La religión organizada ha cometido muchos errores importantes, pero por siglos el Cristianismo proveyó un contexto aceptado por una gran parte del mundo conocido, en el cual la experiencia podía ser juzgada en relación con “reglas” muy definidas, experiencia a la que se le permitía una rica expresión, siempre y cuando se mantuviera dentro de los límites establecidos por el dogma religioso.
Si el hombre era un pecador, aún habría una manera de redimirlo y la inmortalidad del alma continuó sin ser cuestionada. Se establecieron reglas para casi todos los tipos de encuentros sociales y experiencias religiosas. Se establecieron ceremonias, aceptadas por casi todos, para la muerte, el nacimiento y los estados intermedios importantes. La Iglesia era la autoridad y el individuo vivía su propia vida estructurando automáticamente su experiencia personal para acomodarla a las normas aceptadas.
Dentro de esos límites, cierto tipo de experiencias florecieron y otros no. En nuestra sociedad actual no existe este tipo de autoridad total. El individuo debe labrarse su propio camino a través de una estructura de sistemas de valores diferentes, tomando decisiones impensables en otras épocas, cuando el hijo continuaba, automáticamente, el oficio de su padre, o cuando los matrimonios se efectuaban principalmente por razones económicas. Nuestra experiencia actual es bastante diferente a la de nuestros ancestros que vivieron en el mundo de la edad media.
A pesar de sus muchos errores, el Cristianismo proclamaba el significado final de la vida de cada persona. No existía la más mínima duda de que la vida tenía un significado, así estuviéramos de acuerdo o no con el significado particular que se le asignaba.
En esos tiempos, los sueños de los hombres también eran diferentes, estaban mucho más llenos de imágenes metafísicas, eran más vivas, con santos y demonios. Existía una estructura de creencias con la cual se juzgaban todas las experiencias. Ahora tenemos muchas más decisiones para tomar, y en un mundo de creencias en conflicto, que nos llegan a través de la prensa y la televisión, debemos tratar de encontrar el significado de nuestra vida, o el significado de la vida.
Podemos pensar en términos de experimentos, o ensayar distintas cosas. Podemos ir de una religión a otra, o de la religión a la ciencia, o viceversa. Esto es cierto ahora, pero era imposible para la masa de gente en tiempos medievales. El mejoramiento de los métodos de comunicación significa que estamos rodeados de una variedad de teorías, culturas, cultos y escuelas. Esto significa que en algunas áreas importantes la mecánica de la experiencia se está volviendo más aparente en la actualidad, pues ya no estará oculta bajo un sistema de creencias.
Nuestras opciones subjetivas son mucho mayores, lo que indica la necesidad de colocar la experiencia subjetiva en términos significativos. Si creemos que en realidad nosotros mismos formamos nuestra propia realidad, instantáneamente nos enfrentaremos a un nuevo grupo de preguntas. Si realmente construimos nuestra propia experiencia, individual y masiva, por qué nos parece tan negativa?. Creamos nuestra propia realidad, o ella es creada para nosotros? El universo es un accidente, o no lo es?
En la edad media la religión organizada, el Cristianismo organizado, le presentaba a cada individuo una pantalla de creencias a través de la cual el ser personal era percibido. Las partes del ser que no se podían percibir a través de esa pantalla eran casi invisibles para cada persona. Los problemas eran enviados por Dios como castigo o advertencia. La mecánica de la experiencia estaba oculta detrás de esa pantalla.
Las creencias de Darwin y Freud se juntaron para darnos una pantalla diferente. La experiencia es aceptada y percibida solo cuando es cernida a través de esa pantalla. Si el Cristianismo veía al hombre como un ser manchado por el pecado original, Darwin y Freud lo vieron como parte de una especie defectuosa, en la cual cada vida individual se apoya precariamente y está a la disposición de las necesidades de la especie, con la supervivencia como meta primordial. Supervivencia sin sentido, por supuesto.
La grandeza de la psique es ignorada, el sentido de pertenencia del individuo es erosionado, ya que es a expensas de la naturaleza que debe sobrevivir, según parece. Los más grandes sueños y los peores miedos son el resultado de un balance glandular defectuoso, o de una neurosis proveniente de un trauma de la niñez.
Aún en medio de estas creencias, cada individuo busca encontrar un contexto en el cual su vida tenga sentido, tenga un propósito que lo mueva a la acción, un drama en el que las acciones privadas tendrán significación.
