Así como la vida de cada individuo surge de dimensiones escondidas, más allá de aquellas fácilmente accesibles en términos físicos; y así como extrae su energía y poder para actuar de fuentes inconscientes, de igual manera, el actual universo físico también lo hace. Este también tiene una fuente y obtiene su energía de otras más profundas realidades.
La historia, tal como la conocemos, representa apenas una sola luz sobre la cual nos enfocamos. Es tan intensa nuestra concentración sobre su destello, que cuando nos preguntamos sobre la naturaleza de la realidad, automáticamente dirigimos nuestra atención hacia este centelleante momento que llamamos realidad física. Cuando nos preguntamos sobre sus orígenes, sin pensarlo, hablamos de un creador de esa sola luz. Aunque es única, si por lo menos entendiéramos de qué se trata, comprenderíamos la verdadera naturaleza de la realidad.
La Historia, tal como la concebimos, apenas representa una muy delgada línea de probabilidades en la cual estamos inmersos. No representa la totalidad de la vida de la especie, ni es el catálogo completo de las actividades físicas, ni cuenta la historia de las criaturas físicas, ni sus civilizaciones, guerras, tecnologías y logros. La realidad es mucho más diversa, más rica e indescriptible de lo que realmente suponemos o comprendemos. La evolución, tal como la conocemos y tal como ha sido clasificada por la ciencia, apenas representa una línea probable de evolución, precisamente aquella en la que nos encontramos.
Existen muchos más desarrollos evolutivos, igualmente reales, que ocurrieron, están ocurriendo y ocurrirán en otros sistemas probables de la realidad física. Las diversas e infinitas posibilidades de desarrollo, nunca podrán aparecer en una estructura tan sencilla de la realidad.
Nuestro orgullo e inocencia nos lleva a imaginar que el sistema evolutivo que conocemos es exclusivo y que físicamente no existe ningún otro. Dentro de la realidad física que conocemos, hay indicios y señales sobre la naturaleza de otras realidades físicas. Latentes en nuestra forma física existen otros sentidos que no utilizamos y que podríamos hacer aparecer en nuestra probabilidad y no lo hacemos.
Ninguna línea evolutiva es una línea muerta. Si en nuestro sistema desaparece, emergerá en otro. Todas las probables manifestaciones de la vida y la conciencia tienen su día y crean las condiciones en las cuales puedan florecer. En nuestros términos, ese día es eterno.
Las líneas evolutivas de que hemos hablado, corresponden no solamente a nuestro planeta y sistema solar, sino que también son válidas para el universo que conocemos. Somos conscientes apenas de una porción de la existencia física.
No solamente somos criaturas corporales formando imágenes de carne y hueso e interactuando en un particular tipo de espacio-tiempo; también somos criaturas que surgen de una particular dimensión de probabilidades. Hemos nacido en dimensiones de realidad apropiadas para nuestro desarrollo y crecimiento.
La historia, tal como la conocemos, representa apenas una sola luz sobre la cual nos enfocamos. Es tan intensa nuestra concentración sobre su destello, que cuando nos preguntamos sobre la naturaleza de la realidad, automáticamente dirigimos nuestra atención hacia este centelleante momento que llamamos realidad física. Cuando nos preguntamos sobre sus orígenes, sin pensarlo, hablamos de un creador de esa sola luz. Aunque es única, si por lo menos entendiéramos de qué se trata, comprenderíamos la verdadera naturaleza de la realidad.
La Historia, tal como la concebimos, apenas representa una muy delgada línea de probabilidades en la cual estamos inmersos. No representa la totalidad de la vida de la especie, ni es el catálogo completo de las actividades físicas, ni cuenta la historia de las criaturas físicas, ni sus civilizaciones, guerras, tecnologías y logros. La realidad es mucho más diversa, más rica e indescriptible de lo que realmente suponemos o comprendemos. La evolución, tal como la conocemos y tal como ha sido clasificada por la ciencia, apenas representa una línea probable de evolución, precisamente aquella en la que nos encontramos.
Existen muchos más desarrollos evolutivos, igualmente reales, que ocurrieron, están ocurriendo y ocurrirán en otros sistemas probables de la realidad física. Las diversas e infinitas posibilidades de desarrollo, nunca podrán aparecer en una estructura tan sencilla de la realidad.
Nuestro orgullo e inocencia nos lleva a imaginar que el sistema evolutivo que conocemos es exclusivo y que físicamente no existe ningún otro. Dentro de la realidad física que conocemos, hay indicios y señales sobre la naturaleza de otras realidades físicas. Latentes en nuestra forma física existen otros sentidos que no utilizamos y que podríamos hacer aparecer en nuestra probabilidad y no lo hacemos.
Ninguna línea evolutiva es una línea muerta. Si en nuestro sistema desaparece, emergerá en otro. Todas las probables manifestaciones de la vida y la conciencia tienen su día y crean las condiciones en las cuales puedan florecer. En nuestros términos, ese día es eterno.
Las líneas evolutivas de que hemos hablado, corresponden no solamente a nuestro planeta y sistema solar, sino que también son válidas para el universo que conocemos. Somos conscientes apenas de una porción de la existencia física.
No solamente somos criaturas corporales formando imágenes de carne y hueso e interactuando en un particular tipo de espacio-tiempo; también somos criaturas que surgen de una particular dimensión de probabilidades. Hemos nacido en dimensiones de realidad apropiadas para nuestro desarrollo y crecimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario