Vamos a hablar de las localizaciones de los sueños que experimentamos y que no ocupan un lugar en nuestro espacio. A un nivel, puede decirse que no existen, y sin embargo, si existen. Mientras estamos en un sueño, tenemos la capacidad de ver, tocar y movernos en estas localizaciones y, solo cuando despertamos, ellas se nos escapan. Esto debería considerarse conjuntamente con el material relacionado con la expansión del universo, ya que las localizaciones en el sueño representan una realidad y una estructura que no tiene existencia en nuestro espacio; y si se mide solamente con las líneas utilizadas para medir el espacio, no recibiríamos ninguna indicación en absoluto de su existencia o realidad. Medidas solamente en términos de nuestras concepciones del camuflaje, muchas cosas que sabemos que existen, parecerían no existir.
No podemos negar nuestra propia realidad psicológica, pero algunas veces nos parece que lo haríamos si pudiéramos. Aparentemente no podemos sentir, ver, o medir una emoción. Una emoción no ocupa espacio y, sin embargo, las emociones existen. Los sentimientos se intensifican. Se puede decir que en “valor” se expanden y, sin embargo, esta misma intensidad real o expansión de valor de un sentimiento no ocupa más espacio adicional del que ocupó en su concepción.
El color rojo es más vívido que el color negro, utilizando el negro aquí como un color. Sin embargo, el rojo no ocupa más espacio que el negro. En otras palabras, la expansión que ocurre en términos de calidad de valor, o de grado, o de intensidad, no tiene nada que ver con la expansión en el espacio. Una expansión de valor o de intensidad es la única forma de expansión real.
Hemos dicho que hasta ahora la mente no puede ser detectada por medio de instrumentos. La mente no ocupa espacio y, sin embargo, la mente es el valor que le da poder al cerebro. La mente se expande continuamente como un todo, tanto en términos individuales como en términos de la especie y, sin embargo, la mente no ocupa ni más ni menos espacio, bien sea la mente de una mosca o la mente de un hombre.
La mente, simplemente, no existe en términos espaciales. No tenemos manera de medir la expansión de la mente, como no podemos medir la expansión del universo, en la medida en que estemos pensando en términos de expansión en el espacio. Negar la realidad de lo que no existe en el espacio seria tanto como negar la propia herencia y las propias habilidades de la humanidad.
El mundo del sueño existe de una manera muy personal, vívida y válida, pero el mundo del sueño no ocupa tantas pulgadas, yardas, pies o acres. Si el mundo del sueño existe, y en realidad existe, y si no existe en el espacio, entonces en qué, o en donde, tiene su existencia, y cuales caminos, si existen, nos conducirán a él?
Puesto que hemos dicho que, básicamente, el universo no tiene nada que ver con el espacio, en nuestros términos, como tampoco el mundo del sueño, podríamos deducir que hay una similitud entre el medio en que ambos, el universo básico y el mundo del sueño, se encuentran.
Nuestra idea del espacio es una concepción completamente errónea de un vacío que debe ser llenado. Las cosas, los planetas, las estrellas, las nebulosas, etc., llegan a la existencia en este universo nuestro. Están naciendo continuamente, de acuerdo con las ultimas teorías, y este universo se expande, sus bordes se abomban y las galaxias exteriores se desbordan hacia ninguna parte. El verdadero espacio de quinta dimensión es por el contrario una energía vital, viva en si misma, poseyendo habilidades infinitas de transformación, formando todas las existencias y formando también el camuflaje del universo que nos es familiar y que intentamos investigar tan ineficientemente.
Este espacio de quinta dimensión, este universo básico de realidad del que estamos hablando, se expande constantemente en términos de intensidad y calidad de valor, de una manera que no tiene nada que ver con nuestra idea del espacio.
El universo interior básico por debajo de todo el camuflaje, no tiene en absoluto una existencia en el espacio, tal como lo visualizamos. El espacio, tal como lo visualizamos, como un vacío para ser llenado, es un camuflaje.
Los sueños, el mundo de los sueños, no existen en ningún verdadero grado en el tiempo, tal como lo conocemos. Se pueden experimentar semanas en un sueño y el sueño no tomará más que una fracción de segundo de nuestro tiempo del reloj. Los pensamientos internos de la mente existen, pero muy brevemente en el tiempo, y ese pequeño matiz del tiempo que toca tanto los sueños como las ideas, no es básico para ninguno de los dos.
