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martes, 19 de junio de 2007

La Experiencia de la Muerte

Es un tema que nunca tocamos, pero, en momentos de reflexión, a veces nos preguntamos: Qué pasará en el momento de mi muerte? Es mucho más fácil hacer la pregunta que responderla. Básicamente, no existe un particular “momento” de la muerte, aún en el caso de un accidente súbito. Trataremos de encontrar una respuesta práctica para una pregunta práctica.
Lo que la pregunta realmente significa, para la mayoría de las personas, es lo siguiente: Qué sucederá cuando yo ya no esté vivo, en términos físicos?. Qué sentiré?. Aún seré yo mismo?. Las emociones que tuve en la vida, seguirán conmigo?. Existen el cielo y el infierno?. Me encontraré con Dios, con el demonio, con mis enemigos, con las personas que amé?. Principalmente, la pregunta significa: Cuando esté muerto, seguiré siendo quién soy ahora y recordaré a mis seres más queridos?.
Tratemos de responder las preguntas, haciendo primero algunas consideraciones prácticas relacionadas con la naturaleza de la vida y la muerte. No existe un específico, indivisible, separado, momento de la muerte. La vida es un estado de transición, de llegar a ser, y la muerte forma parte de ese proceso. En este momento estamos vivos, nuestra conciencia se conoce a sí misma y estamos en medio de un proceso permanente de muerte de las células del organismo.
Estamos vivos, mientras los átomos y moléculas de nuestro cuerpo están muriendo y renaciendo. Estamos vivos en medio de un proceso de pequeñas muertes. Partes de nuestra imagen desaparecen en cada momento y son reemplazadas, sin que le demos al asunto mayor importancia. Estamos vivos en medio de las numerosas muertes y renacimientos que ocurren en nuestro cuerpo físico. Si las células no murieran y si no fueran reemplazadas, nuestra imagen física no continuaría viviendo.
Ahora hablemos de nuestra conciencia, tal como la conocemos. Vamos a compararla con un cocuyo, que prende y apaga. Nos parece que la conciencia es continua, permanente, pero este no es el caso. La conciencia titila, prende y apaga, pero nunca se extingue. Su enfoque no es tan constante como suponemos. Mientras estamos vivos, en medio de una inmensa cantidad de pequeñas muertes, a menudo estamos “muertos”, sin que nos demos cuenta, en medio de la chispeante vida de nuestra conciencia. Aquí la palabra “muerto” significa “totalmente desenfocado de la realidad física”.
La conciencia a veces está viva, físicamente, orientada hacia la realidad física; y otras veces no lo está. Parece confuso, pero la realidad es que la conciencia tiene pulsaciones, como el cocuyo, sin que seamos conscientes de ello. Por un instante, nuestra conciencia está “viva”, enfocada en la realidad física y, en el siguiente instante, estará enfocada totalmente en otra parte, en otro sistema de realidad.
Como nuestro cuerpo, y todo el universo, está compuesto de átomos y moléculas, podemos decir que la totalidad de la estructura física existe de la misma manera, prende y apaga, con un ritmo parecido al de la respiración, pero infinitamente más rápido.
Entonces lo que llamamos muerte es simplemente la inserción de una pulsación un poco más larga, con una pausa en otra dimensión.
La muerte de tejidos físicos es apenas una parte del proceso de la vida, tal como la conocemos en nuestro sistema. De esos tejidos, nueva vida estará surgiendo permanentemente. La Conciencia-la conciencia humana-no depende de esos tejidos y ciertamente no habrá materia física que no surja de alguna porción de la conciencia. Cuando nuestra conciencia individual deja el cuerpo, la conciencia simple de átomos y moléculas permanece y no es aniquilada.
En nuestra situación actual, de manera arbitraria, nos consideramos dependientes de una determinada imagen física: nos identificamos con nuestro cuerpo. Durante toda nuestra vida, partes de ese cuerpo mueren y el cuerpo que tenemos en este momento no contiene ni una partícula de la materia física que tenía hace diez años. Nuestro cuerpo es totalmente distinto al que teníamos hace diez años. El cuerpo que teníamos hace diez años está muerto. Sin embargo, obviamente, no sentimos que lo estamos y los ojos con que miramos hoy están compuestos por materia totalmente nueva. Las pupilas que tenemos ahora, no existían hace diez años y nos parecerá que nada ha cambiado en nuestra visión. El proceso opera tan suavemente que no nos damos cuenta.
Las pulsaciones de que hablábamos antes, son de tan corta duración que nuestra conciencia salta sobre ellas graciosamente. Sin embargo, nuestra percepción física parece no dar el salto cuando el ritmo de esas pulsaciones es más largo. Es entonces cuando el proceso lo percibimos como la muerte. Volviendo a nuestras preguntas, lo que realmente queremos saber es qué pasa cuando nuestra conciencia se aleja de la realidad física y parece no disponer de una forma o imagen propia.
En términos prácticos, no existe una sola respuesta, ya que somos individuos y para cada uno habrá una respuesta distinta. Pero en líneas generales, podría haber una respuesta que servirá para cubrir los principales puntos de esta experiencia, aunque las distintas clases de muertes tienen mucho que ver con la experiencia que la conciencia misma desarrolla. También influye el nivel de desarrollo de la conciencia y los métodos característicos con los cuales maneja su experiencia.
Las ideas que tenemos en relación con la naturaleza de la realidad le ponen color a las experiencias, ya que las interpretaremos de acuerdo con nuestras creencias. La conciencia puede abandonar el cuerpo lentamente o rápidamente, de acuerdo con muchas variables. En muchos casos de senilidad, las principales partes de la personalidad ya han dejado el cuerpo y están enfrentando nuevas circunstancias. El temor a la muerte puede causar pánico psicológico en las personas y, como mecanismo de defensa, reducen su conciencia, entran en estado de coma y tomarán cierto tiempo en recuperarse.
