En nuestra sociedad generalmente se piensa que las personas deben tener una subsistencia decente, una familia, o alguna otra relación cercana, buena salud y un sentido de pertenencia, si se quiere que cada persona sea productiva, sea feliz y esté contenta.
Se consideran como medios para brindar satisfacción “a las masas” una mejor programación social, mejores oportunidades de trabajo, planes de salud y proyectos urbanos. Poco o nada se dice sobre la necesidad innata de la personalidad de sentir que su vida tiene propósito y sentido. Poco se dice sobre el deseo innato de la personalidad por el drama, el tipo de drama espiritual interior, en el cual el individuo se pueda sentir parte de un propósito, que es el suyo propio, pero que es mucho más que eso.
Existe la necesidad en el hombre de sentir y expresar impulsos heroicos. Sus verdaderos instintos lo conducen, espontáneamente, hacia el deseo de mejorar la calidad de su propia vida y la de otros. Debe verse a sí mismo como una fuerza en el mundo.
Los animales también dramatizan. Ellos poseen emociones. Se sienten parte del drama de las estaciones. Ellos están totalmente vivos, en esos términos. Los animales y la naturaleza, en todas sus variedades, se relacionan de una manera tan preciosa, que para ellos este encuentro es el equivalente a la estructura cultural y la civilización nuestras. Los animales responden a los ricos matices de la naturaleza de una manera imposible de describir. Sus “civilizaciones” se construyen por medio de interacciones de información sensorial que no podemos percibir. Ellos saben, de una manera imposible para nosotros, que sus propias existencias tienen un impacto directo sobre la naturaleza de la realidad. Una persona puede tener riqueza y salud, puede gozar de muy buenas relaciones y de un trabajo satisfactorio y, aún así, vivir una vida desprovista de drama, pues, a menos que sintamos que la vida misma tiene sentido, cada vida parecerá no tener sentido y todo el amor y toda la belleza terminarán en ruina.
Cuando creemos en un universo formado accidentalmente, y cuando pensamos que somos miembros de una especie desovada accidentalmente, entonces la vida parecerá sin sentido y los eventos pueden parecer caóticos. Los eventos desastrosos, que pensamos tienen origen en la ira divina, pueden al menos entenderse en ese contexto. Sin embargo, muchos de nosotros vivimos en un mundo subjetivo, en el cual los eventos de nuestras vidas parecen no tener una razón particular, o parecen suceder en contra de nuestros deseos.
Que tipo de eventos puede formar la gente cuando se siente impotente, cuando sus vidas están huérfanas de significado, y cuales son los mecanismos que están detrás de esos eventos?
La gente muere por “una causa” solamente cuando no encuentran una causa por la cual vivir. Cuando parece que el mundo no tiene sentido, algunas personas harán cierto tipo de “manifestación” con las circunstancias relacionadas con su propia muerte.
Los propósitos de las personas son unas veces simples y directos, pero otros no son tan fáciles de describir. Por ejemplo, queremos atravesar el cuarto para coger un papel. Este es un propósito simple y directo. Automáticamente impulsamos nuestro cuerpo en la forma apropiada, aunque conscientemente no nos damos cuenta de los mecanismos internos involucrados. No nos imaginamos la existencia de bloqueos o impedimentos a nuestro paso, en la forma de muebles adicionales colocados en el camino accidentalmente. Simplemente tomamos la dirección adecuada. Esta acción tiene sentido, porque es algo que deseamos. Pero hay otros propósitos que tienen intenciones de naturaleza psicológica, anhelos de satisfacción que no se pueden categorizar tan fácilmente. El hombre experimenta ambiciones, deseos, gustos y disgustos, de naturaleza emocional y, al mismo tiempo, tiene creencias intelectuales acerca de sí mismo, sus sentimientos y el mundo. Estas creencias son el resultado del adiestramiento, ya que utilizamos la mente tal como se nos ha enseñado.
Una persona puede desear fama y poseer ciertas habilidades que quiere utilizar para alcanzar ese propósito. Esta persona también puede creer que la fama y la fortuna conducen a la infelicidad, al desenfreno, o que, de alguna manera, atraerán condiciones desastrosas. Tenemos aquí un claro propósito de utilizar habilidades y recibir aclamación. Pero tenemos también otro claro propósito contrario: evitar la fama y la fortuna. Hay personas que quieren tener hijos y pareja, y pueden tener las cualidades que les permitan ser buenos padres. Algunas de esas mismas personas pueden estar convencidas de que el amor es erróneo, o que el sexo es denigrante, o que los niños significan el fin de la juventud. Estas personas van a encontrarse rompiendo sus relaciones amorosas con otras personas sin una razón aparente, o van a forzar a su pareja a romper con ellas. Lo que tenemos aquí nuevamente son dos claros propósitos, pero uno opuesto al otro.
Las personas que creen que su vida tiene un significado, van a poder resistir estas presiones y dilemas, y situaciones del mismo tipo las van a resolver adecuadamente.
Las personas que creen que la vida misma no tiene sentido, van a encontrar desilusiones, conflictos y sentimientos de impotencia. Estas personas empiezan a imaginar impedimentos en su camino, tan seguramente como quien imagina que le pusieron una barrera física entre el y la mesa que está al final del cuarto.
Cuando simplemente deseamos alcanzar un destino en el espacio, hay mapas que explican la naturaleza de la tierra. Cuando estamos hablando de destinos psicológicos, como una posición o un rol, hay mucho más para tener en consideración.
Nuestro cuerpo se moviliza cuando deseamos movernos. El cuerpo responde a nuestra intención y propósito. En términos psíquicos, el cuerpo es nuestro entorno privado interior. Nuestras intenciones psicológicas movilizan instantáneamente nuestras energías en un nivel psíquico.
Cuando queremos ir al centro de la ciudad, sabemos que existe un punto de destino, aunque estemos a kilómetros de él. Cuando queremos encontrar pareja, damos por sentado que una pareja potencial existe, aunque no sabemos donde, en el espacio y el tiempo. Nuestra intención de encontrar pareja envía “mensajes sutiles de la conciencia”, conformados por el deseo y la intención, que como detectives rastrean el mundo, buscando de una manera totalmente diferente a la de un agente secreto físico. El mundo es explorado con nuestras características en mente, buscando a alguien con las características que mejor se acomoden a las nuestras. Cualquiera que sea nuestro propósito, estará involucrado el mismo procedimiento psíquico.
La organización de nuestros sentimientos, creencias e intenciones dirige el enfoque con el que se construye nuestra realidad física. Si creemos en un mundo pecaminoso, buscaremos entre la información sensorial aquellos hechos que confirman nuestra creencia. Más aún, en otros niveles, organizamos nuestro mundo mental de tal manera que atraemos hacia nosotros aquellos eventos que confirman nuestras creencias.
La muerte es una parte nuestra, como lo es el nacimiento. Su importancia varía de acuerdo con el individuo. En cierta forma, la muerte es la última oportunidad de hacer una manifestación de importancia en determinada vida, cuando sentimos que no lo hicimos antes. Las muertes de algunas personas corresponden a períodos tranquilos. Para otras personas son signos de exclamación, de manera que más tarde se pueda decir que la muerte de esa persona fue mucho más importante que su propia vida. Algunas personas mueren en la adolescencia, en medio del torrente de posibilidades de la vida. Muchas personas jóvenes prefieren morir en su época, cuando las posibilidades para el desarrollo y la satisfacción son infinitas. Hay personas que escogen muertes con un alto contenido dramático, porque, a pesar de las apariencias, no han estado en capacidad de expresar el contenido dramático de sus psiques en el mundo, tal como se presenta para ellas. Ellas convierten sus muertes en lecciones para otras personas, obligándolas a hacerse preguntas que antes no se habían hecho. También hay manifestaciones masivas del mismo tipo, de personas que se unen para morir. Buscan compañía en la muerte, tal como lo hicieron en la vida. Las personas que se sienten impotentes y que no tienen un motivo para vivir, se juntan para “morir por un motivo” que no les dio la voluntad o la razón para vivir.
Se consideran como medios para brindar satisfacción “a las masas” una mejor programación social, mejores oportunidades de trabajo, planes de salud y proyectos urbanos. Poco o nada se dice sobre la necesidad innata de la personalidad de sentir que su vida tiene propósito y sentido. Poco se dice sobre el deseo innato de la personalidad por el drama, el tipo de drama espiritual interior, en el cual el individuo se pueda sentir parte de un propósito, que es el suyo propio, pero que es mucho más que eso.
Existe la necesidad en el hombre de sentir y expresar impulsos heroicos. Sus verdaderos instintos lo conducen, espontáneamente, hacia el deseo de mejorar la calidad de su propia vida y la de otros. Debe verse a sí mismo como una fuerza en el mundo.
Los animales también dramatizan. Ellos poseen emociones. Se sienten parte del drama de las estaciones. Ellos están totalmente vivos, en esos términos. Los animales y la naturaleza, en todas sus variedades, se relacionan de una manera tan preciosa, que para ellos este encuentro es el equivalente a la estructura cultural y la civilización nuestras. Los animales responden a los ricos matices de la naturaleza de una manera imposible de describir. Sus “civilizaciones” se construyen por medio de interacciones de información sensorial que no podemos percibir. Ellos saben, de una manera imposible para nosotros, que sus propias existencias tienen un impacto directo sobre la naturaleza de la realidad. Una persona puede tener riqueza y salud, puede gozar de muy buenas relaciones y de un trabajo satisfactorio y, aún así, vivir una vida desprovista de drama, pues, a menos que sintamos que la vida misma tiene sentido, cada vida parecerá no tener sentido y todo el amor y toda la belleza terminarán en ruina.
Cuando creemos en un universo formado accidentalmente, y cuando pensamos que somos miembros de una especie desovada accidentalmente, entonces la vida parecerá sin sentido y los eventos pueden parecer caóticos. Los eventos desastrosos, que pensamos tienen origen en la ira divina, pueden al menos entenderse en ese contexto. Sin embargo, muchos de nosotros vivimos en un mundo subjetivo, en el cual los eventos de nuestras vidas parecen no tener una razón particular, o parecen suceder en contra de nuestros deseos.
Que tipo de eventos puede formar la gente cuando se siente impotente, cuando sus vidas están huérfanas de significado, y cuales son los mecanismos que están detrás de esos eventos?
La gente muere por “una causa” solamente cuando no encuentran una causa por la cual vivir. Cuando parece que el mundo no tiene sentido, algunas personas harán cierto tipo de “manifestación” con las circunstancias relacionadas con su propia muerte.
Los propósitos de las personas son unas veces simples y directos, pero otros no son tan fáciles de describir. Por ejemplo, queremos atravesar el cuarto para coger un papel. Este es un propósito simple y directo. Automáticamente impulsamos nuestro cuerpo en la forma apropiada, aunque conscientemente no nos damos cuenta de los mecanismos internos involucrados. No nos imaginamos la existencia de bloqueos o impedimentos a nuestro paso, en la forma de muebles adicionales colocados en el camino accidentalmente. Simplemente tomamos la dirección adecuada. Esta acción tiene sentido, porque es algo que deseamos. Pero hay otros propósitos que tienen intenciones de naturaleza psicológica, anhelos de satisfacción que no se pueden categorizar tan fácilmente. El hombre experimenta ambiciones, deseos, gustos y disgustos, de naturaleza emocional y, al mismo tiempo, tiene creencias intelectuales acerca de sí mismo, sus sentimientos y el mundo. Estas creencias son el resultado del adiestramiento, ya que utilizamos la mente tal como se nos ha enseñado.