Existen valores intelectuales y valores emocionales y, algunas veces, hay necesidades de naturaleza emocional que deben afrontarse a pesar de juicios intelectuales. La Iglesia proveía un drama cósmico en el que la vida del pecador tenía valor, aunque fuera solamente para demostrar la compasión de Dios. En nuestra sociedad, el entorno psíquico conduce a menudo a la rebelión: La gente busca la manera de traer sentido y drama a sus vidas, aunque intelectualmente se niegan a hacer la conexión.
Cuando Dios salió por la ventana para las grandes masas de personas, el destino tomó su lugar y la voluntad se erosionó. Una persona no podía sentirse orgullosa de sus logros personales, ni ser culpada por sus fracasos, puesto que en gran medida sus características, potenciales y faltas se veían como el resultado del azar, la herencia, o de mecanismos inconscientes sobre los cuales parecía no tener control. El diablo se volvió subterráneo, en términos figurativos, ya que sus cualidades malvadas y características torcidas se le asignaron al inconsciente. El hombre creía haber sido programado por la herencia y el medio ambiente y que nunca estaría consciente de sus verdaderas motivaciones. Se vio a sí mismo como parte de un universo mecanicista, desprovisto de propósito y sin intenciones, un universo al que no le importaba el individuo sino la especie, un mundo extraño, realmente.
En muchos aspectos fue un mundo nuevo, ya que fue el primero en el que grandes partes de la humanidad creyeron haber sido aisladas de la naturaleza y de Dios y en el cual no se reconoció la grandeza como una característica del alma. Para mucha gente la idea del alma se tornó anticuada y embarazosa.
La psique – psique y alma son sinónimos – se expresa a través de la acción, pero lleva tras ella el impulso del cual surge la vida. Busca la realización del individuo y automáticamente intenta producir un clima social, una civilización que sea productiva y creativa. Proyecta sus deseos hacia el mundo físico, buscando por medio de la experiencia privada y el contacto social realizar sus potenciales de tal manera que los potenciales de otras personas también son alentados. Busca realizar sus sueños y cuando estos no encuentran respuesta en la vida social, de todas maneras convierte su expresión personal en un tipo de religión privada propia.
La Religión es una actividad por medio de la cual el hombre intenta ver el significado de su vida. Es una construcción basada en un profundo conocimiento psíquico. No importa el nombre que tenga, la religión representa la conexión del hombre con su universo.
Si el hombre era un pecador, aún habría una manera de redimirlo y la inmortalidad del alma continuó sin ser cuestionada. Se establecieron reglas para casi todos los tipos de encuentros sociales y experiencias religiosas. Se establecieron ceremonias, aceptadas por casi todos, para la muerte, el nacimiento y los estados intermedios importantes. La Iglesia era la autoridad y el individuo vivía su propia vida estructurando automáticamente su experiencia personal para acomodarla a las normas aceptadas.
Dentro de esos límites, cierto tipo de experiencias florecieron y otros no. En nuestra sociedad actual no existe este tipo de autoridad total. El individuo debe labrarse su propio camino a través de una estructura de sistemas de valores diferentes, tomando decisiones impensables en otras épocas, cuando el hijo continuaba, automáticamente, el oficio de su padre, o cuando los matrimonios se efectuaban principalmente por razones económicas. Nuestra experiencia actual es bastante diferente a la de nuestros ancestros que vivieron en el mundo de la edad media.
A pesar de sus muchos errores, el Cristianismo proclamaba el significado final de la vida de cada persona. No existía la más mínima duda de que la vida tenía un significado, así estuviéramos de acuerdo o no con el significado particular que se le asignaba.
En esos tiempos, los sueños de los hombres también eran diferentes, estaban mucho más llenos de imágenes metafísicas, eran más vivas, con santos y demonios. Existía una estructura de creencias con la cual se juzgaban todas las experiencias. Ahora tenemos muchas más decisiones para tomar, y en un mundo de creencias en conflicto, que nos llegan a través de la prensa y la televisión, debemos tratar de encontrar el significado de nuestra vida, o el significado de la vida.
Podemos pensar en términos de experimentos, o ensayar distintas cosas. Podemos ir de una religión a otra, o de la religión a la ciencia, o viceversa. Esto es cierto ahora, pero era imposible para la masa de gente en tiempos medievales. El mejoramiento de los métodos de comunicación significa que estamos rodeados de una variedad de teorías, culturas, cultos y escuelas. Esto significa que en algunas áreas importantes la mecánica de la experiencia se está volviendo más aparente en la actualidad, pues ya no estará oculta bajo un sistema de creencias.
Nuestras opciones subjetivas son mucho mayores, lo que indica la necesidad de colocar la experiencia subjetiva en términos significativos. Si creemos que en realidad nosotros mismos formamos nuestra propia realidad, instantáneamente nos enfrentaremos a un nuevo grupo de preguntas. Si realmente construimos nuestra propia experiencia, individual y masiva, por qué nos parece tan negativa?. Creamos nuestra propia realidad, o ella es creada para nosotros? El universo es un accidente, o no lo es?
En la edad media la religión organizada, el Cristianismo organizado, le presentaba a cada individuo una pantalla de creencias a través de la cual el ser personal era percibido. Las partes del ser que no se podían percibir a través de esa pantalla eran casi invisibles para cada persona. Los problemas eran enviados por Dios como castigo o advertencia. La mecánica de la experiencia estaba oculta detrás de esa pantalla.
Las creencias de Darwin y Freud se juntaron para darnos una pantalla diferente. La experiencia es aceptada y percibida solo cuando es cernida a través de esa pantalla. Si el Cristianismo veía al hombre como un ser manchado por el pecado original, Darwin y Freud lo vieron como parte de una especie defectuosa, en la cual cada vida individual se apoya precariamente y está a la disposición de las necesidades de la especie, con la supervivencia como meta primordial. Supervivencia sin sentido, por supuesto.
La grandeza de la psique es ignorada, el sentido de pertenencia del individuo es erosionado, ya que es a expensas de la naturaleza que debe sobrevivir, según parece. Los más grandes sueños y los peores miedos son el resultado de un balance glandular defectuoso, o de una neurosis proveniente de un trauma de la niñez.
Aún en medio de estas creencias, cada individuo busca encontrar un contexto en el cual su vida tenga sentido, tenga un propósito que lo mueva a la acción, un drama en el que las acciones privadas tendrán significación.
Existen valores intelectuales y valores emocionales y, algunas veces, hay necesidades de naturaleza emocional que deben afrontarse a pesar de juicios intelectuales. La Iglesia proveía un drama cósmico en el que la vida del pecador tenía valor, aunque fuera solamente para demostrar la compasión de Dios. En nuestra sociedad, el entorno psíquico conduce a menudo a la rebelión: La gente busca la manera de traer sentido y drama a sus vidas, aunque intelectualmente se niegan a hacer la conexión.
Cuando Dios salió por la ventana para las grandes masas de personas, el destino tomó su lugar y la voluntad se erosionó. Una persona no podía sentirse orgullosa de sus logros personales, ni ser culpada por sus fracasos, puesto que en gran medida sus características, potenciales y faltas se veían como el resultado del azar, la herencia, o de mecanismos inconscientes sobre los cuales parecía no tener control. El diablo se volvió subterráneo, en términos figurativos, ya que sus cualidades malvadas y características torcidas se le asignaron al inconsciente. El hombre creía haber sido programado por la herencia y el medio ambiente y que nunca estaría consciente de sus verdaderas motivaciones. Se vio a sí mismo como parte de un universo mecanicista, desprovisto de propósito y sin intenciones, un universo al que no le importaba el individuo sino la especie, un mundo extraño, realmente.
En muchos aspectos fue un mundo nuevo, ya que fue el primero en el que grandes partes de la humanidad creyeron haber sido aisladas de la naturaleza y de Dios y en el cual no se reconoció la grandeza como una característica del alma. Para mucha gente la idea del alma se tornó anticuada y embarazosa.
La psique – psique y alma son sinónimos – se expresa a través de la acción, pero lleva tras ella el impulso del cual surge la vida. Busca la realización del individuo y automáticamente intenta producir un clima social, una civilización que sea productiva y creativa. Proyecta sus deseos hacia el mundo físico, buscando por medio de la experiencia privada y el contacto social realizar sus potenciales de tal manera que los potenciales de otras personas también son alentados. Busca realizar sus sueños y cuando estos no encuentran respuesta en la vida social, de todas maneras convierte su expresión personal en un tipo de religión privada propia.
La Religión es una actividad por medio de la cual el hombre intenta ver el significado de su vida. Es una construcción basada en un profundo conocimiento psíquico. No importa el nombre que tenga, la religión representa la conexión del hombre con su universo.
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