Terminando con nuestra presentación sobre la naturaleza de la materia, vamos a analizar un punto que consideramos de mucha importancia.
Como hemos visto, la forma no es una característica de la materia. Hemos dicho que la hierba no crece de la semilla. Observamos que la hierba con frecuencia aparece en donde la semilla ha sido sembrada y concluimos erróneamente que la semilla crece de la materia dentro de ella y que la hierba crece de la semilla.
Los átomos y las moléculas, la energía y la materia, aparecen y desaparecen instantáneamente. La energía constantemente está construyéndose en la apariencia de materia, pero la materia es la expresión simultanea de la energía, bajo ciertas condiciones.
De nuevo utilizaremos la silla para explicar nuestro punto. La silla está siendo constantemente construida. La silla representa una subdivisión en la materia, siendo lo que llamamos materia muerta, aunque sabemos que la conciencia está en todas partes.
La silla está siendo completamente construida simultáneamente e instantáneamente. Tomemos ahora la hoja de hierba y la semilla. La energía, y la conciencia dentro de ella, continuamente se construye a sí misma dentro de una construcción completamente nueva. Por las velocidades varias de que hemos hablado y porque no percibimos la realidad total, no notamos las construcciones simultaneas y pensamos que son continuadas, más que separadas y siempre nuevas.
Cuando la energía en su actuación trae consigo un completo cambio de forma, tal como lo hace cuando una semilla parece crecer en una hoja de hierba, lo que tenemos es simplemente una total diferencia entre las gradaciones que estamos en capacidad de percibir; lo que finalmente nos obliga a admitir que la cosa que tomamos como materia continuada se ha convertido, de una u otra manera, en algo totalmente diferente.
Sabemos que no podemos percibir con los sentidos internos las pulsaciones de energía a medida que forman la silla. Como no podemos percibir estas pulsaciones, la silla parece ser duradera, parte de nuestro tiempo y espacio, y continuada en el tiempo y el espacio. La silla no es ni duradera ni continuada y su realidad está limitada al reconocimiento que le damos como un objeto.
Como hemos visto, la forma no es una característica de la materia. Hemos dicho que la hierba no crece de la semilla. Observamos que la hierba con frecuencia aparece en donde la semilla ha sido sembrada y concluimos erróneamente que la semilla crece de la materia dentro de ella y que la hierba crece de la semilla.
Los átomos y las moléculas, la energía y la materia, aparecen y desaparecen instantáneamente. La energía constantemente está construyéndose en la apariencia de materia, pero la materia es la expresión simultanea de la energía, bajo ciertas condiciones.
De nuevo utilizaremos la silla para explicar nuestro punto. La silla está siendo constantemente construida. La silla representa una subdivisión en la materia, siendo lo que llamamos materia muerta, aunque sabemos que la conciencia está en todas partes.
La silla está siendo completamente construida simultáneamente e instantáneamente. Tomemos ahora la hoja de hierba y la semilla. La energía, y la conciencia dentro de ella, continuamente se construye a sí misma dentro de una construcción completamente nueva. Por las velocidades varias de que hemos hablado y porque no percibimos la realidad total, no notamos las construcciones simultaneas y pensamos que son continuadas, más que separadas y siempre nuevas.
Cuando la energía en su actuación trae consigo un completo cambio de forma, tal como lo hace cuando una semilla parece crecer en una hoja de hierba, lo que tenemos es simplemente una total diferencia entre las gradaciones que estamos en capacidad de percibir; lo que finalmente nos obliga a admitir que la cosa que tomamos como materia continuada se ha convertido, de una u otra manera, en algo totalmente diferente.
Sabemos que no podemos percibir con los sentidos internos las pulsaciones de energía a medida que forman la silla. Como no podemos percibir estas pulsaciones, la silla parece ser duradera, parte de nuestro tiempo y espacio, y continuada en el tiempo y el espacio. La silla no es ni duradera ni continuada y su realidad está limitada al reconocimiento que le damos como un objeto.
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