Los sistemas de creencias son tan necesarios y naturales como los órganos físicos. En realidad, su propósito es ayudarte a dirigir el funcionamiento de tu ser biológico. No le das pensamiento consciente a la llegada y salida de las células dentro de tus órganos. Si los dejas solos, tus pensamientos llegarán y partirán a través de tu sistema de creencias así tan naturalmente; e idealmente, se compensarán, manteniendo su propia salud y dirigiendo tu cuerpo de tal manera que tienen lugar sus terapias innatas.
Tus sistemas de creencias por supuesto atraerán ciertos tipos de pensamientos con sus estelas de experiencia emocional. Un aluvión constante de pensamientos de odio y de venganza realmente debería conducirte a buscar las creencias desde las cuales están adquiriendo su fortaleza.
No puedes hacer esto ignorando la validez de los pensamientos como tu experiencia, sin embargo, tratando de meterlos bajo la alfombra de un optimismo superficial. Tales pensamientos habituales e infelices producirán el mismo tipo de experiencia física, pero es tu propio sistema de creencias el que debes examinar.
Los eventos subjetivos y objetivos “negativos” que encuentras están destinados a hacerte examinar los contenidos de tu propia mente consciente. A su manera, los pensamientos de odio y de venganza son dispositivos terapéuticos naturales, ya que si los sigues, aceptándolos con su propia validez como sentimientos, automáticamente te conducirán más allá de ellos mismos; cambiarán a otros sentimientos, llevándote del odio hacia lo que parece ser la arena movediza del miedo – que siempre está detrás del odio.
Al ir junto con los sentimientos, unificas tu estado emocional, mental y corporal. Cuando tratas de combatirlos o negarlos, tú mismo te separas de la realidad de tu ser. Tratar con tus pensamientos y sentimientos así dirigidos al menos te arraiga firmemente en la integridad de tu experiencia actual, y permite a su movimiento innato y a su creatividad natural impulsar la solución terapéutica.
Cuando niegas tales emociones, o llegas a estar aterrorizado de ellas, impides el flujo de sentimiento de un momento al otro. Estableces represas. Cualquier emoción cambiará a otra si la experimentas honestamente. De otra manera, obstruyes el movimiento natural de la totalidad de tu sistema.
El miedo, enfrentado y sentido con sus sensaciones corporales y con los pensamientos que lo acompañan, automáticamente producirá su propio estado de resolución. El sistema de creencias consciente detrás del impedimento será iluminado, y te darás cuenta que sientes de cierta manera porque crees en una idea que causa y justifica tal reacción.
Si habitualmente niegas la expresión de cualquiera de las emociones, hasta ese grado llegas a estar enajenado, no solo de tu cuerpo sino de tus ideas conscientes. Enterrarás ciertos pensamientos y pondrás una armadura biológica para prevenirte de sentir físicamente sus efectos sobre tu cuerpo. En cada caso la respuesta está en tu sistema personal de creencias, en aquellos fuertes conceptos que tienes en un nivel íntimo que producen las inhibiciones.
Si te encuentras girando en un frenesí espiritual, tratando de reprimir cada idea negativa que te llega a la cabeza, pregúntate entonces porque crees de esa manera en el gran poder destructivo del más ligero de tus pensamientos “negativos”.
El cuerpo y la mente conjuntamente presentan un sistema unificado, auto regulador, curador y auto clarificador. Dentro de él, cada problema contiene su propia solución, si es enfrentado honestamente. Cada síntoma, mental o físico, es una pista para la resolución del conflicto detrás de él, y contiene dentro de él las semillas de su propia curación.
Ahora bien, es cierto que los habituales pensamientos de amor, de optimismo y de auto aceptación son mejores para ti que sus opuestos; pero de nuevo, tus creencias acerca de ti mismo automáticamente atraerán pensamientos que son consistentes con tus ideas. Hay tanta agresividad natural en el amor como la hay en el odio. El odio es una distorsión de tal fuerza normal, es el resultado de tus creencias. La agresión natural es limpiadora y altamente creativa. Es el impulso detrás de todas las emociones.
Hay dos caminos para llegar a tus propias creencias conscientes. El más directo es tener una serie de charlas contigo mismo. Escribe tus creencias en las diversas áreas y encontrarás que crees cosas diferentes en tiempos diferentes. Con frecuencia habrá contradicciones fácilmente aparentes. Estas representan creencias opuestas que regulan tus emociones, tu condición corporal y tu experiencia física. Examina los conflictos. Aparecerán creencias invisibles que unificarán aquellas actitudes aparentemente diversas. Las creencias invisibles son simplemente aquellas de las que estás completamente enterado, pero que prefieres ignorar porque representan áreas de disensión con las que hasta ahora no estás dispuesto a manejar. Ellas están bastante disponibles una vez que estés decidido a examinar el contenido completo de tu mente consciente.