Este matiz del tiempo es solamente un atributo de la forma de camuflaje físico y, aun así, la relación entre el tiempo y las ideas y el tiempo y los sueños es nebulosa. Como lo hemos mencionado, aunque experimentemos dos días en un sueño, mientras estemos en ese sueño, estaremos libres del tiempo involucrado, en el sentido de que no envejeceremos los dos días, aunque psicológicamente hayamos experimentado aparentemente ese tiempo.
El mundo del sueño y la mente son tocados por el tiempo y existen en el tiempo solamente en la medida en que estas realidades se sumergen en el camuflaje del universo. Básicamente, tanto el mundo del sueño como las ideas de la mente interior, no tienen su existencia en el tiempo, aunque pueden ser visibles desde la perspectiva del tiempo, visualizadas desde la forma física.
La realidad del universo interior tampoco existe básicamente en el tiempo, tal como lo concebimos, aunque en algunos casos partes de ella pueden ser vislumbradas desde la perspectiva del camuflaje del tiempo, pero en una muy pequeña parte.
Si el mundo del sueño, la mente y el universo interior existen, y si no existen en el espacio, y si no existen básicamente en el tiempo, aunque puedan ser vislumbradas a través del tiempo, las preguntas serían entonces: En que medio, o de que manera existen? Y sin el tiempo, como pueden tener duración?
La respuesta por si sola no debe parecer increíble. Sabemos que de hecho los sueños existen. Sabemos que la mente existe y tenemos un conocimiento intimo, personal y directo de que los sueños y la mente existen. Vamos a afirmar que el universo básico existe detrás de todos los camuflajes de universos de la misma manera, sin ocupar espacio, como la mente existe detrás del cerebro.
El cerebro es un patrón de camuflaje. Ocupa espacio y existe en el tiempo. La mente no ocupa espacio y no tiene su existencia básica en el tiempo. La realidad del universo interior no ocupa espacio y no tiene su existencia básica en el tiempo. Nuestro camuflaje del universo, por otra parte, ocupa espacio y tiene una existencia en el tiempo, pero no es el universo real y básico. Ocurre lo mismo que en la relación entre el cerebro y la mente.
El mundo del sueño, la mente y la realidad del universo existen. Existen en un clima que llamaremos clima de valor de realidad psicológica. Este es el medio. Ocupa el lugar de lo que llamamos espacio. Este clima de valor de realidad psicológica es una calidad que hace posibles todas las existencias y todas las conciencias. Es uno de los más poderosos principios, detrás o dentro de la vitalidad misma, que compone desde sí misma todos los otros fenómenos.
No podemos negar nuestra propia realidad psicológica, pero algunas veces nos parece que lo haríamos si pudiéramos. Aparentemente no podemos sentir, ver, o medir una emoción. Una emoción no ocupa espacio y, sin embargo, las emociones existen. Los sentimientos se intensifican. Se puede decir que en “valor” se expanden y, sin embargo, esta misma intensidad real o expansión de valor de un sentimiento no ocupa más espacio adicional del que ocupó en su concepción.
El color rojo es más vívido que el color negro, utilizando el negro aquí como un color. Sin embargo, el rojo no ocupa más espacio que el negro. En otras palabras, la expansión que ocurre en términos de calidad de valor, o de grado, o de intensidad, no tiene nada que ver con la expansión en el espacio. Una expansión de valor o de intensidad es la única forma de expansión real.
Hemos dicho que hasta ahora la mente no puede ser detectada por medio de instrumentos. La mente no ocupa espacio y, sin embargo, la mente es el valor que le da poder al cerebro. La mente se expande continuamente como un todo, tanto en términos individuales como en términos de la especie y, sin embargo, la mente no ocupa ni más ni menos espacio, bien sea la mente de una mosca o la mente de un hombre.
La mente, simplemente, no existe en términos espaciales. No tenemos manera de medir la expansión de la mente, como no podemos medir la expansión del universo, en la medida en que estemos pensando en términos de expansión en el espacio. Negar la realidad de lo que no existe en el espacio seria tanto como negar la propia herencia y las propias habilidades de la humanidad.
El mundo del sueño existe de una manera muy personal, vívida y válida, pero el mundo del sueño no ocupa tantas pulgadas, yardas, pies o acres. Si el mundo del sueño existe, y en realidad existe, y si no existe en el espacio, entonces en qué, o en donde, tiene su existencia, y cuales caminos, si existen, nos conducirán a él?
