Tu propio entorno incluye mucho más de lo que puedes haber supuesto. Anteriormente me referí a tu entorno en términos de la existencia física diaria y los alrededores, con los cuales estás conectado corrientemente.
En realidad, estás enterado de muy poco de tu más grande y más extenso entorno. Considera tu propio ser actual como un actor en una obra, difícilmente una analogía, pero una adecuada. La escena está puesta en el siglo veinte. Tú creas el escenario, los elementos y los temas. En realidad tu escribes, produces y actúas en la producción total, en conjunto con todos los individuos que participan en la obra.
Estás tan concentrado en tu papel, tan intrigado con la realidad que has creado, tan hipnotizado por los problemas, los desafíos, las esperanzas y las tristezas de tu rol en particular, que has olvidado que fueron de tu propia creación. Este drama intenso, con sus alegrías y tristezas, se puede comparar con tu vida actual y tu entorno actual, individual y colectivamente.
Sin embargo, existen otros dramas desarrollándose simultáneamente, en los cuales tú también tomas parte. Ellos tienen su propia escenografia y sus propios elementos y temas. Tienen lugar en periodos diferentes de tiempo. Uno puede llamarse “La vida en el siglo doce A.D.” Otro puede llamarse “Vida en el siglo dieciocho”, o “en 500 B.C.”, o “en A.D. 3000”. Tu también creas estos dramas y actúas en ellos. El escenario y las decoraciones también representan tu entorno, el entorno que rodea tu personalidad total.
Le estoy hablando a la parte tuya que está participando en este particular período. Esa parte de tu personalidad total está tan concentrada en este drama, que no te das cuenta de los otros dramas en los cuales también participas. No comprendes tu propia realidad tridimensional. Por consiguiente, parece extraño o increíble cuando te digo que vives muchas existencias a la vez. Es difícil para ti imaginarte estando en dos lugares a la vez. Mucho mas difícil es imaginarte en dos o más tiempos, o siglos, a la vez.
Para decirlo simplemente, el tiempo no es una serie de momentos. Las palabras que pronuncias, los actos que ejecutas, parecen tener lugar en el tiempo, como una mesa o una silla parecen tener lugar en el espacio. Sin embargo, estas apariencias son parte de los complicados elementos de la escena que has establecido “de antemano”, y dentro del drama debes aceptarlos como reales.
Las cuatro de la tarde es una referencia muy a la mano. Puedes decirle a un amigo, “Me encontraré contigo a las cuatro en punto en la esquina”, o en el restaurante, para un trago, o para comer, o para charlar, y tu amigo sabrá precisamente en donde y cuando te encontrará. Esto sucederá a pesar del hecho de que las cuatro en punto de la tarde no tiene un significado básico, sino que es una designación acordada, un acuerdo de caballeros, si lo prefieres. Si atiendes el teatro a las nueve de la noche, pero las acciones del drama tienen lugar en las horas de la mañana y los actores están desayunando, aceptas el tiempo tal como se presenta en la obra de teatro y también pretendes que ocurre en la mañana.
Tú y todos los actores están involucrados en una producción mucho más grande, en la que todos están de acuerdo sobre ciertas asunciones básicas que sirven como estructura dentro de la cual tiene lugar el drama. Las asunciones son que el tiempo es una serie de momentos, el uno después del otro; que el mundo objetivo existe independientemente de tu propia creación y percepción de él; que estás confinado dentro del cuerpo físico; y que estás limitado por el tiempo y el espacio.
Otras asunciones aceptadas por la misma razón incluyen la idea de que toda percepción proviene de tus sentidos físicos. En otras palabras, que toda la información llega de afuera y que ninguna información llega de adentro. Por consiguiente, estás forzado a concentrarte intensamente en las acciones del drama. Estos diversos dramas, estas piezas creativas periódicas, representan lo que llamarías vidas reencarnacionales. Todas ellas existen básicamente al tiempo. Quienes todavía están involucrados en estos complicados seminarios de dramas pasionales llamados existencias reencarnacionales, encuentran que es muy difícil ver más allá de ellos. Algunos, descansando entre las producciones, tratan de comunicarse con quienes todavía están participando en ellas. Sin embargo, ellos mismos apenas están en las alas, por así decirlo, y solo pueden ver así de lejos.
Los dramas parecen tener lugar uno después del otro, y por esta razón las comunicaciones parecen intensificar la idea falsa de que el tiempo es una serie de momentos, que pasan en una sola línea desde un inconcebible principio hasta un igualmente inconcebible final.