Si esto te golpea como un método demasiado intelectual, puedes entonces ir atrás, desde tus emociones hasta llegar a tus creencias. En todo caso, sin importar cual método escojas, la una te conducirá a la otra. Ambas aproximaciones requieren honestidad contigo mismo, y un encuentro firme con los aspectos mentales, psíquicos y emocionales de tu realidad corriente.
Tus sistemas de creencias por supuesto atraerán ciertos tipos de pensamientos con sus estelas de experiencia emocional. Un aluvión constante de pensamientos de odio y de venganza realmente debería conducirte a buscar las creencias desde las cuales están adquiriendo su fortaleza.
No puedes hacer esto ignorando la validez de los pensamientos como tu experiencia, sin embargo, tratando de meterlos bajo la alfombra de un optimismo superficial. Tales pensamientos habituales e infelices producirán el mismo tipo de experiencia física, pero es tu propio sistema de creencias el que debes examinar.
Los eventos subjetivos y objetivos “negativos” que encuentras están destinados a hacerte examinar los contenidos de tu propia mente consciente. A su manera, los pensamientos de odio y de venganza son dispositivos terapéuticos naturales, ya que si los sigues, aceptándolos con su propia validez como sentimientos, automáticamente te conducirán más allá de ellos mismos; cambiarán a otros sentimientos, llevándote del odio hacia lo que parece ser la arena movediza del miedo – que siempre está detrás del odio.
Al ir junto con los sentimientos, unificas tu estado emocional, mental y corporal. Cuando tratas de combatirlos o negarlos, tú mismo te separas de la realidad de tu ser. Tratar con tus pensamientos y sentimientos así dirigidos al menos te arraiga firmemente en la integridad de tu experiencia actual, y permite a su movimiento innato y a su creatividad natural impulsar la solución terapéutica.
Cuando niegas tales emociones, o llegas a estar aterrorizado de ellas, impides el flujo de sentimiento de un momento al otro. Estableces represas. Cualquier emoción cambiará a otra si la experimentas honestamente. De otra manera, obstruyes el movimiento natural de la totalidad de tu sistema.
El miedo, enfrentado y sentido con sus sensaciones corporales y con los pensamientos que lo acompañan, automáticamente producirá su propio estado de resolución. El sistema de creencias consciente detrás del impedimento será iluminado, y te darás cuenta que sientes de cierta manera porque crees en una idea que causa y justifica tal reacción.
Si habitualmente niegas la expresión de cualquiera de las emociones, hasta ese grado llegas a estar enajenado, no solo de tu cuerpo sino de tus ideas conscientes. Enterrarás ciertos pensamientos y pondrás una armadura biológica para prevenirte de sentir físicamente sus efectos sobre tu cuerpo. En cada caso la respuesta está en tu sistema personal de creencias, en aquellos fuertes conceptos que tienes en un nivel íntimo que producen las inhibiciones.
Si te encuentras girando en un frenesí espiritual, tratando de reprimir cada idea negativa que te llega a la cabeza, pregúntate entonces porque crees de esa manera en el gran poder destructivo del más ligero de tus pensamientos “negativos”.
El cuerpo y la mente conjuntamente presentan un sistema unificado, auto regulador, curador y auto clarificador. Dentro de él, cada problema contiene su propia solución, si es enfrentado honestamente. Cada síntoma, mental o físico, es una pista para la resolución del conflicto detrás de él, y contiene dentro de él las semillas de su propia curación.
Ahora bien, es cierto que los habituales pensamientos de amor, de optimismo y de auto aceptación son mejores para ti que sus opuestos; pero de nuevo, tus creencias acerca de ti mismo automáticamente atraerán pensamientos que son consistentes con tus ideas. Hay tanta agresividad natural en el amor como la hay en el odio. El odio es una distorsión de tal fuerza normal, es el resultado de tus creencias. La agresión natural es limpiadora y altamente creativa. Es el impulso detrás de todas las emociones.
Hay dos caminos para llegar a tus propias creencias conscientes. El más directo es tener una serie de charlas contigo mismo. Escribe tus creencias en las diversas áreas y encontrarás que crees cosas diferentes en tiempos diferentes. Con frecuencia habrá contradicciones fácilmente aparentes. Estas representan creencias opuestas que regulan tus emociones, tu condición corporal y tu experiencia física. Examina los conflictos. Aparecerán creencias invisibles que unificarán aquellas actitudes aparentemente diversas. Las creencias invisibles son simplemente aquellas de las que estás completamente enterado, pero que prefieres ignorar porque representan áreas de disensión con las que hasta ahora no estás dispuesto a manejar. Ellas están bastante disponibles una vez que estés decidido a examinar el contenido completo de tu mente consciente.
Si esto te golpea como un método demasiado intelectual, puedes entonces ir atrás, desde tus emociones hasta llegar a tus creencias. En todo caso, sin importar cual método escojas, la una te conducirá a la otra. Ambas aproximaciones requieren honestidad contigo mismo, y un encuentro firme con los aspectos mentales, psíquicos y emocionales de tu realidad corriente.
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