Puesto que hemos dicho que, básicamente, el universo no tiene nada que ver con el espacio, en nuestros términos, como tampoco el mundo del sueño, podríamos deducir que hay una similitud entre el medio en que ambos, el universo básico y el mundo del sueño, se encuentran.
Nuestra idea del espacio es una concepción completamente errónea de un vacío que debe ser llenado. Las cosas, los planetas, las estrellas, las nebulosas, etc., llegan a la existencia en este universo nuestro. Están naciendo continuamente, de acuerdo con las ultimas teorías, y este universo se expande, sus bordes se abomban y las galaxias exteriores se desbordan hacia ninguna parte. El verdadero espacio de quinta dimensión es por el contrario una energía vital, viva en si misma, poseyendo habilidades infinitas de transformación, formando todas las existencias y formando también el camuflaje del universo que nos es familiar y que intentamos investigar tan ineficientemente.
Este espacio de quinta dimensión, este universo básico de realidad del que estamos hablando, se expande constantemente en términos de intensidad y calidad de valor, de una manera que no tiene nada que ver con nuestra idea del espacio.
El universo interior básico por debajo de todo el camuflaje, no tiene en absoluto una existencia en el espacio, tal como lo visualizamos. El espacio, tal como lo visualizamos, como un vacío para ser llenado, es un camuflaje.
Los sueños, el mundo de los sueños, no existen en ningún verdadero grado en el tiempo, tal como lo conocemos. Se pueden experimentar semanas en un sueño y el sueño no tomará más que una fracción de segundo de nuestro tiempo del reloj. Los pensamientos internos de la mente existen, pero muy brevemente en el tiempo, y ese pequeño matiz del tiempo que toca tanto los sueños como las ideas, no es básico para ninguno de los dos.
Este matiz del tiempo es solamente un atributo de la forma de camuflaje físico y, aun así, la relación entre el tiempo y las ideas y el tiempo y los sueños es nebulosa. Como lo hemos mencionado, aunque experimentemos dos días en un sueño, mientras estemos en ese sueño, estaremos libres del tiempo involucrado, en el sentido de que no envejeceremos los dos días, aunque psicológicamente hayamos experimentado aparentemente ese tiempo.
El mundo del sueño y la mente son tocados por el tiempo y existen en el tiempo solamente en la medida en que estas realidades se sumergen en el camuflaje del universo. Básicamente, tanto el mundo del sueño como las ideas de la mente interior, no tienen su existencia en el tiempo, aunque pueden ser visibles desde la perspectiva del tiempo, visualizadas desde la forma física.
La realidad del universo interior tampoco existe básicamente en el tiempo, tal como lo concebimos, aunque en algunos casos partes de ella pueden ser vislumbradas desde la perspectiva del camuflaje del tiempo, pero en una muy pequeña parte.
Si el mundo del sueño, la mente y el universo interior existen, y si no existen en el espacio, y si no existen básicamente en el tiempo, aunque puedan ser vislumbradas a través del tiempo, las preguntas serían entonces: En que medio, o de que manera existen? Y sin el tiempo, como pueden tener duración?
La respuesta por si sola no debe parecer increíble. Sabemos que de hecho los sueños existen. Sabemos que la mente existe y tenemos un conocimiento intimo, personal y directo de que los sueños y la mente existen. Vamos a afirmar que el universo básico existe detrás de todos los camuflajes de universos de la misma manera, sin ocupar espacio, como la mente existe detrás del cerebro.
El cerebro es un patrón de camuflaje. Ocupa espacio y existe en el tiempo. La mente no ocupa espacio y no tiene su existencia básica en el tiempo. La realidad del universo interior no ocupa espacio y no tiene su existencia básica en el tiempo. Nuestro camuflaje del universo, por otra parte, ocupa espacio y tiene una existencia en el tiempo, pero no es el universo real y básico. Ocurre lo mismo que en la relación entre el cerebro y la mente.
El mundo del sueño, la mente y la realidad del universo existen. Existen en un clima que llamaremos clima de valor de realidad psicológica. Este es el medio. Ocupa el lugar de lo que llamamos espacio. Este clima de valor de realidad psicológica es una calidad que hace posibles todas las existencias y todas las conciencias. Es uno de los más poderosos principios, detrás o dentro de la vitalidad misma, que compone desde sí misma todos los otros fenómenos.
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