La creencia en el fuego del infierno puede causar alucinaciones de condiciones infernales. La creencia en el cielo, puede resultar en una alucinación de condiciones celestiales. Siempre formamos nuestra propia realidad, de acuerdo a nuestras ideas y expectativas. Esa es la naturaleza de la conciencia, cualquiera que sea la realidad en que se encuentra. Sin embargo, estas alucinaciones son temporales.
La conciencia debe hacer uso de sus habilidades. El aburrimiento y el estancamiento que representa este tipo de cielo, no será satisfactorio para la conciencia. Encontrará maestros que explicarán las condiciones y circunstancias. La conciencia no estará sola, perdida en medio de alucinaciones.
No siempre nos daremos cuenta de inmediato de que estamos muertos, en términos físicos. Nos encontraremos en otra forma, con una imagen que nos parecerá física en cierto grado, a menos que intentemos manipular dentro del sistema físico con ella. Es entonces cuando la diferencia entre la nueva forma y el cuerpo físico será obvia. Si creemos firmemente que la conciencia es el producto de nuestro cuerpo físico, nos aferraremos desesperadamente a él. Es cuando vamos a encontrar algunas personalidades, una especie de guardia de honor, que estarán listos para prestarnos ayuda y asistencia.
Esta especie de guardia honoraria está integrada por personas “vivas” o “muertas”, desde nuestro punto de vista. Aquellas que han vivido en nuestro sistema de realidad, llevan a cabo estas actividades en una “experiencia fuera del cuerpo”, mientras su cuerpo físico duerme. Están familiarizados con la proyección de la conciencia y con las sensaciones involucradas y ayudarán en la orientación de quienes no regresarán a su cuerpo físico. Estas personas son de muy valiosa ayuda, porque aún están involucrados con la realidad física y por lo tanto tienen una más inmediata comprensión de los sentimientos y las emociones de la hora final.
Estas personas pueden tener o no memoria de estas actividades. Las experiencias con la proyección y movilidad de la conciencia son de mucha ayuda en la preparación de la experiencia de la muerte. En otras palabras, podemos experimentar de antemano el entorno que aparecerá después de la muerte y conocer las condiciones que encontraremos.
El entorno que encontraremos después de la muerte no es sombrío. Por el contrario, es mucho más agradable e intenso que el de nuestra realidad actual. Necesitamos aprender a operar en un nuevo entorno, con diferentes leyes. Estas son mucho menos limitantes que las del sistema físico en el que operamos ahora. En otras palabras, vamos a aprender a utilizar nuevas libertades.
La realidad y el entorno que encontraremos es un estado “intermedio”. Muchos continuarán con otras vidas en la realidad física. Algunos vivirán y desarrollarán sus habilidades en diferentes sistemas de realidad. Para los perezosos no hay mucha esperanza. La muerte no ofrece un eterno descanso. Podemos descansar por un tiempo, si lo deseamos. Después de la muerte, no solo debemos utilizar nuestras habilidades, sino que debemos encarar aquellas que no utilizamos en nuestra existencia previa.
Quienes tenemos fe en una vida después de la muerte, encontraremos que es mucho más fácil acostumbrarnos a las nuevas condiciones. Podemos encontrar parientes y amigos que fallecieron. Es una cuestión personal, como siempre. Podemos estar más interesados en encontrar personas que hemos conocido en otras vidas, distintas a las que estuvieron cerca de nosotros en la actual.
Nuestros verdaderos sentimientos, en relación con los parientes que han fallecido, serán perfectamente claros para ellos y para nosotros. Allí no existirá la hipocresía. No vamos a pretender que amamos a un pariente que hizo muy poco por ganar nuestro respeto o nuestro amor. La telepatía funciona sin ninguna distorsión. Nos daremos cuenta claramente de la verdadera relación que existe entre nosotros y los parientes y amigos que nos esperan allá.
Podemos darnos cuenta de que alguien, a quien considerábamos enemigo, en realidad merece nuestro respeto, aprecio o amor; entonces lo trataremos con base en la nueva evidencia. Nuestros motivos serán perfectamente claros. No seremos automáticamente sabios, si no lo fuimos antes. No podremos esconder nuestros sentimientos, emociones, o motivaciones.
Las oportunidades para el desarrollo y el crecimiento son inmensas y los métodos de aprendizaje a nuestra disposición muy efectivos. Haremos un examen de la existencia que acabamos de dejar y entenderemos que nuestras experiencias son el resultado de nuestros pensamientos y emociones y también entenderemos la manera como afectan a otras personas.
Después de terminado el examen de nuestra última existencia, conoceremos las otras más grandes porciones de nuestra identidad. Cuando comprendamos perfectamente el significado de la vida que acabamos de dejar, estaremos listos para el conocimiento consciente de las otras existencias.
Es cuando nos daremos cuenta de que lo que somos ahora incluye lo que hemos sido en otras vidas. Iniciaremos entonces los planes para nuestra próxima existencia física, si así lo deseamos. También podemos escoger entrar a otro nivel de realidad y enseguida regresar a una existencia física.
La conciencia puede dejar el cuerpo antes de la muerte física, por lo que decíamos que no hay un momento preciso en la que ella ocurre. La conciencia deja el organismo físico de varias maneras, de acuerdo con las condiciones. En algunos casos, el organismo está en capacidad de funcionar, hasta cierto grado, sin el liderazgo y organización de la conciencia. Por cierto tiempo, la conciencia de átomos, células y órganos continuará existiendo, después de que la conciencia principal se ha ido.
Cuando una persona tiene la certeza de que la muerte es el final de todo, se producirá en ella un olvido y falta de memoria total, aunque temporalmente. En otros casos, cuando las conciencias de estas personas dejan el cuerpo, se presentará en ellas un estado de asombro al darse cuenta de la nueva situación. Mirarán su propio cuerpo con asombro y curiosidad. La sala funeraria tendrá, en medio de los dolientes y amigos, un invitado de honor mirando la cara de su propio cuerpo con admiración.

En este punto se presentan muchas variables en el comportamiento, de acuerdo con la trayectoria de cada individuo, sus conocimientos y sus hábitos. El entorno en el cual la persona muerta se encuentra, usualmente estará cambiando. Puede tener alucinaciones tan reales como la experiencia física. Los pensamientos y las emociones forman esa realidad física y también forman la experiencia después de la muerte.
Esto no significa que esas experiencias no sean tan válidas como las de la vida física. Un individuo puede estar en diez diferentes entornos mientras parpadea y no tendrá idea de las razones de esa situación. Cambiará de una experiencia a la otra, sin darse cuenta de que son sus propios pensamientos los que lo están impulsando.
Esta situación se presenta inmediatamente después de la muerte, porque enseguida encontrará otras etapas. Algunos guías lo ayudarán, inicialmente formando parte de las alucinaciones, con el propósito de sacarlo de ellas, cuando han logrado, primero que todo, ganar su confianza. Los guías deben tener gran disciplina y entrenamiento. Pueden haber actuado durante muchas vidas, bajo la dirección de un maestro, en los estados de sueño.
Una parte muy importante de la experiencia después de la muerte, es el período de auto examen, en el cual cada personalidad estará en capacidad de observar su trayectoria, sus habilidades, sus puntos débiles y decidir si va a regresar o no a una existencia física.

1 comentario:

VISELACO dijo...

FELICIDADES.
EXCELENTE TEMA.
EXCELENTE DESCRIPCION.
TRASCENDENTAL ENSEÑANZA.