Debería ser evidente que no toda energía es materializada al pasar a través de nuestro campo. Existen también estructuras psíquicas con inteligencias que no son materializadas en nuestra realidad física y con las cuales no estamos familiarizados.
Sería preferible olvidar el hábito de pensar en nuestro universo físico como un lugar, porque simplemente no es un lugar. Localizaciones de este tipo no significan nada. Aun el espacio, tal como lo concebimos, tampoco existe. El espacio de quinta dimensión es algo distinto. La apariencia de espacio es una distorsión de nuestra percepción. Lo que nuestros sentidos nos muestran como vacío, lo llamamos espacio.
Pensamos de la materia de manera más bien paradójica, como llenando el espacio y aun como estando en donde no hay espacio. El llamado espacio y la llamada materia, son energía, y las verdaderas propiedades de la energía son muy difíciles de entender porque todos nuestros conceptos son bastante limitados.
Debemos pensar en términos de algo que es o no es, y esto no nos llevará a ninguna parte. Todo lo que es, es, bien sea que lo percibamos o no. No obstante, estamos equipados para percibir mucho más de lo que percibimos, por medio de la utilización de los sentidos internos.
De la misma manera como la experiencia psicológica existe y no ocupa espacio, de esa misma manera, existen más o menos dentro de nuestra realidad estructuras psíquicas de inteligencias que no son visibles para nuestros sentidos. Ellas tienen un efecto limitado en nuestra realidad, pero esto es parte de otra discusión. Por algunas razones, los patrones psíquicos dentro de nuestro universo físico no se mantienen indefinidamente. Ninguna estructura, de ningún tipo, permanece igual. Pero la estructura psíquica se desarrolla en términos de satisfacción de valores, conociéndose, a la primera aparición de un patrón psíquico, cuanto tiempo se mantendrá la estructura particular a construirse.
La energía misma es evento y movimiento que se renueva continuamente y ningún patrón en particular le será suficiente por mucho tiempo. La energía es auto renovable y una duración indefinida de un patrón conduciría a un callejón sin salida. La energía siempre construye. La identidad no depende de la materia. La energía se propulsa y lleva consigo sus propias señales.
La identidad, siendo independiente de la materia, no está terminada cuando el patrón físico especifico no sigue siendo creado. La energía es a la vez propulsiva y retentiva. Retiene lo que podemos llamar memoria de estructuras previas. La comprensión encapsulada existe aun en las más pequeñas partículas de energía; y aun dentro de la más pequeña partícula de energía existen todas las posibilidades para el desarrollo y la creación.
Una estructura psíquica depende de la materia, no para su identidad, sino para su supervivencia en la realidad física. Las estructuras psíquicas, o identidades, o individualidades, son inmortales para todos los propósitos prácticos. Se pueden unir a otras estructuras, pero jamás serán menos de lo que alguna vez fueron. La identidad nunca se divide. La aparente división nunca es un hecho real, como podría pensarse que la personalidad es una división de la entidad, pero este no es el caso. La personalidad no existe como tal antes de su creación por la entidad y una vez que se convierte en una identidad, retiene su individualidad.
Como lo hemos mencionado, la materia es creada constantemente. Ningún objeto está compuesto de la misma materia de un día para el siguiente. La materia es formada por las pulsaciones de energía, tomando un patrón formal que ya está formado por la conciencia inherente a la energía misma.
Hemos dicho que esta creación es constante y aunque los objetos parecen tener rigidez y permanencia, realmente no las tienen. Sin embargo, existe lo que llamaremos un intervalo entre la entrada de cada pulsación de energía en el campo físico y su reemplazo por otro. En otras palabras, de acuerdo con nuestro inverosímil esquema del tiempo, hay un intervalo de inexistencia física por cada intervalo de existencia física.
Físicamente, no existimos por la misma cantidad de nuestro tiempo en que sí existimos. Llamaremos antimateria, o materia negativa, a este intervalo de inexistencia física, todo esto desde nuestro punto de vista. Por consiguiente, este es un intervalo entre cada pulsación de energía, cuando una pulsación entra y forma un objeto físico y casi instantáneamente sale, y llega un intervalo antes de la siguiente partícula.
Nuestros sentidos no perciben esto. Son demasiado lentos. Algún día nuestros instrumentos podrán descubrir este intervalo. No obstante toda la apariencia de permanencia y rigidez, nuestra silla es solamente una silla por virtud de nuestra propia estructura de conceptos, que en sí misma está seriamente limitada por las limitaciones de los sentidos externos. Hemos dicho que la teoría de causa y efecto es en sí misma anticuada y distorsionada. La materia en sí misma no se deteriora, puesto que no existe como un objeto por el tiempo suficiente.