Una persona puede desear fama y poseer ciertas habilidades que quiere utilizar para alcanzar ese propósito. Esta persona también puede creer que la fama y la fortuna conducen a la infelicidad, al desenfreno, o que, de alguna manera, atraerán condiciones desastrosas. Tenemos aquí un claro propósito de utilizar habilidades y recibir aclamación. Pero tenemos también otro claro propósito contrario: evitar la fama y la fortuna. Hay personas que quieren tener hijos y pareja, y pueden tener las cualidades que les permitan ser buenos padres. Algunas de esas mismas personas pueden estar convencidas de que el amor es erróneo, o que el sexo es denigrante, o que los niños significan el fin de la juventud. Estas personas van a encontrarse rompiendo sus relaciones amorosas con otras personas sin una razón aparente, o van a forzar a su pareja a romper con ellas. Lo que tenemos aquí nuevamente son dos claros propósitos, pero uno opuesto al otro.
Las personas que creen que su vida tiene un significado, van a poder resistir estas presiones y dilemas, y situaciones del mismo tipo las van a resolver adecuadamente.
Las personas que creen que la vida misma no tiene sentido, van a encontrar desilusiones, conflictos y sentimientos de impotencia. Estas personas empiezan a imaginar impedimentos en su camino, tan seguramente como quien imagina que le pusieron una barrera física entre el y la mesa que está al final del cuarto.
Cuando simplemente deseamos alcanzar un destino en el espacio, hay mapas que explican la naturaleza de la tierra. Cuando estamos hablando de destinos psicológicos, como una posición o un rol, hay mucho más para tener en consideración.
Nuestro cuerpo se moviliza cuando deseamos movernos. El cuerpo responde a nuestra intención y propósito. En términos psíquicos, el cuerpo es nuestro entorno privado interior. Nuestras intenciones psicológicas movilizan instantáneamente nuestras energías en un nivel psíquico.
Cuando queremos ir al centro de la ciudad, sabemos que existe un punto de destino, aunque estemos a kilómetros de él. Cuando queremos encontrar pareja, damos por sentado que una pareja potencial existe, aunque no sabemos donde, en el espacio y el tiempo. Nuestra intención de encontrar pareja envía “mensajes sutiles de la conciencia”, conformados por el deseo y la intención, que como detectives rastrean el mundo, buscando de una manera totalmente diferente a la de un agente secreto físico. El mundo es explorado con nuestras características en mente, buscando a alguien con las características que mejor se acomoden a las nuestras. Cualquiera que sea nuestro propósito, estará involucrado el mismo procedimiento psíquico.
La organización de nuestros sentimientos, creencias e intenciones dirige el enfoque con el que se construye nuestra realidad física. Si creemos en un mundo pecaminoso, buscaremos entre la información sensorial aquellos hechos que confirman nuestra creencia. Más aún, en otros niveles, organizamos nuestro mundo mental de tal manera que atraemos hacia nosotros aquellos eventos que confirman nuestras creencias.
La muerte es una parte nuestra, como lo es el nacimiento. Su importancia varía de acuerdo con el individuo. En cierta forma, la muerte es la última oportunidad de hacer una manifestación de importancia en determinada vida, cuando sentimos que no lo hicimos antes. Las muertes de algunas personas corresponden a períodos tranquilos. Para otras personas son signos de exclamación, de manera que más tarde se pueda decir que la muerte de esa persona fue mucho más importante que su propia vida. Algunas personas mueren en la adolescencia, en medio del torrente de posibilidades de la vida. Muchas personas jóvenes prefieren morir en su época, cuando las posibilidades para el desarrollo y la satisfacción son infinitas. Hay personas que escogen muertes con un alto contenido dramático, porque, a pesar de las apariencias, no han estado en capacidad de expresar el contenido dramático de sus psiques en el mundo, tal como se presenta para ellas. Ellas convierten sus muertes en lecciones para otras personas, obligándolas a hacerse preguntas que antes no se habían hecho. También hay manifestaciones masivas del mismo tipo, de personas que se unen para morir. Buscan compañía en la muerte, tal como lo hicieron en la vida. Las personas que se sienten impotentes y que no tienen un motivo para vivir, se juntan para “morir por un motivo” que no les dio la voluntad o la razón para vivir.
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