Hay demasiados aspectos de lo que concibes como salud y enfermedad para discutir, aun en un libro que está dirigido a la realidad personal, en el que el cuerpo juega un papel tan importante.
La salud y la enfermedad son ambas evidencias de la intención del cuerpo de mantener la estabilidad. Hay una diferencia en los patrones generales de salud de los hombres y los animales por la muy diversa naturaleza de su experiencia física. Más adelante diremos más acerca de este asunto en particular. En los animales las enfermedades juegan un papel vital, guardando el equilibrio dentro de una especie, y entre ellas, y asegurando por lo tanto la existencia futura de todos los involucrados.
En sus propias maneras, los animales están bastante enterados de este hecho. Algunos de ellos incluso se llevan ellos mismos a su propia destrucción por medio de los que llamarías suicidio, y en masa. A ese nivel, los animales comprenden y siempre están en contacto con profundas conexiones biológicas en las que ellos saben de su propia continuidad dentro de la cadena de la naturaleza.
El hombre le garantiza una rica actividad psicológica a su propia especie, pero se las niega a otras. Hay tantos exuberantes y diversos tipos de movimientos psicológicos como hay especies, sin embargo. Los ciclos de salud y enfermedad se sienten como ritmos del cuerpo por la gran variedad de animales, e incluso con ellos la enfermedad o la dolencia tiene cualidades preservadoras de la vida en otro nivel.
El instinto es bastante preciso, por ejemplo, guiando las bestias hacia aquellos territorios en los que se pueden encontrar condiciones apropiadas; y aun para ellos el bienestar del cuerpo representa la evidencia física de su “estar en el lugar apropiado en el momento apropiado”. Él refuerza la sensación de gracia de los animales, en términos mencionados antes.
Los animales comprenden la cualidad de enseñanza benéfica de la enfermedad, y siguen sus propias maneras instintivas de tratarla. En una situación natural, esto puede involucrar una migración masiva de un territorio a otro. En tales casos la enfermedad de solo unos pocos animales podría enviar la totalidad de la manada a su seguridad, y a una nueva provisión de alimento.
El hombre es tan sumamente verbal que encuentra difícil comprender que otras especies funcionan con complejos de ideas de un tipo diferente, en los que por supuesto el pensamiento, tal como lo consideras, no está involucrado. Pero existe un equivalente; utilizando una analogía, es como si las ideas se construyeran no por una estructura de frases reforzadas por imágenes visuales internas, sino por patrones “mentales” semejantes estructurados por medio del tacto y el olor – en otras palabras, pensar, pero dentro de una estructura totalmente diferente y extraña para ti.
Tal “pensar” existe, utilizando la analogía, dentro de la estructura del instinto, en donde tus propios pensamientos verbalizados también pueden imponerse por fuera de esa estructura. Una de las principales diferencias entre el hombre y los animales, y uno de los más importantes significados en términos de libre albedrío, está involucrado aquí.
Los animales comprenden entonces los elementos de dirección benéficos de la enfermedad. Ellos también comprenden la naturaleza del estrés como un estimulante necesario para la actividad física. Aun observando una mascota, notarás su maravillosa y total relajación, y su inmediata y total respuesta al estímulo. De esta manera los animales en cautiverio lucharán por proporcionarse ellos mismos los factores de estrés necesarios para la salud.
Los animales entonces no piensan de la enfermedad en términos de buena o mala. La enfermedad misma, en ese nivel, es parte del proceso de supervivencia vital y es un sistema de controles y equilibrios. Con el surgimiento del tipo de conciencia del hombre en particular, se involucraron otros asuntos. La humanidad siente su mortalidad aun más de lo que lo hacen las bestias.
Con el surgimiento de esta particular variedad de conciencia del ser, vino la exteriorización, la magnificación y la intensificación de elementos definidos que yacen latentes en otros animales, y la individualización de una fuerte actividad emocional hasta un nuevo grado, por ejemplo. El surgimiento de la “pausa de reflexión” mencionada anteriormente y el florecimiento de la memoria al tiempo con la intensificación emocional, condujo a una situación en la que los miembros de una especie recordaban, en el presente, la muerte y las enfermedades que los mataron. Ellos se volvieron temerosos de la enfermedad, particularmente en el caso de las plagas.
El hombre olvidó los elementos de enseñanza y curación, y en cambio se concentró en las experiencias desagradables mismas. Hasta cierto punto, esto fue bastante natural, ya que la nueva especie se desarrolló con el fin de cambiar la naturaleza de su conciencia, para seguir una realidad en la que el instinto ya no era seguido “ciegamente”, y para individualizar con un fuerte enfoque personal la experiencia que previamente había tomado un diferente patrón.
La salud y la enfermedad son ambas evidencias de la intención del cuerpo de mantener la estabilidad. Hay una diferencia en los patrones generales de salud de los hombres y los animales por la muy diversa naturaleza de su experiencia física. Más adelante diremos más acerca de este asunto en particular. En los animales las enfermedades juegan un papel vital, guardando el equilibrio dentro de una especie, y entre ellas, y asegurando por lo tanto la existencia futura de todos los involucrados.
En sus propias maneras, los animales están bastante enterados de este hecho. Algunos de ellos incluso se llevan ellos mismos a su propia destrucción por medio de los que llamarías suicidio, y en masa. A ese nivel, los animales comprenden y siempre están en contacto con profundas conexiones biológicas en las que ellos saben de su propia continuidad dentro de la cadena de la naturaleza.
El hombre le garantiza una rica actividad psicológica a su propia especie, pero se las niega a otras. Hay tantos exuberantes y diversos tipos de movimientos psicológicos como hay especies, sin embargo. Los ciclos de salud y enfermedad se sienten como ritmos del cuerpo por la gran variedad de animales, e incluso con ellos la enfermedad o la dolencia tiene cualidades preservadoras de la vida en otro nivel.
El instinto es bastante preciso, por ejemplo, guiando las bestias hacia aquellos territorios en los que se pueden encontrar condiciones apropiadas; y aun para ellos el bienestar del cuerpo representa la evidencia física de su “estar en el lugar apropiado en el momento apropiado”. Él refuerza la sensación de gracia de los animales, en términos mencionados antes.
Los animales comprenden la cualidad de enseñanza benéfica de la enfermedad, y siguen sus propias maneras instintivas de tratarla. En una situación natural, esto puede involucrar una migración masiva de un territorio a otro. En tales casos la enfermedad de solo unos pocos animales podría enviar la totalidad de la manada a su seguridad, y a una nueva provisión de alimento.
El hombre es tan sumamente verbal que encuentra difícil comprender que otras especies funcionan con complejos de ideas de un tipo diferente, en los que por supuesto el pensamiento, tal como lo consideras, no está involucrado. Pero existe un equivalente; utilizando una analogía, es como si las ideas se construyeran no por una estructura de frases reforzadas por imágenes visuales internas, sino por patrones “mentales” semejantes estructurados por medio del tacto y el olor – en otras palabras, pensar, pero dentro de una estructura totalmente diferente y extraña para ti.
Tal “pensar” existe, utilizando la analogía, dentro de la estructura del instinto, en donde tus propios pensamientos verbalizados también pueden imponerse por fuera de esa estructura. Una de las principales diferencias entre el hombre y los animales, y uno de los más importantes significados en términos de libre albedrío, está involucrado aquí.
Los animales comprenden entonces los elementos de dirección benéficos de la enfermedad. Ellos también comprenden la naturaleza del estrés como un estimulante necesario para la actividad física. Aun observando una mascota, notarás su maravillosa y total relajación, y su inmediata y total respuesta al estímulo. De esta manera los animales en cautiverio lucharán por proporcionarse ellos mismos los factores de estrés necesarios para la salud.
Los animales entonces no piensan de la enfermedad en términos de buena o mala. La enfermedad misma, en ese nivel, es parte del proceso de supervivencia vital y es un sistema de controles y equilibrios. Con el surgimiento del tipo de conciencia del hombre en particular, se involucraron otros asuntos. La humanidad siente su mortalidad aun más de lo que lo hacen las bestias.
Con el surgimiento de esta particular variedad de conciencia del ser, vino la exteriorización, la magnificación y la intensificación de elementos definidos que yacen latentes en otros animales, y la individualización de una fuerte actividad emocional hasta un nuevo grado, por ejemplo. El surgimiento de la “pausa de reflexión” mencionada anteriormente y el florecimiento de la memoria al tiempo con la intensificación emocional, condujo a una situación en la que los miembros de una especie recordaban, en el presente, la muerte y las enfermedades que los mataron. Ellos se volvieron temerosos de la enfermedad, particularmente en el caso de las plagas.
El hombre olvidó los elementos de enseñanza y curación, y en cambio se concentró en las experiencias desagradables mismas. Hasta cierto punto, esto fue bastante natural, ya que la nueva especie se desarrolló con el fin de cambiar la naturaleza de su conciencia, para seguir una realidad en la que el instinto ya no era seguido “ciegamente”, y para individualizar con un fuerte enfoque personal la experiencia que previamente había tomado un diferente patrón.
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