El sistema genético es un lenguaje biológico interno “universal”. Ese lenguaje es la expresión de la carne y esa expresión es igual para todas las razas de la humanidad. No existen razas superiores o inferiores. Los sueños también nos proporcionan otro tipo de lenguaje universal. Es un lenguaje que une a todos los pueblos, independientemente de sus circunstancias físicas, nacionalidades o alianzas.
Al catalogar razas separadas estamos involucrándonos con organizaciones de variaciones sobre un mismo tema, variaciones que hemos utilizado para propósitos varios. Esos propósitos a menudo nos conducen a exagerar las diferencias entre grupos y a minimizar la unidad biológica del hombre.
Los aspectos más importantes de la individualidad son aquellas características subjetivas que distinguen una persona de la otra, siendo todas como brillantes mosaicos psicológicos que ofrecen versiones individuales, exquisitas y separadas, de un patrón mayor del cual surge la humanidad. La seguridad, la integridad y el brillo de cada individualidad, surgen del lenguaje genético universal, como también del lenguaje universal interior y subjetivo de los sueños. Existe una gran conexión entre los dos y ambos son expresados conjuntamente.
Veamos de una manera practica como estos eventos se mezclan en nuestra realidad. Se necesita una gran honestidad cuando tratamos de recordar algunos sentimientos e imaginaciones que hemos intentado alejar, olvidar o repudiar. Nos preguntamos por que algunas personas nacen en condiciones que son experimentadas como defectuosas genéticamente, aun teniendo en cuenta el beneficio general que estas variaciones representan para la especie. Es necesario resaltar el hecho de que la naturaleza no hace este tipo de juicios, independientemente de las creencias de la ciencia y la religión.
La ciencia parece tener el criterio de que el individuo solo es importante en la medida en que cumple los propósitos de la supervivencia de la especie. Ese no es nuestro criterio. Decimos que la existencia de cada individuo es importante para el desarrollo y satisfacción de valores de la especie y del individuo, y ambas van de la mano.
También afirmamos que la especie misma es consciente de esas condiciones que conducen a su propia realización de valores y a la de todos sus miembros. Biológicamente, ninguna especie considera su propia existencia con otras especies sino de una manera cooperativa. Es decir, que no existe, básicamente, una competencia entre las especies. Cuando pensamos que es así, le estamos dando una lectura equivocada a la naturaleza. Cualesquiera que sean las creencias conscientes del hombre, en un nivel biológico su estructura genética esta íntimamente ligada a la estructura genética de todas las otras especies.
En el hombre, las probabilidades de desarrollo son innumerables. Ningún computador podría contar las combinaciones de características que son posibles. Es entonces muy importante que la especie conserve la flexibilidad y no llegue a encasillarse en un solo patrón, por más ventajoso que sea. Estamos hablando de patrones físicos o mentales. Dentro de la estructura establecida para la especie, debe haber libertad de acción, la que se activa biológicamente, de tal manera que las variaciones están en actividad permanentemente. Las variaciones genéticas pueden aparecer como defectuosas o excéntricas. Pueden aparecer como minusválidos. Pueden aparecer como características superiores, de uno u otro tipo, pero deben ser manifestadas como variaciones de la norma genética. Bien sea que aparezcan como condiciones superiores o defectuosas, necesitan un tipo diferente de adaptabilidad, un cambio de enfoque subjetivo o físico, y la intensificación de otras habilidades que quizá han sido menospreciadas.
Nos preguntamos entonces por que algunos individuos buscan situaciones que se deben experimentar como condiciones defectuosas. Para esto, necesitamos examinar algunos sentimientos humanos que con frecuencia se olvidan.
Hemos afirmado anteriormente que el sufrimiento “no es bueno para el alma”. El sufrimiento no es una virtud y, sin embargo, muchas personas parecen buscarlo. El sufrimiento no se puede descartar de la experiencia humana como un asunto raro o anormal de emociones o creencias distorsionadas.
Al catalogar razas separadas estamos involucrándonos con organizaciones de variaciones sobre un mismo tema, variaciones que hemos utilizado para propósitos varios. Esos propósitos a menudo nos conducen a exagerar las diferencias entre grupos y a minimizar la unidad biológica del hombre.
Los aspectos más importantes de la individualidad son aquellas características subjetivas que distinguen una persona de la otra, siendo todas como brillantes mosaicos psicológicos que ofrecen versiones individuales, exquisitas y separadas, de un patrón mayor del cual surge la humanidad. La seguridad, la integridad y el brillo de cada individualidad, surgen del lenguaje genético universal, como también del lenguaje universal interior y subjetivo de los sueños. Existe una gran conexión entre los dos y ambos son expresados conjuntamente.
Veamos de una manera practica como estos eventos se mezclan en nuestra realidad. Se necesita una gran honestidad cuando tratamos de recordar algunos sentimientos e imaginaciones que hemos intentado alejar, olvidar o repudiar. Nos preguntamos por que algunas personas nacen en condiciones que son experimentadas como defectuosas genéticamente, aun teniendo en cuenta el beneficio general que estas variaciones representan para la especie. Es necesario resaltar el hecho de que la naturaleza no hace este tipo de juicios, independientemente de las creencias de la ciencia y la religión.
La ciencia parece tener el criterio de que el individuo solo es importante en la medida en que cumple los propósitos de la supervivencia de la especie. Ese no es nuestro criterio. Decimos que la existencia de cada individuo es importante para el desarrollo y satisfacción de valores de la especie y del individuo, y ambas van de la mano.
También afirmamos que la especie misma es consciente de esas condiciones que conducen a su propia realización de valores y a la de todos sus miembros. Biológicamente, ninguna especie considera su propia existencia con otras especies sino de una manera cooperativa. Es decir, que no existe, básicamente, una competencia entre las especies. Cuando pensamos que es así, le estamos dando una lectura equivocada a la naturaleza. Cualesquiera que sean las creencias conscientes del hombre, en un nivel biológico su estructura genética esta íntimamente ligada a la estructura genética de todas las otras especies.
En el hombre, las probabilidades de desarrollo son innumerables. Ningún computador podría contar las combinaciones de características que son posibles. Es entonces muy importante que la especie conserve la flexibilidad y no llegue a encasillarse en un solo patrón, por más ventajoso que sea. Estamos hablando de patrones físicos o mentales. Dentro de la estructura establecida para la especie, debe haber libertad de acción, la que se activa biológicamente, de tal manera que las variaciones están en actividad permanentemente. Las variaciones genéticas pueden aparecer como defectuosas o excéntricas. Pueden aparecer como minusválidos. Pueden aparecer como características superiores, de uno u otro tipo, pero deben ser manifestadas como variaciones de la norma genética. Bien sea que aparezcan como condiciones superiores o defectuosas, necesitan un tipo diferente de adaptabilidad, un cambio de enfoque subjetivo o físico, y la intensificación de otras habilidades que quizá han sido menospreciadas.
Nos preguntamos entonces por que algunos individuos buscan situaciones que se deben experimentar como condiciones defectuosas. Para esto, necesitamos examinar algunos sentimientos humanos que con frecuencia se olvidan.
Hemos afirmado anteriormente que el sufrimiento “no es bueno para el alma”. El sufrimiento no es una virtud y, sin embargo, muchas personas parecen buscarlo. El sufrimiento no se puede descartar de la experiencia humana como un asunto raro o anormal de emociones o creencias distorsionadas.
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