Muchas personas creen que son criaturas físicas, limitadas por sus cuerpos físicos y que están dentro de una prisión de hueso, carne y piel. Quienes creen que su existencia depende de su imagen corporal, sentirán el peligro de su extinción, ya que ninguna forma física dura y el cuerpo no tendrá el mismo vigor y encanto en la vejez. Quienes se identifican exclusivamente con su propia belleza, juventud, inteligencia y éxitos, íntimamente saben que estos atributos desaparecerán.
Todos nosotros hemos vivido otras existencias y ese conocimiento está dentro de nosotros mismos, solo que no lo sabemos conscientemente.
Creemos que nuestra conciencia está encerrada en alguna parte dentro de nuestro cráneo y que sus límites son los mismos del cuerpo.
Creemos que somos tan prisioneros del tiempo como una mosca dentro de una botella.
Creemos que nuestros sentidos nos dan una percepción verdadera de la realidad.
Creemos que solo adquirimos conocimientos cuando estamos despiertos.
Estas son creencias con las que nos hemos movido en la vida, las consideramos la verdad sobre la realidad y son las responsables de muchas de nuestras limitaciones.
Nosotros mismos creamos el mundo que conocemos. Se nos ha dado el más increíble regalo: ser capaces de proyectar nuestros pensamientos hacia fuera y convertirlos en formas físicas. Este regalo implica una gran responsabilidad, ya que estamos acostumbrados a congratularnos por los logros de nuestras vidas y culpar a Dios, la suerte y la sociedad por nuestros fracasos. De igual manera, tenemos la tendencia a proyectar nuestra culpa y nuestros errores sobre la imagen divina.
Nosotros mismos creamos nuestra propia realidad física. Individual y colectivamente, creamos los eventos gloriosos y de terror de nuestra existencia terrenal.
Hasta que no nos demos cuenta de que somos los creadores, no nos haremos responsables.
Tampoco podremos culpar a ningún demonio por nuestros infortunios. El Demonio también es una proyección de nuestra propia mente.
No hemos aprendido todavía a utilizar nuestra creatividad de una manera constructiva.
Todos nosotros hemos vivido otras existencias y ese conocimiento está dentro de nosotros mismos, solo que no lo sabemos conscientemente.
Creemos que nuestra conciencia está encerrada en alguna parte dentro de nuestro cráneo y que sus límites son los mismos del cuerpo.
Creemos que somos tan prisioneros del tiempo como una mosca dentro de una botella.
Creemos que nuestros sentidos nos dan una percepción verdadera de la realidad.
Creemos que solo adquirimos conocimientos cuando estamos despiertos.
Estas son creencias con las que nos hemos movido en la vida, las consideramos la verdad sobre la realidad y son las responsables de muchas de nuestras limitaciones.
Nosotros mismos creamos el mundo que conocemos. Se nos ha dado el más increíble regalo: ser capaces de proyectar nuestros pensamientos hacia fuera y convertirlos en formas físicas. Este regalo implica una gran responsabilidad, ya que estamos acostumbrados a congratularnos por los logros de nuestras vidas y culpar a Dios, la suerte y la sociedad por nuestros fracasos. De igual manera, tenemos la tendencia a proyectar nuestra culpa y nuestros errores sobre la imagen divina.
Nosotros mismos creamos nuestra propia realidad física. Individual y colectivamente, creamos los eventos gloriosos y de terror de nuestra existencia terrenal.
Hasta que no nos demos cuenta de que somos los creadores, no nos haremos responsables.
Tampoco podremos culpar a ningún demonio por nuestros infortunios. El Demonio también es una proyección de nuestra propia mente.
No hemos aprendido todavía a utilizar nuestra creatividad de una manera constructiva.
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