Como nuestras creencias determinan aquellas funciones inconscientes que son la causa de nuestra experiencia personal, lo primero que debemos hacer es examinar esas creencias. Dentro de nuestra realidad subjetiva hay trazos de aquellas rutas que no tomamos y de aquellas habilidades que no utilizamos. Podemos vernos a nosotros mismos en la condición de padres o madres, o en el rol de nuestro trabajo profesional. Por ahora, olvidemos el enfoque familiar en el que nos vemos y examinemos nuestra identidad.
Hagamos una lista de nuestras habilidades físicas y mentales, así no las hayamos desarrollado, de todas aquellas inclinaciones particulares, aún las que difícilmente se nos habrían ocurrido, y las que muy claramente se nos vienen a la cabeza.
De esas probables características, escogimos las de nuestro particular interés para realizarlas. Ellas constituyen nuestra actual realidad personal. Cualquiera otra de las habilidades de la lista, que en este momento escojamos, enriquecerá la existencia actual y abrirá oportunidades que ahora no tenemos.
Cualquier talento que tengamos, lo podemos desarrollar si tenemos la determinación de hacerlo. Con el simple acto de tomar la decisión, activaremos los mecanismos inconscientes para conseguirlo. El camino de nuestra experiencia no está cerrado. No existe camino que no lleve a otras avenidas de la realización personal.
Si somos pobres, es porque escogimos esa realidad, entre otras muchas probables que no incluían la pobreza. Muchas otras realidades aún están disponibles. Si escogimos ser enfermos, siempre habrá una realidad probable en la cual seremos saludables. Si estamos solos, siempre existirá una realidad probable, en la que los amigos que rehusamos hacer estarán disponibles. Visualicemos en nuestra mente la forma en que esa nueva realidad probable se convierte en nuestra experiencia. La intensidad de nuestro deseo ayudará en el empeño.
Lo que esto nos indica, es que en realidad existen muchos “yo” probables, que nuestro ser no tiene límites y que nuestra experiencia es el resultado de nuestras creencias.
Necesitamos entender que cada evento de nuestras vidas fue una vez probable. Del amplio campo de eventos probables, escogemos aquellos que serán físicamente materializados. Esto ocurre individual y colectivamente. Cualquier evento que ocurra, positivo o negativo, de alguna manera, nosotros mismos lo iniciamos.
Supongamos que hoy se produjo un robo en una casa. Ayer, este evento era uno de los tantos probables. En este caso, más de una persona está involucrada: la víctima del robo y el ladrón. Por qué fue precisamente esa casa la del robo, en medio de tantas otras? De una u otra manera, la víctima, con sus pensamientos, atrajo el evento y lo transformó, de una probabilidad a una realidad. Esta persona puede estar convencida de que todos los seres humanos, por naturaleza, son malos, o que nadie está libre de la agresión de otra persona, o que la principal motivación de la gente es la codicia. Estas creencias atraen su propia realización. Si esta persona tiene algo valioso que le pueden robar, estará convencida de que lo robarán, o que harán lo posible por robarlo. La persona le está enviando mensajes telepáticos al ladrón Tanto la víctima como el ladrón tienen convicciones similares, solo que uno se siente a si mismo como víctima y el otro como agresor. Cada uno de los dos reacciona de una manera diferente sobre las mismas creencias. Pero los dos son necesarios para que el crimen se cometa. Las creencias de los dos encuentran su justificación en la realidad física. El miedo a los ladrones atrae los ladrones. Cuando pensamos que todos los seres humanos son malos por naturaleza, no examinamos esa creencia, que es una creencia sobre la realidad y no la realidad misma.
Necesitamos examinar nuestras creencias y cambiarlas, si no estamos contentos con nuestra actual experiencia.
Hagamos una lista de nuestras habilidades físicas y mentales, así no las hayamos desarrollado, de todas aquellas inclinaciones particulares, aún las que difícilmente se nos habrían ocurrido, y las que muy claramente se nos vienen a la cabeza.
De esas probables características, escogimos las de nuestro particular interés para realizarlas. Ellas constituyen nuestra actual realidad personal. Cualquiera otra de las habilidades de la lista, que en este momento escojamos, enriquecerá la existencia actual y abrirá oportunidades que ahora no tenemos.
Cualquier talento que tengamos, lo podemos desarrollar si tenemos la determinación de hacerlo. Con el simple acto de tomar la decisión, activaremos los mecanismos inconscientes para conseguirlo. El camino de nuestra experiencia no está cerrado. No existe camino que no lleve a otras avenidas de la realización personal.
Si somos pobres, es porque escogimos esa realidad, entre otras muchas probables que no incluían la pobreza. Muchas otras realidades aún están disponibles. Si escogimos ser enfermos, siempre habrá una realidad probable en la cual seremos saludables. Si estamos solos, siempre existirá una realidad probable, en la que los amigos que rehusamos hacer estarán disponibles. Visualicemos en nuestra mente la forma en que esa nueva realidad probable se convierte en nuestra experiencia. La intensidad de nuestro deseo ayudará en el empeño.
Lo que esto nos indica, es que en realidad existen muchos “yo” probables, que nuestro ser no tiene límites y que nuestra experiencia es el resultado de nuestras creencias.
Necesitamos entender que cada evento de nuestras vidas fue una vez probable. Del amplio campo de eventos probables, escogemos aquellos que serán físicamente materializados. Esto ocurre individual y colectivamente. Cualquier evento que ocurra, positivo o negativo, de alguna manera, nosotros mismos lo iniciamos.
Supongamos que hoy se produjo un robo en una casa. Ayer, este evento era uno de los tantos probables. En este caso, más de una persona está involucrada: la víctima del robo y el ladrón. Por qué fue precisamente esa casa la del robo, en medio de tantas otras? De una u otra manera, la víctima, con sus pensamientos, atrajo el evento y lo transformó, de una probabilidad a una realidad. Esta persona puede estar convencida de que todos los seres humanos, por naturaleza, son malos, o que nadie está libre de la agresión de otra persona, o que la principal motivación de la gente es la codicia. Estas creencias atraen su propia realización. Si esta persona tiene algo valioso que le pueden robar, estará convencida de que lo robarán, o que harán lo posible por robarlo. La persona le está enviando mensajes telepáticos al ladrón Tanto la víctima como el ladrón tienen convicciones similares, solo que uno se siente a si mismo como víctima y el otro como agresor. Cada uno de los dos reacciona de una manera diferente sobre las mismas creencias. Pero los dos son necesarios para que el crimen se cometa. Las creencias de los dos encuentran su justificación en la realidad física. El miedo a los ladrones atrae los ladrones. Cuando pensamos que todos los seres humanos son malos por naturaleza, no examinamos esa creencia, que es una creencia sobre la realidad y no la realidad misma.
Necesitamos examinar nuestras creencias y cambiarlas, si no estamos contentos con nuestra actual experiencia.
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