La forma no es una característica de la materia, a pesar de las apariencias. La materia en sí misma no posee durabilidad. La materia en sí misma no tiene la capacidad para crecer o deteriorarse, en los términos que lo concebimos. La materia, como ya sabemos, es formada. La materia es el resultado de la composición molecular. Es cierto que un objeto está compuesto de materia y entonces nuestros sentidos externos perciben la materia como objetos particulares, diferenciados y separados.
Los objetos existen y, sin embargo, en otro sentido no existen. Hemos afirmado que nosotros mismos construimos, por ejemplo, un televisor, una silla, una imagen, o una mesa. Utilizando la energía, manipulamos los átomos y moléculas existentes para formar ciertos patrones que enseguida nosotros, y otros como nosotros, reconocemos como un objeto particular.
En este sentido, el objeto existe. El hecho es que existe como un objeto particular por nuestra construcción intima de él en un patrón particular y por el reconocimiento que le damos.
El espacio entre el sofá y la mesa de nuestro cuarto está tan lleno con estructura molecular, como el espacio que ocupa el sofá, o el espacio que ocupa la mesa. La materia contenida dentro del espacio que está entre los dos es toda la misma. Simplemente no hemos construido con los átomos y moléculas ningún patrón al que llamamos un objeto y al que reconocemos.
Los objetos son entonces designaciones arbitrarias dadas a determinadas divisiones arbitrarias de átomos y moléculas como un todo. No existe un universo objetivo y, sin embargo, existe un universo objetivo y debemos actuar como si existiera un universo objetivo. El mundo, o el campo, que habitamos actualmente es real y definido en nuestro nivel. El hecho de que su realidad esté solamente limitada a nuestro nivel y no se extienda a otros niveles, no nos debería tentar a darle poca importancia. Sin embargo, mientras debemos comportarnos como si nuestro universo fuera inherentemente y básicamente objetivo, debemos retener aun el conocimiento de que esta objetividad aparente tiene grandes limitaciones y una dependencia demasiado grande en un mundo de objetividad que puede conducir a un aprisionamiento psíquico que es innecesario.
En un futuro distante, aun en nuestro campo, las limitaciones del llamado mundo objetivo serán claramente conocidas y demostradas, lo que dará como resultado una gran libertad para la humanidad.
El estudio y la práctica del tiempo psicológico nos mostrarán la validez y la fortaleza de ese ser interior, de tal manera que veremos claramente que no está confinado al llamado universo objetivo de ninguna manera. La materia no es una forma que aprisione. Es un medio por el cual la conciencia se expresa dentro de los limites del campo físico.
Por lo tanto, los objetos son designaciones arbitrarias, divisiones que establecemos. Percibimos porciones de un mar infinito de construcciones moleculares. Formamos porciones en objetos separados que en realidad no están separados o son diferentes al mar total.
Puede demostrarse que la forma no es una característica de la materia. Tendremos que buscar en otra parte la durabilidad y la forma. La teoría de causa y efecto es la responsable de muchas distorsiones, tales como la idea de que la materia de una flor crece desde la materia de una semilla directamente, ya que este no es el caso.
La materia en nuestro campo es indiferenciada por naturaleza y son las complicadas habilidades humanas las que le dan forma y significado. Anteriormente hemos mencionado que la expectativa tiene mucho que ver con las construcciones individuales.
Los mecanismos involucrados en la construcción real de la materia están todos entrelazados y conectados. A las construcciones les damos la apariencia de continuidad creándolas continuamente de acuerdo con nuestras expectativas, basándonos, entre otras cosas, en construcciones previas del aparente pasado. Estas construcciones son el resultado de comunicaciones psíquicas entre nosotros y otros, especialmente los padres, quienes les dan a los niños sus primeras concepciones del entorno que en realidad sus padres han creado.
En todos los casos las construcciones seguirán la línea de la expectativa, iniciándose con frecuencia un circulo vicioso en donde el individuo reforzará las mismas concepciones distorsionadas que las causaron.
Puesto que construimos objetos, los podemos construir más para nuestra conveniencia cuando nos demos cuenta de que la materia puede ser manipulada de esta manera. Existen por supuesto diferentes métodos de construcción apropiados para diferentes campos y en algunos casos los mismos átomos y moléculas pueden ser utilizados por habitantes de más de un campo. En este caso, los habitantes de los diferentes campos permanecen sin enterarse los unos de los otros y solo ven o reconocen los patrones particulares que ellos han impuesto sobre los átomos y moléculas involucrados.
La materia, los átomos y las moléculas representan apenas un aspecto y una sola dimensión de una realidad mucho más grande. Solo podemos manipular la porción de esta realidad que podemos percibir. Nuestras manipulaciones son muy superficiales, en lo que se refiere a sus efectos sobre la realidad más grande involucrada.
Estamos jugando con la más externa piel de una realidad de la que su verdadero espesor y profundidad está actualmente más allá de nuestra comprensión.
Con este material no estamos sugiriendo que la búsqueda de conocimiento es inútil. Solo queremos agrandar las concepciones para que no queden aprisionadas por limitaciones.
Los objetos existen y, sin embargo, en otro sentido no existen. Hemos afirmado que nosotros mismos construimos, por ejemplo, un televisor, una silla, una imagen, o una mesa. Utilizando la energía, manipulamos los átomos y moléculas existentes para formar ciertos patrones que enseguida nosotros, y otros como nosotros, reconocemos como un objeto particular.
En este sentido, el objeto existe. El hecho es que existe como un objeto particular por nuestra construcción intima de él en un patrón particular y por el reconocimiento que le damos.
El espacio entre el sofá y la mesa de nuestro cuarto está tan lleno con estructura molecular, como el espacio que ocupa el sofá, o el espacio que ocupa la mesa. La materia contenida dentro del espacio que está entre los dos es toda la misma. Simplemente no hemos construido con los átomos y moléculas ningún patrón al que llamamos un objeto y al que reconocemos.
Los objetos son entonces designaciones arbitrarias dadas a determinadas divisiones arbitrarias de átomos y moléculas como un todo. No existe un universo objetivo y, sin embargo, existe un universo objetivo y debemos actuar como si existiera un universo objetivo. El mundo, o el campo, que habitamos actualmente es real y definido en nuestro nivel. El hecho de que su realidad esté solamente limitada a nuestro nivel y no se extienda a otros niveles, no nos debería tentar a darle poca importancia. Sin embargo, mientras debemos comportarnos como si nuestro universo fuera inherentemente y básicamente objetivo, debemos retener aun el conocimiento de que esta objetividad aparente tiene grandes limitaciones y una dependencia demasiado grande en un mundo de objetividad que puede conducir a un aprisionamiento psíquico que es innecesario.
En un futuro distante, aun en nuestro campo, las limitaciones del llamado mundo objetivo serán claramente conocidas y demostradas, lo que dará como resultado una gran libertad para la humanidad.
El estudio y la práctica del tiempo psicológico nos mostrarán la validez y la fortaleza de ese ser interior, de tal manera que veremos claramente que no está confinado al llamado universo objetivo de ninguna manera. La materia no es una forma que aprisione. Es un medio por el cual la conciencia se expresa dentro de los limites del campo físico.
Por lo tanto, los objetos son designaciones arbitrarias, divisiones que establecemos. Percibimos porciones de un mar infinito de construcciones moleculares. Formamos porciones en objetos separados que en realidad no están separados o son diferentes al mar total.
Puede demostrarse que la forma no es una característica de la materia. Tendremos que buscar en otra parte la durabilidad y la forma. La teoría de causa y efecto es la responsable de muchas distorsiones, tales como la idea de que la materia de una flor crece desde la materia de una semilla directamente, ya que este no es el caso.
La materia en nuestro campo es indiferenciada por naturaleza y son las complicadas habilidades humanas las que le dan forma y significado. Anteriormente hemos mencionado que la expectativa tiene mucho que ver con las construcciones individuales.
Los mecanismos involucrados en la construcción real de la materia están todos entrelazados y conectados. A las construcciones les damos la apariencia de continuidad creándolas continuamente de acuerdo con nuestras expectativas, basándonos, entre otras cosas, en construcciones previas del aparente pasado. Estas construcciones son el resultado de comunicaciones psíquicas entre nosotros y otros, especialmente los padres, quienes les dan a los niños sus primeras concepciones del entorno que en realidad sus padres han creado.
En todos los casos las construcciones seguirán la línea de la expectativa, iniciándose con frecuencia un circulo vicioso en donde el individuo reforzará las mismas concepciones distorsionadas que las causaron.
Puesto que construimos objetos, los podemos construir más para nuestra conveniencia cuando nos demos cuenta de que la materia puede ser manipulada de esta manera. Existen por supuesto diferentes métodos de construcción apropiados para diferentes campos y en algunos casos los mismos átomos y moléculas pueden ser utilizados por habitantes de más de un campo. En este caso, los habitantes de los diferentes campos permanecen sin enterarse los unos de los otros y solo ven o reconocen los patrones particulares que ellos han impuesto sobre los átomos y moléculas involucrados.
La materia, los átomos y las moléculas representan apenas un aspecto y una sola dimensión de una realidad mucho más grande. Solo podemos manipular la porción de esta realidad que podemos percibir. Nuestras manipulaciones son muy superficiales, en lo que se refiere a sus efectos sobre la realidad más grande involucrada.
Estamos jugando con la más externa piel de una realidad de la que su verdadero espesor y profundidad está actualmente más allá de nuestra comprensión.
Con este material no estamos sugiriendo que la búsqueda de conocimiento es inútil. Solo queremos agrandar las concepciones para que no queden aprisionadas por limitaciones.
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