El sistema genético es mucho más abierto de lo que usualmente se supone. No solamente contiene y transmite información, sino que también reacciona a información proveniente de los mundos físicos y culturales.
El sistema genético también reacciona a las creencias y eventos que son primordiales en cualquier civilización. Los eventos pueden provocar la actividad genética, no solo por medio de reacciones químicas, sino a través de las creencias individuales y colectivas acerca de la seguridad, o la falta de ella, en el mundo en general.
También existen lo que llamaremos sueños genéticos, que son inspirados directamente por activación genética. Estos sueños contribuyen a formar y dirigir la conciencia, tal como ella existe en un determinado individuo desde antes del nacimiento.
El feto sueña. En la medida en que se presenta su crecimiento físico en el útero, la conformación de su conciencia también es ampliada por los sueños genéticos. Los sueños orientados específicamente al feto son muy difíciles de describir, ya que en realidad están involucrados en la formación de los contornos de la conciencia del individuo. Estos sueños proporcionan la comprensión subjetiva desde la cual se desarrollan los pensamientos. En estos términos, son posibles los pensamientos completos antes de que el cerebro mismo este completamente formado. El proceso de pensar es el que ayuda a poner el cerebro en funcionamiento y no lo contrario.
Estos pensamientos son como patrones eléctricos que forman sus propios imanes. La habilidad de conceptualizar está presente en el feto y, por supuesto, el feto conceptualiza. La orientación precisa de esa conceptualizacion y la orientación precisa de los patrones del pensamiento deben esperar por ciertos activadores físicos recibidos de los padres y del entorno después del nacimiento. Sin embargo, los procesos de conceptualizacion y del pensamiento ya están establecidos y tienen lugar en términos genéticos.
Los infantes piensan mucho antes de que puedan hablar. El pensamiento debe llegar antes que el lenguaje. El lenguaje es el asistente del pensamiento. La capacidad para utilizar el lenguaje esta incorporada genéticamente, por medio de una orientación precisa, con la activación física del lenguaje nativo de los padres. Los niños aprenden los lenguajes mentalmente, mucho antes de que tengan la capacidad física de hablarlos. Los niños y los infantes practican el lenguaje en sueños genéticamente inspirados. Antes de que los infantes escuchen a sus padres hablar, están en comunicación telepática con ellos. Los sueños genéticos del feto involucran codificaciones e interpretaciones del lenguaje. Esos mismos sueños inspiran las formaciones físicas necesarias para atraer sus propias realizaciones.
Los sueños genéticos, de uno u otro tipo, perduran a través de nuestras vidas, estemos o no conscientes de ellos. Este tipo de sueños fueron de importancia primordial en la “evolución del hombre”, tal como la concebimos ahora. Eran la fuente de los sueños, mencionados anteriormente, que dirigían al hombre en las migraciones en búsqueda de comida y tierras fértiles. Todos estos sueños están íntimamente relacionados con la supervivencia física. Cuando esa supervivencia parece estar amenazada, tales sueños surgen a la conciencia, siempre que sea posible.
Los sueños genéticos son los que advierten sobre las hambrunas y las guerras. Estos sueños también podían ser activados, de igual manera como lo hacen en nuestra época, cuando la mente consciente se convencía de que la supervivencia de la especie estaba amenazada. En tales casos, los sueños representan los temores del hombre. Por eso la ansiedad excesiva confunde el sistema genético en diversas formas. La existencia de cada una de las especies depende de la confianza, en realidad de un optimismo biológico, en el que cada especie siente la libertad para desarrollar los potenciales de sus miembros con una seguridad relativa, dentro de las estructuras naturales de la existencia. Cada especie llega a la existencia no solo sintiendo una confianza natural incorporada en su propia validez, sino impulsada por la exuberancia en la habilidad para hacerle frente a su entorno. Sabe que está especialmente adecuada para su lugar dentro de la estructura de la vida.
El sistema genético también reacciona a las creencias y eventos que son primordiales en cualquier civilización. Los eventos pueden provocar la actividad genética, no solo por medio de reacciones químicas, sino a través de las creencias individuales y colectivas acerca de la seguridad, o la falta de ella, en el mundo en general.
También existen lo que llamaremos sueños genéticos, que son inspirados directamente por activación genética. Estos sueños contribuyen a formar y dirigir la conciencia, tal como ella existe en un determinado individuo desde antes del nacimiento.
El feto sueña. En la medida en que se presenta su crecimiento físico en el útero, la conformación de su conciencia también es ampliada por los sueños genéticos. Los sueños orientados específicamente al feto son muy difíciles de describir, ya que en realidad están involucrados en la formación de los contornos de la conciencia del individuo. Estos sueños proporcionan la comprensión subjetiva desde la cual se desarrollan los pensamientos. En estos términos, son posibles los pensamientos completos antes de que el cerebro mismo este completamente formado. El proceso de pensar es el que ayuda a poner el cerebro en funcionamiento y no lo contrario.
Estos pensamientos son como patrones eléctricos que forman sus propios imanes. La habilidad de conceptualizar está presente en el feto y, por supuesto, el feto conceptualiza. La orientación precisa de esa conceptualizacion y la orientación precisa de los patrones del pensamiento deben esperar por ciertos activadores físicos recibidos de los padres y del entorno después del nacimiento. Sin embargo, los procesos de conceptualizacion y del pensamiento ya están establecidos y tienen lugar en términos genéticos.
Los infantes piensan mucho antes de que puedan hablar. El pensamiento debe llegar antes que el lenguaje. El lenguaje es el asistente del pensamiento. La capacidad para utilizar el lenguaje esta incorporada genéticamente, por medio de una orientación precisa, con la activación física del lenguaje nativo de los padres. Los niños aprenden los lenguajes mentalmente, mucho antes de que tengan la capacidad física de hablarlos. Los niños y los infantes practican el lenguaje en sueños genéticamente inspirados. Antes de que los infantes escuchen a sus padres hablar, están en comunicación telepática con ellos. Los sueños genéticos del feto involucran codificaciones e interpretaciones del lenguaje. Esos mismos sueños inspiran las formaciones físicas necesarias para atraer sus propias realizaciones.
Los sueños genéticos, de uno u otro tipo, perduran a través de nuestras vidas, estemos o no conscientes de ellos. Este tipo de sueños fueron de importancia primordial en la “evolución del hombre”, tal como la concebimos ahora. Eran la fuente de los sueños, mencionados anteriormente, que dirigían al hombre en las migraciones en búsqueda de comida y tierras fértiles. Todos estos sueños están íntimamente relacionados con la supervivencia física. Cuando esa supervivencia parece estar amenazada, tales sueños surgen a la conciencia, siempre que sea posible.
Los sueños genéticos son los que advierten sobre las hambrunas y las guerras. Estos sueños también podían ser activados, de igual manera como lo hacen en nuestra época, cuando la mente consciente se convencía de que la supervivencia de la especie estaba amenazada. En tales casos, los sueños representan los temores del hombre. Por eso la ansiedad excesiva confunde el sistema genético en diversas formas. La existencia de cada una de las especies depende de la confianza, en realidad de un optimismo biológico, en el que cada especie siente la libertad para desarrollar los potenciales de sus miembros con una seguridad relativa, dentro de las estructuras naturales de la existencia. Cada especie llega a la existencia no solo sintiendo una confianza natural incorporada en su propia validez, sino impulsada por la exuberancia en la habilidad para hacerle frente a su entorno. Sabe que está especialmente adecuada para su lugar dentro de la estructura de la vida.
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