En realidad, estás enterado de muy poco de tu más grande y más extenso entorno. Considera tu propio ser actual como un actor en una obra, difícilmente una analogía, pero una adecuada. La escena está puesta en el siglo veinte. Tú creas el escenario, los elementos y los temas. En realidad tu escribes, produces y actúas en la producción total, en conjunto con todos los individuos que participan en la obra.
Estás tan concentrado en tu papel, tan intrigado con la realidad que has creado, tan hipnotizado por los problemas, los desafíos, las esperanzas y las tristezas de tu rol en particular, que has olvidado que fueron de tu propia creación. Este drama intenso, con sus alegrías y tristezas, se puede comparar con tu vida actual y tu entorno actual, individual y colectivamente.
Sin embargo, existen otros dramas desarrollándose simultáneamente, en los cuales tú también tomas parte. Ellos tienen su propia escenografia y sus propios elementos y temas. Tienen lugar en periodos diferentes de tiempo. Uno puede llamarse “La vida en el siglo doce A.D.” Otro puede llamarse “Vida en el siglo dieciocho”, o “en 500 B.C.”, o “en A.D. 3000”. Tu también creas estos dramas y actúas en ellos. El escenario y las decoraciones también representan tu entorno, el entorno que rodea tu personalidad total.
Le estoy hablando a la parte tuya que está participando en este particular período. Esa parte de tu personalidad total está tan concentrada en este drama, que no te das cuenta de los otros dramas en los cuales también participas. No comprendes tu propia realidad tridimensional. Por consiguiente, parece extraño o increíble cuando te digo que vives muchas existencias a la vez. Es difícil para ti imaginarte estando en dos lugares a la vez. Mucho mas difícil es imaginarte en dos o más tiempos, o siglos, a la vez.
Para decirlo simplemente, el tiempo no es una serie de momentos. Las palabras que pronuncias, los actos que ejecutas, parecen tener lugar en el tiempo, como una mesa o una silla parecen tener lugar en el espacio. Sin embargo, estas apariencias son parte de los complicados elementos de la escena que has establecido “de antemano”, y dentro del drama debes aceptarlos como reales.
Las cuatro de la tarde es una referencia muy a la mano. Puedes decirle a un amigo, “Me encontraré contigo a las cuatro en punto en la esquina”, o en el restaurante, para un trago, o para comer, o para charlar, y tu amigo sabrá precisamente en donde y cuando te encontrará. Esto sucederá a pesar del hecho de que las cuatro en punto de la tarde no tiene un significado básico, sino que es una designación acordada, un acuerdo de caballeros, si lo prefieres. Si atiendes el teatro a las nueve de la noche, pero las acciones del drama tienen lugar en las horas de la mañana y los actores están desayunando, aceptas el tiempo tal como se presenta en la obra de teatro y también pretendes que ocurre en la mañana.
Tú y todos los actores están involucrados en una producción mucho más grande, en la que todos están de acuerdo sobre ciertas asunciones básicas que sirven como estructura dentro de la cual tiene lugar el drama. Las asunciones son que el tiempo es una serie de momentos, el uno después del otro; que el mundo objetivo existe independientemente de tu propia creación y percepción de él; que estás confinado dentro del cuerpo físico; y que estás limitado por el tiempo y el espacio.
Otras asunciones aceptadas por la misma razón incluyen la idea de que toda percepción proviene de tus sentidos físicos. En otras palabras, que toda la información llega de afuera y que ninguna información llega de adentro. Por consiguiente, estás forzado a concentrarte intensamente en las acciones del drama. Estos diversos dramas, estas piezas creativas periódicas, representan lo que llamarías vidas reencarnacionales. Todas ellas existen básicamente al tiempo. Quienes todavía están involucrados en estos complicados seminarios de dramas pasionales llamados existencias reencarnacionales, encuentran que es muy difícil ver más allá de ellos. Algunos, descansando entre las producciones, tratan de comunicarse con quienes todavía están participando en ellas. Sin embargo, ellos mismos apenas están en las alas, por así decirlo, y solo pueden ver así de lejos.
Los dramas parecen tener lugar uno después del otro, y por esta razón las comunicaciones parecen intensificar la idea falsa de que el tiempo es una serie de momentos, que pasan en una sola línea desde un inconcebible principio hasta un igualmente inconcebible final.
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