Por inferencia, la antimateria existe con duración, en nuestros términos, por el mismo tiempo que nuestro universo de materia positiva haya existido. Puede parecernos que ese universo de antimateria es un gemelo del nuestro. En términos físicos, si lo es en realidad, aunque existe en un estado dividido. Lo que queremos decir con esto es que aquí estamos incluyendo dos universos muy cercanamente conectados con el nuestro.
Uno de ellos se puede comparar con lo que llamaremos una pre-imagen. Nuestro universo es el punto focal para la manifestación física, en donde la manipulación de la materia predomina. El otro de los dos universos, del que hemos dicho que está formado como energía, es bastante aproximado al nuestro; y su energía, no teniendo todavía una posición fuerte para materializarse, maneja una primera forma más débil. El otro de los dos universos es formado cuando la energía pasa a través de nuestro campo y puede asimilarse a una pos-imagen.
El universo negativo está conformado con lo que podríamos llamar una pre- imagen y una pos-imagen del nuestro. Como podemos haber supuesto, cada uno de estos está compuesto de lo que podemos llamar algo aparentemente igual a lo de nuestro propio universo y siguiendo nuestra propia perspectiva del tiempo.
Las personalidades que habitan estos cuerpos aparentemente gemelos al nuestro, no son las mismas. Nuestros científicos ya han descubierto la teoría de la antimateria, pero asumen que está totalmente separada de nuestro propio universo. Parece ser que la ultima teoría indica que el universo de antimateria posiblemente pueda encontrarse en los alcances más distantes de nuestro universo conocido.
La antimateria existe simultáneamente con nuestro propio universo y se asemeja a él en términos de nuestra idea del tiempo. Posiblemente esto puede ser descubierto, pero no será aceptado. Como consecuencia de la peligrosa relación y balance entre la materia y la antimateria, nunca será posible para nosotros contactar el universo de antimateria. La razón debería ser evidente. Pensemos en nuestro espacio de quinta dimensión nuevamente. Nuestro universo de materia positiva no es más que una parte del material de la realidad, o de la energía, tal como es evidente instantáneamente en un punto dentro de uno de nuestros cubos imaginarios. Quizá entonces nuestro universo de materia positiva y los dos universos que lo rodean y que componen la llamada antimateria, puedan ser mejor descritos como los dos extremos de un espectro que por naturaleza jamás pueden encontrarse.
Sería preferible olvidar el hábito de pensar en nuestro universo físico como un lugar, porque simplemente no es un lugar. Localizaciones de este tipo no significan nada. Aun el espacio, tal como lo concebimos, tampoco existe. El espacio de quinta dimensión es algo distinto. La apariencia de espacio es una distorsión de nuestra percepción. Lo que nuestros sentidos nos muestran como vacío, lo llamamos espacio.
Pensamos de la materia de manera más bien paradójica, como llenando el espacio y aun como estando en donde no hay espacio. El llamado espacio y la llamada materia, son energía, y las verdaderas propiedades de la energía son muy difíciles de entender porque todos nuestros conceptos son bastante limitados.
Debemos pensar en términos de algo que es o no es, y esto no nos llevará a ninguna parte. Todo lo que es, es, bien sea que lo percibamos o no. No obstante, estamos equipados para percibir mucho más de lo que percibimos, por medio de la utilización de los sentidos internos.
De la misma manera como la experiencia psicológica existe y no ocupa espacio, de esa misma manera, existen más o menos dentro de nuestra realidad estructuras psíquicas de inteligencias que no son visibles para nuestros sentidos. Ellas tienen un efecto limitado en nuestra realidad, pero esto es parte de otra discusión. Por algunas razones, los patrones psíquicos dentro de nuestro universo físico no se mantienen indefinidamente. Ninguna estructura, de ningún tipo, permanece igual. Pero la estructura psíquica se desarrolla en términos de satisfacción de valores, conociéndose, a la primera aparición de un patrón psíquico, cuanto tiempo se mantendrá la estructura particular a construirse.
La energía misma es evento y movimiento que se renueva continuamente y ningún patrón en particular le será suficiente por mucho tiempo. La energía es auto renovable y una duración indefinida de un patrón conduciría a un callejón sin salida. La energía siempre construye. La identidad no depende de la materia. La energía se propulsa y lleva consigo sus propias señales.
La identidad, siendo independiente de la materia, no está terminada cuando el patrón físico especifico no sigue siendo creado. La energía es a la vez propulsiva y retentiva. Retiene lo que podemos llamar memoria de estructuras previas. La comprensión encapsulada existe aun en las más pequeñas partículas de energía; y aun dentro de la más pequeña partícula de energía existen todas las posibilidades para el desarrollo y la creación.
