Supones que eres una criatura física confinada dentro de un cuerpo físico, aprisionada dentro de huesos, carne y piel. Si crees que tu existencia depende de esta imagen corporal, te sentirás en peligro de extinción, ya que ninguna forma física perdura y ningún cuerpo, por muy hermoso que haya sido en la juventud, mantiene el mismo vigor y encanto en la vejez. Si te identificas con tu propia juventud, o con tu belleza, o con tu inteligencia, o con tus logros, existirá el constante e inquietante conocimiento de que estos atributos pueden desaparecer y desaparecerán.
Básicamente, no eres más ser físico de lo que yo soy. He tenido y descartado más cuerpos de los que me importaría contar. Soy bastante independiente de una imagen física, y así eres tú.
La conciencia crea la forma y no lo contrario. No todas las personalidades son físicas. Por estar tan preocupado con los asuntos diarios, es por lo que no te das cuenta de que hay una parte tuya que sabe que sus propios poderes son muy superiores a los exhibidos por el ser ordinario.
Has vivido otras existencias y ese conocimiento está dentro de ti, aunque conscientemente no lo sabes. Para que sepas quien soy yo, debes preguntarte primero quien eres tú, ya que no podrás comprender lo que soy sino cuando comprendas la naturaleza de la personalidad y las características de la conciencia.
Si crees firmemente que tu conciencia está encerrada en alguna parte dentro de tu cráneo y que es incapaz de escapar de él; si sientes que tu conciencia termina en los limites de tu propio cuerpo, te estás quedando corto y pensarás que soy una ilusión. No me dirijo solamente a la parte que piensas que eres, sino también a la parte tuya que no conoces. Espero darte indicaciones que te permitirán estudiar la naturaleza de la realidad como jamás la has estudiado antes.
No estás metido en el tiempo como una mosca en una botella tapada, en la que sus alas son inútiles. No puedes confiar en los sentidos físicos para que te den una imagen verdadera de la realidad. Los sentidos son adorables mentirosos, con un cuento tan fantástico para contar que te lo crees sin cuestionarlo. Algunas veces eres más sabio, más creativo y mucho más sapiente cuando estás dormido que cuando estás despierto.
Tú creas el mundo que conoces. Se te ha dado quizá el más formidable regalo de todos: la habilidad de proyectar tus pensamientos hacia el exterior dentro de la forma física. Este regalo conlleva una responsabilidad. Tienes la tentación de congratularte por los éxitos de tu vida, y culpar a Dios, a la suerte y a la sociedad por tus fracasos. De igual manera, la humanidad tiene la tendencia a proyectar sus propias culpas y sus propios errores sobre la imagen de un dios-padre, quien parecería estar cansado de tantas quejas. El hecho es que tú creas tu propia realidad física, y en masa la humanidad crea las glorias y los terrores que existen dentro de la experiencia terrenal. Hasta que no te des cuenta de que tú y la humanidad son los creadores, ni tú ni la humanidad aceptarán esta responsabilidad. Tampoco puedes culpar al demonio por tus infortunios. Has tenido la suficiente sofisticación para darte cuenta de que el Demonio es una proyección de tu propia psique, pero no has sido lo suficientemente sabio para aprender a utilizar tu creatividad constructivamente.
Básicamente, no eres más ser físico de lo que yo soy. He tenido y descartado más cuerpos de los que me importaría contar. Soy bastante independiente de una imagen física, y así eres tú.
La conciencia crea la forma y no lo contrario. No todas las personalidades son físicas. Por estar tan preocupado con los asuntos diarios, es por lo que no te das cuenta de que hay una parte tuya que sabe que sus propios poderes son muy superiores a los exhibidos por el ser ordinario.
Has vivido otras existencias y ese conocimiento está dentro de ti, aunque conscientemente no lo sabes. Para que sepas quien soy yo, debes preguntarte primero quien eres tú, ya que no podrás comprender lo que soy sino cuando comprendas la naturaleza de la personalidad y las características de la conciencia.
Si crees firmemente que tu conciencia está encerrada en alguna parte dentro de tu cráneo y que es incapaz de escapar de él; si sientes que tu conciencia termina en los limites de tu propio cuerpo, te estás quedando corto y pensarás que soy una ilusión. No me dirijo solamente a la parte que piensas que eres, sino también a la parte tuya que no conoces. Espero darte indicaciones que te permitirán estudiar la naturaleza de la realidad como jamás la has estudiado antes.
No estás metido en el tiempo como una mosca en una botella tapada, en la que sus alas son inútiles. No puedes confiar en los sentidos físicos para que te den una imagen verdadera de la realidad. Los sentidos son adorables mentirosos, con un cuento tan fantástico para contar que te lo crees sin cuestionarlo. Algunas veces eres más sabio, más creativo y mucho más sapiente cuando estás dormido que cuando estás despierto.
Tú creas el mundo que conoces. Se te ha dado quizá el más formidable regalo de todos: la habilidad de proyectar tus pensamientos hacia el exterior dentro de la forma física. Este regalo conlleva una responsabilidad. Tienes la tentación de congratularte por los éxitos de tu vida, y culpar a Dios, a la suerte y a la sociedad por tus fracasos. De igual manera, la humanidad tiene la tendencia a proyectar sus propias culpas y sus propios errores sobre la imagen de un dios-padre, quien parecería estar cansado de tantas quejas. El hecho es que tú creas tu propia realidad física, y en masa la humanidad crea las glorias y los terrores que existen dentro de la experiencia terrenal. Hasta que no te des cuenta de que tú y la humanidad son los creadores, ni tú ni la humanidad aceptarán esta responsabilidad. Tampoco puedes culpar al demonio por tus infortunios. Has tenido la suficiente sofisticación para darte cuenta de que el Demonio es una proyección de tu propia psique, pero no has sido lo suficientemente sabio para aprender a utilizar tu creatividad constructivamente.
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