Como en el caso de Andrea visto antes, debes aceptar la validez de tus sentimientos mientras te das cuenta que ellos se refieren a ciertos asuntos o condiciones, y no son necesariamente declaraciones de hechos de tu realidad. “Siento que soy una madre mediocre”, o, “Siento que soy un fracaso”. Estas son declaraciones emocionales y deben ser aceptadas como tales. Estás para comprender, sin embargo, que mientras tus sentimientos tienen su propia integridad como emociones, ellos no son declaraciones de un hecho. Puedes ser una madre excelente, mientras sientes que eres muy inadecuada. Puedes ser muy exitoso en lograr tus metas, mientras todavía piensas que eres un fracaso.
Reconociendo estas diferencias y siguiendo honestamente los sentimientos – en otras palabras, cabalgando en las emociones – llegarás a las creencias detrás de ellas. Una serie de auto revelaciones será el resultado inevitable, cada una conduciéndote a una subsiguiente actividad psicológica creativa. En cada etapa estarás más cerca de la realidad de tu experiencia de lo que jamás estarás.
La mente consciente se beneficiará grandemente a medida que se vuelve más y más consciente de su influencia directriz sobre los eventos. Ella nunca más le temerá a las emociones, o al cuerpo, como amenazantes o impredecibles, sino que siente la más grande unidad en la que está involucrada.
Las emociones no se sentirán como hijastras, siendo admitidas solamente las mejor vestidas. No tendrán que gritar por la expresión, ya que serán admitidas completamente como miembros de la familia del ser. Ahora bien, nuevamente aquí dirás que tu problema es que eres demasiado emocional, demasiado sensitivo. Puedes creer que eres fácilmente influenciable. En tales casos, estás temeroso de tus emociones. Piensas que sus poderes son tan fuertes que la razón se puede ahogar dentro de ellas.
Sin importar que tan abierto pareces ser, con todo nunca aceptarás ciertas emociones que concibes son seguras, e ignorarás otras, o las detendrás en puntos particulares, porque estás temeroso de seguirlas más adelante. Este comportamiento seguirá a tus creencias por supuesto. Si tienes más de cuarenta años, por ejemplo, te puedes decir a ti mismo que la edad no significa nada, que la pasas bien con personas mucho más jóvenes y que piensas pensamientos juveniles. Solo aceptarás aquellas emociones que parecen estar de acuerdo con tus ideas de juventud. Te preocupas por los problemas de los jóvenes. Aceptas lo que piensas son pensamientos optimistas que dan salud. Te consideras bastante emocional, quizás.
Sin embargo, por debajo estás mucho más consciente, como en realidad deberías estarlo, de tu realidad como criatura. No obstante, ignoras firmemente los cambios en tu apariencia desde el tiempo en que tenias treinta años y al hacerlo pierdes de vista tu validez como criatura en el espacio y el tiempo.
Inhibirás cualesquiera que sean tus pensamientos sobre la muerte y el morir, o sobre la vejez, y así liquidas sentimientos bastante naturales que están destinados a conducirte más allá de tus primeros años. Estás negando la existencia corporal de tu cuerpo, y su enfoque en el tiempo y en las estaciones, y engañándote a ti mismo con movimientos naturales biológicos, psíquicos y mentales que están destinados a llevarte más allá de ellos mismos.
Ahora bien, en este particular contexto, uno de los problemas surge de las connotaciones dadas a las palabras “más viejo”, o “viejo”. En tu cultura crees que ser joven es ser flexible, alerta y consciente. Ser viejo, o más viejo se considera una desgracia, hablando en términos generales; rígido, fuera de estilo, y pasado de moda.
Si tratas desesperadamente de permanecer joven, generalmente es para esconder tus propias creencias acerca de la edad, y para negar todas aquellas emociones conectadas con ella. Siempre que rehúses aceptar la realidad de tu calidad de criatura, también rechazas aspectos de tu espíritu. El cuerpo existe en el mundo del espacio y el tiempo. Las experiencias que puedes encontrar en tus sesenta son tan necesarias como aquellas de los veinte. Tu imagen cambiante se supone que debe decirte algo. Cuando pretendes que no ocurren alteraciones, bloqueas tanto los mensajes biológicos como los espirituales.
En la vejez el organismo está preparándose, en ciertos términos, para un nuevo nacimiento. Los eventos combinados del espíritu, la mente y el cuerpo involucran no solamente el paso de una estación, sino la preparación para el comienzo de otra. La situación incluye todos aquellos soportes necesarios para tu desempeño, no solo con aceptación sino con el gran impulso agresivo hacia nueva experiencia.
Refutar tu realidad en el tiempo, por consiguiente, da como resultado que tu ser se adhiera al tiempo y se obsesione con él. Aceptar tu integridad en el tiempo le permite al cuerpo funcionar hasta su fin natural, en buenas condiciones, libre de aquellos conceptos distorsionados e invisibles acerca de la edad. Si crees que la juventud es el ideal y luchas por ella, mientras simultáneamente crees que la vejez debe involucrar achaques, causas entonces un dilema innecesario y aceleras el envejecimiento de acuerdo con los aspectos negativos de tu mente.
Cada individuo debe examinar sus creencias individuales, o empezar con los sentimientos, los que inevitablemente lo conducirán a ellas. En esta área, como en todas las otras, quienes no son competentes verbalmente podrían utilizar el método de la escritura. Escribe tus creencias a medida que te llegan, o elabora listas de tus suposiciones intelectuales y emocionales. Puedes encontrar que ellas son bastante diferentes.
Si tienes un síntoma físico, no huyas de él. Siente su realidad en tu cuerpo. Permite que las emociones sigan libremente. Ellas te conducirán, si les permites fluir, a las creencias que causan la dificultad. Ellas te llevarán a través de muchos aspectos de tu propia realidad que debes enfrentar y explorar. Estos métodos liberan tu agresión natural retenida. Puedes sentir que estás abrumado por la emoción, pero confía en ella, es el motor de tu ser, y ella despierta tu propia creatividad. Siguiéndola, ella buscará las respuestas a tus problemas.
Reconociendo estas diferencias y siguiendo honestamente los sentimientos – en otras palabras, cabalgando en las emociones – llegarás a las creencias detrás de ellas. Una serie de auto revelaciones será el resultado inevitable, cada una conduciéndote a una subsiguiente actividad psicológica creativa. En cada etapa estarás más cerca de la realidad de tu experiencia de lo que jamás estarás.
La mente consciente se beneficiará grandemente a medida que se vuelve más y más consciente de su influencia directriz sobre los eventos. Ella nunca más le temerá a las emociones, o al cuerpo, como amenazantes o impredecibles, sino que siente la más grande unidad en la que está involucrada.
Las emociones no se sentirán como hijastras, siendo admitidas solamente las mejor vestidas. No tendrán que gritar por la expresión, ya que serán admitidas completamente como miembros de la familia del ser. Ahora bien, nuevamente aquí dirás que tu problema es que eres demasiado emocional, demasiado sensitivo. Puedes creer que eres fácilmente influenciable. En tales casos, estás temeroso de tus emociones. Piensas que sus poderes son tan fuertes que la razón se puede ahogar dentro de ellas.
Sin importar que tan abierto pareces ser, con todo nunca aceptarás ciertas emociones que concibes son seguras, e ignorarás otras, o las detendrás en puntos particulares, porque estás temeroso de seguirlas más adelante. Este comportamiento seguirá a tus creencias por supuesto. Si tienes más de cuarenta años, por ejemplo, te puedes decir a ti mismo que la edad no significa nada, que la pasas bien con personas mucho más jóvenes y que piensas pensamientos juveniles. Solo aceptarás aquellas emociones que parecen estar de acuerdo con tus ideas de juventud. Te preocupas por los problemas de los jóvenes. Aceptas lo que piensas son pensamientos optimistas que dan salud. Te consideras bastante emocional, quizás.
Sin embargo, por debajo estás mucho más consciente, como en realidad deberías estarlo, de tu realidad como criatura. No obstante, ignoras firmemente los cambios en tu apariencia desde el tiempo en que tenias treinta años y al hacerlo pierdes de vista tu validez como criatura en el espacio y el tiempo.
Inhibirás cualesquiera que sean tus pensamientos sobre la muerte y el morir, o sobre la vejez, y así liquidas sentimientos bastante naturales que están destinados a conducirte más allá de tus primeros años. Estás negando la existencia corporal de tu cuerpo, y su enfoque en el tiempo y en las estaciones, y engañándote a ti mismo con movimientos naturales biológicos, psíquicos y mentales que están destinados a llevarte más allá de ellos mismos.
Ahora bien, en este particular contexto, uno de los problemas surge de las connotaciones dadas a las palabras “más viejo”, o “viejo”. En tu cultura crees que ser joven es ser flexible, alerta y consciente. Ser viejo, o más viejo se considera una desgracia, hablando en términos generales; rígido, fuera de estilo, y pasado de moda.
Si tratas desesperadamente de permanecer joven, generalmente es para esconder tus propias creencias acerca de la edad, y para negar todas aquellas emociones conectadas con ella. Siempre que rehúses aceptar la realidad de tu calidad de criatura, también rechazas aspectos de tu espíritu. El cuerpo existe en el mundo del espacio y el tiempo. Las experiencias que puedes encontrar en tus sesenta son tan necesarias como aquellas de los veinte. Tu imagen cambiante se supone que debe decirte algo. Cuando pretendes que no ocurren alteraciones, bloqueas tanto los mensajes biológicos como los espirituales.
En la vejez el organismo está preparándose, en ciertos términos, para un nuevo nacimiento. Los eventos combinados del espíritu, la mente y el cuerpo involucran no solamente el paso de una estación, sino la preparación para el comienzo de otra. La situación incluye todos aquellos soportes necesarios para tu desempeño, no solo con aceptación sino con el gran impulso agresivo hacia nueva experiencia.
Refutar tu realidad en el tiempo, por consiguiente, da como resultado que tu ser se adhiera al tiempo y se obsesione con él. Aceptar tu integridad en el tiempo le permite al cuerpo funcionar hasta su fin natural, en buenas condiciones, libre de aquellos conceptos distorsionados e invisibles acerca de la edad. Si crees que la juventud es el ideal y luchas por ella, mientras simultáneamente crees que la vejez debe involucrar achaques, causas entonces un dilema innecesario y aceleras el envejecimiento de acuerdo con los aspectos negativos de tu mente.
Cada individuo debe examinar sus creencias individuales, o empezar con los sentimientos, los que inevitablemente lo conducirán a ellas. En esta área, como en todas las otras, quienes no son competentes verbalmente podrían utilizar el método de la escritura. Escribe tus creencias a medida que te llegan, o elabora listas de tus suposiciones intelectuales y emocionales. Puedes encontrar que ellas son bastante diferentes.
Si tienes un síntoma físico, no huyas de él. Siente su realidad en tu cuerpo. Permite que las emociones sigan libremente. Ellas te conducirán, si les permites fluir, a las creencias que causan la dificultad. Ellas te llevarán a través de muchos aspectos de tu propia realidad que debes enfrentar y explorar. Estos métodos liberan tu agresión natural retenida. Puedes sentir que estás abrumado por la emoción, pero confía en ella, es el motor de tu ser, y ella despierta tu propia creatividad. Siguiéndola, ella buscará las respuestas a tus problemas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario