Nuestras creencias personales determinan, en gran medida, las emociones que tendremos. Nos sentiremos agresivos, contentos, desesperados o decididos, de acuerdo con las cosas que nos pasan, nuestras creencias acerca de nosotros mismos, su relación con ellas y la idea que tenemos de quienes somos. No estaremos en capacidad de entender nuestras emociones mientras no conozcamos nuestras creencias. Tenemos la impresión de que a veces estamos intranquilos o agresivos sin una causa aparente; o que los sentimientos y las emociones nos llegan sin razón alguna. Esto nos ocurrirá siempre si no aprendemos a reconocer las creencias, que están en nuestra mente consciente, ya que ellas son las que generan nuestras emociones.
Una de las más importantes causas de la depresión es la creencia de que nuestra mente consciente es impotente ante circunstancias exteriores que nos llegan, o ante eventos emocionales que parecen tener su origen dentro de nosotros mismos.
La Psicología, La Ciencia y la Religión, de una u otra manera, han contribuido a la confusión, desconociendo las capacidades de la mente conciente.
Las escuelas de “Pensamiento Positivo” han tratado de remediar la situación, pero pueden estar haciendo más daño que bien al intentar imponernos ciertas creencias que, efectivamente, quisiéramos tener, pero no podemos, precisamente por el estado de confusión.
Se nos ha enseñado que no es bueno tener pensamientos y emociones “negativos”. Realmente, la clave de nuestra experiencia emocional y nuestro comportamiento reside en nuestro sistema de creencias. Algunas de ellas son más evidentes que otras, pero todas son perfectamente reconocibles conscientemente. Si creemos tener pocos méritos y estamos llenos de sentimientos de culpa, procederemos en la vida de acuerdo con esas creencias que hemos aceptado y que pueden no corresponder a la realidad.
Si hemos leído, o nos han dicho, que tenemos que ser buenos y formales y que nuestros pensamientos deben ser de amor, cuando estamos irritados, estaremos en problemas: nos vamos a asustar por emociones muy naturales.
Cuando sintamos que aparecen emociones desagradables, lo primero que debemos hacer es identificar su origen. Las respuestas las encontraremos mucho más fácil de lo que pensamos. Debemos aceptar que el sentimiento es nuestro. Es preferible no ignorarlo, ni negarlo o esconderlo, ni intentar sustituirlo por uno “bueno”. Tenemos que darnos cuenta de la realidad de nuestros sentimientos y de nuestras creencias. Poco a poco nos daremos cuenta de que nuestras creencias producen automáticamente ciertos sentimientos. Si una persona está segura de sí misma, no se enojará ante algo sin importancia que le ocurra. Quien siente que no vale mucho, por el contrario, se pondrá furioso en las mismas circunstancias. El libre fluir de las emociones siempre nos llevará a nuestras creencias conscientes.
Para identificar nuestras propias creencias, que siempre estarán al alcance en la mente consciente, debemos preguntarnos que pensamos de nosotros mismos, de nuestra vida diaria, de nuestro cuerpo, de nuestra relación con los demás. Al hacernos estas preguntas, escribamos las respuestas o utilicemos una grabadora. Lo importante es objetivizarlas. Es algo que debemos hacer procediendo con la más absoluta franqueza. Este listado de nuestras creencias nos será muy útil para identificar la causa de nuestros sentimientos y emociones.
Una de las más importantes causas de la depresión es la creencia de que nuestra mente consciente es impotente ante circunstancias exteriores que nos llegan, o ante eventos emocionales que parecen tener su origen dentro de nosotros mismos.
La Psicología, La Ciencia y la Religión, de una u otra manera, han contribuido a la confusión, desconociendo las capacidades de la mente conciente.
Las escuelas de “Pensamiento Positivo” han tratado de remediar la situación, pero pueden estar haciendo más daño que bien al intentar imponernos ciertas creencias que, efectivamente, quisiéramos tener, pero no podemos, precisamente por el estado de confusión.
Se nos ha enseñado que no es bueno tener pensamientos y emociones “negativos”. Realmente, la clave de nuestra experiencia emocional y nuestro comportamiento reside en nuestro sistema de creencias. Algunas de ellas son más evidentes que otras, pero todas son perfectamente reconocibles conscientemente. Si creemos tener pocos méritos y estamos llenos de sentimientos de culpa, procederemos en la vida de acuerdo con esas creencias que hemos aceptado y que pueden no corresponder a la realidad.
Si hemos leído, o nos han dicho, que tenemos que ser buenos y formales y que nuestros pensamientos deben ser de amor, cuando estamos irritados, estaremos en problemas: nos vamos a asustar por emociones muy naturales.
Cuando sintamos que aparecen emociones desagradables, lo primero que debemos hacer es identificar su origen. Las respuestas las encontraremos mucho más fácil de lo que pensamos. Debemos aceptar que el sentimiento es nuestro. Es preferible no ignorarlo, ni negarlo o esconderlo, ni intentar sustituirlo por uno “bueno”. Tenemos que darnos cuenta de la realidad de nuestros sentimientos y de nuestras creencias. Poco a poco nos daremos cuenta de que nuestras creencias producen automáticamente ciertos sentimientos. Si una persona está segura de sí misma, no se enojará ante algo sin importancia que le ocurra. Quien siente que no vale mucho, por el contrario, se pondrá furioso en las mismas circunstancias. El libre fluir de las emociones siempre nos llevará a nuestras creencias conscientes.
Para identificar nuestras propias creencias, que siempre estarán al alcance en la mente consciente, debemos preguntarnos que pensamos de nosotros mismos, de nuestra vida diaria, de nuestro cuerpo, de nuestra relación con los demás. Al hacernos estas preguntas, escribamos las respuestas o utilicemos una grabadora. Lo importante es objetivizarlas. Es algo que debemos hacer procediendo con la más absoluta franqueza. Este listado de nuestras creencias nos será muy útil para identificar la causa de nuestros sentimientos y emociones.
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