La mayoría de las personas no dudan de sus creencias religiosas y las aceptan como un hecho. Es más fácil reconocer nuestras creencias religiosas, políticas o filosóficas, que aquellas que se refieren a nosotros mismos como personas, quienes somos y cual es nuestro propósito en la vida.
Algunas de nuestras creencias son adecuadas y nos ayudan en el normal desarrollo de nuestras vidas. Otras, por el contrario, son inadecuadas e interfieren en el camino. Las más perjudiciales, sin embargo, son las que nos limitan y que pueden considerarse como falsas creencias. Si reconocemos como propias algunas de ellas, vale la pena intentar cambiarlas.
Estas son algunas muy comunes:
1. La vida es un valle de lágrimas.
2. Mi cuerpo es inferior, sus apetitos son malos, sólo el espíritu es perfecto.
3. Soy impotente ante circunstancias que no puedo controlar.
4. Soy impotente porque mi personalidad y mi carácter se formaron en la infancia y estoy a merced de mi pasado.
5. Soy impotente porque estoy a merced de eventos de vidas pasadas, sobre los cuales no tengo control. Es mi Karma y debo ser castigado por todo lo malo que hice.
6. Todo el mundo es básicamente malo y yo soy su presa.7. Poseo la verdad y nadie más la tiene.
8. Tener riqueza es malo, quién la tiene no es espiritual.
9. A medida que envejezco soy más frágil, más enfermo y voy perdiendo mis capacidades.
10.Cuando muero desparezco, se acabó.
Cada ser humano se mueve en la vida con un "Cuerpo de Creencias", que se inicia en la infancia y que difícilmente se modifica en la madurez.
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