metas y no comprende que es precisamente por sus métodos que no lo consigue.
Los fracasos del Hombre son el resultado de su falta de comprensión. El Hombre dispone de una conciencia mucho más compleja que la de los animales, ya que debe manejar símbolos e ideas que luego proyecta hacia la realidad en la que deben ser evaluadas. Si estos símbolos e ideas se pudieran evaluar mentalmente, no habría necesidad de tener una existencia física humana.
Cuando surge una idea, veamos que preguntas nos podemos hacer. Que pasa con esta idea?
Que hago con ella? Que pasará si la convierto en una realidad física? Que tan lejos podemos ir con ideas de tipo social, científico, religioso, tan comunes en la mente del Hombre?
Si estas ideas las pudiéramos desarrollar y plasmar en una especie de tablero mental, el gran reto de nuestra existencia física sería innecesario y sin sentido. Por ejemplo: Hasta donde puede llevarse el nacionalismo? Que pasaría si consideramos el mundo como algo externo al Hombre, como un objeto? Que pasaría si tratamos nuestro cuerpo como una máquina? Como una imagen? Como si tuviera un alma? Solo una existencia física puede dar respuesta a estas preguntas. El Hombre necesita desarrollar sus ideas vistiéndolas con las realidades elementales de la tierra, para percibirlas como eventos.
Cuando el Hombre es destructivo, no lo hace porque busque ser destructivo de por si, sino porque desea lograr algo que es particularmente bueno para él, pero se olvida de examinar la bondad de sus métodos.
Cuando un animal predador persigue y mata su presa, su intento no es malo. Está preservando el balance de la naturaleza, aunque no lo sepa. Las tormentas azotan el ambiente con rayos y truenos. Los terremotos azotan la tierra. Nada de esto es malo. No existe un intento malo, están de alguna manera corrigiendo el balance de la tierra.
El Hombre consume ideas y al hacerlo contribuye a un tipo diferente de balance, del cual generalmente no es consciente. El Hombre no actúa con el exclusivo fin de hacer daño. Su intención puede estar asistida por su confusión, por un conflicto de creencias. Para la paz de nuestra mente, es imperativo que creamos en la existencia de una acción siempre bien intencionada en el Hombre.
Necesitamos distinguir entre el Hombre y sus obras. Podemos discutir y condenar sus obras. Por los medios de comunicación nos enteramos diariamente de sus errores, estupideces e inclinación a la guerra. Podemos coleccionar todo este material. Podemos coleccionar libros sobre el fracaso del Hombre. Sin embargo, nos preguntamos si vale la pena hacerlo. Condenar el Hombre es condenar la especie. Coleccionemos más bien sus buenas obras que son muchas y son únicas en el universo.

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