Una estructura psíquica depende de la materia, no para su identidad, sino para su supervivencia en la realidad física. Las estructuras psíquicas, o identidades, o individualidades, son inmortales para todos los propósitos prácticos. Se pueden unir a otras estructuras, pero jamás serán menos de lo que alguna vez fueron. La identidad nunca se divide. La aparente división nunca es un hecho real, como podría pensarse que la personalidad es una división de la entidad, pero este no es el caso. La personalidad no existe como tal antes de su creación por la entidad y una vez que se convierte en una identidad, retiene su individualidad.
Como lo hemos mencionado, la materia es creada constantemente. Ningún objeto está compuesto de la misma materia de un día para el siguiente. La materia es formada por las pulsaciones de energía, tomando un patrón formal que ya está formado por la conciencia inherente a la energía misma.
Hemos dicho que esta creación es constante y aunque los objetos parecen tener rigidez y permanencia, realmente no las tienen. Sin embargo, existe lo que llamaremos un intervalo entre la entrada de cada pulsación de energía en el campo físico y su reemplazo por otro. En otras palabras, de acuerdo con nuestro inverosímil esquema del tiempo, hay un intervalo de inexistencia física por cada intervalo de existencia física.
Físicamente, no existimos por la misma cantidad de nuestro tiempo en que sí existimos. Llamaremos antimateria, o materia negativa, a este intervalo de inexistencia física, todo esto desde nuestro punto de vista. Por consiguiente, este es un intervalo entre cada pulsación de energía, cuando una pulsación entra y forma un objeto físico y casi instantáneamente sale, y llega un intervalo antes de la siguiente partícula.
Nuestros sentidos no perciben esto. Son demasiado lentos. Algún día nuestros instrumentos podrán descubrir este intervalo. No obstante toda la apariencia de permanencia y rigidez, nuestra silla es solamente una silla por virtud de nuestra propia estructura de conceptos, que en sí misma está seriamente limitada por las limitaciones de los sentidos externos. Hemos dicho que la teoría de causa y efecto es en sí misma anticuada y distorsionada. La materia en sí misma no se deteriora, puesto que no existe como un objeto por el tiempo suficiente.
Por inferencia, la antimateria existe con duración, en nuestros términos, por el mismo tiempo que nuestro universo de materia positiva haya existido. Puede parecernos que ese universo de antimateria es un gemelo del nuestro. En términos físicos, si lo es en realidad, aunque existe en un estado dividido. Lo que queremos decir con esto es que aquí estamos incluyendo dos universos muy cercanamente conectados con el nuestro.
Uno de ellos se puede comparar con lo que llamaremos una pre-imagen. Nuestro universo es el punto focal para la manifestación física, en donde la manipulación de la materia predomina. El otro de los dos universos, del que hemos dicho que está formado como energía, es bastante aproximado al nuestro; y su energía, no teniendo todavía una posición fuerte para materializarse, maneja una primera forma más débil. El otro de los dos universos es formado cuando la energía pasa a través de nuestro campo y puede asimilarse a una pos-imagen.
El universo negativo está conformado con lo que podríamos llamar una pre- imagen y una pos-imagen del nuestro. Como podemos haber supuesto, cada uno de estos está compuesto de lo que podemos llamar algo aparentemente igual a lo de nuestro propio universo y siguiendo nuestra propia perspectiva del tiempo.
Las personalidades que habitan estos cuerpos aparentemente gemelos al nuestro, no son las mismas. Nuestros científicos ya han descubierto la teoría de la antimateria, pero asumen que está totalmente separada de nuestro propio universo. Parece ser que la ultima teoría indica que el universo de antimateria posiblemente pueda encontrarse en los alcances más distantes de nuestro universo conocido.
La antimateria existe simultáneamente con nuestro propio universo y se asemeja a él en términos de nuestra idea del tiempo. Posiblemente esto puede ser descubierto, pero no será aceptado. Como consecuencia de la peligrosa relación y balance entre la materia y la antimateria, nunca será posible para nosotros contactar el universo de antimateria. La razón debería ser evidente. Pensemos en nuestro espacio de quinta dimensión nuevamente. Nuestro universo de materia positiva no es más que una parte del material de la realidad, o de la energía, tal como es evidente instantáneamente en un punto dentro de uno de nuestros cubos imaginarios. Quizá entonces nuestro universo de materia positiva y los dos universos que lo rodean y que componen la llamada antimateria, puedan ser mejor descritos como los dos extremos de un espectro que por naturaleza jamás pueden encontrarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario