Si no hubiera idiotas entre nosotros, muy pronto encontraríamos que los genios también están ausentes. Aquellas habilidades humanas que consideramos características de nuestra especie con frecuencia están para darnos estados opuestos, con base en la existencia de un numero infinito de variaciones que aparecen en el agregado total. Lo que consideramos como la inteligencia promedio, es una condición que existe como consecuencia de la actividad de variables constantes, variaciones minúsculas, que nos ofrecen en un extremo de la escala el idiota y, en el otro extremo, el genio.
Ambos son necesarios para mantener la “norma” mayor de actividad mental. El sistema genético no es cerrado. Los genes no mantienen información sin alguna referencia al sistema viviente del cuerpo. La estructura genética no existe como un complicado mecanismo ya programado, iniciado y funcionando “ciegamente”, de tal manera que una vez puesto en operación no haya ninguna opción de modificarlo.
Particularmente en nuestra especie, existe un intercambio entre los sistemas genéticos humanos, el entorno y los eventos culturales. Estos eventos tienen que ver con nuestro único y particular campo de actividad, que incluye el mundo de la política, la economía, y así sucesivamente.
Los eventos genéticos no son irrefutables, de una manera determinista. Ellos representan fuertes inclinaciones hacia ciertas actividades corporales o mentales, ciertas preferencias biológicas. Ellas conducen hacia la activación de determinados efectos en lugar de otros, de tal manera que las probabilidades están “cargadas” en determinadas direcciones. Los eventos genéticos son entonces eventos, aunque a un diferente nivel de actividad al que estamos acostumbrados.
Estamos hablando de mensajes cromosomales. Estos no están escritos dentro de los cromosomas, tal como las palabras deben estar escritas sobre el papel, sino que la información y los cromosomas son una unidad viviente. La información esta viva. Nos estamos refiriendo a cierta forma biológica cuneiforme en la que las estructuras, las mismas estructuras físicas de las células, contienen todo el conocimiento necesario para formar un cuerpo físico, para formarse a sí mismas. Este es en realidad conocimiento en forma biológica, haciendo biológicamente su más clara manifestación viviente.
Las células y sus paquetes genéticos, como todas las células, reaccionan al estimulo. Actúan. Están enteradas, biológicamente, de todos los eventos del cuerpo. En formas imposibles de verbalizar, también están enteradas del entorno del cuerpo, tal como es percibido en niveles biológicos. Recordemos que cada célula viviente esta unida con cada una de las otras células por medio de un sistema interno de comunicación. La actividad genética “programada” puede ser alterada por las condiciones del entorno.
No estamos afirmando simplemente que la actividad genética puede ser cambiada por algo como un accidente nuclear, sino que pueden presentarse alteraciones altamente benéficas en el comportamiento genético, de igual manera como la estructura genética, no solamente prepara la especie para cualquier contingencia, sino que la prepara activando aquellas características y habilidades que la especie necesita en cualquier tiempo determinado, y también haciendo lo necesario para permitir tales desarrollos futuros.
Nuestra estructura genética reacciona a cada pensamiento que tenemos, al estado de nuestras emociones y a nuestro clima psicológico. Ella contiene la historia física de la especie, en el contexto de las capacidades probables futuras de la especie. Escogemos la estructura genética de una manera que se ajuste a los retos y capacidades de la especie. La escogemos de manera que se ajuste a los retos y potenciales que hemos escogido. Representa nuestro punto de referencia físico y nuestra estructura corporal. Es nuestra propiedad personal física. Es una parte de la materia física que hemos identificado y llenado con nuestra propia identidad. El cuerpo es como un barco espléndido que hemos escogido por anticipado para una aventura desafiante y esplendorosa, un barco que hemos nombrado personalmente y que está equipado para servir, en la medida de lo posible, como una manifestación física de nuestra personalidad.
Al iniciar esta aventura, algunas personas insistirán en un barco excelente, con los mecanismos más sofisticados, equipado con grandes divanes y un salón de banquetes. Otras desearían mucha más emoción y mucho más entusiasmo y pedirán un barco menos grande, pero uno que vaya más rápido. Algunas personas se pondrán metas que les exijan probar sus poderes para la navegación. La analogía puede ser una muy simple y sencilla. Sin embargo, cada persona escoge el barco viviente del cuerpo, teniendo en mente sus propias intenciones y sus propios propósitos.
Ambos son necesarios para mantener la “norma” mayor de actividad mental. El sistema genético no es cerrado. Los genes no mantienen información sin alguna referencia al sistema viviente del cuerpo. La estructura genética no existe como un complicado mecanismo ya programado, iniciado y funcionando “ciegamente”, de tal manera que una vez puesto en operación no haya ninguna opción de modificarlo.
Particularmente en nuestra especie, existe un intercambio entre los sistemas genéticos humanos, el entorno y los eventos culturales. Estos eventos tienen que ver con nuestro único y particular campo de actividad, que incluye el mundo de la política, la economía, y así sucesivamente.
Los eventos genéticos no son irrefutables, de una manera determinista. Ellos representan fuertes inclinaciones hacia ciertas actividades corporales o mentales, ciertas preferencias biológicas. Ellas conducen hacia la activación de determinados efectos en lugar de otros, de tal manera que las probabilidades están “cargadas” en determinadas direcciones. Los eventos genéticos son entonces eventos, aunque a un diferente nivel de actividad al que estamos acostumbrados.
Estamos hablando de mensajes cromosomales. Estos no están escritos dentro de los cromosomas, tal como las palabras deben estar escritas sobre el papel, sino que la información y los cromosomas son una unidad viviente. La información esta viva. Nos estamos refiriendo a cierta forma biológica cuneiforme en la que las estructuras, las mismas estructuras físicas de las células, contienen todo el conocimiento necesario para formar un cuerpo físico, para formarse a sí mismas. Este es en realidad conocimiento en forma biológica, haciendo biológicamente su más clara manifestación viviente.
Las células y sus paquetes genéticos, como todas las células, reaccionan al estimulo. Actúan. Están enteradas, biológicamente, de todos los eventos del cuerpo. En formas imposibles de verbalizar, también están enteradas del entorno del cuerpo, tal como es percibido en niveles biológicos. Recordemos que cada célula viviente esta unida con cada una de las otras células por medio de un sistema interno de comunicación. La actividad genética “programada” puede ser alterada por las condiciones del entorno.
No estamos afirmando simplemente que la actividad genética puede ser cambiada por algo como un accidente nuclear, sino que pueden presentarse alteraciones altamente benéficas en el comportamiento genético, de igual manera como la estructura genética, no solamente prepara la especie para cualquier contingencia, sino que la prepara activando aquellas características y habilidades que la especie necesita en cualquier tiempo determinado, y también haciendo lo necesario para permitir tales desarrollos futuros.
Nuestra estructura genética reacciona a cada pensamiento que tenemos, al estado de nuestras emociones y a nuestro clima psicológico. Ella contiene la historia física de la especie, en el contexto de las capacidades probables futuras de la especie. Escogemos la estructura genética de una manera que se ajuste a los retos y capacidades de la especie. La escogemos de manera que se ajuste a los retos y potenciales que hemos escogido. Representa nuestro punto de referencia físico y nuestra estructura corporal. Es nuestra propiedad personal física. Es una parte de la materia física que hemos identificado y llenado con nuestra propia identidad. El cuerpo es como un barco espléndido que hemos escogido por anticipado para una aventura desafiante y esplendorosa, un barco que hemos nombrado personalmente y que está equipado para servir, en la medida de lo posible, como una manifestación física de nuestra personalidad.
Al iniciar esta aventura, algunas personas insistirán en un barco excelente, con los mecanismos más sofisticados, equipado con grandes divanes y un salón de banquetes. Otras desearían mucha más emoción y mucho más entusiasmo y pedirán un barco menos grande, pero uno que vaya más rápido. Algunas personas se pondrán metas que les exijan probar sus poderes para la navegación. La analogía puede ser una muy simple y sencilla. Sin embargo, cada persona escoge el barco viviente del cuerpo, teniendo en mente sus propias intenciones y sus propios propósitos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario